¿Dónde
estaba Gerardo Morales -tan preocupado en dar clases de historia a una
conductora radial- cuando Macri habló de
los "héroes angustiados" y
el "querido rey" en el
vergonzante Bicentenario de la Declaración de la Independencia? ¿Por qué no
explicó al Buen Mauricio la historia
de Malvinas cuando decidió enviar los
lingotes de oro a Londres o acordar la explotación de las Islas con empresas
británicas? ¿O acaso hace patria defendiendo los intereses de un terrateniente explotador y aliado de la
dictadura como Pedro Blaquier? ¿Dónde estuvo el gobernador de Jujuy en
todos estos años en que el Ingeniero y sus secuaces pusieron a disposición de la usura internacional el patrimonio de todos
los argentinos? Tal vez el
patriotismo berreta de la derecha entregadora sólo despierta cuando las
ironías pueden ser aprovechadas en su más obscena literalidad, cuando sus exponentes dicen y hacen cosas
peligrosamente peores.
El
comentario humorístico de Elizabeth Vernaci puede resultar extemporáneo fuera del contexto de su programa radial,
cuyos oyentes ya están entrenados para interpretar
lo contrario de lo que se dice. El fragmento se hizo viral y fue denostado por los que ni la conocen,
como siempre hacen los troll agazapados a la espera de un descuido para dar un
mordiscón a cualquiera que esté del lado
más amable de la grieta. En las últimas décadas, los chistes de gallegos,
judíos o negros ya no provocan ni una sonrisa incómoda, lo que sugiere que la
sociedad está descartando las formas
supuestamente inocentes de la discriminación. Ni hablar de los chistes
machistas, que son mal recibidos casi en
cualquier circunstancia. Esto es saludable porque significa la búsqueda de
nuevos horizontes en la construcción del entretenimiento. Pero que sean los cambiemitas
los encargados de elevar la vara de la
argentinidad, roza la hipocresía más repudiable.
En
la última semana, los apologistas del sisepuedismo
han dado muchas muestras del cinismo que los caracteriza. En lugar de calmar
sus pulsiones globo-opositoras, pontifican
sobre todos los temas como si nos hubieran dejado en el umbral del paraíso;
como si no hubieran hecho nada de lo que denuncian a otros. Si Alberto
Fernández se expresa sobre el lawfare, ellos
ladran que “atacan la independencia de
los jueces”, cuando avalaron que
Macri nombre por decreto a dos jueces de la Corte Suprema de Justicia, uno
de ellos empleado servil del Grupo Clarín y otros buitres vernáculos; ni hablar
de la cantidad de paracaidistas que entraron
por la ventana de muchos tribunales o de la manera mafiosa como forzó la
renuncia de Alejandra Gils Carbó para concretar
la venganza del Monopolio y del propio Macri; o cuando el Ingeniero se
enojó con los jueces que liberaron a Cristóbal López y Fabián de Souza con la célebre frase “no es lo que habíamos acordado”. Acá sí son necesarias las lecciones de historia del gobernador
Morales pero, como es previsible, no
están.
Un recreo, por favor
Las
lecciones de Morales tampoco están si los cambiemitas hablan de la impunidad de
los K, cuando el mismo Macri se apropió
de la presidencia impune en más de 200 causas. Y seguramente, los
globoadictos denunciarán persecución política cuando deban pasar por los
tribunales para declarar sobre los
escándalos en los que casi todos los funcionarios M están imputados.
Delitos reales cometidos por los gerentes que invadieron todas las oficinas del
gobierno para estar de todos los lados
del mostrador y beneficiar a las empresas que representaban. Esos que ahora
reclaman la doble indemnización que no
les corresponde por haber ocupado cargos políticos. Y no son acusaciones
sin fundamento precisamente porque los
medios hegemónicos las silencian con ostentación.
Canallas
que hablan de la deuda externa como si fuera un castigo divino cuando en su momento la consideraron el maná del
cielo; que la minimizan aunque sea el
mayor endeudamiento de la historia. Hasta el FMI reconoce el despropósito
de la situación y pide a los acreedores privados
un poco de piedad. En breve, las autoridades del organismo multilateral
tendrán que admitir que la no tan amada Christine Lagarde se excedió al confiar tanto en el desconfiable Gran
Equipo.
Farsantes
que denuncian ajuste cuando ellos casi
nos asfixiaron. Ahora se rasgan las vestiduras por los haberes jubilatorios
cuando hicieron lo imposible para
precarizar a los jubilados. Y no hay que olvidar cómo demonizaron a los que
accedieron a la jubilación por moratoria, al
punto de considerarlos como beneficiarios de segunda.
Embusteros
que simulan respeto por las instituciones después de aplaudir los inconstitucionales decretos del Gerente, sobre todo
los que firmó después de haber perdido las elecciones para atornillar ceos y ceder tierras al principado
de la CABA. Mientras sigan boqueando necedades, tendremos que perder tiempo para desarmarlas. Y así hasta que
reconozcan que han sido el peor gobierno
en mucho tiempo, por mentirosos, estafadores, saqueadores y muchos
adjetivos más que están muy lejos del
aprobado que una parte confundida de la ciudadanía otorgó con su voto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario