Según
algunas encuestas, hasta el núcleo duro PRO está abandonando a estos sátrapas.
No es para menos, si no pueden disimular los desastres que provocan. Sólo
reciben apoyos de los que no entienden nada o son tan malos como ellos.
Malos todoterreno y sin atenuantes. Ignorantes, torpes y malvados. No hace
falta demasiada lucidez ni contar con información clasificada para arribar
a esta conclusión. Si la mafia mediática no engalanara tanto sus tropelías, no
harían falta elecciones para desalojar de La Rosada a esta patota tan poco
democrática.
Y no
es, como sostienen algunos, que las cosas salen mal, tienen mala suerte o los
hados se entretienen desatando tormentas. Las cosas salen mal porque las
hacen con maldad, para obtener malos resultados; no hay mala praxis, sino
mala intención; no quieren mejorar las cosas, sino empeorarlas y así, cuando la
mayoría esté en la ruina, un fosforito puede parecer una antorcha y
cualquier migaja, un manjar.
Para
Ellos –no sólo los que gobiernan sino también la minoría representada- gran
parte de la población no merece nada porque todo les pertenece. El salario,
la jubilación, la salud, la educación no son derechos sino escollos en su
carrera hacia el podio de los más ricos. Que las 26 personas más ricas del
mundo tengan tanto como 3800 millones de personas no les produce
indignación, sino envidia. Por más que reciten las más edulcoradas promesas
leídas de un telepronter, la igualdad les importa medio pepino: sólo quieren
ascender a la cima de Forbes para ufanarse de la desolación que han dejado a su
paso.
Algunos
dirán –con ingenuidad o cinismo- que han amasado esas descomunales fortunas con
talento, empeño y mucho sudor de su frente. Patrañas: talento, empeño y
sudor lo pone cualquiera. Millones de personas lo hacen todos los días y ni
en veinte vidas llegarán a acumular tantos dígitos. Esas cifras sólo se
consiguen de la peor manera, especulando, coimeando, explotando, evadiendo:
los más admirados del capitalismo deberían estar entre rejas porque son los que
provocan guerras, epidemias y crisis alimentarias y ecológicas sólo para
seguir incrementando el botín.
Eso es
Macri, un apellido que sintetiza lo peor del sistema, no como individuo
sino como símbolo. Detrás de él –y por encima, también- se escudan secuaces,
titiriteros, acólitos y beneficiados. Todos llevando al país a una crisis
innecesaria y sin precedentes. Nadie en tan poco tiempo hizo todo con tanta
saña.
Semilla de maldad
Como su
intención de daño no termina con lo realizado, ya está en campaña para su
reelección. Esta vez no habrá engañosas promesas, sino descabelladas
iniciativas e incongruentes definiciones que sólo buscan seguir hechizando
a los que se dejan hechizar. Cualquier cosa puede servir, desde obras de
otros tiempos inauguradas cien veces, el reconocimiento institucional de la
persecución política o el cipayismo de siempre apuntando a Venezuela. Toda
pavada se transforma en trascendente y cualquier yerro en acierto con la parafernalia mediática que enloquece al público cautivo. Por supuesto, nada
tiene como destino mejorar la vida que ha deteriorado: sólo bravuconadas
de quien se cree con el poder suficiente para imponer las normas, reescribir
la historia y diseñar el futuro a la medida de los angurrientos que lo apañan.
El Empresidente experimenta una estrepitosa
caída de su imagen positiva por una realidad que no se adorna ni con los más
militantes títulos de Clarín, La Nación, TN y El Trece; de ese corifeo
siniestro que siempre ha tratado de vender escuerzo por liebre y centros de
detención clandestinos como clínicas de recuperación; esa vocinglería
infernal que envolvió al más mediocre y oscuro con un papel que lo hace
parecer brillante. Tan transparente que nombró al frente de la Oficina
Anticorrupción a la más mili-tonta del plantel para minimizar los
chanchullos.
