La Muerte –como el Tiempo- es
tirana. Su guadaña cercena sin preguntar
y como todo corte, interrumpe lo que sea: un abrazo, una crítica, un
agradecimiento. En el caso de un suicidio, trunca cualquier explicación. Una
especie de culpa quedará entre familiares y amigos por no haber podido disuadir esa voluntad destructiva. Los motivos
que llevaron al fiscal Nisman a disparar en su cabeza con un arma prestada,
teniendo otras más contundentes y seguras, quedarán sólo en el terreno de la
especulación. También inspirarán lucubraciones fantasiosas los temores por la seguridad
de sus hijas y la inconsistencia de pensar que con una pistola calibre 22 en
desuso podría enfrentar esos supuestos
peligros. Todo eso estaba en la cabeza del investigador de la causa AMIA al
momento de tomar tan drástica decisión. Nadie
se mata por presentar una denuncia inconsistente, salvo que eso sea crucial
para su futuro. Acá terminan los mitos y comienzan las certezas. Las
llamadas recibidas en los días previos a la interrupción de las vacaciones en
España –dejando sola a su hija- pueden
convertirse en la punta de una investigación reveladora. Los que exigieron
su precipitado retorno para protagonizar la comedia de mediados de enero
deberán dar explicaciones, porque fueron
ellos los que lo condujeron a la angustiante soledad de su baño.
Ahora que está claro que fue un
suicidio, los carroñeros dejarán de mordisquear los huesos del funcionario. Una muerte así no convocará nuevos
cacerolazos. Los individuos afectos a estas manifestaciones no podrán
convertir en carteles las evidencias del suceso. La indignación expresada en el
“Yo soy Nisman” deberá esperar un nuevo titular que reavive las llamas de cualquier
prejuicio. Todos los políticos que se engancharon al absurdo impulso de
culpar a La Presidenta, deberán agachar
la cabeza y reconocer públicamente cuánto se han equivocado. Macri con sus
lamentos sobre la violencia, Massa y su ridícula querella y Carrió denunciando
a los muchachos de La Cámpora que empezaron a matar a partir de noviembre. No es posible que vivan diciendo tonterías
y nadie les pase factura.
Tonterías que portan una
gravedad institucional de dolosas consecuencias, porque tienen intenciones
destituyentes. Quien las tome como
simples opiniones se está equivocando mucho. Cuando Macri habla de
violencia, Massa prueba querellar al Gobierno y Carrió tilda de asesinos a los
militantes están sentando en el
banquillo a CFK. Sin pruebas pero con mucho desprecio, no sólo hacia la
Primera Mandataria sino a todos los que
nos sentimos consustanciados con su gestión. Ellos, personajes con cargos
públicos, alientan que el pintoresco –para
no decir ridículo, que suena irrespetuoso- Jorge Asís despliegue sus delirios
golpistas y hasta se queje por la cantidad de elecciones que tenemos por
delante. Ellos que se erigen como
paladines de la transparencia republicana son los primeros que se precipitan
para pisotear las instituciones.
Tras
la feroz tormenta, despunta el sol
Ahora bien: desde que lo
conocemos, el kirchnerismo se reformula
ante los nuevos desafíos. La reconstrucción del país genera conflictos y
estos episodios lo fortalecen porque es la
única fuerza política dispuesta a profundizar las transformaciones de la última
década. El golpe letal que había planeado el Círculo Rojo para asestar al
Gobierno Nacional terminó convertido en una bombita de olor que estalló en sus
propias manos y costará mucho disipar esos putrefactos aromas. El que arroja boñigas terminará manchado de
estiércol.
Algunos no han aprendido esta
ancestral lección y utilizan las redes
sociales para cacerolear en sus ratos libres. Que un ciudadano común lo
haga puede considerarse una catarsis; en un reconocido cineasta puede resultar
penoso; a Diego Lagomarsino lo conocemos recién ahora, por lo que todo lo que
haya escrito se encuadra en la primera categoría; en cambio, los caceroleos de la jueza designada para
el caso Nisman, Fabiana Palmaghini, no deben tomarse a la ligera, no sólo
por las diatribas dirigidas a La Presidenta, sino por la liviandad con la que
habla de su profesión. Que se haya encargado de borrar su irresponsable paso
por la web ni bien se hizo cargo de la causa, es una muestra de su malsana intencionalidad. Menos mal que ahora,
que no hay causa, su capacidad de daño quedará reducida a la nada, aunque da mucha vergüenza que alguien así
sea jueza federal.
