lunes, 25 de noviembre de 2019

Últimas postales de la pesadilla


A menos de 20 días del fin de su mandato, el Buen Mauricio se sigue esforzando para ser el peor de todos. No el peor de los amarillos, sino de todos los presidentes desde el ‘83 para acá. Y encaramado en ese podio, elige a los peores, como eso de poner a Patricia Bullrich de presidenta del PRO. Mientras pasa papelones con la anulación del protocolo ILE y la alianza gobernante en retirada parece a punto de estallar, Macri se da el gusto de mantener una charla “divertida, entretenida y constructiva” con los usuarios de Instagram. En verdad, el tipo no puede brindar nada que sea divertido, entretenido y constructivo porque es todo lo contrario. Quien se haya divertido con estos cuatro años de terror debe ser un morboso y si, encima ve como ‘constructivo’ al mentor de todo esto, debe ser admirador de súper villanos de comic. El peor hace lo peor para recibir el aplauso de los peores. Peores con los que tendremos que lidiar en los años venideros para que el sentido común neoliberal deje de ser dominante.
Que al Ingeniero le guste la cumbia, quiera aprender a cocinar o prefiera el helado de pistacho no explica por qué se enorgullece de lo realizado durante su mandato. Si los que integran el 40 por ciento que lo votó se interesan por estas cosas, ahora se entiende el nulo grado de preocupación por el desastre que heredará el próximo gobierno. Si se conforman con que “la situación es muy confusa”, que la crisis explotó por sí sola y que “fue el peor momento que viví después del secuestro” no deben tener muy en claro lo que ha ocurrido. Y si encima creen que Macri va a coordinar “una oposición constructiva, responsable e inteligente”, es lógico concluir que estamos en problemas.
El problema principal es que ya sabemos que no serán constructivos, responsables ni inteligentes. No lo han sido antes de 2015 como oposición ni después como oficialismo. Tampoco lo serán ahora que se les atragantó la derrota y se van con ganas de conspirar contra cualquier camino opuesto al que Ellos sostienen como dogma. Aunque el resultado de las urnas dijo ‘No’ al modelo neoliberal, sus principios están instalados no sólo en las conciencias del 40 sino en la de algunos que optaron por el Frente de Todos. El fracaso del Cambio aún no se comprende como una disfuncionalidad de las recetas desigualadoras, sino apenas como una mala aplicación de sus preceptos. Si no logramos transformar esto, no sólo por un tiempo sino para siempre, jamás dejaremos de estar a merced de los vaivenes electorales que resultan tan retrógrados.
Una guía para el futuro
Los pueblos de la región están dando una importante lección a los confundidos locales. Chile, Colombia, Ecuador están convulsionados por movilizaciones que piden a gritos un abandono de las directivas del Imperio vía FMI. En Bolivia, las calles rechazan la interrupción del camino a la equidad llevado adelante por Evo Morales. En Uruguay, la confusión conduce a un empate peligroso. Si Argentina transita en calma hacia el 10 de diciembre no es por mérito de Macri y sus políticas demoledoras. A pesar de él y todo lo que ha hecho y sigue haciendo, continuará como presidente hasta el último día. Un logro de la democracia o un exceso de paciencia, porque un gobierno así debería ser inaceptable, no sólo por los innumerables yerros cometidos, sino también por sus decisiones cargadas de malicia.
Si estamos como estamos es porque el modelo neoliberal nos quiere dejar como nos deja. Para sus mentores, el equilibrio de la Economía se logra con el despojo de derechos. Un equilibrio en los números que nunca llega y deja millones de desplazados. Y así será en cualquier país del mundo, con independencia de quien lo aplique. El modelo neoliberal sólo busca enriquecer a una minoría enriquecida que siempre quiere más sin medir las consecuencias de tanta angurria. La metáfora del derrame es tan falaz como la de la mano invisible. Nunca derrama nada el que quiere tenerlo todo y más aún si las recetas incluyen la facilidad de obtener ganancias multimillonarias con la timba financiera.
Desde el fatídico día en que bailó en el balcón de la Casa Rosada, Macri se dedicó a favorecer a tres sectores que tienen la malsana costumbre de no reinvertir nada: bancos, energéticas y agroexportadores. Las tentadoras tasas de interés, el incentivo para especular con el dólar y la facilidad para fugar divisas favorecieron al primer sector que acumula ganancias cercanas al 200 por ciento anual. Las empresas generadoras y distribuidoras de energía obtuvieron ganancias superiores al 1000 por ciento, por encima de cualquier índice de inflación y, a pesar de eso, la producción energética disminuyó contra todo lo prometido. Por supuesto, la empresa que menos ganó es la estatal YPF, a la que boicotearon desde el principio.
¿Y qué decir del Campo? Ese concepto siniestro construido por el establishment intentó voltear al gobierno de Cristina en 2008 con la excusa de la resolución 125. Detrás de esa palabra entrañable y sencilla se escudaron los peores intereses de una minoría golosa. Esa expresión afable convocó a miles de caceroleros que apenas veían tierra en una maceta del balcón, en una alianza incomprensible alentada desde los medios de comunicación dominantes. Después de cuatro años de mimos oficiales, ahora, como niños malcriados, los agrogarcas amenazan con reeditar la Rebelión de los Estancieros, aunque parece que esta vez con la Mesa de Enlace incompleta. Desde que se calzó la inmerecida banda presidencial, Macri subsidió a la burguesía agroexportadora con quita y rebaja de las retenciones, además de otras reducciones impositivas. Encima de que esto genera el déficit fiscal que tanto cuestionan, de las ganancias extraordinarias obtenidas de esa manera, no han derramado nada ni con inversión ni con la baja del precio interno de los alimentos.
Sin tener en cuenta todo esto, ahora amenazan al gobierno entrante: nada de retenciones, impuestos, controles ni obligaciones. La oligarquía terrateniente quiere todo para sí porque así ha sido siempre: egoísta y parasitaria. Golpista, también. Ideóloga de crímenes aberrantes en las distintas dictaduras. Siempre para incrementar y custodiar sus tesoros. Los demás sólo existimos para admirar sus lujos y privilegios y para salir a defender sus intereses en la calle con ruidosos cacharros sin obtener nada a cambio.
El 40 por ciento parece dispuesto a cumplir ese rol de ahora en más. La tarea que viene es lograr, en primer lugar, reducir ese porcentaje vergonzante que sigue apoyando este modelo de latrocinio; y, después tratar de que la unidad confeccionada por el espanto no se desgrane al primer gruñido de los poderosos, como pasó once años atrás. Duros tiempos los que se vienen, pues tendremos que expandir la idea de que la equidad nunca vendrá del lado de aquellos que se quieren quedar con todo.

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