Las cacerolas comienzan a pulirse y desabollarse. De esto se
encargan las mucamas, no sus dueños, por supuesto. Durante esta semana, en los
edificios más paquetes de la CABA, las reuniones de consorcio tendrán como
objetivo el aprendizaje de cánticos adversos al gobierno (al Nacional, se
entiende) con la dirección de algunos barrabravas de Cristian Ritondo. En los
gimnasios de la zona se incrementará el horario de práctica de box y artes
marciales, pero en lugar de utilizar la tradicional bolsa de arena, el blanco
de sus golpes serán maniquíes con micrófonos de 678. En los salones de belleza,
junto con la limpieza facial se difundirán algunos consejos para que el rostro alcance
una extrema expresión de odio y asco. Todo
está en marcha para la gran movilización a Plaza de Mayo convocada por las
víctimas de la dolardicción el próximo jueves que –oh casualidad- coincide con
el día del periodista. Seguramente, estos dignos habitantes de la CABA
rendirán un merecido homenaje a todos aquellos nobles trabajadores de prensa que alimentan con bosta seca la
caldera que tienen sobre los hombros.
Claro, desde las propaladoras de estiércol, el coro
unidireccional no hace otra cosa que disparar gritos de guerra con forma de
información hacia cualquiera de los frentes del Gobierno Nacional. Por lo que se ve, no se han enterado que
tienen un Jefe de Gobierno procesado por espionaje con elevación a juicio oral
por estar al frente de una asociación ilícita. Ya que son afectos a las
comparaciones, en cualquier país esto sería un escándalo de gravedad
institucional. En los medios hegemónicos con fecha de caducidad esto no merece
una sola línea, sino todo lo contrario. Lo
único que difunden desde las usinas
intestinales son las cínicas acusaciones del Ingeniero hacia La Presidenta
que le quiere tirar los subtes por la cabeza, no le manda plata para que pueda
gobernar e inventa una causa para dificultar su carrera hacia el 2015.
Y eso es lo que repiten los caceroleros ante los periodistas segundos
antes de proceder con el linchamiento. La
defensa de los privilegios perdidos no tiene límites y la libertad para
especular y acumular debería profundizarse y no reducirse, de acuerdo a la
óptica de estas minorías patricias. Como en lo inmediato no tienen
posibilidades de ganar el partido, pretenden interrumpirlo para que se termine
a puertas cerradas, como han hecho otras veces. Lo lamentable es que un sector de la clase media se pliegue a defender
una posición que jamás llegará a disfrutar. Pertenecer tiene sus
privilegios, rezaba la publicidad de una tarjeta de crédito. Y algo parecido
debe ocurrir con el faldero de los privilegiados.
Las fieras acorraladas están preparando sus últimas
dentelladas. Los sectores más concentrados de la economía están presionando
para un cambio de ministro, como estaban habituados a hacer en otros tiempos
menos felices. Los estancieros –como siempre- intentan crear un foso de
lágrimas para proteger sus no declaradas ganancias. Aunque las reformas que dispone el revalúo fiscal afectarán sólo al 38
por ciento de los productores de la provincia de Buenos Aires, a falta de apoyo
efectivo, quieren extender la protesta a todo el país. Ilusos –pero no por
eso menos dañinos- no advierten que el escenario ha cambiado. “La fiesta se acabó –vomitó Hugo
Biolcati- no hay plata para enviar a las
provincias. El pato de la boda volvemos a ser nosotros. Es brutal, y la única
respuesta es la protesta”. Y hasta se dio el lujo de advertir a CFK que no
“irrite” al campo como lo hizo en 2008 durante el conflicto por las retenciones
móviles. En todo caso, su interlocutor
debería ser el gobernador Daniel Scioli, pero como caballo de noria, el
ruralista no puede abandonar su hábito estigmatizador.
Para no perder protagonismo en las pantallas, Eduardo Buzzi,
titular de la Federación Agraria, afirmó que “es muy grande la bronca que hay en el campo, no sólo bonaerense”.
Y en el colmo de la malevolencia, afirmó que con el revalúo fiscal, el precio de
la tierras bonaerenses se irá a la “estratosfera”.
