A pesar de las estrategias de
marketing y el periodismo propagandístico, el
enojo de la población es creciente. No es para menos, si los gobiernos amarillos
no paran de hacer daño. Y de pasar papelones también, como el gobernador
Gerardo Morales con el caso del músico argentino accidentado en Bolivia. Cuando el desprecio y la ambición orientan
las acciones, no puede pasar otra cosa. Cuando la mentira inspira las
opiniones, la falsedad se convierte en
dogma. Cuando la realidad no se puede tapar, de nada valen las promesas a largo plazo ni las frases de
póster con entonación estudiada.
Desde el principio del Cambio, “Haciendo lo que hay que hacer” es el
eslogan oficial. El gerundio ‘haciendo’ indica que no hay sujeto, no hay un alguien que haga ese algo. Tampoco hay un
‘para qué’ se hace eso que se hace. Lo
más importante es la segunda parte de la frase: ‘lo que hay que hacer’. Un imperativo que emana de vaya a saber
dónde, un mandato emitido por vaya a
saber quién. Esto va de la mano con el latiguillo del empresidente Macri: “éste es
el camino”. Así como la primera no especifica el ‘para qué’, en la segunda se escamotea hacia dónde
conduce este camino. Lo incompleto de las frases produce, en algunos, un
efecto encantador, una sensación de
estar en buenas manos, una confianza ciega en quien nos conduce. Los vacíos discursivos se llenan con los
deseos del destinatario, mientras los funcionarios se encargan de vaciar nuestros
bolsillos.
Así pasa también con la promesa
de ‘empleos de calidad’: mientras algunos piensan en un trabajo cómodo y bien
retribuido, otros sueñan con algo
parecido a la esclavitud. O la ‘integración al mundo’, que nos volvió dependientes y sumisos. O la
‘Revolución de la Alegría’, que ya sabemos lo que ha producido. Como la lluvia
de inversiones, que terminó siendo un
saqueo de especuladores o el 82 por ciento para los jubilados, que mutó en una pérdida de 20 puntos del
poder adquisitivo y van por más.
El Cambio es la vacuidad
conceptual para híbridos que consideran
que todo se resuelve “sin ideología”;
para esos individuos que se consideran desideologizados aunque pidan “balas para los
motochorros”, que nadie les
regaló nada y que los problemas se superan sin
grieta ni conflictos. Esos que se quejaban porque las “pibitas se embarazan por la platita” o que el Estado mantenía a vagos que cobraban sin trabajar. Esos
que hoy ignoran –porque los medios hegemónicos no machacan tanto- que los programas asistenciales continúan y la AUH se
extendió a los monotributistas. Pero sobre todo, no se sienten perturbados
porque el Estado subsidia a
multimillonarios con las altas tasas de interés, la permisividad fugadora y la
devaluación contenida. El Cambio es para esos que antes protestaban porque
el Estado mantenía a vagos pobres pero ni se molestan porque con
la plata de todos mantenemos a vagos ricos.
Advertencias
y no-consejos
Este año electoral pinta apasionante, tenso, crucial. Las
charlas cotidianas serán un ping-pong acelerado de denuncias y desmentidas, promesas y logros. El pasado remoto o el
pasado reciente. Cambiar futuro por pasado o pasado por futuro. El país para los ricos o para todos. La
alternativa que no propone nada o el
rejunte que puede terminar en estampida. El recitado de títulos engañosos y
la impaciencia de los súper informados. Los que se enorgullecen de no entender nada de política pero depositan en
las urnas su desinterés y los que exigen más
responsabilidad ciudadana. Los que dicen que son todos iguales y los que
tratan de encontrar las diferencias. Esta
ensalada resulta más apetitosa que la resignación o el hartazgo.
Por supuesto, uno no espera una
conversión sino un poco más de
conciencia. Al menos, una pizca de
desconfianza a lo que ven en la tele u ojean en las redes. ¿O no es
incoherente que el diario de mayor tirada diga que un pobre comiendo de un
contenedor en Caracas es síntoma de
decadencia y en Buenos Aires, de decencia? ¿O no es absurdo que presente a
Venezuela como el único país con pobreza de la región? La síntesis tontuela
para los distraídos es que criticar a
Macri es defender a Maduro. Uno sólo pide que no se dejen pensar por otros, que pongan un poco de resistencia a la colonización, que no
se depositen tan mansamente los pies de los poderosos. O cuanto mucho, que reconozcan la estafa de la que han sido
víctimas cuando uno muestra las pruebas. Y, sobre todo, que dejen de confiar en los estafadores.
