Desde hace tiempo, el establishment vernáculo tiene cierta inquina con el Papa Francisco. Todos los que hoy son oficialistas lo imaginaron como un aliado celestial, pero se toparon con alguien que predica en contra del ideario que están imponiendo en el país: la acumulación sin tope de riqueza, la miserabilidad de los que tienen de sobra y la crueldad de empobrecer más a los que sobreviven en la base de la pirámide social. Por eso, desde los medios dominantes, tratan de emporcar su imagen, diluir su palabra, distorsionar sus gestos para que su público también lo deteste. "No me gusta tanto este Papa", podrá comentar una vecina sin poder explicar el porqué. Con su visita a Chile sin escala en Argentina, las plumas hegemónicas estrujaron su creatividad para orquestar una campaña anti pontífice sin precedentes. Y el colonizado se deja tejer telarañas de incomprensión como si fuera un lactante ante el arrullo materno, mientras el gobierno que traiciona todos los principios sigue sembrando desigualdad y violencia.
Así con todo, no sólo con el Papa. Los cerebros mediáticos y políticos que nos gobiernan realizan esfuerzos mancomunados para convertir la escasa conciencia del espectador en un licuado indigerible. Mentiras y justificaciones atraviesan la pantalla para sostener un consenso que se deteriora con cada medida gubernamental. A pesar de tanta apología aturdidora, las encuestas revelan una auspiciosa caída en la imagen presidencial. Si no fuera por las nocivas vociferaciones medíaticas que aturden todo entender, nadie como Macri hubiera llegado tan lejos.
Que la gobernadora de Buenos Aires -como otros funcionarios PRO- argumente que Francisco no viene a Argentina por la violencia que reina en estos días es un desafío a la voluntad de creer. Los atentados a iglesias, edificios y helicópteros en Chile no constituyen una bienvenida muy pacífica. Aunque la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich asegure que los manifestantes del 14 y 18 de diciembre en rechazo a la Reforma Previsional arrojaron 14 toneladas de piedras contra el Congreso, en nuestro país reina la paz, a pesar de las provocaciones. Con semejante cantidad de piedras, que ocuparían más de 50 metros cúbicos, una parte del edificio hubiera quedado sepultada. Y no es la primera patraña de este inadecuado personaje. Con recordar su denuncia sobre las armas mapuches que cortan árboles de cuajo bastaría para desplazarla de cualquier cargo que exija cierta responsabilidad. Pavadas que se dicen a sabiendas de que no serán puestas en duda por la Cadena Nacional encubridora de las atrocidades del Gran Equipo.
Desde esas usinas de estiércol llegaron a decir que no había entusiasmo por la visita papal y trataron de desalentar a los fieles que deseaban cruzar la cordillera para presenciarla. La realidad paralela que construyen a diario sólo encuentra eco en los que están convencidos de esas pamplinas. Si lograron que Macri ocupe La Rosada, ¿cómo no van a lograr que muchos católicos renieguen de Su Santidad?
Mucho más que marketing
El discurso amarillo llama 'violencia' al rechazo que generan sus prepotentes decisiones. Sin el efecto "amortiguación" de los medios hegemónicos, las calles argentinas estarían más efervescentes y la indignación con fundamento inundaría los rostros cotidianos. Si el Gran Equipo pudo desbaratar tanto, es por el blindaje que lo rodea. Nadie en su sano juicio podría aceptar tanto deterioro innecesario, tanto avasallamiento institucional. Aunque los titulares no lo denuncien, estamos a las puertas de algo insólito: un totalitarismo en democracia. Con un liderazgo artificial, el empresidente invade todas las esferas de la República para poner todo a disposición de las corporaciones.
