jueves, 21 de noviembre de 2019

Un porcentaje que avergüenza


Con rayitas en la pared, estamos contando los días que faltan para que Macri deje de ser presidente. Todos: unos con esperanza de algo mejor y otros que, inexplicablemente, lo extrañarán. La transición se acelera mientras el Ingeniero aprovecha el poco tiempo que le queda para seguir cerrando negocios y garantizar su impunidad y la de sus cómplices. Aunque el 40 por ciento que votó por este engendro no quiera admitirlo, el Gran Equipo nos deja un país peor que el recibido y ha cometido tantas tropelías que más que una gestión de gobierno pareció un plan de saqueo. La construcción del sentido común ejecutada por los medios hegemónicos podría considerarse un crimen: que muchos estén convencidos de que los enemigos son los K es un contundente argumento. Lo que se viene es un nuevo episodio de la batalla cultural, donde los que fueron complacientes apologistas de estos monstruosos cuatro años se convertirán en feroces denostadores del intento de recuperación de algo.
En realidad, ya lo están haciendo. Desde el triunfo en primera vuelta, el acoso periodístico es constante. Tituleros y analistas no saben cómo sembrar el desaliento y provocar una disolución social. En su afán de horadar el consenso hacia el gobierno entrante, son capaces de convertir en noticia principal de tapa el comentario de un obispo en Facebook sobre el proyecto de IVE del futuro presidente. Y encima, Clarín y La Nación resultaron tan obvios al publicar el mismo título en sus tapas que hay que ser muy obcecado para no cuestionar la jugada. A todas luces, una operación de prensa tan absurda como repudiable; una muestra más de la subestimación a lectores dispuestos a dejarse subestimar.
Como los medios bolivianos que, obedeciendo órdenes del gobierno de facto, mostraron el interior de la casa de Evo para justificar el golpe. Los voceros vernáculos se hicieron eco del show, por supuesto, aunque en simultáneo, el Buen Mauricio estaba disfrutando de unas nuevas vacaciones en un complejo turístico de lujo en la provincia de Córdoba. Esto es colonización de la conciencia; es, no sólo mostrar un hecho insignificante, sino instaurar una capciosa lectura de las cosas; es manipular de manera vil la información en abandono de la objetividad e independencia que tanto pregonan. Los lujos de Evo son “inaceptables” porque un indio que representa a pobres y trabajadores debe vivir de manera precaria, tal como sus representados. En cambio Macri, como es blanco y rico, no es merecedor de ninguna objeción a sus privilegios, sino todo lo contrario. Siempre suena la célebre frase de Javier González Fraga a poco de empezar esta pesadilla –“les hicieron creer que…”- como una declaración de principios de la oligarquía gobernante: los ricos merecen todo y los demás, algunas migajas.  
La continuidad del saqueo
Sin dudas, el mayor éxito de esta colonización es el pobre de derecha, el que justifica las angurrias del patrón, el que adopta los desprecios de la clase dominante sin advertir que también es blanco de esos desprecios, el que está dispuesto a renunciar a sus derechos con la vana ilusión de recibir una caricia de los privilegiados. El que cree que coincidir con los explotadores es la llave de acceso al círculo de los poderosos. Una víctima que idolatra a los victimarios. Una identificación ferviente con lo que nunca será. Un rotundo éxito en la distorsión de la conciencia de unos cuantos que se enorgullecen de estar tan extraviados.
Sólo así es posible un modelo tan destructivo, que desiguala, que deja afuera a millones, porque muchos de esos millones votan gustosos por los que lo llevan adelante. Tan exitosa es la colonización que, a pesar de que el Banco Central tenía 24000 millones de reservas al asumir Macri y ahora tiene apenas 8000, el 40 por ciento sigue diciendo “los K se robaron todo”. Aunque la gestión amarilla haya dilapidado gran parte del Fondo de Garantías de la Anses, eran los K los que malgastaban “la plata de los jubilados”. En estos cuatro años, la deuda pública se incrementó en más de 100000 millones de dólares y aunque esa exorbitante suma no ha sido destinada al desarrollo y la obra pública sino a la fuga de capitales, los caceroleros siguen tildando de corruptos a los K. Las reformas impositivas realizadas por estos tránsfugas significan casi 700000 millones de pesos que benefician a un sector muy pequeño de la economía y, a pesar de esto, todavía siguen hablando del capitalismo de amigos ejecutado por los K.
Y para sumar un granito de arena a la presión del establishment al gobierno entrante, los agrogarcas ya empezaron a tocar los tambores de guerra. Nada de retenciones ni controles; nada de subas impositivas ni límites a la especulación; nada de obligaciones para abaratar el costo de los alimentos. El egoísmo como bandera alentado por la tropa de ocupación gobernante. Los terratenientes no aprenden lecciones y están dispuestos a remasterizar la Rebelión de los Estancieros de 2008. Envalentonados, cuentan con el apoyo de ese 40 por ciento de caceroleros urbanos que ya se están preparando para volver a ser el Campo.
Como una muestra más de para quiénes gobiernan Macri y sus secuaces, el Ente Regulador del Gas compensará a las petroleras con más de 24000 millones de pesos, como si no fuera suficiente la dolarización de las tarifas internas y el bestial incremento del que han gozado los amigos del empresidente. Ya se están yendo, pero siguen garantizando sus negocios, como la concesión de las obras del nuevo puerto de Buenos Aires por 50 años. Demasiada obviedad, angurria y abuso de autoridad de estos malandras que nunca deberían haber ocupado cargos públicos.
Demasiada vergüenza da que un país como el nuestro tenga que diseñar un plan especial para combatir el hambre mientras estos delincuentes sin guantes asignan partidas para sus amigos multimillonarios. Pero más vergüenza da que muchos peatones sigan ofuscados porque estos representantes del poder real no hayan conseguido la reelección para continuar con este latrocinio.

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