Esta semana comenzó con un
recrudecimiento del enojo de los enojados perpetuos. Con o sin motivo, se niegan a des-enojarse porque no admiten una
relación con la vida más que de esa manera, enojados. El enojo más
emblemático es el del periodista Jorge Lanata, que no escatima esfuerzos para
demostrarlo. Denuncias insignificantes, recorte de carteles, cartas a La
Presidenta se mezclan con exageraciones y mentiras en su programa dominical,
con el objetivo de contagiar su enojo a los todavía no tan enojados. Los que no necesitan enojos ajenos son los
estancieros, que ya tienen bastante con su enojo propio y lo harán relucir en
estos días para evitar que el modelo K meta mano a sus cuantiosas y evasoras
ganancias. Pero, mientras estos nostálgicos del pasado proponen retornar a
la economía minoritaria del Centenario, el
resto del país pone sus fichas al Tricentenario.
Tal como muchos reclamaron, CFK propuso abandonar su cuenta en dólares para dar
el puntapié inicial de una campaña para revalorizar la presencia de nuestra
moneda en la economía cotidiana. En realidad, para gran parte de los
argentinos, el dólar aparece más como una amenaza que como promesa de ahorro. La relación con el dólar es más simbólica
que material y sólo se reduce a un grupete minoritario que considera la moneda
norteamericana no tanto como herramienta de ahorro, sino como artilugio de
evasión y especulación.
Y eso tiene que ver con una
construcción de la realidad que se realiza desde muchos medios de comunicación.
En nuestro país, hay unos 1300 dólares per cápita, aunque la posesión de los billetes se circunscribe a un diez por ciento
de la población que concentra algo así como 52000 millones de los verdes.
El resto –casi el noventa por ciento- sólo ve las cotizaciones en los
insistentes informes económicos televisivos y no en las pizarras de las casas
de cambio. En este sentido, resulta interesante reflexionar sobre el rol del
periodista en esa construcción de la realidad, que debería incluir el relato y
análisis en base a hechos, no a
especulaciones, pronósticos o deseos oscuros de los nocivos de siempre.
Además, con esos intentos de incentivar corridas cambiarias favorecen a una
minoría patricia que no duda en
renunciar a un futuro para todos en pos de actualizar los privilegios
exclusivos de antaño.
Mientras el pasado pugna por
volver de la mano de esos periodistas obedientes a las corporaciones, el
Gobierno Nacional -tan odiado, criticado, demonizado y tergiversado- sigue
dando muestras de una convicción insólita. Aunque Lanata lea una carta patética
dirigida a La Presidenta y rompa en cámara un cartel publicitario de Página/12,
aunque mienta con los números de circulación de La Nación y Clarín para exigir
más pauta oficial para Su Jefe, aunque diga sin ponerse colorado que CFK abusa
de la Cadena Nacional y las teleconferencias no sean tan auténticas como parecen,
los hechos lo dejan descolocado. Y si
Lanata fue injustamente excluido de la historia de Página/12 tal vez sea porque
Página/12 fue excluido de la historia de Lanata. Que todas sus críticas e
ironías mal elaboradas tengan como blanco al Gobierno Nacional y no haya una
sola letra dirigida al Jefe de Gobierno Porteño o al intento destituyente de
los estancieros, deja en evidencia a qué
mandos responde su trabajo periodístico.
Pero a pesar del PPT opositor y todos sus replicantes y
caceroleros golpeadores, el país sigue avanzando. Como estos periodistas no
aportan a la construcción de un futuro, sino todo lo contrario, otras voces
suenan en los oídos de La Mandataria. Víctor Hugo Morales, en su programa del
domingo, propuso convertir a pesos las cuentas
en dólares que tienen periodistas, artistas y funcionarios para comenzar a
mostrar confianza en la moneda nacional. Cristina no se hizo rogar y anunció
la decisión de poner en pesos su cuenta del Banco Nación. “Esto es una batalla cultural –explicó- no vayan a creer que hay cuestiones económicas. En los que están
haciendo la campañita –contra el peso– sí
hay cuestiones económicas”. Y se dirigió “a todos, amigos, compañeros y funcionarios, que tengan algunos
dolarcillos” para que hagan lo propio. “Queremos instalar de una buena vez y por
todas –reiteró- la necesidad de
entender que solamente a través del trabajo, la producción, el desarrollo, el
consumo, la inversión y el crecimiento vamos a poder salir de este atolladero a
nivel global”.
A través de la memoria también.