Sus decretos de necesidad y urgencia sólo buscan amoldar a golpes la legalidad para profundizar un reparto desigual de las riquezas que generamos entre todos. Sólo la avaricia de una minoría rentística guía los pasos del Cambio. Para justificar el mega decreto de descuartizamiento del Estado, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun apeló, una vez más, a la mentira y con el cinismo que lo caracteriza, eructó: "su implementación es urgente para fomentar la inversión y poder cumplir el objetivo de salir de la pobreza". Las tan invocadas inversiones y para tentarlas, reducen impuestos, cargas laborales y brindan un amplio abanico de posibilidades para vaciar el país. Con todo esto, no vienen.
Pero más grave que esta zanahoria es el objetivo que plantea: salir de la pobreza. Decir que nuestro país está en la pobreza no es más que un engaño para imponer los ajustes que se le antojen al Ingeniero y su Gran Equipo, para sumergir nuestra autoestima, para someter nuestra dignidad. Argentina no es pobre ni lo ha sido nunca sino que padece un cíclico proceso de saqueo vampírico. Mientras existan personajes que ostenten fortunas superiores a los 3000 millones de dólares, no es adecuado hablar de pobreza, sino de injusta distribución de la riqueza. Algún ingenuo dirá que esa fortuna se amasó por el trabajo de su dueño. Ningún trabajo arduo, honesto y comprometido rinde tanto en el mercado. Una cifra como ésa es resultado de la evasión, la especulación y la explotación.
Y de la miserabilidad de gastar lo menos posible en tributos y salarios; vicio que llaman pomposamente, 'mejora de la rentabilidad'. En criollo: mutiplicar las ganancias poniendo cada vez menos. En estos días explotó el ejemplo del ministro de Trabajo, Jorge Triaca: registró a su empleada cuando asumió como funcionario pero completaba su sueldo con el aporte del sindicato de los marinos. Y encima la echa de la peor manera. Si el encargado de regular las relaciones laborales actúa así, ¿qué se puede esperar de los grandes empresarios? El hecho de que siga siendo ministro se explica porque es el Poder Real el que gobierna y lo hace como su angurria le dicte.
Por eso sus barbaridades quedan impunes. Como la decisión de la estatal YPF de diferenciar el precio de las naftas por barrio, horario y disponibilidad, lo que desatará una "guerra", no para tender a la baja sino para que las petroleras ganen más, incluída Shell, la favorita del ministro de Energía. O la invitación de la gobernadora Vidal a los docentes a que se desafilien de sus sindicatos. Ellos hablan de diálogo y consenso pero sólo quieren acatamiento de sus órdenes. Si no, que lo cuente Carlos Anaya, el ingeniero y arborista que, después de afirmar que la palmera de la Casa Rosada podría haberse salvado, fue obligado a jubilarse con anticipación.
La hipocresía abunda en las filas del PRO y sus integrantes no se cansan de demostrarlo. Si Marco Peña Braun dice que "vamos a trabajar en el marco de paritarias libres" es porque las quieren limitar: con el techo artificial del 15 por ciento que sólo los trabajadores van a cumplir o con el decreto ministerial que anula la partiraria docente nacional como han hecho en estos días.
Algunos dicen que estamos en una neodemocracia y otros, en una neodictadura. Con la etiqueta que quieran, el Cambio es perjudicial para la mayoría pero no todos se dan cuenta: mientras la telenovela de Nisman reaviva los corazones caceroleros, el aleteo de los buitres nos traen vientos putrefactos. El Ministerio de Finanzas advirtió que la capacidad del país para endeudarse "puede verse afectada por el remanente de litigios holdouts". Y eso que anunciaron hace casi dos años la salida del default. Nada les sale o nada hacen bien. Lo que les sale muy bien es el mal y cada vez son más los afectados por sus tinieblas. La luz no está tan lejos; sólo hay que saber buscarla.
neodemocracia? podemos volver a la tradicional? por favor, la ministra tiene unas fantasías "pétreas" increíbles, 14 toneladas, guau! bue...mil gracias estimado Gustavo, lo comparto-14 kilos de abrazos (espero no sea mucho)
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