La militante y funcionaria Laura
Alonso brindó esta semana una síntesis
del plan del gobierno amarillo: ejecutar sobre CFK un castigo ejemplar para
satisfacer los prejuicios de los
odiadores y desalentar cualquier manifestación a su favor. No importa si para
ello deben pisotear derechos y garantías
constitucionales: lo que buscan es reciclar la impronta refundacional del
’55, borrar de la memoria colectiva las
bondades de un proyecto redistributivo y concentrar en unos pocos el
patrimonio que debería ser de todos. Quien
no lo entienda así, está equivocado en su análisis. Quien aplauda las
exaltadas amenazas de la titular de la Oficina Anticorrupción ajena y no demostrada se está dejando arrastrar hacia el peor
lado. Quien crea que éste es el único camino, resbalará por una espiral de decadencia interminable.
Siempre es necesario aclarar
conceptos: la OA no es una fiscalía sino un
órgano de control del presente. De ahí que resulta inadecuado que ese lugar lo ocupe alguien del mismo color
político. Más aún cuando Alonso ha distorsionado su rol para que sea un centro de apología y ocultamiento de las
trapisondas del Gran Equipo. En lugar de festejar el inconstitucional decreto de extinción de dominio,
debería estar preocupada por la estafa del Correo, las cuentas off shore, la
connivencia de los funcionarios con las empresas y el financiamiento turbio en las elecciones de 2015 y 2017. Pero no:
como confesó estar “enamorada de Macri” y
ante el crecimiento de la imagen negativa del Cambio, de lo único que se ocupa es de condenar a eso que llaman populismo.
Si
no fueran tan salvajes, no tendrían necesidad de apelar a estas
tretas. Si no fueran tan angurrientos,
podrían haber hecho un simulacro de bonanza para encarar la campaña con logros y argumentos. Si fueran más
comprometidos con el país, hubieran invertido una mínima parte de lo que ganan con la especulación para impulsar un
leve crecimiento. Si fueran más hábiles, en lugar de lamentarse por la
Pesada Herencia, hubieran intentado
superarla con menos desprecio y egoísmo. Pero son lo que son y hay muchos que todavía no lo entienden.
En la frase pública de Alonso se
concentra eso que son: arbitrarios, vengativos y autoritarios. Prepotentes,
también, pero sin alzar la voz. Con
la calma fingida de quien contiene la bilis y como una arrabalera, la exaltada funcionaria esputó "no
sé si Cristina Kirchner va a ir presa, pero estoy segura de que va a
terminar sin un peso". ¿Acaso pensará robarle la cartera o
invadirá una de sus propiedades como una okupa? Lástima que el complaciente periodista no le hizo estas
preguntas para saber a qué atenernos.
Camuflajes
informativos
Pero hay más ignorancia brindada
por este personaje. "Cuando los legisladores empiezan con los
tecnicismos es porque no quieren aprobar una ley", explicó como la experta que no es. Tecnicismos
que no tuvieron en cuenta los países que sí implementaron la extinción de
dominio y deben afrontar resarcimientos voluminosos por apropiación indebida de
bienes. Claro, total los PRO ya no
estarán entre nosotros cuando llegue ese momento.
De cualquier modo, todas las
lupas están puestas sobre los bienes de Cristina desde el principio de su
mandato y no han encontrado más que las irregularidades
inventadas en las letrinas mediáticas. Además, hace más de tres años que
gobiernan con un poder casi absoluto
sobre muchos jueces por afinidad, chequera o látigo. Sin embargo, no han
podido descubrir nada: todas sus propiedades están declaradas, no hay cuentas secretas, bóvedas ni
satélites-cofre y no se acogió a ningún blanqueo de dinero negro como sí lo han hecho familiares, amigotes y
funcionarios de Macri. Hasta Marcelo Gustavo Pera, acusado por el
oficialismo de lavar dinero de Pablo Escobar, pudo ingresar al país más de 135 millones de pesos gracias a la
iniciativa de Macri y sus secuaces. Después pretenden pontificar sobre
mafias y corrupción, cuando lo único que
quieren es la exclusividad.
Difícil arribar a estas
conclusiones si uno está atado a la agenda informativa oficial: un plan tenebroso para extraviar
conciencias. Mientras desde las más oscuras oficinas gubernamentales pergeñan las peores medidas para deteriorar
nuestra vida, los medios hegemónicos militan el ajuste o desvían la
atención. Comer tierra para adelgazar,
estar a la moda en mini departamentos o comprando ropa usada, incrementar la
creatividad de los infantes regalando
cajas de cartón, ser saludable con una comida al día, disfrutar del trabajo sin pensar en el sueldo, el negocio de vivir
en la calle y miles de vilezas más
que se imprimen sin rubor en las páginas de Clarín y La Nación. A esto se suma el ocultamiento de las consecuencias del
saqueo que llaman ajuste. Lo más notorio de estos días fue la desigual
cobertura en la tapa de Clarín de un
apagón de 2013 respecto al actual. Lo que antes dramatizaban con letras
gigantes hoy apenas lo susurran en un
recuadro minúsculo, a pesar de que los afectados de ahora superan 200 veces los de otrora.