Por eso La Presidenta recordó el caso de Micaela Lisola, la estudiante de 16 años sancionada en un colegio católico de San Juan
por invitar a sus compañeros a una marcha por el día de la memoria en marzo de
este año. “Me gustó sentir que hay un
Estado que se preocupa por cada uno de nosotros”, destacó la adolescente. “Tenemos que intentar que esta ley se
cumpla en todos los colegios, más allá de que sean colegios públicos o privados
porque las leyes son iguales para todos”, recordó Cristina en relación con la jornada de reflexión que propone la
norma del Día de la Memoria. “Esto
fue demasiado emocionante para mí –explicó Micaela- y conmovió a mucha gente por acá el gesto que tuvo la Presidenta. Sobre
todo porque tiene que ver con la memoria y hay una frase que me gusta: Sin
memoria no hay identidad, sin identidad no hay patria y sin patria, hay
colonia”.
Como no somos colonia, los juicios por delitos de lesa humanidad siguen
avanzando y desenredando la madeja del horror. Uno de los
imputados en el Circuito Camps confesó haber presenciado las sesiones de
tortura con picana a Lidia Papaleo, a su suegro, Juan Graiver, a su cuñado
Isidoro y a dos secretarias, después de que fueran despojados de la empresa
Papel Prensa. “Yo presencié el paso de
corriente eléctrica” explicó Norberto Cozzani, al referirse a los
interrogatorios a la familia como apremios “necesarios”
para obtener información en los primeros momentos del cautiverio.
Memoria, identidad. Memoria
para recordar lo que nos hicieron. Identidad para recuperar lo que nos
quitaron. Patria, como futuro, desde este presente. YPF es todo esto. Por
eso emociona el plan de inversiones anunciado esta semana por el presidente del
directorio y CEO de la compañía, Miguel Galuccio, que promete revertir el proceso de declinación que sufrió la producción
de hidrocarburos a partir de 1999, cuando fue regalada con moño por el infame
riojano. La estrategia de YPF con control estatal apunta a revertir la
tendencia negativa y recuperar la credibilidad, a una etapa de crecimiento
aprovechando los recursos y a la formulación de “un nuevo paradigma para cambiar el futuro del sector energético”. Con este compromiso, la producción total de
petróleo y gas de YPF pasaría de los 159 millones de barriles a 216 millones
para 2017, con un crecimiento acumulado del seis por ciento anual. Para
esto, será necesaria una inversión de 38500 millones de dólares que serán “mayoritariamente financiados con flujo
propio proveniente de las operaciones de la empresa”, explicó Galuccio.
Mientras el futuro nos convoca para seguir avanzando, el pasado nos llama a
gritos desde la destemplada voz de los estancieros. Enojados sin
remedio –y con énfasis- pretenden ocupar el centro del escenario político para
demostrar una vez más que sus cuantiosas ganancias son absolutamente privadas. Sus lágrimas se juntan con los sones
caceroleros para sentar las bases de un egoísmo irritante. Según los dirigentes
de las patronales agropecuarias, la falta de diálogo desde principios de año
con la cartera que conduce el Ministro de Agricultura, Norberto Yahuar, forzó
el cese de comercialización. No dijeron
lo mismo en tiempos de la sequía, cuando las compensaciones prometían reparar
los escasos daños. Generosos con las pérdidas, pero miserables con las
ganancias. No quieren dialogar, sino impartir órdenes. Estancieros y caceroleros, enojados, quieren interrumpir este rumbo que
reduce levemente sus cuantiosos privilegios. Y las usinas intestinales
amplifican esta resistencia VIP. A no desesperar: quedan 183 días para la desinversión. Desde ese momento, las fieras
podrán ser domadas y este colectivo podrá avanzar con mayor tranquilidad.
Miguel Galuccio debió convertir los 38500 millones de verdes a pesos. Los vicios del pasado aún engañan nuestra mente. Con los estencieros y demás oligarcas, la lucha ya no es por economía, es por ideología. Lo mucho que les molesta el progreso del pobre, de la clase media, ya les resulta insoportable.
ResponderBorrarUna pregunta: ¿Que significa que faltan 183 días para la desinversión.
183 días para la desinversión significa el tiempo límite del 7 de Dic que tiene el grupo clarineto para que le sea exigible la adecuación a la Ley de Medios que impone una distribución de licencias mucho menor a la que ostenta el monopolio.
ResponderBorrarMuy buena la nota, saludos de bloggero a bloggero: laqk
Muy buena... Nos esperan unos meses agitados, me parece ... No hay caso, tocarle el culo al poder real no es gratuito ...
ResponderBorrarVa con imagen :
http://adriancorbella.blogspot.com.ar/2012/06/los-voceros-de-las-minorias-por-gustavo.html
A mi no me gusta tocarle el culo a esta gente... lo tiene muy sucio y andá a saber de las cosas que te podés contagiar. Abrazo y siga participando...
BorrarPD: gracias por brindarme tu espacio para la difusión de mis textos.
"Denuncias insignificantes", jajajajaja... Estos kirchneristas y su país paralelo son de no creer...
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