El discurso de CFK ante la Asamblea Legislativa todavía resuena en los oídos de muchos argentinos. No es para menos. En más de tres horas resumió lo realizado en ocho años y anunció un poco de futuro. Un futuro que para convertirse en presente necesita dejar atrás el pasado, pero no como sugieren algunos nostálgicos. El pasado debe quedar atrás sin olvido para que deje de ser herida y se convierta en porvenir. Esconder el polvo debajo de la alfombra nunca ha dado buen resultado, sobre todo cuando empieza a notarse una elevación del nivel del piso. Durante mucho tiempo se intentó seguir adelante con ese procedimiento; con monstruosos resultados, como ya se sabe. El retorno a la vida democrática a partir de 1983 necesitaba un sinceramiento con el pasado más doloroso, una ruptura con el malicioso accionar de militares y civiles que hicieron lo imposible para construir un país a la medida de sus miserables intereses. No se hizo a fondo. Por el contrario, más allá del Juicio a las Juntas, el resto fue maquillaje y retroceso. Tal vez, en aquel entonces, sólo se pensaba en la sangre que había corrido durante esos tiempos oscuros. Hace apenas unos años comenzó a comprenderse el para qué de tanto horror.
“Si el país cambia hacia otro rumbo, seguramente no estaríamos presos” expresó el dictador Videla en la segunda parte de una entrevista concedida a la publicación española Cambio 16. Para el camino inverso que está emprendiendo ese país europeo esta frase resulta funcional. No revolver el pasado ha sido la consigna desde la muerte de Franco y la firma del infame Pacto de la Moncloa. El dictador Videla intenta ser mostrado como una víctima del perverso plan vengativo de los Kirchner. “Este gobierno ha asociado el campo con la oligarquía y como enemigo de ese socialismo que ellos pregonan, no podemos esperar de esta gente una solución” explica el dictador expulsando su odio más venenoso. Y para las últimas elecciones esperaba “que apareciera un líder o un movimiento para hacer frente a lo que vivimos, que todos los dirigentes de la oposición se unieran para combatir esta lacra y salir hacia adelante”. Hubo un intento de algo así: Macri convocó a toda la oposición a un frente amorfo y multifunción con el único fin de derrotar al kirchnerismo en las elecciones presidenciales. La lacra –como toda mancha, imperfección, vicio- debe extirparse, eliminarse, combatirse. Aunque muchos no se atrevan a reconocerlo, las siniestras declaraciones del dictador Videla significan una contundente reafirmación del rumbo emprendido en estos ocho años. A partir de ahora, todo aquél que quiera construir un frente electoral con el único fin de eliminar la lacra, quedará como un obediente seguidor del asesino que se pudre en la cárcel. Y serán fácilmente identificables.
“Llevé el diario allá a Río Gallegos y se lo metí debajo de la bandera porque ese diario era de él” confesó Cristina en el discurso del 1° de marzo, en referencia a la primera parte de la entrevista del sociólogo y periodista Ricardo Angoso al genocida. Con Néstor Kirchner comenzó este camino de reparación histórica a través de la anulación de las leyes del perdón y el símbolo inolvidable de retirar los cuadros de las paredes de la ex ESMA. Pero no sólo fueron actos para la foto, sino que comenzaron a hacerse realidad en los juicios a los genocidas perdonados por la debilidad del gobierno de Raúl Alfonsín o la complicidad del monstruoso menemato, que llevó adelante acciones económicas y políticas que ni las dictaduras se atrevieron a hacer. Aunque duela, la entrevista publicada por Cambio 16 fortalece la visión de nuestra historia comprometida con los Derechos Humanos y confirma el rumbo para la construcción de un país solidario, creciente, inclusivo.
Y esta idea se refuerza con algunos anuncios realizados por La Presidenta en el discurso de Apertura, más allá de la anecdótica referencia a los maestros y la feroz reprimenda al huésped a desgano de la CABA. Si tuvo que ocupar más de tres horas de la Cadena Nacional para desarrollar su relato, es porque su palabra es la más censurada, tergiversada, malinterpretada en los medios hegemónicos. CFK aprovechó la ocasión para hablar de todo lo que se ha hecho y de los pasos que se darán. Los dos más importantes quedaron opacados por las más superficiales lecturas. Tanto odio gobierna ciertas mentes, que no toleran las bromas ni las exposiciones de la sensibilidad de Cristina. Ante el fuerte liderazgo de La Primera Mandataria, ante sus profundas definiciones políticas, ante la sólida relación con sus representados, sólo pueden anteponer visiones chiquitas: si llora, si viste de viuda, si se compara con Napoleón, si revolea zapatos o carteras. Como no están a su altura, apenas pueden dar leves pataditas a sus tobillos.
