jueves, 24 de enero de 2019

Apariencias que ya no engañan


Según algunas encuestas, hasta el núcleo duro PRO está abandonando a estos sátrapas. No es para menos, si no pueden disimular los desastres que provocan. Sólo reciben apoyos de los que no entienden nada o son tan malos como ellos. Malos todoterreno y sin atenuantes. Ignorantes, torpes y malvados. No hace falta demasiada lucidez ni contar con información clasificada para arribar a esta conclusión. Si la mafia mediática no engalanara tanto sus tropelías, no harían falta elecciones para desalojar de La Rosada a esta patota tan poco democrática.
Y no es, como sostienen algunos, que las cosas salen mal, tienen mala suerte o los hados se entretienen desatando tormentas. Las cosas salen mal porque las hacen con maldad, para obtener malos resultados; no hay mala praxis, sino mala intención; no quieren mejorar las cosas, sino empeorarlas y así, cuando la mayoría esté en la ruina, un fosforito puede parecer una antorcha y cualquier migaja, un manjar.
Para Ellos –no sólo los que gobiernan sino también la minoría representada- gran parte de la población no merece nada porque todo les pertenece. El salario, la jubilación, la salud, la educación no son derechos sino escollos en su carrera hacia el podio de los más ricos. Que las 26 personas más ricas del mundo tengan tanto como 3800 millones de personas no les produce indignación, sino envidia. Por más que reciten las más edulcoradas promesas leídas de un telepronter, la igualdad les importa medio pepino: sólo quieren ascender a la cima de Forbes para ufanarse de la desolación que han dejado a su paso.
Algunos dirán –con ingenuidad o cinismo- que han amasado esas descomunales fortunas con talento, empeño y mucho sudor de su frente. Patrañas: talento, empeño y sudor lo pone cualquiera. Millones de personas lo hacen todos los días y ni en veinte vidas llegarán a acumular tantos dígitos. Esas cifras sólo se consiguen de la peor manera, especulando, coimeando, explotando, evadiendo: los más admirados del capitalismo deberían estar entre rejas porque son los que provocan guerras, epidemias y crisis alimentarias y ecológicas sólo para seguir incrementando el botín.
Eso es Macri, un apellido que sintetiza lo peor del sistema, no como individuo sino como símbolo. Detrás de él –y por encima, también- se escudan secuaces, titiriteros, acólitos y beneficiados. Todos llevando al país a una crisis innecesaria y sin precedentes. Nadie en tan poco tiempo hizo todo con tanta saña.
Semilla de maldad
Como su intención de daño no termina con lo realizado, ya está en campaña para su reelección. Esta vez no habrá engañosas promesas, sino descabelladas iniciativas e incongruentes definiciones que sólo buscan seguir hechizando a los que se dejan hechizar. Cualquier cosa puede servir, desde obras de otros tiempos inauguradas cien veces, el reconocimiento institucional de la persecución política o el cipayismo de siempre apuntando a Venezuela. Toda pavada se transforma en trascendente y cualquier yerro en acierto con la parafernalia mediática que enloquece al público cautivo. Por supuesto, nada tiene como destino mejorar la vida que ha deteriorado: sólo bravuconadas de quien se cree con el poder suficiente para imponer las normas, reescribir la historia y diseñar el futuro a la medida de los angurrientos que lo apañan.
El Empresidente experimenta una estrepitosa caída de su imagen positiva por una realidad que no se adorna ni con los más militantes títulos de Clarín, La Nación, TN y El Trece; de ese corifeo siniestro que siempre ha tratado de vender escuerzo por liebre y centros de detención clandestinos como clínicas de recuperación; esa vocinglería infernal que envolvió al más mediocre y oscuro con un papel que lo hace parecer brillante. Tan transparente que nombró al frente de la Oficina Anticorrupción a la más mili-tonta del plantel para minimizar los chanchullos.
Así las cosas y ante las complejidades legislativas que no entienden de apuros electorales, en pleno verano, Macri apeló a los decretos: uno para conformar a las corporaciones y el otro, a los odiadores. El primero, pone a disposición de unos pocos el satélite que es de todos. El segundo, la Extinción de Dominio, que convierte las arbitrariedades judiciales en un juego más divertido y diabólico. Ambos, atropellando leyes, principios constitucionales y la independencia de poderes. Todo amasijando las instituciones para ganar unos puntitos de aceptación.
Como si fuera un superhéroe de comic y en una Cadena Nacional que ya no interrumpe telenovelas, sentenció que “el que las hace, las paga”. Tanta hipocresía es como cinco patadas al hígado. Justo él, que las hizo todas y no pagó nada, vomita esa absurda amenaza. Él, que goza de una fortuna nacida en connivencia con la dictadura y multiplicada con reiteradas estafas al Estado, amenaza a los demás. Y eso que Macri aparece en Google como el presidente más corrupto del mundo. Si por lo menos, al anunciar la inconstitucional medida, hubiera puesto a disposición de la Justicia, digamos, un 50 por ciento de sus bienes, su agónico gesto sería un poco más creíble.
Pero es su constante: pontifica sobre lo que no es ni hace. Y, por supuesto, jamás reconoce sus errores. Si, a pesar del bestial incremento de la tarifa de electricidad, se produce un apagón que afecta a más de 200 mil usuarios, lo mejor es silbar la tontuela melodía de la herencia o las inversiones. Si Sandra Rivas muere de un balazo en la nuca por la obediencia de un oficial inexperto a la orden exterminadora de Bullrich, lo ideal es afirmar que éste es el camino. Si la fuga de capitales de unos pocos coincide con el préstamo del FMI que pagaremos entre todos, hay que aplaudir porque el mundo confía en nosotros. Si el hantavirus se expande por falta de prevención y la rabia vuelve a acechar desde el aire con los murciélagos, hay que hablar de fútbol, del amor o de lo que sea.
Y de Venezuela, que sirve para todo. Un anti ejemplo siempre a mano. Un proyecto que garantiza su continuidad gracias a los votos es atacado por el Imperio y sus servidores para succionar su petróleo. Los que pontifican sobre democracia, diálogo y consenso apoyan a los opositores que conspiran para un golpe de Estado. Y Macri, tan servicial y poco patriótico se entromete para facilitar el dominio del Norte sobre el Sur.    
Algunos –cada vez más- van entendiendo: el Ingeniero es peor de lo que parece. Pero no sólo por él, sino por todo lo que lo contiene. Como nunca antes está tan claro que no es una cuestión de nombres lo que está en juego. Que Lavagna, Urtubey, Massa, Vidal, Larreta y muchos más son sinónimos de la misma impronta: egoísmo, voracidad y cipayismo para reconquistar el país con la mentirosa intención del Cambio.

3 comentarios:

  1. ¿Se acuerda cuando "sinceramiento" era una palabrita muy pero muy usada por el chamuyo amarillo?, bueno, demoraron un poco pero al fin es de existencia real.... claro, como no podía ser de otro modo se da en un marco trágico, pestes que se llevan vidas (y no es por las ratas, son los "costos" del ajuste), decretos difíciles de entender (no, mentira, entenderlos es fácil, los asquerosos son los motivos y finalidades) y la frutilla del postre, ser el coro de grillos del tío donald y de todos los nubarrones ominosos sobre Venezuela... al final, no es tan malo que los tipos se deschaven así, ya no hay que explicar tanto la clase de porquería que son, se sinceraron... lástima que ya lo sabíamos de antes, no?

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  2. ya estoy empezando a creer que es una secta satánica como se rumorea por ahi... bueno un exorcista por favor-gracias Gustavo y comparto-abrazos

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