Así las
cosas y ante las complejidades legislativas que no entienden de apuros
electorales, en pleno verano, Macri apeló a los decretos: uno para
conformar a las corporaciones y el otro, a los odiadores. El primero, pone a
disposición de unos pocos el satélite que es de todos. El segundo, la Extinción de Dominio, que convierte las
arbitrariedades judiciales en un juego más divertido y diabólico. Ambos,
atropellando leyes, principios constitucionales y la independencia de poderes. Todo
amasijando las instituciones para ganar unos puntitos de aceptación.
Como si
fuera un superhéroe de comic y en una Cadena Nacional que ya no interrumpe
telenovelas, sentenció que “el que
las hace, las paga”. Tanta hipocresía es como cinco patadas al hígado.
Justo él, que las hizo todas y no pagó nada, vomita esa absurda amenaza.
Él, que goza de una fortuna nacida en connivencia con la dictadura y multiplicada
con reiteradas estafas al Estado, amenaza a los demás. Y eso que Macri
aparece en Google como el presidente más corrupto del mundo. Si por lo
menos, al anunciar la inconstitucional medida, hubiera puesto a disposición
de la Justicia, digamos, un 50 por ciento de sus bienes, su agónico gesto
sería un poco más creíble.
Pero es
su constante: pontifica sobre lo que no es ni hace. Y, por supuesto,
jamás reconoce sus errores. Si, a pesar del bestial incremento de la tarifa de
electricidad, se produce un apagón que afecta a más de 200 mil usuarios,
lo mejor es silbar la tontuela melodía de la herencia o las inversiones. Si
Sandra Rivas muere de un balazo en la nuca por la obediencia de un oficial
inexperto a la orden exterminadora de Bullrich, lo ideal es afirmar que
éste es el camino. Si la fuga de capitales de unos pocos coincide con el
préstamo del FMI que pagaremos entre todos, hay que aplaudir porque el
mundo confía en nosotros. Si el hantavirus se expande por falta de prevención y
la rabia vuelve a acechar desde el aire con los murciélagos, hay que hablar
de fútbol, del amor o de lo que sea.
Y de
Venezuela, que sirve para todo. Un anti ejemplo siempre a mano. Un
proyecto que garantiza su continuidad gracias a los votos es atacado por el
Imperio y sus servidores para succionar su petróleo. Los que pontifican
sobre democracia, diálogo y consenso apoyan a los opositores que conspiran
para un golpe de Estado. Y Macri, tan servicial y poco patriótico se
entromete para facilitar el dominio del Norte sobre el Sur.
Algunos
–cada vez más- van entendiendo: el Ingeniero es peor de lo que parece. Pero
no sólo por él, sino por todo lo que lo contiene. Como nunca antes está tan
claro que no es una cuestión de nombres lo que está en juego. Que
Lavagna, Urtubey, Massa, Vidal, Larreta y muchos más son sinónimos de la misma
impronta: egoísmo, voracidad y cipayismo para reconquistar el país con la mentirosa
intención del Cambio.
Excelente editorial.
ResponderBorrar¿Se acuerda cuando "sinceramiento" era una palabrita muy pero muy usada por el chamuyo amarillo?, bueno, demoraron un poco pero al fin es de existencia real.... claro, como no podía ser de otro modo se da en un marco trágico, pestes que se llevan vidas (y no es por las ratas, son los "costos" del ajuste), decretos difíciles de entender (no, mentira, entenderlos es fácil, los asquerosos son los motivos y finalidades) y la frutilla del postre, ser el coro de grillos del tío donald y de todos los nubarrones ominosos sobre Venezuela... al final, no es tan malo que los tipos se deschaven así, ya no hay que explicar tanto la clase de porquería que son, se sinceraron... lástima que ya lo sabíamos de antes, no?
ResponderBorrarya estoy empezando a creer que es una secta satánica como se rumorea por ahi... bueno un exorcista por favor-gracias Gustavo y comparto-abrazos
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