Más allá de esas pequeñeces de conventillo, CFK anunció una ruptura con el andamiaje neoliberal con la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina. Los ortodoxos de la economía y la política se pusieron como locos. El Banco Central es intocable. De eso se encargó Cavallo en los noventa, de asegurar que el BCRA esté al servicio de los especuladores financieros y no de los ciudadanos. Desde la ortodoxia, el organismo debe ser un instrumento apolítico para garantizar la sangría económica. Mercedes Marcó del Pont, la actual presidenta del Banco, intentó desde su labor parlamentaria la modificación de la carta orgánica. Ahora, con el impulso de CFK y la mayoría en el Congreso, la tan esperada transformación económica se hará realidad. No es una medida traída de los pelos, sino una necesidad para los tiempos que se vienen. Otra ruptura con el pasado que servirá para construir futuro.
“La actual Carta Orgánica del Banco Central está disociada de este modelo productivo –explica Mercedes Marcó del Pont- La nueva normativa deja en letra escrita lo que se viene haciendo en los últimos años”. Esta propuesta tiende a institucionalizar las importantes transformaciones económicas que ha tenido nuestro país en los últimos ocho años. “La autoridad monetaria pasará a tener como objetivo la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera y el desarrollo económico con equidad social”, explicó la funcionaria. La Presidenta se explayó sobre los resultados de la política económica de la era K con datos provenientes de organismos internacionales. En estos días, algunos diarios locales se hicieron eco de una nota publicada en el semanario inglés The Economist, en el que se difunden los datos recopilados por el Banco Mundial sobre la disminución de la pobreza a nivel mundial. En veinte años, la pobreza global disminuyó a la mitad. Para la publicación británica, este cambio se debe al “éxito de largo plazo de China, el impacto de los programas sociales en América latina y el reciente crecimiento económico de Africa”. Según la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, dependiente de la ONU, la pobreza en Argentina disminuyó del 21 al 11 por ciento, de acuerdo a informes de 2010. Por eso, la nueva carta orgánica del BCRA habilitará “el desarrollo económico con equidad social”, que contempla un amplio espectro de objetivos como la creación de empleo, el crecimiento económico, la distribución del ingreso y también la cuestión medioambiental.
Pero la ruptura con el pasado no se da sólo en lo económico. La Presidenta además anunció la elaboración de un nuevo Código Civil, que unificará el vigente -confeccionado por Dalmasio Vélez Sarsfield a fines del siglo XIX- con el Comercial de la Nación. Hace un año, a través del decreto 191, CFK creó la “Comisión para la elaboración del Proyecto de ley de reforma, actualización y unificación de los Códigos Civil y Comercial”, cuyo objetivo es la sistematización de todas las leyes que trabajan sobre un mismo tema en un mismo cuerpo legal. No encargó esta misión a los injustamente demonizados militantes de La Cámpora sino a Ricardo Lorenzetti y Elena Inés Highton de Nolasco, integrantes de la Corte Suprema de Justicia y a la ex camarista Aída Kemelmajer de Carlucci. Todo un año de estudio para conformar un código a la medida de los nuevos tiempos, para institucionalizar los cambios y agilizar la aplicación de justicia. Por todo esto, más allá de los encontronazos que provocaron algunas de sus palabras, Cristina demostró que, si bien no es Napoleón, es una estadista que entiende cómo diseñar el futuro de un país que acaba de renacer de sus cenizas.
Pensar en Alfonsín como un gobierno débil es un error. Fue un malparido como tantos. El perdón a los genocidas fue otro error que infectó una herida abierta. Y aquí lease alfonsín y menem (la minúscula no es por error). Las declaraciones de videla y el hecho de que se haya autorizado a hacerlas es otro error pero no expresa debilidad. Sorprendería descubrir cuantos peatones que peinan canas añoran a la junta de plomo. "A mi no me pasó nada y los chorros estaban en cafúa", ¿no te suena?. Los viejos enemigos están codo con codo entre nosotros, y son muchos (lease Del Sel, popularidad de Macri) y a los pibes les chupa un huevo todo mientras tengan cumbia, birra y calor. Los que estamos concientizados de que esta es la última oportunidad somos pocos, a pesar de los números gigantezcos de Cristina. Me pregunto una y otra vez: ¿Que pasará en 2015?
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