Fácil de prever: el año electoral
será tan explosivo que el asteroide que se aproxima a la Tierra con intenciones
de impacto parece menos amenazante que
un petardo fallado. Ante la ausencia de logros, el oficialismo apela al
humo: la demagogia punitiva y la
transparencia fingida son los favoritos, además de las conocidas patrañas
mediáticas que hacen las delicias del
público colonizado. Y la oposición se debate entre una Unidad que desdibuja convicciones, las engañosas versiones de
lo que se pretende desalojar y las
postulaciones testimoniales que no están con nadie. Y por encima de todos,
existen esas fuerzas políticas que nunca se presentan a elecciones pero siempre
salen triunfantes y que, de una vez por
todas, deberemos amoldar a la democracia.
De eso pocos hablan. O mejor
dicho, muchos vociferan generalidades sobre una Justicia independiente comprometida con la ley pero no mucho
más. Que sea uno de los tres poderes del Estado está establecido en la
Constitución, pero que condicione a los
otros dos es una atrocidad jurídica; que sea una herramienta para presionar o desterrar a los políticos que
molestan al establishment es un atentado a la democracia; que castigue a
representantes y funcionarios que cometen ilícitos está dentro de sus
atribuciones, pero que estiren causas no
demostrables para teñir de sospechas a una opción electoral lesiona la vida
política de cualquier país. En este contexto de confusión, proponer una reforma
drástica puede tildarse como la búsqueda de una justicia dócil, algo que los amarillos hacen todo el tiempo
sin grandes aspavientos ni demasiadas críticas.
Y aquí viene el punto más álgido: los medios de comunicación. Ya parece una
discusión trillada, pasada de moda, propia
de patrulla perdida. Hasta hay algunos que consideran que
nada tienen que ver los medios con las opciones electorales de la gente, que el
ciudadano no es tonto, que la manipulación no existe y la mar en coche. Claro, esto
dicen los que tienen los medios de su lado. O, para ser más precisos, que están del lado de los medios. Porque
una cosa es que existan diarios, radios y canales que tomen partido por uno o
por otro candidato y otra es que sean
los medios los que terminen poniendo los votos en las urnas y dictando las sentencias. Esto en
sentido metafórico, claro está. Y uno dice ‘los medios’ cuando en realidad está
refiriéndose a un grupo monopólico que
concentra un poder inusitado difícil de encontrar en otros países más o menos
civilizados. Los candidatos de la oposición protestan contra la protección
mediática hacia el empresidente Macri y su Gran Equipo pero pocos sugieren la forma de desarmar ese perverso poder.
Una
desinfección imprescindible
El tamaño importa y también las
intenciones. Que más de 300 medios estén amoldando
la realidad a los intereses de sus dueños resulta nocivo en cualquier
sociedad. Más aún cuando el Estado, además de favorecer su crecimiento
económico, dedica los recursos públicos
a acosar y desmantelar las pocas voces opositoras. El caso del grupo Indalo
es el más emblemático e indignante. Sus dueños –Cristóbal López y Fabián de
Souza- están presos por no pagar impuestos. Si esto se aplicara a todos, nos quedaríamos sin empresarios. En
realidad, quisieron saldar la deuda pero la
AFIP y un par de jueces cómplices no lo permitieron. Una anomalía
intencional: las autoridades recaudadoras hacen
lo imposible para que el deudor no pague. Y ahora se agrega la novedad de
que, con mecanismos similares, los trabajadores no cobren, un episodio que vulnera la Constitución y los convenios internacionales.
Y todo para que el público no tenga voces disidentes en medio de la campaña
electoral. Tan poco democrático es este mecanismo
que más se parece a un apriete mafioso.
Para quien tenga dudas de que las
cosas no están funcionando como deberían ser, el episodio revelado el viernes
es tan didáctico que parece una clase de
civismo para jardín de infantes. Por la contraria, por supuesto. Un
empresario extorsionado por un personaje
ligado al poder para no ir preso a cambio de una suma importante de dinero.
Los audios difundidos por Horacio Verbistky en El Cohete a la Luna no muestran la aventura de un loquito externo que
aprovecha la ocasión para hacerse de unos mangos. Por el contrario, Marcelo
D’ Alessio es alguien muy cercano no
sólo al fiscal Carlos Stornelli y Claudio Bonadío, sino a muchos funcionarios del des-gobierno nacional y, por supuesto, a la principal mafia del país que es el Grupo
Clarín con muchos de sus periodistas incluidos.
