El abuso de los precios no se soluciona con consenso. Como dicen por ahí, las leyes están para volverse efectivas y los actores principales de la Economía están en rebeldía desde hace mucho. El diálogo es insuficiente ante tanta avaricia.
No es una revelación: maquillan con palabras bonitas la
depredación que ejecutan desde hace años para obtener el abultado botín que esconden en paraísos fiscales. Detrás del “diálogo plural acerca de los temas
estructurales” se oculta la
exigencia de un Estado cómplice que les facilite la multiplicación de sus
fortunas a costa de empobrecimiento de
la mayoría. Ante estos nefastos personajes, Alberto no abandonó su tono
conciliador y pedagógico para invitarlos a "abandonar
los insultos y las quejas altisonantes" para dejar de ser una sociedad “con bandos en pugna”. En otras
palabras, el mandatario les pidió que
dejen de ser como son.
En la explicación está la
solución: "Argentina necesita
empresarios que sean los primeros trabajadores. Sin lobbyes y con creatividad. Sin especulación y con producción. Sin
codicia y con solidaridad”. En cierta manera, les señaló la puerta de salida. Pero no nos entusiasmemos: Alberto
ladra pero no muerde y los grandes empresarios saben que tienen el poder suficiente para frenar cualquier
tarascón. Por eso no se alteraron cuando el presidente –en referencia al
descontrol de los precios- advirtió “seremos
inflexibles con la especulación”. Si en estos casi dos años de pandemia se
han mostrado tan flexibles como
invertebrados practicantes de yoga, ¿cómo esperar que empiecen a actuar con
dureza?
En su nuevo rol de secretario de
Comercio, Roberto Feletti se muestra dispuesto a solucionar la destituyente locura de los precios.
Quizá por indicación de Alberto, busca un acuerdo para congelar el precio de 1247 productos por noventa
días, después de retrotraerlos al 1 de octubre. En una entrevista radial,
el funcionario señaló que espera “cerrar
este acuerdo y ponerlo operativo el lunes” y advirtió que de no alcanzar ese objetivo “aplicaremos las leyes”, en referencia a la ley de
Abastecimiento de 1974. ¿Cómo es esto? ¿Lograr
un acuerdo para no aplicar una ley? ¿Desde cuándo ejecutar una ley es una
amenaza? ¿Hay que suplicarles un poco de cordura? Esto es como agitar la
bandera blanca para que dejen de considerar
el país como un coto de caza.
Demasiada
consideración para quienes no la merecen. Ni siquiera en pandemia los
formadores de precio contuvieron su angurria y ahora les piden solidaridad. Las leyes están para protegernos de los
poderosos y hay que aplicarlas ya para que no nos pasen por encima.
Desconcentrar la producción de alimentos y controlar la tasa de ganancia de
cada actor de la cadena de comercialización deben ser las acciones prioritarias para humanizar el consumo.
Fomentar la competencia en serio, no con marcas de la misma empresa ni con intentos cooperativos más simbólicos que
efectivos. Disminuir la macrocefalia
productiva de Buenos Aires y promover en cada provincia la industrialización de sus consumos
para que las economías regionales tan prometidas no se reduzcan a los
alfajores. Ya que los desigualadores tanto insisten con la flexibilización
laboral, habría que contraponerles una
flexibilización empresarial para dejar fuera de juego a los que están empeñados
en dificultarnos la vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario