En
medio de la pandemia, no hay tiempo para estadísticas banales. Sin
embargo, uno puede arriesgarse a afirmar que la palabra ‘diálogo’ ha sido la más usada en estos días. En realidad, es
un término que nunca pasa de moda, aunque expresa mucho más de lo que
nos quieren hacer creer. Además, algunos usuarios anulan su sentido en el
momento mismo en que la pronuncian, porque ponen como encendido prólogo, “estos ladrones y asesinos nos tienen que
convocar al diálogo”. ¿Cómo aceptar tan extraña invitación? Más aún
cuando robo y homicidio son inexistentes, por tanto, indemostrables y menos
aún condenables. Y la gran paradoja: esos que claman por el diálogo no se
cansan de afirmar que estamos en una infectadura
con un gobierno tan autoritario como el de “Valenzuela”. ¿Cómo exigir diálogo a quien uno califica como
autoritario?
Y peor
aun cuando los que tanto reclaman diálogo no han dialogado con nadie cuando
fueron gobierno. Macri, en sus nefastos cuatro años al frente de la
presidencia, jamás convocó a los diputados y senadores de la entonces
oposición, ni siquiera a aquéllos que simulaban serlo. En verdad, ¿qué
conversación más o menos seria se puede tener con alguien que propuso
construir puertos en Santiago del Estero? ¿O con el que afirmó que en
algunos lugares falta agua y en otros, sobra? ¿O con el cráneo que aseguró,
como una genialidad en la que ningún científico había reparado, que "en esta globalización no se tiene en
cuenta que hay unos que están en el invierno y otros en el verano”? Todos
estos aforismos de brutalidad fueron dichos por la misma persona, por si
alguien se distrajo. Mauricio Macri es el autor de estas vergonzantes
burradas y la fuerza política que lidera es la que quiere dialogar.
Pero
hay más, porque los PRO son una catarata de sandeces. La presidenta de
ese club de élite, Patricia Bullrich
en un encuentro por zoom con sus pares amarillos, expresó, iluminada: futuro rima con oscuro y también rima con
Maduro. Esta exquisita muestra de brillantez
intelectual fue esputada en la presentación del libro Juntos, ideas para
el desarrollo y la libertad. Conversaciones de cuarentena. Un libro escrito por las luminarias que
fueron funcionarios de la Revolución de la Alegría, como Oscar Aguad,
Hernán Lombardi, Laura Alonso, Federico Pinedo y algunos exponentes más de la inexistente
intelectualidad de la derecha vernácula. En ese encuentro virtual, Bullrich
vomitó una frase de poster que debe haber robado de algún revolucionario en
serio: “hay momentos en la historia en los que hay que dialogar y otros
en donde hay que luchar”.
Por otra parte, y como han demostrado cuando fueron
gobierno, lo que menos les interesa es gobernar para mejorar la vida de los argentinos,
sino todo lo contrario. Lo único que pueden aportar son planes de negocios
privadísimos para sus amigotes. Además, el presidente Fernández ya los ha
convocado tres veces para llegar a acuerdos políticos en el armado de una
agenda parlamentaria y los aportes PRO han sido sólo berrinches
encaprichados. Ellos no quieren diálogo, sino obediencia. Como en
este último episodio, que exigían tener un encuentro a solas, sin otras fuerzas
políticas. No son opositores saludables ni responsables: son tóxicos
destituyentes que lo único que buscan es aprovechar la crisis provocada por
ellos y por la pandemia.
Con estos tipos no hay que ser obsecuentes ni
conciliadores: hay que desnudar su vileza porque no buscan el bien del
país sino el incremento de los privilegios de sus verdaderos representados;
los PRO operan para una élite y muchos de los que votan por ellos no quieren
advertir esa anomalía. De democráticos no tienen nada.
Por eso sorprende que Alberto sea tan
condescendiente. Por eso duele que en estos días, el primer mandatario se
muestre arrepentido por proponer la intervención de Vicentín. De manera
sorprendente, reconoció que deseaba el festejo de todos por el rescate de la
empresa. ¿Qué esperaba? ¿El aplauso de los mega-empresarios fugadores,
timberos y estafadores? ¿Esperaba acaso los vítores exaltados de los
palcos VIP; que los títulos de Clarín y la Nación celebren con bombos y
platillos como hacen cuando un mandatario del primer mundo toma una medida
similar? Muchos esperamos que esta sea una treta para que el apoyo a la
intervención y expropiación de Vicentín sea más eufórico. Si no es así, que
nadie cuestione que empiece a estar decepcionado.
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