En realidad, muchas cosas dan
vergüenza. No de ahora, si no de hace mucho tiempo. En el contexto de esta Década Ganada sorprende cuando algunos tópicos todavía están extraviados, pero no del
todo perdidos. Aunque suene a perogrullada, los organismos del Estado deben
estar al servicio del Estado. No del
gobierno de turno, sino de todos nosotros. Siempre deben estar para
proteger a la mayoría y no para resguardar los privilegios de una minoría. De
la Justicia ya hemos hablado mucho en los últimos años. Necesario es seguir
haciéndolo porque parece que estamos
llegando al núcleo del problema. Con jueces que se ofrecen, presurosos, a
obedecer los requerimientos del establishment, no hay democracia que aguante.
La epidemia de las cautelares está saturando nuestra paciencia y la capacidad de congelar causas que
involucran a los grandotes, ya la ha desbordado.
De una vez por todas, hay que
apurar los procesos que involucran a los
que se creen dueños del país. Si el juez Ercolini tiene miedo de continuar
con el juicio por la apropiación de Papel Prensa, que lo diga, así le brindamos
valor con nuestro apoyo. Si no le da el cuero para enfrentar a los poderosos
cuando cometen delitos, se debería dedicar a cualquier otra cosa,
menos administrar justicia. Ahora, si entre el que debe juzgar y
el juzgado hay complicidad, no debe
haber contemplaciones para castigar semejante usurpación. Eso no es
independencia de poderes, sino todo lo contrario. Y eso no es democrático, sino
el autoritarismo de los que más tienen.
Ese magistrado no cumple con su función de castigar al que comete un delito y
habilita a que cualquier empresario futuro apele a las mismas tretas para
incrementar su patrimonio. Si los jueces
permiten que se incumplan las leyes por parte de cualquier ciudadano, estamos
en serios problemas.
Y eso no es nada. El Grupo
Clarín parece ser el más protegido por los jueces, aunque no es el único. Pero
su caso es el más paradigmático. Un
símbolo de resistencia a la legitimidad de las leyes y de obediencia judicial.
Ni siquiera los Supremos se atreven a intervenir en un conflicto que pisotea su
propio fallo de constitucionalidad de la LSCA. De una vez por todas, todos los
jueces, tanto los federales como los provinciales deben comprender que están a nuestro servicio y no al de las
corporaciones. Todos, absolutamente todos los ciudadanos contenidos y al
amparo de las leyes de la democracia. Y el que no esté de acuerdo con este
principio republicano, que se aguante lo
que venga, ya sea carterista, estafador, especulador o evasor.
El episodio del fiscal Nisman
recalentó nuestro verano, pero no se ha convertido
en un escollo para nuestro camino colectivo. Al contrario, señala con
flechas y lucecitas dónde tenemos que aplicar el bisturí: la democratización de la Justicia en serio y la domesticación de los
servicios de Inteligencia. Un esfuerzo más en la reconstrucción, tal vez
uno de los últimos, para que, después de tan tortuoso transitar, podamos gozar del maravilloso país que,
cada vez más, nos merecemos.
Las corporaciones incluido el poder judicial son una banda de swingers todos cruzados entre si que manejan la economia la justicia y la informacion pero tanto tiran de la soga que al final se rompe America latina y ahora empieza en Europa con Grecia
ResponderBorrarMaravilloso artículo Gustavo !!! Tan claro y contundente,como Siempre :) Comparto absolutamente todo lo q decís,y agrego (con respecto al último párrafo) q es hora q Nosotros,los ciudadanos,el Pueblo.."Exijamos la Democratización d la Justicia",y nos pongamos un cartel (en estos días la muletilla fue "yo soy...") con letras bien gdes,en el q diga : "Yo Soy DEMOCRACIA"
ResponderBorrarPor supuesto, la propuesta de eliminación de la SIDE o la SI por parte de La Presidenta, llegó unas horas después de la publicación de este blog. El análisis del proyecto llegará en unos días. Esto era algo que se venía intuyendo desde unos días atrás y por eso aparece sólo mencionado en el párrafo final.
ResponderBorrarClara y sustanciosa nota,contiene todos los elementos necesarios para defender la democracia.
ResponderBorrarGracias, muchos dicen que soy un "contenedor" serial.
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