jueves, 19 de septiembre de 2019

La magia amarilla


El tipo que se lo pasa diciendo que no hay soluciones mágicas temía que el bastón de mando tuviera una macumba de Cristina. Así es. Cuando Macri asumió la presidencia no aceptó el símbolo tradicional fabricado por el orfebre Juan Carlos Pallarols sino uno de Damián Tessore. Pero no hay que tentarse con interpretaciones descabelladas: con cualquiera de los dos bastones hubiéramos llegado al mismo punto. No estamos así por un maleficio o la mala disposición de los hados. La impronta de los angurrientos hecha gobierno estalla ante nuestros ojos y afecta la vida cotidiana de casi todos. Lo que debe ser maleficio es que, a pesar de las evidencias de este nuevo saqueo neoliberal, el Buen Mauricio conserve aún un 30 por ciento en la intención de votos. Maleficio o tozudez clasemediera aspiracional que resiste hasta los más sólidos argumentos.
Como sea, alarma que sean tantos los que insistan en creer en la cantinela del Cambio, que ahora sería una continuidad del atracón de amarguras que hemos padecido en estos casi cuatro años. Eso es fanatismo, la credulidad ciega en consignas insostenibles, la certeza de que llenando las arcas de los más ricos a todos nos va a ir mejor, la indiferencia ante los actos evidentes de corrupción y vaciamiento ejecutados por los funcionarios amarillos, la aceptación sin más de las excusas que tartamudean ante resultados que provocan espanto en los analistas internacionales, entre muchísimas muestras más de abandono de toda racionalidad. Ni siquiera desde el individualismo extremo se puede explicar este fenómeno, porque muchos de los que votarán por el Ingeniero lo están pasando tan mal como cualquiera.
Para éstos, es preferible seguir padeciendo ajustes innecesarios antes que reconocer que viven engañados. Aunque estén en el grupo de los que apenas llegan a fin de mes o han recurrido a préstamos para pagar tarifas confiscatorias, seguirán pensando que coincidir con los privilegiados otorga pertenencia. Aunque estén apenas unos pocos escalones más arriba, seguirán considerando “vagos” a los pobres y tomándolos como causa de todo y no como consecuencia. Aunque se sientan cada vez más explotados seguirán acatando los argumentos de los explotadores. Miles de “aunques” podrían llenar este apunte pero no modificarían la conclusión a la que estamos arribando: si no tomamos en serio la batalla cultural, siempre tendremos la amenaza de esta pesadilla reciclada por siglos.
Valores devaluados
Quizá a algunos les resulte divertido que de la Casa Rosada cuelguen un aro de básquet y no una gigantografía recordatoria de la Noche de los Lápices. Quizá les resulte adecuada la defensa bestial que la ministra Patricia Bullrich hace de la doctrina Chocobar, aunque roce la apología del delito. Tal vez aplaudan el despojo de sus tierras ancestrales que sigue padeciendo el pueblo Mapuche, a pesar de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Quizá acepten la falacia de que en nuestro país hay veinte millones de personas que viven de un plan o asimilen las fabulosas interpretaciones que alucinados opinadores rentados dibujan sobre el pasado, el presente y el futuro. O tal vez nada, lo que sería peor porque con esa nada deciden su voto.
Increíble que haya conciudadanos que se emocionen con la propuesta épica de revertir el resultado de las PASO. Sorprendente que no se incomoden cuando Macri compara esa ilusión con el Cruce de los Andes. Asombroso que consideren “La Marcha del ‘Sí, se puede’” como una gesta heroica para salvar la República. Y desalentador que no descubran la hipocresía del empresidente cuando pontifica sobre los valores. Si los tuviera, no sería como es. Una negación de la realidad creer que Macri conoce otro valor más que la satisfacción de su angurria. Una ceguera descomunal se necesita para convencerse con la frase los valores son conceptos abstractos, algo en lo cual nos podemos concentrar cuando lo urgente esté resuelto, cuando en la mesa de los argentinos no falta nada, cuando no falte trabajo, cuando todos los chicos sepan leer, escribir y soñar con el futuro”. Precisamente todo eso que califica como ‘urgente’ es la consecuencia de la falta de valores de los que son como él.
Definir los valores también forma parte de la batalla cultural. No sólo definirlos, sino también hacer que las abstracciones de las que Macri balbucea se conviertan en derechos. Garantizar la dignidad de todos debe ser el principal valor del país a construir porque incluye comer, estudiar, trabajar y todos los verbos que necesitemos. Los valores dejan de serlo cuando permanecen como conceptos congelados que jamás se convertirán en acción. Y los que son como Macri constituyen el principal obstáculo para llegar a eso.

1 comentario:

  1. Se hace un tanto pesado pensar en “magia amarilla“, cuando el excelentísimo desgobernante aparece como un fantoche temeroso de macumbas y embrujos surtidos - lo que, de paso, nos hace pensar que el monje negro marquitos como el exorcista de la porquería, uy, cruz diablo!.
    Hace como 70 años, un tal Mao emprendió una “larga marcha“ y le fue bien y éso que no era ni blanco ni de ojitos de cielo, entonces es lógico que al excelentísimo virrey delegado del FMI, le venga esa idea de SU “marcha“, ni tan larga, ni tan trabajosa ni, seguro, tan concurrida.... y está muy bien, aunque a mí me preocupa que en estos tiempos de malaria y carestía, esa marcha cause desabastecimiento de huevos, naranjas y demases comestibles arrojables, es que la gente es efusiva y tener 30 días del prócer marchando es una invitación al cariño popular casi irresistible. Pero bueno, seguro también que ahí estará doña malbec, sus rambos y sus vallas, cuidando el orden y la lejanía con la negrada, los inadaptados populistas de siempre, en fin, me temo que como marcha van a ser medio escuálida, éso sí, él va, macho, dijo la partera!!!
    Y que bueno que la discusión sea de “valores“... los argentinos nos debemos éso, para empezar cuánto “valen“ los 10. 20, 30 millones de “excedentes“ del actual futuro paraíso neoliberal?, ya la cosa no es tan “abstracta“ y para serle sincero, a mí me preocupa muy poco, mi abuelo me dejó unos cuantos parientes en Barcelona, algún rebusque habrá y como no soy morochito zafo bien...
    Está muy bien comparar estas marchas con el cruce de los Andes, epopeya si las hay, tal vez usted no recuerda pero dicen que el propio San Martín, por problemas de úlceras y otras dolencias, hizo el cruce más en camilla que en el blanco corcel del poster.... es decir, que una marcha en reposera es definitivamente una proeza con antecedentes históricos y heroicos y usted que la critica tan duramente. Claro que se puede y hasta el ridículo, siempre!!
    Sí, hay una “batalla cultural“... lo que yo no sé es si es en torno a los balbuceos mal guionados y peor expresados del quetejedi o la patética estrechez y pereza mental del reaccionario masoquista que, contra toda evidencia insiste en defender esta porquería... 30 de 100, son una monstruosidad.

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