A esos que enseguida saltan con
el respeto por la opinión les digo que el
primero que debe respetar la opinión es quien la emite. Si está basada en
falsedades o pavadas, esa opinión no merece
respeto. El que vierte una opinión ‘in-respetable’ está siendo irrespetuoso con quien escucha. La exigencia no es que
seamos expertos en todo, lo que es imposible, sino tener fundamentos certeros en lo que decimos. Un ejemplo: los que
militan el incremento de las tarifas eléctricas repiten la tontería oficial de
que la energía no es gratis y hay que
pagarla. Nunca ha sido gratis pero antes era más barata y eso es un hecho. Ahora es un latrocinio que se torna
inadmisible. Tanto, que el pago de los servicios se ha convertido en una confiscación de nuestros ingresos.
Si defienden este modelo que sea
porque están convencidos de sus bondades
y no porque Cristina se robó todo y mató a Nisman. Claro que, a la luz de
los hechos, ni lo uno ni lo otro. Ni el Gran Equipo tiene ánimos de andar
prometiendo milagros ni hay tantas ganas de seguir fabulando con el memorando con Irán y el asesinato del suicidado.
Por eso algunos se empiezan a despegar del oficialismo. Los industriales
medianos y pequeños están con el agua al cuello y los productores regionales
están a un paso de fundirse. Casi todos
se arrepienten de haber confiado en Macri. ¿Por qué no lo pensaron antes? ¿Acaso no advierten que confiar en Macri es
un oxímoron?
Claro que la situación es
confusa: los que antes fueron funcionales a la llegada del Ingeniero ahora lo critican sin pudor; los que
hicieron coro al monopolio para horadar
a CFK hoy se desviven por la unidad con ella; los que convocaban paros por
ganancias ahora están acurrucados en los
rincones viendo cómo crece el desempleo y el salario pierde su poder
adquisitivo. Los que esperaban de Macri el desarrollismo al que decía adherir,
ahora ven con espanto el destino
colonial. Quienes denunciaban la corrupción K ahora están impávidos ante la corrupción M.
No hay consejos ni recetas de
cara a las elecciones. Aunque el camino hacia octubre parece largo, estos meses pasarán muy rápido.
Vertiginoso. El tiempo no sobra para largos
debates sobre el día después. Nuestro país se recompone rápido si la convicción es profunda. Uno
siempre espera que las malas
experiencias sirvan de lección y que la saliva invertida no se seque en un desierto de indiferencia.
Uno espera un despertar, no sólo contra los tarifazos, sino contra todo. Y que sea para siempre.
muchas gracias Gustavo! comparto-abrazos
ResponderBorrarHasta acá, mi idea sobre la estafa de esta porquería desgobernante es que hablar de sus "virtudes" es redundante y, al final, debiera ser innecesario, porque no hay inocentes para que llegaran adonde llegaron, quien diga que lo engañaron es idiota (y se lo merece) o pretende hacernos creer que los idiotas somos nosotros, cosa imaceptable por elemental amor propio, no?. No hay razones para elegir ésto, lo que hay son excusas, coartadas y vagancia mental para el antiperonismo visceral.... como "razón", un bochornoso suicidio social, además caro y poco práctico. Inentendible éso de preferir estar mal para que el negro esté peor (cosa que no es tan así, el negro tiene entrenamiento para asumir la malaria, el votante de esta porquería no y éso se ve a simple vista de tanto conocido por ahí, sea bolichero o un ex buen trabajo...).
ResponderBorrarA mí hay cosas que conmueven, como la diva fósil de la patria, doña rosa martínez (alias "mirtha") que no diuda en ofrecer sus (escasos, digamos todo) años de vida restantes para que no vuelva el horror K y se quede esta maravilla amarilla que, paralelamente, cambiaría toda y depuraría el mejor gabinete de malandras.... es decir, de su laaaarga vida, lo único que piensa dejar es el odio; odio de arriba porque no se sabe que haya sufrido en esos tiempos.... o sí, capaz que CFK deba autocriticarse por no tenerla de filósofa oficial y preferir a tipos como Alemán, puede ser, claro...
Y ya que me puse en la 3ra. edad, también conmueven esos vejestorios que apostaron a la desgracia amarilla..... creo que ya no sirve decirles nada, cuando mucho repetirle los objetivos que para ellos tienen desde la presidencia de madam christine y sus lacayos de la regencia y que un mal pensado como yo resume en una sola frase: MUÉRANSE, dejen de ser gasto en comida, remedios y en comprar cosas para malcriar nietos... capaz que usted me entienda el insistir en no recurrir a muletillas ridículas como derechos, bien común, justicia y esas cosas feas para fantasmas con memoria (como llama Serrat a los viejos).
Usted espera que despierten con los tarifazos, tal vez se dé, pero hoy, andan diciendo que la que despertó fue la AMIA, pìdiendo que le devuelvan la cartita del despiole casi decente (o anti bochorno criminal)... hermoso, no?.
����������
ResponderBorrar