Por si el lector no lo advirtió, se explicará el exabrupto. En los dichos del
dirigente hay un error en la relación de causalidad que exige la construcción
de cualquier proposición coherente. El
revalúo fiscal es necesario porque el precio de mercado de las tierras ya está
desde hace mucho tiempo en la estratósfera, para usar la metáfora de Buzzi. No
al revés. El oyente no es tan bruto como él pretende. Pero claro, esa
manipulación informativa es la que permitió que la rebelión de los estancieros
tuviera tanta repercusión hace cuatro años. Hoy, apenas conmueve a unos miles
circunscriptos a una minoría oligarca, pues es el calificativo que mejor les
cuadra. Por si faltan evidencias, en la última década el precio de la tierra
aumentó en promedio un 570 por ciento
sin que se modifique su valor fiscal. Desde
la no-política, desde la resistencia a compartir, siempre se miente, nunca se
informa. En 1955, cuando se realizó la última valuación fiscal en la
provincia de Buenos Aires, el Impuesto Inmobiliario Rural aportaba el 15 por
ciento de la recaudación. El año pasado, sólo significó un 2 por ciento. Y si
los nuevos valores se trasladan a cargas impositivas, ¿cuál es el problema?
“El rechazo a pagar
impuestos y la exacerbación del sector frente a los cambios son una tradición
rural más –opina el
tributarista Salvador Treber, ex
Presidente del Banco Central y miembro del Plan Fénix- Los abusos y presiones del sector están presentes desde los albores de
la Argentina. El poder de influencia que tiene el sector es muy fuerte. Cuando
trabajé en el Banco Central pude observar en los hechos como maniobraban
abusivamente en materia de crédito”. En una entrevista con Página/12, Treber sostiene que “las transacciones del sector deberían hacerse por vía bancaria como sucede
con todos los pagos superiores a 1000 pesos. Pero si se comparan los movimientos bancarios del sector con el valor
del producto que generan, menos del 25 por ciento está bancarizado. Cuando
se introdujo el cultivo de la soja en 1975, con apenas 750 mil toneladas
cosechadas ese año, no se comercializó en blanco ni un grano”. Y
pretenden seguir así. Por eso se resisten y buscan el apoyo para la resistencia
golpista.
A pesar de todo esto, los
terratenientes vuelven a alterar la vida política nacional por un acto de
justicia regional. Cuando se tocan sus intereses, no hay democracia que valga. A
diferencia de los tiempos de la 125, esta modificación tributaria surge de la
discusión parlamentaria, en donde tienen escasa representación. Pero esto no tiene valor para estos gauchos destituyentes. Las minorías que
se quieren imponer a las mayorías, como en el tema del dólar, aunque vivan en
la informalidad de la comercialización en negro y el consumo compulsivo del
dólar ilegal. En estos tiempos en que muchos celebramos las
transformaciones realizadas en nuestro país en los últimos nueve años no hay lugar para los individuos que se
niegan a compartir sus cuantiosas ganancias. Cuatro años después de la
crisis destituyente de 2008, esta película insiste en repetirse aunque en una
versión ajada y maloliente. Y con muy poco público.
Los que no comprendieron seguirán
mascullando su odio en los rincones; continuarán con sus marchas cargadas de
resentimiento por los privilegios perdidos; seguirán golpeando sus cacerolas, ante la imposibilidad de golpear
puertas de cuarteles; en todo caso, golpearán indefensos periodistas de
programas oficialistas. Cobardes, tramposos y egoístas. Individuos que se
niegan a compartir, acostumbrados siempre a recibir. Una minoría que siempre se negó a la generosidad bien entendida, no
aquélla que profundiza las inequidades, sino la que es solidaria, progresiva,
comprensiva, festiva. La que genera la felicidad de los muchos, a costa de
la pérdida de algunos mínimos privilegios para los pocos. El privilegio de gobernar al antojo de los humores de los que siempre
se han llevado la porción más grande de la torta que todos nos esforzamos por
cocinar.
Lo más cómico es que ahora son las facciones socialistas (Bonfatti) las que también son cuestionadas, dado que en Santa Fe también corre el revalúo. ¿No son los mismos socialistas que se encolumnaban con la oligarquía agraria en el 2008?. ¿No era el nefasto Binner (que ùltimamente agita banderas hiperinflacionarias) el que con tanto ahínco y fervor defendía a la patria sojera?. ¿Y ahora, muchachos?. ¡Sáquenles un mango si pueden!.
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