El tango está poblado de historias de traición, despecho y
abandono, pero pocas de regreso y reconciliación. El rencor es el principio de un camino sin retorno, además de ser una
reacción ante la pérdida de ciertos privilegios. Los divorciados
patológicos toman a los hijos como rehenes o como armas para herir al
adversario, que antes era el cónyuge. Loca
manera de celebrar el día de la bandera tienen algunos trabajadores. La desmedida acción de los camioneros
comandados por los Moyano disidentes pone en segundo plano la justicia del
reclamo. Una medida de fuerza dirigida en simultáneo a la patronal y al
Gobierno Nacional más que sumar adhesiones, siembra confusión, desconcierto y un
poco de rechazo. Que los trabajadores de cualquier sector reclamen por un
aumento de salarios, la conquista de un derecho o denuncien un atropello a su
dignidad merece la adhesión de cualquier ciudadano. Pero cuando detrás de una medida de fuerza hay intereses mezquinos de
la dirigencia sindical, los actores que la protagonizan quedan como
descoloridas marionetas tratando de animar la función de una triste feria.
Y ese espectáculo despierta el aplauso de muy poca gente. O el cacerolazo de
unos cuantos.
Si un sindicalista realiza con la patronal acuerdos que
perjudican a los trabajadores es una anomalía que merece ser corregida y hasta
sancionada. Pero que un representante
gremial sea a la vez patrón de sus representados es una distorsión cercana a la
caricatura y traspasa el cinismo. Mucho de todo esto estuvo presente el
miércoles 20 de junio con la medida de fuerza de los camioneros que se dedican
a distribuir combustibles, más aún cuando el porcentual del incremento ya
estaba casi acordado. Refinerías bloqueadas y colas en las estaciones de
servicio fue la postal de un feriado que debería haber transcurrido en paz. La
posibilidad de un enfrentamiento entre las fuerzas de Gendarmería y los
trabajadores movilizados era el fantasma que recorría el escenario. Las
amenazas cruzadas a lo largo del día producían chispas que traspasaban las
pantallas de TV. Y ahora queda la
certeza de que quien antes era amigo, dejó de ser adversario para transformarse
en enemigo. Con todas las letras y con toda su crudeza.
La discusión por el
incremento salarial, que debía darse en paritarias, quedó en el arcón del
olvido. Los misiles verbales apuntaban al oficialismo y todos sus exponentes. Y
no sólo por el Impuesto a las Ganancias o las asignaciones familiares. El botín
de guerra de esta disputa es la legitimidad y la representación. Hugo Moyano, lejos de aquel líder que
clamaba en un acto del 1° de mayo del año pasado su proximidad a la Presidenta
y demonizado al extremo por las propaladoras de estiércol que hoy lo tratan
como si tuviera un título nobiliario, tiene fecha de vencimiento. En apenas
un año las luces de un estudio televisivo y su desmedida ambición lo
transformaron en un obstáculo que debe ser sorteado para continuar con el
camino emprendido para alcanzar el país soñado. El líder de la CGT se bajó del colectivo y se subió a una limusina. Y
en ese vehículo confortable pero egoísta comenzó un camino sin retorno hacia el
olvido.
Muchos afirmaron que la medida de fuerza de los camioneros
tenía tintes políticos. Todo lo contrario. La
política soluciona conflictos, no los genera. La política necesita definir al
adversario; también, señalar los objetivos y el punto de partida. Nada de
esto se desprende del acto encabezado por Pablo Moyano, el aprendiz dilecto del
Padre. Los hechos del miércoles no sólo
desdibujan los ejes del reclamo sino que desprestigian la acción gremial. Además,
los dichos de los protagonistas rebeldes, plagados de insultos a los
funcionarios nacionales, deslegitimando el lugar ocupado por el vicegobernador
Gabriel Mariotto, en ausencia de Scioli, sólo buscan agitar el ambiente para
desgastar y socavar el modelo en curso. Nada justifica lo realizado por el
gremio de los camioneros en representación del conjunto de la CGT, que no
acompaña la jugada. El paro anunciado
para el próximo miércoles es una amenaza que dejará en soledad al extinto líder
de la entidad gremial.
