Más de 40 mil personas han sido
sancionadas por incumplir el aislamiento
dispuesto desde el 20 de marzo por la pandemia de coronavirus. Algunos por
algún descuido y muchos por
provocaciones inadmisibles, pues se graban incumpliendo y después comparten el producto de su travesura en las redes. Sólo falta
que después caceroleen para que los políticos se bajen los sueldos o digan ante
una elección que todos los candidatos son iguales para ser calificados como
idiotas convencidos. Idiota en el sentido griego, como sinónimo de egoísta, una persona que sólo piensa en sí misma, ya sea por pasear en bicicleta como un
turista o visitar al amante en el baúl
de un taxi. Encima, se ufanan de ser tan egoístas: toman como valor ser idiotas con énfasis.
Algunos asumen muy en serio el
desafío, como el teniente coronel retirado, Alberto Aquilino Ortega que propuso
“incitar a la población” para liberarse de un “régimen estatista, totalitario, comunista,
maoísta, subversivo e hijo de re mil…”. Aunque parezca mentira, todavía quedan tipos así, no sólo
golpistas sino convencidos de que el del
Alberto es un gobierno como el que describe. Alucinados, además de irreflexivos.
Impunes, además de poderosos, no por ellos mismos, sino por los que mueven sus hilos. Un granito para la montaña de
arena con que el establishment quiere
sepultar al oficialismo.
Muchos se preguntarán por qué, si
el gobierno del Frente de Todes no es estatista, totalitario, comunista,
maoísta, subversivo ni nada parecido. Al contrario, aunque el presidente se muestra enojado con ciertos sectores de la
economía concentrada, no ha transformado en medidas inmediatas ese enojo, como debería haber hecho con muchos que
se abusan de la insólita y dramática situación que estamos protagonizando. Lo
único que están debatiendo es un proyecto de ley para rasguñar un poquito las fortunas más voluminosas del país por única vez. Un aporte
excepcional de los que nos han robado
siempre. Y ni siquiera eso soportan los que se creen dueños de todo… Hasta
de nuestras vidas, porque ahora que ven
disminuidas sus abultadas recaudaciones, están clamando por un
levantamiento de la cuarentena, sin
medir el impacto sanitario que eso puede producir en la población.
El vocero de esa postura es, como no podría ser de otra manera, el ex Gerente de La Rosada SA –el placer
se renueva cuando lo llamamos ‘ex’-
Mauricio Macri, que se reunió virtualmente con algunos de sus infames seguidores para sugerir “una flexibilización de las restricciones”. Esa
palabra usó: flexibilización, a pesar de
lo que connota en su ideario. Claro, manifestó su mayor preocupación: las consecuencias económicas “que vienen teniendo”. Y finalmente, protestó
porque el canciller Felipe Solá se preguntó “qué hubiera pasado con Macri
frente a esta pandemia”. Entonces,
los PRO –caraduras como son- reclamaron
"no echar culpas con miradas sesgadas del pasado". Muy hipócritas, porque ellos se pasaron
cuatro años declamando el verso de la Pesada
Herencia y ahora exigen un indulto al peor gobierno de la historia desde
la vuelta a la democracia.
No sólo
Felipe Solá, sino millones de argentines imaginamos nuestra vida si siguiera
gobernando el Ingeniero; lo que sería nuestra salud si un miserable como
él tomara decisiones; un angurriento como él amparando a sus pares
multimillonarios por el precio de las cosas; un evasor, explotador y
fugador como él al mando de un país en emergencia sanitaria. Si él
hubiera continuado en la presidencia seríamos un anti ejemplo, como
Trump, Bolsonaro y muchos más que actuaron como hubiera actuado el Buen Mauricio.
Muy
cínicos, como siempre, piden “al Gobierno
Nacional que cesen las agresiones de parte de funcionarios o representantes
del frente oficialista contra nuestra coalición” porque “ponen en riesgo el espíritu de
colaboración al que estamos comprometidos". Un espíritu de
colaboración que acciona a sus marines
en las redes para provocar indignación y desánimo en los distraídos de
siempre. Ellos, que ganaron elecciones a fuerza de patrañas y difamaciones,
que insultaron al límite con el abuso de poder, que estigmatizaron y
demonizaron ante el mínimo chiflido, ahora se enojan por contrafácticos
certeros, como imaginar a Macri en la presidencia con este dificultoso
escenario. Tan sediciosos como ese milico, como los Braun y su carne
podrida, como Coto con su prepotencia mafiosa, como Rocca despidiendo a
1400 trabajadores, como los que nos cobran lo que quieren por lo que
necesitamos, como el idiota que se filmó paseando en bicicleta. Todos a
favor de una minoría que quiere volver a ser gobierno para dejarnos peor que
como estamos.
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