Mientras los antropófagos que nos gobernaron durante cuatro años sigan enumerando logros inexistentes y
cuestionando las medidas que toma el nuevo gobierno para solucionar los
problemas que fabricaron, será inevitable recordar la Pesada Herencia de verdad que deja Macri. En lo económico,
social, político, jurídico, simbólico el
daño es un retroceso de varias décadas. Encima quedará en los medios un
grupo de periodistas resentidos porque perderán los multimillonarios sobornos con que la gestión amarilla endulzó la
opinión pública. Por eso, muchos de ellos destilan veneno en sus programas
y columnas como si del paraíso
hubiéramos pasado al infierno en un abrir y cerrar de ojos y desorientan al
público cautivo con desinformación y
patrañas como han hecho siempre.
La lista es nutrida y los nombres
que aparecen en ella podrían servir como anti
ejemplos para los profesionales del futuro. Y que esto no se tome como un
cercenamiento a la libertad de opinión, sino como una valoración de ella: la opinión basada en información veraz y
con el objetivo de construir una
sociedad mejor. Penoso que tipos como Leuco, Majul, Morales Solá y tantos
otros ocupen lugares destacados sólo
para sembrar discordia y malograr la vida de millones. Porque eso significa
ponderar los cuatro años de la Revolución de la Alegría: aplaudir un proceso de deterioro que sirvió nada más que para
enriquecer a unos pocos. Lo que hacen esos manipuladores profesionales es
reorientar el voto ciudadano hacia un modelo destructivo que seguirá siendo competitivo mientras no se lo condene como merece.
El video que se viralizó de la
entrevista que Luis Majul realizó a Alberto Fernández el pasado domingo debería
avergonzar a más de uno que lo sigue
sosteniendo como periodista destacado. Mentira, ignorancia y mala intención
abundan en “profesionales” como él. Y
eso es dañino: nada bueno se puede
construir así. La mejor manera de elevar el nivel comunicacional de la
sociedad es dejarlos solos, mascullando
en soledad su fracaso por ser tan serviles al Poder Fáctico.
Esto no es broma, porque gracias a tipos como éstos tuvimos a un
presidente como Macri. Que muchos aún crean que fue de lo mejor, también es
gracias a estos destructores del
entendimiento. Y que el Ingeniero pueda decir, sin ponerse colorado, que durante
su gobierno “se creció mucho”, a
pesar de que los datos expresan todo lo
contrario; aunque el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz asegure que
el país que deja Macri es “el peor de todos los mundos posibles”. Como el blindaje hacia el ex empresidente continúa intacto, se puede
dar el lujo de parafrasear una frase kirchnerista, “el amor supera al odio”, cuando
su carrera política se ha basado en contagiar su desprecio de clase. Nadie debe
salir impune después de hacer tanto daño
y vanagloriarse de ello.
Condena
imprescindible
Los primeros pasos del nuevo
gobierno sugieren un camino diferente. Al menos, hay un giro en la manera de distribuir el ingreso: nada
revolucionario, por supuesto, sino apenas dejar
de succionar a los que quedaron secos después de la sangría amarilla. "Todos sentían que estábamos en un
colectivo frente a un precipicio, manejado
por alguien que pisaba el acelerador –graficó Alberto Fernández ante
Majul- Ahora en el colectivo hay alguien
que puso el freno, dio la vuelta y todos
sienten que el precipicio se aleja". Ese ‘todos’ es un exceso de
la metáfora, porque hay unos cuantos que
votaron para seguir hacia el precipicio. Hasta hay algunos que incrementan sus fortunas cuando los
demás se despeñan al abismo.
Las señales son claras: la
recomposición de los ingresos de los más
vulnerados vía recursos y congelamientos tarifarios sugiere una tregua a la
sangría. Eso que desde el oficialismo llaman Pacto Social implica un cese
en la succión desaforada de los más ricos. Ahora hace falta una explicación
permanente de cada medida para erradicar
el exterminio en cuotas que comenzó en diciembre de 2015. Frenar el
exterminio, no terminar con los
exterminadores. La impronta desigualadora de los cambiemitas seguirá
intacta, por más que en los próximos
cuatro años la mejoría sea evidente. Hay que educar mucho a nuestros pares
para que comprendan que el modelo
neoliberal nunca conduce a buen puerto. Y mucho más para que dejen de
asustarse cada vez que las fieras del
Círculo Rojo lanzan sus protestas. Al contrario, si aúllan, gruñen o rascan
el suelo con sus zarpas, más tranquilos
debemos estar, porque es la más clara muestra de que vamos por el buen camino.
Mientras más furiosos estén, mejor será
el resultado para la mayoría.
Algunos considerarán exagerado el
uso del término exterminio, pero nadie
puede hacer tanto daño sin que ése sea su objetivo. Hambrear, desocupar,
precarizar, reprimir y balear son maneras de concretar la extinción del más debilitado. Ni hablar de la
reducción de las partidas para vacunas, que terminan enfermando; o del cese de
la distribución gratuita de medicamentos o el descontrol en el aumento en sus
precios. Incrementar la inflación aunque
se prometió lo contrario es desamparar a casi todos. Dejar todo en manos
del Mercado es avanzar hacia el darwinismo social, a la supervivencia no del más apto sino del más poderoso, aunque
sea apenas un heredero que no llegaría a nada por sus propios medios.
Que una pendenciera de carnaval
como Patricia Bullrich haya ocupado el ministerio de Seguridad es una demostración desfachatada de esa
intencionalidad. El aliento etílico
a la ejecución de ladronzuelos
desarmados y en retirada; la defensa a ultranza de los efectivos que asesinaron a Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y
muchos más; el premio de otorgar el Complejo Turístico de Chapadmalal para
que los gendarmes se entrenen; todo esto y más concluyen en lo mismo: en el país que pergeñaron sobraban varios
millones y desde el primer día pusieron todo para lograr ese objetivo.
De haber conseguido la
reelección, hubieran avanzado por ese tortuoso camino hacia el paraíso al que llegan muy pocos. Si
ése es el precipicio del que habla el Presidente, debería ser menos metafórico, más enérgico al denunciar las
verdaderas intenciones del plan que Macri
y sus secuaces ejecutaron en estos cuatro años de pesadilla. Una verdadera
asociación ilícita con un insólito consenso electoral, sólo explicable por el extravío de algunas conciencias que
prefieren basarse más en prejuicios que en certezas.
La batalla que tenemos por
delante no es sólo por más plata en los bolsillos, sino por comprender por qué nos los vaciaron. Una disputa
conceptual, ideológica, discursiva, jurídica. Convencer de que el modelo de Macri no es democrático porque
desiguala, despoja, empobrece y no por errores en su aplicación sino porque
ésos son su fines. No es apenas un
pensar diferente coincidir con algo así, sino avalar un plan delincuencial con la pátina de elecciones amañadas por
la mala información de los votantes. La batalla por venir es cultural para
romper la colonización que algunos
padecen desde hace mucho tiempo. Sólo el triunfo en esta contienda
garantiza el tránsito hacia un país más
justo.
compartido estimado Gustavo-gracias y abrazos
ResponderBorrarEstimado Gustavo, te agradezco todo el 2019 de apuntes y sus reflexiones que al leerlas me ayudaron a comprender y hasta soportar esta tremenda situacion que todo el país padece y seguirá padeciendo por las secuelas que ha dejado tanta destrucción sin sentido-mi gracias y lo mejor para el 2020 para vos y todos tus lectores
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