A pocos días de las elecciones, la oposición se agranda y ya festeja. Les calzó tan bien el disfraz de salvadores que algunos olvidan que son culpables de gran parte de nuestros padecimientos.
Como era predecible, actores extra políticos invaden la campaña
para inclinar un poco más el resultado electoral. La libertad condicional de
dos ex funcionarios de Cristina y un caso de inseguridad forjan el más cómodo anillo para el dedo anti
democrático del Poder Real. La indignación selectiva y la ametralladora de
patrañas que inspiran estos temas refuerzan
la insustancial batería de no-propuestas de los candidatos juntistas. Del
otro lado, el oficialismo intenta aprovechar la inefable confesión de Macri
sobre el destino de la deuda sin las
potentes armas mediáticas ni la despiadada insistencia de los destructores.
Mientras tanto, un porcentaje importante de la población deja conducir con
docilidad su entendimiento sin sospechar
que meterán la pata de la peor manera.
Una semana antes de las
elecciones generales, el TOF 1 concedió la libertad condicional a José López,
aunque en realidad podrían habérsela
otorgado mucho antes. Un hueso oportuno para que las propaladoras de
estiércol y las marionetas odiadoras de los medios incluyan el tema en plena campaña y jueguen con la idea de la impunidad
K. Claro, se indignan a rabiar con los nueve
palos verdes de López pero dan miles de volteretas para minimizar los 44 mil millones de dólares
fugados –confusión mediante- por el “Mejor
Equipo de los Últimos 40 años”. ¿Cuántos
bolsos hay que revolear para fugar los millones M?
Los prejuicios de una parte de la
población se activan, más aún cuando todos los candidatos juntistas gritan ante
las cámaras amigables que éste es un
gobierno de “chorros y delincuentes”, cuando las pruebas y las propias
confesiones de los ex funcionarios muestran todo lo contrario. Las caprichosas interpretaciones importan
más que los contundentes hechos. El homicidio del kiosquero de Ramos Mejía
muestra bastante eso. Todo es culpa de la “liberación
de presos” ordenada por Alberto –cosa
que nunca ocurrió- y hay que “bajar
la edad de imputabilidad. No importa
si el asesino tiene 30 años y fue liberado por la Justicia Porteña después de
cumplir su condena. Y encima, María Eugenia Vidal atribuyó a una menor el
homicidio y hasta, en una mueca de humanidad, reconoció que no debería ir a una
cárcel de mujeres. ¿De qué hablan estos
candidatos, si ni saben lo que están diciendo? Menos aún los cautivos votantes
de estos mentirosos seriales.
Ni falta les hace prometer nada
de tanto que han dañado el escenario
político. Blindaje mediante, pueden burlarse de la operación de CFK,
mostrar la ignorancia más extrema o amenazar
con eliminar la indemnización por despido. Hasta proponen condicionar al
Ejecutivo o llevarse puesto al presidente si
el establishment así lo exige. Con recitar Basta canalizan los deseos difusos de una parte del electorado; con
un edulcorado “juntos” especifican la
estrategia para el país que nunca definen, aunque
con la Revolución de la Alegría ya mostraron demasiado.
Después de las PASO, los peleles
televisivos inventaron lo del “Plan
Platita”, que nunca ocurrió. Gracias a esa patraña, la jueza electoral
María Servini suspendió dos proyectos de
distribución para consumo cultural. Después vienen con el verso de la independencia de los poderes, como si los jueces no se metieran en
ninguna decisión de los políticos. Los que presionaron hasta la obscenidad
a jueces y fiscales cuando fueron gobierno y también ahora, no cesan de recitar esas pamplinas.
Y ahora no sólo padecemos el indignómetro: también inventaron el obligómetro. Cuando uno intenta destacar el buen
manejo del oficialismo en pandemia con las restricciones y el exitoso plan de
vacunación, retrucan con un escueto “es obligación del Estado cuidar la salud de
la población”. Algo que no
dijeron cuando Macri bajó el presupuesto
en salud, degradó el ministerio a secretaría, dejó vencer vacunas o suspendió
los remedios gratuitos para los jubilados. Ni media objeción cuando la ex
gobernadora Vidal aseguró no inaugurar ningún
hospital más en la provincia, aunque les faltase muy poco.
Como decía un mensaje en las
redes, “el FDT no asegura el paraíso,
pero los Juntistas –y sus fotocopias- nos
garantizan el infierno”. Los amarillos acusan a los kirchneristas de
delincuentes y ladrones, pero los
evasores, contrabandistas, especuladores y fugadores están entre sus filas.
Lástima que muchos no se den cuenta de semejante evidencia. El domingo está ahí
nomás y los milagros son cosa del pasado. Lindo sería que las urnas nos sorprendan y deban guardar el triunfalismo burlón que
ostentaron estos meses en el lugar más recóndito de sus oscuros espíritus.
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