Con
rayitas en la pared, estamos contando
los días que faltan para que Macri deje de ser presidente. Todos: unos con
esperanza de algo mejor y otros que,
inexplicablemente, lo extrañarán. La transición se acelera mientras el
Ingeniero aprovecha el poco tiempo que
le queda para seguir cerrando negocios y garantizar su impunidad y la de sus cómplices. Aunque el 40 por
ciento que votó por este engendro no quiera admitirlo, el Gran Equipo nos deja un país peor que el recibido y ha
cometido tantas tropelías que más que
una gestión de gobierno pareció un plan de saqueo. La construcción del
sentido común ejecutada por los medios hegemónicos podría considerarse un crimen: que muchos estén convencidos de que
los enemigos son los K es un contundente argumento. Lo que se viene es un nuevo episodio de la batalla cultural, donde
los que fueron complacientes apologistas de estos monstruosos cuatro años se convertirán en feroces denostadores del
intento de recuperación de algo.
En
realidad, ya lo están haciendo. Desde el triunfo en primera vuelta, el acoso periodístico es constante.
Tituleros y analistas no saben cómo sembrar el desaliento y provocar una
disolución social. En su afán de horadar
el consenso hacia el gobierno entrante, son capaces de convertir en noticia principal de tapa el comentario de un obispo en
Facebook sobre el proyecto de IVE del futuro presidente. Y encima, Clarín y
La Nación resultaron tan obvios al publicar el mismo título en sus tapas que
hay que ser muy obcecado para no cuestionar
la jugada. A todas luces, una operación de prensa tan absurda como repudiable; una muestra más de la subestimación a lectores dispuestos a dejarse subestimar.
Como
los medios bolivianos que, obedeciendo
órdenes del gobierno de facto, mostraron el interior de la casa de Evo para
justificar el golpe. Los voceros vernáculos se hicieron eco del show, por supuesto, aunque en simultáneo, el Buen Mauricio estaba disfrutando de unas nuevas vacaciones en un complejo
turístico de lujo en la provincia de Córdoba. Esto es colonización de la conciencia; es, no sólo mostrar un hecho
insignificante, sino instaurar una
capciosa lectura de las cosas; es manipular de manera vil la información en abandono de la objetividad e
independencia que tanto pregonan. Los lujos de Evo son “inaceptables” porque un indio que
representa a pobres y trabajadores debe
vivir de manera precaria, tal como sus representados. En cambio Macri, como
es blanco y rico, no es merecedor de ninguna
objeción a sus privilegios, sino todo lo contrario. Siempre suena la
célebre frase de Javier González Fraga a poco de empezar esta pesadilla –“les hicieron creer que…”- como una declaración de principios de la
oligarquía gobernante: los ricos merecen
todo y los demás, algunas migajas.
La continuidad del saqueo
Sin
dudas, el mayor éxito de esta
colonización es el pobre de derecha, el que justifica las angurrias del
patrón, el que adopta los desprecios de la clase dominante sin advertir que también es blanco de esos desprecios, el que está
dispuesto a renunciar a sus derechos con la vana ilusión de recibir una caricia de los privilegiados. El
que cree que coincidir con los
explotadores es la llave de acceso al círculo de los poderosos. Una víctima que idolatra a los victimarios.
Una identificación ferviente con lo que
nunca será. Un rotundo éxito en la distorsión de la conciencia de unos cuantos que se enorgullecen de estar
tan extraviados.
Sólo
así es posible un modelo tan destructivo,
que desiguala, que deja afuera a millones, porque muchos de esos millones votan gustosos por los que lo llevan
adelante. Tan exitosa es la colonización que, a pesar de que el Banco
Central tenía 24000 millones de reservas al asumir Macri y ahora tiene apenas
8000, el 40 por ciento sigue diciendo “los K se robaron todo”. Aunque la
gestión amarilla haya dilapidado gran parte del Fondo de Garantías de la Anses,
eran los K los que malgastaban “la plata de los jubilados”. En
estos cuatro años, la deuda pública se incrementó en más de 100000 millones de
dólares y aunque esa exorbitante suma no
ha sido destinada al desarrollo y la obra pública sino a la fuga de capitales,
los caceroleros siguen tildando de corruptos a los K. Las reformas impositivas
realizadas por estos tránsfugas significan casi 700000 millones de pesos que benefician a un sector muy pequeño de la
economía y, a pesar de esto, todavía siguen hablando del capitalismo
de amigos ejecutado por los K.
Y
para sumar un granito de arena a la presión del establishment al gobierno
entrante, los agrogarcas ya empezaron a
tocar los tambores de guerra. Nada de retenciones ni controles; nada de subas impositivas ni límites a la
especulación; nada de obligaciones para abaratar el costo de los alimentos. El egoísmo como bandera
alentado por la tropa de ocupación gobernante. Los terratenientes no aprenden
lecciones y están dispuestos a remasterizar
la Rebelión de los Estancieros de 2008. Envalentonados, cuentan con el
apoyo de ese 40 por ciento de caceroleros urbanos que ya se están preparando para volver a ser el Campo.
Como
una muestra más de para quiénes gobiernan Macri y sus secuaces, el Ente
Regulador del Gas compensará a las
petroleras con más de 24000 millones de pesos, como si no fuera suficiente
la dolarización de las tarifas internas y el bestial incremento del que han gozado los amigos del empresidente. Ya se están yendo, pero siguen
garantizando sus negocios, como la concesión de las obras del nuevo puerto de Buenos Aires por 50 años.
Demasiada obviedad, angurria y abuso de autoridad de estos malandras que nunca deberían haber ocupado cargos públicos.
Demasiada
vergüenza da que un país como el nuestro tenga
que diseñar un plan especial para combatir el hambre mientras estos delincuentes sin guantes asignan
partidas para sus amigos multimillonarios.
Pero más vergüenza da que muchos peatones sigan ofuscados porque estos
representantes del poder real no hayan
conseguido la reelección para continuar con este latrocinio.
excelente Gustavo, gracias y compartido-abrazos
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