Las elecciones
siempre inspiran alguna reflexión sobre la importancia de este acto cívico tantas veces extirpado de nuestra historia.
Sin dudas, es el punto de partida del pacto entre el Estado y la sociedad. Ni más ni menos que eso, pero no debe
quedar ahí. Si el ciudadano elige a un candidato es para que se preocupe
por convertir en realidad todo lo
prometido en campaña. Una obviedad de café
trasnochado que parece no preocupar tanto a algunos argentinos. Quizá el
pacto está malversado desde el principio y esos
votantes saben que las promesas son más engañifas que verdaderas
intenciones. O tal vez el poder de los medios bombardeadores de patrañas es tan
monstruoso que logra que muchos ni
cuenta se den de lo que en verdad está ocurriendo.
Y está ocurriendo
mucho: desde la brutal transferencia de ingresos de los sectores medios y medio
bajos hacia los más ricos hasta el
condicionamiento de futuros gobiernos por el inusitado endeudamiento externo;
desde la destrucción sistemática de la producción local hasta la erosión de derechos elementales. Si
no fuera por el todavía exitoso hit de
la Pesada Herencia –entonado por el empresidente
Macri y sus secuaces- gran parte de los votantes del Cambio estaría clamando por un retorno al pasado
previo al balotaje.
Los ensayados y
banales discursos de los candidatos oficialistas no tendrían efecto sin la predisposición del oyente a emocionarse
con semejantes engendros. El cierre de campaña en provincia de Buenos Aires
tuvo a su gobernadora como la principal candidata –aunque no lo era- y presentó
a los integrantes de sus listas como a
los invitados de su cumple de 15. Que haya
dejado de gobernar para apuntalar a sus emisarios no despierta ni un gesto
de indignación. ¿Por qué? Porque los
medios hegemónicos no lo alientan. En realidad, los ejecutivos PRO asumieron
la campaña como propia, aunque la ley
electoral lo prohíbe. Hasta Macri transgredió
la veda electoral llamando a votar por el Cambio poco después de emitir su
voto, además de deslizar un insidioso comentario sobre CFK. Ignorante, además,
porque estar a más de 500 kilómetros
es una justificación para abstenerse del comicio. Si pueden pisotear las
disposiciones legales es porque
representan al poder y tienen la protección mediática suficiente para que estas
tropelías se pasen por alto.
Pero nada de esto sería posible sin la desatención
de sus seguidores que buscan en los medios más la justificación de sus prejuicios que información veraz para
erradicarlos. Una de las críticas habituales hacia el gobierno de Cristina
apuntaba a los fondos destinados a los
más vulnerables: los planes
descansar, la “pibitas que se embarazan por la platita”, “los vagos que cobran
sin trabajar” conformaban la
síntesis de ese rechazo expresado por periodistas, caceroleros,
representantes y estrellas fugaces en los medios de comunicación. Una de las
más evidentes muestras de malversación de
la opinión es que ahora nadie –o muy
pocos- cuestionan eso, a pesar de que –a regañadientes- se mantienen. Al
contrario, la ahora candidata Elisa Carrió expresó en campaña que el des
gobierno de Macri ha incrementado la
ayuda social y fue ovacionada por el mismo público que antes protestaba por eso.
¿Contradicción o manipulación? ¿O los votantes amarillos son tan cínicos como los gerentes de La Rosada
SA?
¿Qué festejan los que festejan?
Algo falla en
muchos de los extasiados con el Cambio, al punto de celebrar con estrépito un triunfo más fingido que real. Un público
tan embelesado que aplaudía cada fábula
del Ingeniero: que las cosas están mejor, que hay que confiar, que vamos
juntos a la felicidad. Hasta se
emocionaron cuando afirmó que nunca había agraviado a nadie. Como si no se
hubieran enterado de los dicterios destinados a los abogados laboralistas, a los kirchneristas, a Milagro Sala, a
Cristina, a los mapuches, a los jueces y
fiscales desobedientes, a los trabajadores que resisten los especuladores
despidos. ¿Cómo creer que no agravia quien
construyó su personaje y conquistó su nefasto lugar en la historia a fuerza de
agravios y calumnias; el que acusó a Cristina de asesinar a Nisman; el que
se montó a la opereta contra Aníbal Fernández; el que sigue afirmando que
asumió en un país fundido? Para creer en
eso hay que estar muy colgado o
pensar que el país se divide entre chusma agraviable
y ciudadanos dignos. Para creer que Macri dice la verdad cuando de cada cinco palabras que pronuncia destila
veinte mentiras hay que ser tan hipócrita como él o no entender nada.
