El tipo que se lo pasa diciendo
que no hay soluciones mágicas temía que
el bastón de mando tuviera una macumba de Cristina. Así es. Cuando Macri
asumió la presidencia no aceptó el símbolo tradicional fabricado por el orfebre
Juan Carlos Pallarols sino uno de Damián Tessore. Pero no hay que tentarse con
interpretaciones descabelladas: con
cualquiera de los dos bastones hubiéramos llegado al mismo punto. No
estamos así por un maleficio o la mala disposición de los hados. La impronta de los angurrientos hecha
gobierno estalla ante nuestros ojos y afecta la vida cotidiana de casi
todos. Lo que debe ser maleficio es que, a
pesar de las evidencias de este nuevo saqueo neoliberal, el Buen Mauricio conserve aún un 30 por
ciento en la intención de votos. Maleficio o tozudez clasemediera aspiracional que resiste hasta los más sólidos
argumentos.
Como sea, alarma que sean tantos
los que insistan en creer en la
cantinela del Cambio, que ahora sería una continuidad del atracón de amarguras que hemos padecido en
estos casi cuatro años. Eso es fanatismo, la credulidad ciega en consignas insostenibles, la certeza de que
llenando las arcas de los más ricos a todos nos va a ir mejor, la indiferencia
ante los actos evidentes de corrupción y
vaciamiento ejecutados por los funcionarios amarillos, la aceptación sin
más de las excusas que tartamudean ante resultados que provocan espanto en los analistas internacionales, entre muchísimas
muestras más de abandono de toda
racionalidad. Ni siquiera desde el individualismo extremo se puede explicar
este fenómeno, porque muchos de los que
votarán por el Ingeniero lo están pasando tan mal como cualquiera.
Para éstos, es preferible seguir
padeciendo ajustes innecesarios antes
que reconocer que viven engañados. Aunque estén en el grupo de los que
apenas llegan a fin de mes o han recurrido a préstamos para pagar tarifas
confiscatorias, seguirán pensando que
coincidir con los privilegiados otorga pertenencia. Aunque estén apenas
unos pocos escalones más arriba, seguirán considerando “vagos” a los pobres y tomándolos como causa de todo y no como consecuencia. Aunque se sientan cada
vez más explotados seguirán acatando los
argumentos de los explotadores. Miles de “aunques” podrían llenar este
apunte pero no modificarían la conclusión a la que estamos arribando: si no
tomamos en serio la batalla cultural, siempre
tendremos la amenaza de esta pesadilla reciclada por siglos.
Valores
devaluados
Quizá a algunos les resulte
divertido que de la Casa Rosada cuelguen
un aro de básquet y no una gigantografía recordatoria de la Noche de los
Lápices. Quizá les resulte adecuada la
defensa bestial que la ministra Patricia Bullrich hace de la doctrina Chocobar,
aunque roce la apología del delito.
Tal vez aplaudan el despojo de sus
tierras ancestrales que sigue padeciendo el pueblo Mapuche, a pesar de
Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Quizá acepten la falacia de que en nuestro
país hay veinte millones de personas que
viven de un plan o asimilen las fabulosas interpretaciones que alucinados opinadores rentados dibujan
sobre el pasado, el presente y el futuro. O tal vez nada, lo que sería peor porque con esa nada deciden su voto.
Increíble que haya conciudadanos
que se emocionen con la propuesta épica
de revertir el resultado de las PASO. Sorprendente que no se incomoden
cuando Macri compara esa ilusión con el Cruce de los Andes. Asombroso que
consideren “La Marcha del ‘Sí, se puede’”
como una gesta heroica para salvar
la República. Y desalentador que no descubran la hipocresía del empresidente cuando
pontifica sobre los valores. Si los tuviera, no sería como es. Una negación
de la realidad creer que Macri conoce otro
valor más que la satisfacción de su angurria. Una ceguera descomunal se
necesita para convencerse con la frase “los valores son conceptos abstractos,
algo en lo cual nos podemos concentrar cuando
lo urgente esté resuelto, cuando en la mesa de los argentinos no falta
nada, cuando no falte trabajo, cuando todos los chicos sepan leer, escribir y
soñar con el futuro”. Precisamente todo eso que califica como ‘urgente’ es la consecuencia de la falta de valores
de los que son como él.
Definir los valores también forma
parte de la batalla cultural. No sólo definirlos, sino también hacer que las abstracciones de las que Macri balbucea
se conviertan en derechos. Garantizar la dignidad de todos debe ser el
principal valor del país a construir porque incluye comer, estudiar, trabajar y
todos los verbos que necesitemos.
Los valores dejan de serlo cuando
permanecen como conceptos congelados que jamás se convertirán en acción. Y
los que son como Macri constituyen el
principal obstáculo para llegar a eso.
Se hace un tanto pesado pensar en “magia amarilla“, cuando el excelentísimo desgobernante aparece como un fantoche temeroso de macumbas y embrujos surtidos - lo que, de paso, nos hace pensar que el monje negro marquitos como el exorcista de la porquería, uy, cruz diablo!.
ResponderBorrarHace como 70 años, un tal Mao emprendió una “larga marcha“ y le fue bien y éso que no era ni blanco ni de ojitos de cielo, entonces es lógico que al excelentísimo virrey delegado del FMI, le venga esa idea de SU “marcha“, ni tan larga, ni tan trabajosa ni, seguro, tan concurrida.... y está muy bien, aunque a mí me preocupa que en estos tiempos de malaria y carestía, esa marcha cause desabastecimiento de huevos, naranjas y demases comestibles arrojables, es que la gente es efusiva y tener 30 días del prócer marchando es una invitación al cariño popular casi irresistible. Pero bueno, seguro también que ahí estará doña malbec, sus rambos y sus vallas, cuidando el orden y la lejanía con la negrada, los inadaptados populistas de siempre, en fin, me temo que como marcha van a ser medio escuálida, éso sí, él va, macho, dijo la partera!!!
Y que bueno que la discusión sea de “valores“... los argentinos nos debemos éso, para empezar cuánto “valen“ los 10. 20, 30 millones de “excedentes“ del actual futuro paraíso neoliberal?, ya la cosa no es tan “abstracta“ y para serle sincero, a mí me preocupa muy poco, mi abuelo me dejó unos cuantos parientes en Barcelona, algún rebusque habrá y como no soy morochito zafo bien...
Está muy bien comparar estas marchas con el cruce de los Andes, epopeya si las hay, tal vez usted no recuerda pero dicen que el propio San Martín, por problemas de úlceras y otras dolencias, hizo el cruce más en camilla que en el blanco corcel del poster.... es decir, que una marcha en reposera es definitivamente una proeza con antecedentes históricos y heroicos y usted que la critica tan duramente. Claro que se puede y hasta el ridículo, siempre!!
Sí, hay una “batalla cultural“... lo que yo no sé es si es en torno a los balbuceos mal guionados y peor expresados del quetejedi o la patética estrechez y pereza mental del reaccionario masoquista que, contra toda evidencia insiste en defender esta porquería... 30 de 100, son una monstruosidad.