martes, 28 de enero de 2020

Un pez con mucha boca


El Buen Mauricio interrumpe sus vacaciones para recalentar el ambiente y echar un poco de luz a sus seguidores. También, para demostrar –una vez más- que ha sido el peor presidente desde la vuelta a la democracia, además del más cínico. No sólo él, por supuesto, sino también el hato de vándalos que calificó como “el mejor equipo de los últimos 50 años”. Simultáneamente, la exhibición de sí mismo evidencia la calaña de los que aún lo aplauden y, ya que estamos, la desvergüenza de los que callan los latrocinios, traiciones y desastres que caracterizaron su gestión. Nada distinto se puede esperar en un escenario donde el guion lo escriben los medios hegemónicos para beneplácito del Poder Real, cada vez más expuesto después del fracaso del que creía su mejor candidato.
Aunque parezca mentira, ahora Macri simula hacer autocrítica. Y de la peor manera, como siempre: explotando el desinformado entendimiento de los que lo escuchan. Que el tipo que endeudó al país por cien años y que se vanagloriaba de ello venga a confesar que él estaba en contra resulta creíble sólo para zopencos. Que él, patrón y caprichoso, asegure que sus asesores no escuchaban sus opiniones, es por demás inverosímil. Que después de tanto reiterar el verso del “trabajo en equipo”, el que lo comandaba no tenía mando. Que el que llevó adelante una política para enriquecer a los especuladores cuestione el accionar de los mercados es la exteriorización de su hipocresía. Que él, que es un endeudador serial diga que “no se puede tomar deuda eternamente”, es una burla inadmisible. Que él, que generó pobreza, devaluación, desempleo afirme que tenía “sobre su cabeza a los 44 millones de argentinos”, cuando sus políticas cayeron como garrote sobre la cabeza de la mayoría, es una falsedad por demás repudiable.
Además de falso, hipócrita y cínico, el Ingeniero es siniestro. Con recordar su reacción después del resultado de las elecciones primarias basta y sobra para verificar esta afirmación. Después de 50 días de descanso –más para nosotros que para él- intentó mostrarse reflexivo sobre la victoria de les Fernández: “nos dejó esa situación amarga de no poder continuar”. ¿Con qué, con la destrucción del país; con la propagación de la miseria; con el camino al subdesarrollo y la dependencia? ¿Qué quería continuar este sátrapa? Encima, se planta ante sus seguidores como un héroe víctima de los caprichos de los dioses, con toda su ignorancia a cuestas. Como si fuera portador de una intelectualidad luminosa, el infame ex presidente –y da mucho placer decirlo con énfasis- pretende seguir jugando a la política y, con optimismo incomprensible, prometió que “no nos van a llevar puestos como en 2001”. En realidad –pocos se pueden confundir en esto- fueron “los mercados” los que se llevaron puesto al país y no es difícil dilucidar de qué lado estaba Macri en ese entonces.
El agujerazo sin fin
La nueva estrategia de Macri es usar un nuevo maquillaje para exculparse del país que ha dejado. Un maquillaje que sólo es efectivo para aquellos que desean creer en su efectividad, como su nuevo cargo en la FIFA, cuestionado por todos los que están ligados al fútbol. Este embaucador pasa de la presidencia del país a la de una fundación destinada a "contribuir a la promoción de un cambio social positivo y de recaudar fondos para la rehabilitación y reconstrucción de infraestructuras deportivas dañadas o destruidas alrededor del mundo". Menos mal que es ‘alrededor’ y no ‘en’ el mundo, sino estaríamos condenados a una pronta extinción. Lo del ‘cambio social positivo’ está dentro del catálogo de conceptos vacíos propio del establishment, pero poner a Macri a recaudar fondos es no conocer al personaje.
Con sólo echar un vistazo a algunos hechos que se están revelando en estos días basta para comprender que nada que venga de él puede ser positivo ni honesto. Aunque intente desprenderse de lo realizado por sus funcionarios y asesores, él los eligió, los elogió y hasta posó en muchas fotos con ellos. Por eso, el préstamo que el Banco Nación le otorgó a la empresa Vincentín, contra todo lo dispuesto por el organismo no es sólo responsabilidad de Javier González Fraga. El Buen Mauricio, además de consentir, debe haber ordenado esa generosa suma, de la que una minúscula parte retornó como aportes de campaña. Este episodio debe terminar con la estatización de la empresa sin poner un centavo y con un severo castigo para estos dos estafadores.
Todos, desde ministros hasta subsecretarios han operado en estos cuatro años para vaciar las arcas del Estado y transferir recursos a los más ricos con decretos, leyes votadas con engaños, sobornos y presión y con sobres ocultos en cajones secretos. El Fondo de Garantías de Sustentabilidad de la Anses no se utilizó para mejorar la vida de los jubilados ni la estabilidad del sistema de reparto, sino para devolver a las empresas las acciones de las AFJP. Los incrementos de las tarifas de los servicios públicos no se decidieron para mejorar la producción y distribución de la energía, sino para llenar los bolsillos de los amigotes del ex presidente. Y los que desde los barrios cerrados protestaban en contra de los subsidios y las tarifas baratas, terminaron convirtiéndose en enganchados VIP. Los directivos de Vialidad Nacional nombrados por Macri que fueron desafectados el 1 de enero, hurtaron varios bienes del organismo, como discos rígidos, computadoras, teléfonos y autos.
La Revolución de la Alegría nos enseñó de la manera más didáctica que en el mundo capitalista los principales ladrones son los más ricos. No sólo los principales, sino los peores, porque no roban para comer, como puede hacer un pobre, sino para seguir acumulando y escalar el podio de las revistas financieras. Y lo más cínico es que pontifican sobre los valores, después de dejar a su paso millones de damnificados producto de su incontenible avaricia.

1 comentario:

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...