El Impuesto a las Ganancias –el motivo del próximo capítulo-
merece una discusión más profunda y responsable. Si la dupla Moyano pretende
forzar una decisión desde los estudios de TN, avalado por el neoliberal
menemista Carlos Merconián, el equipo de CFK lo dejará descolocado. Este
tributo puede analizarse desde dos puntos de vista: desde el concepto o desde la cifra. Tal vez el nombre deba
modificarse para esclarecer su entidad. En otros países se lo llama impuesto a los ingresos, lo que no deja
mucho lugar al rechazo. Pero la palabra ‘ganancia’
es la que parece discutible. No es lo mismo la ganancia empresarial, decidida
por el que hace la inversión, que el sueldo, que no está en manos del trabajador
ni guarda relación con lo invertido, que es ni más ni menos que horas de
trabajo. Por este camino, este tributo debería ser pagado sólo por
industriales, fabricantes, productores, exportadores e importadores,
comerciantes y todos los que conforman La Patronal. De la manera en que está
pensada esta contribución, toda persona que reciba un ingreso superior a
determinada cifra está en condiciones de realizarlo. Toda persona, no. Por supuesto –y esto es lo que provoca
mucho enojo- hay excepciones que merecen ser revisadas. Jueces, diplomáticos y
jerarquías eclesiásticas están exentos de tributar y sus ingresos superan
ampliamente el mínimo no imponible. Si el Gobierno Nacional toma una
decisión en este sentido, más allá de la presión ejercida por el líder de la
CGT, no sólo deberá pasar por un
incremento del mínimo tributario sino ampliar la base de contribuyentes. De
esta manera se eliminarán injusticias que producen alguna que otra protesta. Y,
por supuesto, perseguir en serio a los evasores de cualquier rubro y el trabajo
irregular.
El saldo que queda de
la jugada de los Moyano rebeldes seguramente redundará en más construcción. El ministro de Planificación Julio
De Vido puso sobre la mesa las distorsiones que existen en la distribución del
combustible. “Muchas empresas y pocos
dueños”, afirmó, “que afectan los
negocios de YPF, por lo cual se deben rever los contratos, revisarlos muy bien,
porque tienen una rentabilidad importantísima”. La petrolera recuperada
tenía 500 camiones propios de distribución antes del desguace noventoso. “Hoy no sólo estamos sujetos al capricho de
la organización sindical sino también a la desidia de la patronal”, agregó
el ministro. Aunque no estaba planeado, el intento de ese miércoles negro
señaló muchas cosas para corregir. Y así será.
El paro del próximo
miércoles, a todas luces, no tendrá un buen resultado para sus organizadores. El Gobierno Nacional sólo deberá
dejar que las aguas corran con la turbulencia planteada. Tal vez, seguirá
adelante con las denuncias presentadas y con la multa de cuatro millones de
pesos que el Ministerio de Trabajo anunció aplicar por el no acatamiento de la
conciliación obligatoria. Mientras tanto, los diputados de la oposición
tratarán de sumar porotos al encono con una sesión para tratar un incremento
automático y periódico del mínimo no imponible. Pero los legisladores
oficialistas no darán quórum a una iniciativa tan oportunista, aunque
necesaria. Y en el medio, los apoyos recibidos por los Moyano opositores
evidencian una intención destituyente. Macri, De Nárvaez, Cecilia Pando, estancieros,
caceroleros, boicoteadores, fukcyuoteros y demás ya han manifestado su simpatía
por el paro y movilización de los camioneros. Un nuevo intento de los oscuros personajes que intentan socavar todo lo
construido en estos nueve años. A no asustarse: sólo será un lance que se
tiran; nuevamente están tentados de llevarse la pelota cuando el partido no les
resulta favorable. Pero el balón está de
este lado y las reglas de juego favorecen al colectivo. En pocos días,
comienza la despedida de Moyano de la cancha. Un final a la paraguaya está muy
lejos de nuestra escena política.
Chau Moyano, no hay otro camino, si es que este paìs, otrora en joda, quiere convertirse en un país en serio.
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