Lo
que se sospechaba, queda en evidencia. La reacción del fiscal
Stornelli es más que sugestiva: en lugar de enojarse con D’ Alessio que lo involucra en una extorsión, se molesta
con el periodista que lo hace público. Y la actitud de Clarín y La Nación –el silencio
y la protección- además de insinuar que
todo es verdad, induce a pensar que el episodio es más demoledor de lo que parece. La bala de plata que destruye al monstruo que desde hace décadas malogra la vida del país.
El fiscal calificó la denuncia
como una operación berreta. Claro, no es una superproducción como la Causa de
los No Cuadernos Quemados, escrita por un periodista de La Nación,
orquestada desde el Poder Ejecutivo, judicializada por Stornelli y Bonadío y
amplificada por Clarín. Una telenovela que tiene el fin evidente de encarcelar a CFK y muchos ex funcionarios, apropiarse
de empresas nacionales empobreciendo a sus dueños y seguir fabulando sobre la corrupción K. Ahora aparece un objetivo
subyacente: la recaudación compulsiva de
dinero ilícito. Lo confirma el propio D’ Alessio: el fiscal y el juez se
quieren retirar “dentro de dos o tres
años con veinte o treinta palos”.
Las
pruebas son muchas para que esta causa se desmorone. Todos
los arrepentidos pueden haber sido extorsionados, todo es un invento y los cuadernos son truchos. Un escándalo de
proporciones que deja a todos expuestos como una banda de maleantes con destino de prisión perpetua. Hoy, quien
no está repudiando esta atrocidad es
porque la consiente. De ahora en más, el candidato que quiera construir un
país en serio deberá incluir en sus
propuestas el desmantelamiento y castigo de la mafia tripartita:
empresarios angurrientos que se
disfrazan de políticos, medios de comunicación que engañan al ciudadano y magistrados que malogran las leyes para permitir lo ilícito.
Los que queremos un país para
todes no debemos dejar pasar esto, que se suma a los Panamá Papers, a la deuda del Correo, a la tramoya de las
autopistas y los parque eólicos, a los aportantes truchos de las campañas y los
conflictos de intereses. Y si a los innumerables chanchullos de Macri y su
Gran Equipo se suma el deterioro de nuestra vida, hay motivos suficientes para que la mafia gobernante no llegue a las
elecciones. Un objetivo que, lejos de ser antidemocrático, es el más republicano que podemos concretar.
gracias querido Gustavo! reconforta leer tu lucidez, estos maleantes merecen el justo castigo de nuestra historia como nacion pero sus votantes y aun defensores son lo peor, no tienen perdón alguno incluidos mis allegados, compartido y abrazos
ResponderBorrarUno, que por costumbre es mal pensado, casi que se queda sin nada que decir, el "silencio" mediático es demasiado atronador, te insisten con esa fábula encuadernada, mientras la locuacidad imparable de un coimero asociado al doctor glock (y su fiscal estrella) penetra cual Exocet y hace moco la línea de flotación de esa fábula siniestra... dice el refrán; "el que calla, otorga" y da la casualidad que los que querían preguntar, ahora se callan....y mire que tendrían para hablar, imagínese si de un empleado suyo le dicen que es de la KGB, un espía soviético!!!!.... un chiste arqueológico y milagro moderno, no?.
ResponderBorrarTambién en el tiempo que se discute la expropiación de bienes mal habidos, el coimero que habla hasta por los codos menciona Range Rover, Mercedes nuevitas y otras delicias motorizadas... ¿Hacemos mal si vamos averiguando cuándo es el remate?, creo que le conté que tengo un médico, un amigo casi, que me recetó justo una Range Rover y, modestamente, a mí me quedaría mejor que al fiscal de la gorrita.
Pero bueno, nos vivimos quejando del maltrato a los jubilados y otras desdichas causadas por el desgobierno actual... y realmente somos injustos, la mejor muestra de éso es el ahora conocido plan de retiro del doctor glock y sus secuaces, 20, 30 palos verdes en un par de años es una cifra interesante que calmaría hasta al más nervioso. ¿Ve que no todo está podrido?. Hay margen para ser optimistas, podemos agarrarlo o seguir renegando de esta porquería, claro. Uno elige.
¿Se acuerda que le decía que se ponía divertido el porvenir? y ya está llegando, disfrute la jarana...