Sin necesidad de considerarlo como un quijote, François
Hollande parece estar solo en Europa prometiendo resistir las políticas de
ajuste para sostener el euro. Con el no triunfo de Alexis Tsipras en Grecia, el
neoliberalismo se continuará escribiendo con tinta alemana en la cuna de la
cultura occidental. Y también en España y Portugal. Angela Merkel sonríe mientras señala el camino para la desintegración
de los pueblos en defensa del mercado financiero, sin patria ni alma, sólo
avidez. En el medio –o no tanto- parte de un continente despierta e intenta
poner freno al viejo, pero siempre vital, fantasma de la especulación. El
escenario de esta disputa es el balneario mexicano Los Cabos, con sol
lacerante, 40 grados casi perpetuos y fuertes vientos que no logran mitigar el
calor. La Cumbre del G-20 aporta más temperatura a esas playas mexicanas porque
la crisis global no permite hablar de otra cosa. A nivel internacional las
posiciones aparecen tan polarizadas como fronteras adentro. Dos modelos
contrapuestos que sacaron chispas de su cruce en las playas aztecas. CFK parece
dispuesta a reanudar sus críticas al anarco capitalismo financiero, como lo
hizo en la Cumbre de Cannes. Los
argumentos que esgrimirá son sólidos y todos apuntan a denegar efectividad a las
políticas de ajuste aplicadas en el ya no tan Primer Mundo para salvar al
capital financiero, principal responsable de la crisis. Y de paso, una advertencia: la obstinación en
emplear las recetas que ya han fracasado puede traer graves consecuencias en el
resto del mundo.
En la séptima Cumbre en tres
años desde que estalló la crisis internacional, los presidentes de los países del
G-20, que representa el 85 por ciento del PBI mundial, tendrán como principal
preocupación tratar de encontrar una salida al caos económico. El triunfo
ajustado del candidato conservador en Grecia es funcional al ajuste, aunque con
poca legitimidad para aplicarlo con rigor. Y
no sólo eso: las soluciones de catálogo profundizan el problema. La Presidenta
tratará de acercar al nuevo mandatario francés para intentar convencer a los
tozudos primermundeños de que así no
se llega a ningún lado. O sí, pero al
peor. El último rescate a España –de 100 mil millones de euros- sólo
servirá para ocultar el descalabro producido por la banca con sus estafas a los
usuarios. Rescate que, además de ser como un salvavidas de plomo, terminarán
pagando los usuarios estafados. Los
estafadores son premiados y los estafados, castigados.
Con mucha más sutileza,
Argentina intenta fortalecer lazos con aquellos países que buscan abandonar las
políticas de ajuste fiscal para aplicar políticas keynesianas que promuevan el
crecimiento y el empleo. Todas las cosas –los países inclusive- crecen de abajo
hacia arriba, no al revés. Mientras
persista la tendencia a la acumulación indiscriminada como producto de la
especulación financiera, mientras gran parte del capital esté en manos de unos
pocos, mientras las grandes fortunas sean incontables y causa esencial de la
extrema pobreza, mientras se ignore esta realidad y por el contrario, se la
defienda, poco o nada podrá resultar de estas cínicas Cumbres. Los que se
están hundiendo quieren aconsejar a los que están en la superficie. Los países
europeos elevaron un texto en el que proponen impulsar el avance “hacia una arquitectura financiera más integrada, considerando la supervisión
bancaria, la liquidación y capitalización de entidades y un seguro de
depósitos”. De producción y empleo no dicen nada
de nada.
Esta Cumbre tuvo tres ejes
temáticos: la persistente postura de algunas potencias –Alemania a la cabeza-
de forzar el ajuste en los países en crisis -lo que provocará más crisis- y el
reclamo de los países emergentes para optar por acciones concretas para
reactivar la economía; limitar o neutralizar la influencia negativa de las
nefastas calificadoras de riesgo en el sistema financiero internacional; y el
rechazo al proteccionismo extremo, no motivado por el desarrollo interno de
cada país, sino por excusas caprichosas que tienen como objetivo socavar el
crecimiento de las economías emergentes.
Sin embargo, el mandatario del país que más ha abusado del
proteccionismo a lo largo de su historia formuló duras críticas a los países en
desarrollo. El Primer Ministro británico, David Cameron
expresó que “en los últimos ocho meses ha habido
medidas que afectaron las inversiones, hemos visto la expropiación de una
compañía multinacional, requerimientos para que divisas de exportaciones
mineras y petroleras se cambien en el mercado local, regulaciones para el
cambio de moneda a los habitantes, límites a la compra de tierras por
extranjeros y la obligación de repatriar divisas a compañías de seguros. Y todo
eso por parte de un solo miembro del G-20”. Por si no se advirtió,
Cameron se refirió a Argentina y enumeró todas las medidas tomadas en los
últimos meses para proteger la economía nacional. Si Europa está pasando por esta
crisis es porque el capital financiero no puede hacer estragos en las economías
emergentes, sobre todo en países de Sudamérica. Y el reproche que hace Cameron –cargado de soberbia- parece un castigo
por la decisión de un país de gobernarse a sí mismo.
Y no hay intenciones de abandonar este camino. La reunión
bilateral entre CFK y Dilma Rousseff tuvo como principal objetivo fortalecer el
Mercosur y continuar con el programa de crecimiento con inclusión. “Tenemos que protegernos juntas –señaló Dilma
a Cristina- hay una guerra de monedas que
intenta castigarnos”. Las presidentas coincidieron en que las perspectivas
son preocupantes porque los países del Norte intentan trasladar su crisis a la
región. CFK, en su discurso de más de nueve minutos, cuestionó el “círculo vicioso” que se está gestando
en Europa: fuga de capitales de las
naciones periféricas hacia centros financieros como Alemania e Inglaterra y el
regreso de esos recursos transformados en salvatajes con altas tasas de interés.
Una historia ya conocida por los argentinos, cuyas consecuencias están bien presentes
en la memoria colectiva. Y también apuntó a los paraísos fiscales. “Desde que empezaron las rondas del G-20 que
se viene hablando de los paraísos fiscales –explicó La Presidenta- sin embargo siguen funcionando y este año ha
aumentado diez veces la salida de dinero. De 5000 a 59.000 millones de dólares
por año, especialmente de la periferia de Europa”.
Una pregunta crucial que deberían hacerse los mandatarios de
todos los países del mundo: ¿quiénes son
los beneficiarios de sus acciones? Los recortes del gasto en salud y educación, el despido de empleados públicos, la
baja de los haberes jubilatorios y un abanico de medidas que conocemos muy bien
en nuestro querido país no están al servicio del bienestar de sus habitantes,
sino todo lo contrario. Y, por tanto, el
beneficio no es para las mayorías sino para esas minorías despiadadas que sólo
ven en la cifra el sentido de la vida. La crisis que recorre Europa y
amenaza al resto del mundo no es económica sino moral. Y comprender el problema
es comenzar a solucionarlo.
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