Tanto Macri
como sus funcionarios celebran una mejora en algunos de los números sin aclarar
que la comparación es con el año pasado
y no con 2015: presentan como un
éxito lo que apenas es un rebote después de la crisis artificial que
provocaron a poco de asumir. Además, llevan como bandera la lluvia de
inversiones pero ocultan que en 2016
hubo un 64 por ciento de caída respecto del año anterior. Ellos acusan a
los kirchneristas de soberbios cuando no
son capaces de reconocer el fracaso de sus ya experimentadas recetas y son
tan cínicos que brindan como si hubieran
dado vida a una momia. Los fans –por distracción o complicidad- saltan,
bailan y aplauden por un milagro inexistente. Y hasta lloran cuando Mauricio simula emoción al confesar cuánto le
duele tomar medidas que sabe dolorosas. Los que se quejaban porque Cristina
interrumpía la telenovela con sus discursos, pronto padecerán sobredosis de culebrones.
¿Qué festejan
los Amarillos y sus votantes? ¿La
pobreza creciente, la producción declinante, el mercado interno en agonía y el
endeudamiento amenazante; que se consume menos leche y que más gente vive
en la calle; que el diálogo se convirtió
en represión y la pluralidad de voces en monotonía discursiva; que cada día hay un pibe más preso y que la
sentencia mediática es el destino de los opositores? ¿Les parece a los votantes
del Cambio que es para celebrar la
cadena de disparates que inventaron para explicar la desaparición de Santiago
Maldonado? Por si no se enteraron, los mapuches no son guerrilleros con
vínculos internacionales ni quieren
fundar una república aparte; tampoco quieren alterar la democracia ni perjudicar
el turismo: son ciudadanos que
quieren recuperar sus tierras arrebatadas por terratenientes foráneos. Por
lo que parece, se olvidaron que en sus
tiempos de caceroleos se emocionaban con Félix Díaz, uno de los caciques quom
más funcionales al establishment y ahora
tan olvidado como una pantufla vieja.
¿Tan alienados están o son tan cínicos como Ellos? Si acuerdan con todo sin dudar, si creen que lo que ven en la pantalla es más real que
su entorno, si piensan que un entre
todos hará aparecer a Santiago Maldonado -desaparecido por Ellos- forman parte de una de esas dos opciones.
Si consideran que el triunfo del Cambio fue tan contundente como afirman los
titulares del lunes, están tan
extraviados que les costará encontrar rumbo o son cómplices de estos embusteros
que están hundiendo el país en el peor de los pantanos.
gracias Gustavo, sobran mis palabras, las tuyas siempre tan acertadas-comparto-abrazos
ResponderBorrar¡Excelente...! Como siempre...
ResponderBorrarGracias por los elogios y el acompañamiento. Aunque creo que las palabras son insuficientes para describir el horror presente y el que vendrá si estos vándalos continúan como si tal cosa. Abrazo a todos.
ResponderBorrarlas tuyas nos acompañana en el dolor cotidiano-gracias y abrazos
BorrarEl domingo a la noche, como opción saludable, ví un par de capítulos de una vieja serie inglesa (The Street, se la recomiendo) y en ese simple trámite preservé mi salud frente al show fraudulento y repulsivo que mostraba la TV. No hay en éso ni mérito ni clarividencia, sí hubo necesidad de bajar la dosis de asco.
ResponderBorrarNo sé hasta qué punto sirve pensar en democracia cuando lo evidente es que se hizo y se sigue haciendo moco, a una posibilidad, quizás la única de que - cuando reviente este grano de pus amarillo (y va a reventar, sólo que no se sabe cuándo) - se encamine a soluciones razonables, democráticas y con menores costos sociales del desastre en marcha y profundización.... no quieren ni les interesan las salidas democráticas y cómo presumen de "no ser chupete" será con muertos, tiros, líos y cosha golda... Santiago Maldonado no es un límite, es una síntesis de lo que "proponen" y, ojo, que la "oferta" no es para mapuches o coyas; con la indiada ya está todo claro, diáfano; pa'l negro también, qué se creen, que tienen coronita?, tienen un lindo lomo pa'l perdigón de goma. p no?, pero acá la poesía del mensaje es para que tome nota el blanquito de clase media o casi, de laburo ex bien pago y que se malacostumbró al plasma, al Gol o las vacaciones, que no jodan y que aprendan que está muy bien lo aspiracional.... pero que no se excedan, che, un cacho de vacío a la parrilla al mes y listo, la modestia es una virtud, no? - Pan y agua (ya son caros, no sean angurrientos, caramba!), ah, para entretenerse, la tele puterío, que es gratis, todavía. Cultura y demases lujos, bye!.
Dicen que "el crimen no paga" y puede que sea cierto, pero desde este lunes asistimos a la evidencia de que el fraude SÍ paga.... porque parece ser que se acepta sin mucho pataleo el "empate" bonaerense (ahí está ese maravilloso "opositor" del saludo precoz felicitando al tun tun....) y todas esas "lecturas" que se sorprenden por el increíble éxito amarillo, ganando ahí donde se sabía que podían ganar... digo yo, si manotearon los resultados para no perder (para que no se sepa que efectivamente perdieron ni por cuánto) ¿qué les hace suponer que las cifras del éxito no fueron maquilladas, retocadas, dibujadas, engordadas como cierta doña platinada?... es cierto, uno es mal pensado pero, cómo evitarlo, no?.