El Buen Mauricio interrumpe sus vacaciones para
recalentar el ambiente y echar un
poco de luz a sus seguidores. También, para demostrar –una vez más- que ha
sido el peor presidente desde la vuelta a la democracia, además del más
cínico. No sólo él, por supuesto, sino también el hato de vándalos
que calificó como “el mejor equipo de los
últimos 50 años”. Simultáneamente, la exhibición de sí mismo evidencia la
calaña de los que aún lo aplauden y, ya que estamos, la desvergüenza de
los que callan los latrocinios, traiciones y desastres que caracterizaron
su gestión. Nada distinto se puede esperar en un escenario donde el guion lo
escriben los medios hegemónicos para beneplácito del Poder Real, cada
vez más expuesto después del fracaso del que creía su mejor candidato.
Aunque
parezca mentira, ahora Macri simula hacer autocrítica. Y de la peor
manera, como siempre: explotando el desinformado entendimiento de los que lo
escuchan. Que el tipo que endeudó al país por cien años y que se
vanagloriaba de ello venga a confesar que él estaba en contra resulta
creíble sólo para zopencos. Que él, patrón y caprichoso, asegure que sus
asesores no escuchaban sus opiniones, es por demás inverosímil. Que
después de tanto reiterar el verso del “trabajo
en equipo”, el que lo comandaba no tenía mando. Que el que llevó
adelante una política para enriquecer a los especuladores cuestione el accionar
de los mercados es la exteriorización de su hipocresía. Que él, que es un
endeudador serial diga que “no se
puede tomar deuda eternamente”, es una burla inadmisible. Que él, que
generó pobreza, devaluación, desempleo afirme que tenía “sobre su cabeza a los 44 millones de argentinos”, cuando sus
políticas cayeron como garrote sobre la cabeza de la mayoría, es una falsedad
por demás repudiable.
Además
de falso, hipócrita y cínico, el Ingeniero es siniestro. Con recordar su
reacción después del resultado de las elecciones primarias basta y sobra
para verificar esta afirmación. Después de 50 días de descanso –más para
nosotros que para él- intentó mostrarse reflexivo sobre la victoria de les
Fernández: “nos dejó esa situación amarga
de no poder continuar”. ¿Con qué, con la destrucción del país; con la
propagación de la miseria; con el camino al subdesarrollo y la dependencia?
¿Qué quería continuar este sátrapa? Encima, se planta ante sus seguidores como
un héroe víctima de los caprichos de los dioses, con toda su ignorancia a
cuestas. Como si fuera portador de una intelectualidad luminosa, el infame
ex presidente –y da mucho placer decirlo con énfasis- pretende seguir jugando
a la política y, con optimismo incomprensible, prometió que “no nos van a llevar puestos como en 2001”. En realidad –pocos se pueden confundir
en esto- fueron “los mercados” los
que se llevaron puesto al país y no es difícil dilucidar de qué lado
estaba Macri en ese entonces.
El agujerazo sin fin
La
nueva estrategia de Macri es usar un nuevo maquillaje para exculparse del
país que ha dejado. Un maquillaje que sólo es efectivo para aquellos que
desean creer en su efectividad, como su nuevo cargo en la FIFA, cuestionado
por todos los que están ligados al fútbol. Este embaucador pasa de la
presidencia del país a la de una fundación destinada a "contribuir a la promoción de un cambio social positivo y
de recaudar fondos para la rehabilitación y reconstrucción de
infraestructuras deportivas dañadas o destruidas alrededor del mundo". Menos
mal que es ‘alrededor’ y no ‘en’ el mundo, sino estaríamos condenados a
una pronta extinción. Lo del ‘cambio social positivo’ está dentro del catálogo
de conceptos vacíos propio del establishment, pero poner a Macri a recaudar
fondos es no conocer al personaje.
Con
sólo echar un vistazo a algunos hechos que se están revelando en estos días
basta para comprender que nada que venga de él puede ser positivo ni honesto.
Aunque intente desprenderse de lo realizado por sus funcionarios y asesores, él
los eligió, los elogió y hasta posó en muchas fotos con ellos. Por eso, el
préstamo que el Banco Nación le otorgó a la empresa Vincentín, contra todo lo
dispuesto por el organismo no es sólo responsabilidad de Javier González
Fraga. El Buen Mauricio, además
de consentir, debe haber ordenado esa generosa suma, de la que una
minúscula parte retornó como aportes de campaña. Este episodio debe terminar
con la estatización de la empresa sin poner un centavo y con un severo
castigo para estos dos estafadores.
Todos,
desde ministros hasta subsecretarios han operado en estos cuatro años para vaciar
las arcas del Estado y transferir recursos a los más ricos con decretos, leyes
votadas con engaños, sobornos y presión y con sobres ocultos en cajones
secretos. El Fondo de Garantías de Sustentabilidad de la Anses no se utilizó
para mejorar la vida de los jubilados ni la estabilidad del sistema de reparto,
sino para devolver a las empresas las acciones de las AFJP. Los
incrementos de las tarifas de los servicios públicos no se decidieron para
mejorar la producción y distribución de la energía, sino para llenar los
bolsillos de los amigotes del ex presidente. Y los que desde los barrios
cerrados protestaban en contra de los subsidios y las tarifas baratas, terminaron
convirtiéndose en enganchados VIP. Los directivos de Vialidad Nacional
nombrados por Macri que fueron desafectados el 1 de enero, hurtaron varios
bienes del organismo, como discos rígidos, computadoras, teléfonos y autos.
La Revolución de la Alegría nos enseñó de
la manera más didáctica que en el mundo capitalista los principales ladrones
son los más ricos. No sólo los principales, sino los peores, porque no
roban para comer, como puede hacer un pobre, sino para seguir acumulando y
escalar el podio de las revistas financieras. Y lo más cínico es que
pontifican sobre los valores, después de dejar a su paso millones de
damnificados producto de su incontenible avaricia.
muchas gracias Gustavo-comparto-abrazos
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