Ocultar un apagón que afectó a
400 mil usuarios con tarifas abultadas en más de mil por ciento ya debería dejarlos afuera de la escena
informativa, si no por el gobierno, al menos por lectores y periodistas que
basan su conocimiento en ellos. Pero
estos medios que crecieron bañados en la
sangre vertida por la dictadura tienen mucho más para esconder de este
gobierno nefasto. A pesar de que hace 11 años que se sancionó la Ley de
Bosques, Argentina está entre los diez
países que más bosques destruyen en favor de la explotación especulativa sojera.
Sólo en 2018, en el norte del país se han destruido más de 110 mil hectáreas de bosques nativos, a pesar de la protección.
El desequilibrio ecológico que provoca la ganancia de unos pocos es monstruoso,
pero Sergio Bergman, el funcionario de
Medio Ambiente que se disfraza de árbol, nada dice de estas cosas. Y las
propaladoras de estiércol oficialistas, tampoco.
Menos van a hablar del informe
que presentó el radical Mario Cimadevilla hace más de un año, cuando el
Ejecutivo resolvió cerrar la Unidad
Especial de Investigación AMIA. El ex funcionario acusó a Macri y sus
secuaces de convertir este organismo en un centro
de encubrimiento a los responsables del atentado. Además, revela que hace
dos años llegó al país una comisión de expertos en inteligencia extranjeros que
consideraron débil la hipótesis iraní y
que debía re direccionarse la investigación. Pero claro, como el
oficialismo se abraza a la pantomima de acusar al anterior gobierno de encubrimiento por el Pacto no concretado
con Irán, prefiere guardar silencio sobre estos temas tan inconvenientes en tiempos electorales.
Tampoco dirán que los productos
lácteos se incrementaron muchos puntos
por encima de la inflación y por eso decreció en un 10 por ciento su consumo
ni que el 80 por ciento del capital
ingresado en estos tres años fue sólo especulativo. Lo que sí celebraron en
sus libelos cotidianos es que por primera vez, Argentina ocupará la
vicepresidencia del Consejo de DDHH de la ONU: un honor que llega a destiempo,
justo con un gobierno que desmonta
derechos en pos de los privilegios. Tanta propaganda periodística no es
gratis: desde que comenzó el Cambio, el trío Macri, Vidal y Rodríguez Larreta
gastaron más de 14 mil millones de pesos
en pauta oficial y más del 30 por ciento de eso fue para el Grupo Clarín y el
diario La Nación. Sacar las cuentas de cuántos jardines de infantes podrían
construirse con esa cifra indignaría a
los sonámbulos que los votan. Este inusual blindaje lo pagamos todos con este
bestial ajuste para que lo disfruten apenas
unos pocos.
esperando el fin de esta pesadilla comparto tu siempre bienvenida apunte estimado Gustavo-abrazos
ResponderBorrarAunque no es precisamente una novedad, es cierto que cachavacha alonso es una excelente muestra (para lo único que sirve, bah!) de las "virtudes" del desgobierno amarillo y desde la fulerez de cara y lo desagradable de sus actitudes es perfecta como inquisidora, éso sí, el verso de que está "enamorada" del quetejedi no se la creo, sería concederle un rasgo de humanidad que no merece.
ResponderBorrarNo es de ahora pero lo notable (para mí) del aparato mediático que encubre esta porquería ya resulta redundante y sería innecesario dado el simple detalle de que nadie puede ya alegar inocencia, que no se dió cuenta, que lo engañaron y que "se robaron todo"... no queda lugar para el chamuyo, en todo caso, si nos hacemos los marxistas (aún de Groucho) vamos a ver la "contradicción fundamental" del desastre amarillo, el Código Penal... y ahí, caretas afuera.
Cualquier razón para elegir algo como ésto, sólo puede ser mala y el odio apenas puede ser la peor... porque ni siquiera es un odio egoísta sino autodestructivo.... ¿qué clase de cretino, justifica estar mal él para que estén mal los "negros", para castigarlos? y ése, es el "argumento" que más escuchamos... con este paisaje, los medios ponen el paisaje, el adobo, lo colorinche... total, la base está.
Tiempos interesantes, dirían los chinos, lástima que nos toque a nosotros vivirlos.