lunes, 3 de febrero de 2020

Chau animalitos


Para algunos, retornar a los billetes con figuras ilustres es un cambio de época. Los adoradores de animalitos en vías de extinción se quedarán con las ganas hasta el retorno de algún gobierno superficial que los imponga en lugar de personas. No sólo superficial, sino también hipócrita porque la extinción es producto de la sobre explotación de la tierra, la deforestación, la sojización y los agrotóxicos de los que avalan gobiernos como ésos. Poner animalitos es el primer paso para desidiologizar a la población y colonizar su conciencia. Por eso es saludable construir nuestra memoria en los billetes con los próceres habituales y también con los no habituales. Junto a San Martín, Belgrano o Dorrego podrán estar Spinetta, Mercedes Sosa, Tato Bores, María Elena Walsh, Atahualpa Yupanki o René Favaloro que aportaron talento, compromiso y belleza en todas sus variantes.
La experiencia neoliberal hasta en eso fue fallida: esa cruzada pseudo ecológica se convirtió en burla, no sólo por las poco cuidadas ilustraciones sino también por la efímera duración del valor que representaban. Pero ya fue: pronto esos billetes absurdos quedarán para la peor parte de la historia; para el anecdotario del ridículo. No fue lo más dañino que hicieron los cambiemitas al frente del país. Además de deteriorar la vida cotidiana de millones, ostentaron una maldad nunca antes vista en democracia; un desinterés por el patrimonio de todos, como revela Juan José Ganduglia en una entrevista publicada por Letra P: durante el gobierno de Cristina se había hecho un proyecto de recuperación arquitectónica, arqueológica, museológica y patrimonial, “hasta que llegó Mauricio Macri y hubo un abandono terrible. Yo igual ya tenía el antecedente de que a Macri no le interesaba el patrimonio para nada”. Y sí, los PRO son tan brutos que tumbaron una escalera histórica que debía preservarse y hasta colgaban los sacos en una escultura de Pérez Celis.
Cada día aparece una muestra más de la barbarie de los Gerentes que usurparon La Rosada, ricachones nada domesticados y muy acostumbrados a romper lo que no entienden o no pueden poseer. O lo que no necesitan, como el gigantesco natatorio construido por la Tupac Amaru en Alto Comedero que destruyeron con saña o las cien mil netbook que no distribuyeron por malsana dejadez y ahora no sirven más; o las vacunas en la aduana o en los depósitos de algún ministerio; como los libros destinados a los alumnos de las escuelas públicas que decidieron no entregar o los documentos de la causa AMIA, que escondieron en un sótano húmedo. Sin dudas, hicieron lo que había que hacer: reprimieron, empobrecieron, persiguieron, endeudaron, regalaron, blanquearon, fugaron y a pesar de todo esto, muchos los siguen avalando y hasta los volverían a votar. Uno no sabe si tildarlos de necios, cómplices o masoquistas. O tan malvados como los vándalos amarillos.
Strip tease del horror
Idiotizados por titulares engañosos o falaces. Enceguecidos por el odio de una clase a la que no pertenecen. Extraviados por conceptos que ni entienden. Repetidores de ideas que ni piensan. ¡Cuántos habrán expresado antes de votar por Macri el falso apotegma “los ricos no necesitan robar”, sin considerar que los muy ricos han amasado fortunas con la explotación, la evasión y la especulación, formas elegantes de robo! Indignados por la corrupción K que aún no ha sido demostrada en los tribunales que ni se inmutan por el latrocinio M, cuyas pruebas están a la vista. Mientras tuvieron que sobornar a Alejandro Vanderbroele con un millón y medio de pesos para condenar a Boudou, el ex secretario del ministerio de la Producción y Trabajo, Rodrigo Sbarra –que había olvidado diez mil dólares en un cajón- tuvo un crecimiento patrimonial monstruoso –de un millón de pesos a treinta- pero la chorra sigue siendo Cristina.
Las causas contra los K están plagadas de irregularidades: cuadernos quemados, prisiones sin condena, testigos adornados o amenazados, pruebas falsas, peritajes amañados, espionaje y escuchas ilegales y jueces dispuestos a llevarse la justicia por delante con tal de complacer al establishment. Tan desprolijos son los procesos que terminarán en juicios nulos y allí estará la prensa dominante para instalar en los cautivos la idea de la impunidad.  
En realidad, el más impune de todos es Macri, contrabandista perdonado, evasor confeso, estafador compulsivo, fugador serial. ¿Qué dirán los caceroleros anti K cuando el Ingeniero empiece su gira por Comodoro Py antes de asumir el objetado cargo en la FIFA? ¿Estarán al tanto de las tres causas que podrían complicar su futuro? ¿Dirán que es persecución política que Macri sea indagado por la maniobra de los peajes, con la que su empresa ganó 500 millones de dólares y una prórroga dudosa de la concesión de las autopistas? ¿Creerán que el Buen Mauricio es una “víctima de la dictadura K” cuando deba dar cuenta del pase de manos de los parques eólicos a la empresa española Isolux –en crisis y deudora del Banco Nación- con el que ganó 48 millones de dólares? ¿Dudarán de la Justicia cuando el ex empresidente se siente en el banquillo por la estafa que Socma –la empresa familiar- ejerció contra el Estado con el Correo Argentino 18 años atrás?
Pero hay un público tan cautivo que de estas cosas ni se entera o trata de ignorarlas: han sido educados por la tele para odiar al populismo y para obedecer a sus explotadores. Tan educados que durante años han denostado a los que obtuvieron sus jubilaciones con moratoria de aportes como si eso fuera una ilegalidad y habrán aplaudido cuando el Farsante las degradó a pensiones. Ahora que el ministerio de Desarrollo Productivo y la AFIP anunciaron una moratoria fiscal para monotributistas y pymes con una quita de 42 por ciento de intereses, condonación de multas y planes de pago hasta diez años, ¿pensarán que son menos empresarios por acogerse a este beneficio? Por supuesto que no: sólo alzan su voz cuando los beneficios alcanzan a los más vulnerados; desprecian más a los que están un par de escalones más abajo que a los que los pisotean desde las alturas.
En fin, hay que seguir batallando para reconstruir una conciencia colectiva que perdure más allá de las elecciones y que ayude a reconocer quiénes son los enemigos de nuestra dignidad, aunque se presenten maquillados, sonrientes, rodeados de globos y bailoteando canciones festivas. Aprender que cuando aparecen como mansos corderos, más feroz es el lobo que se esconde debajo del disfraz.

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