Los contrastes que no se tienen en cuenta. La parafernalia mediática debilita la Democracia. El Gobierno no resalta sus logros. Los votantes distraídos coronarán a los peores.
Una pausa prolongada en estos
apuntes confirma su característica: son discontinuos. Pero no es por eso que no
he escrito nada en todo este tiempo. Un
descanso necesario ante la evidencia de una injusticia. En Argentina hay
muchas y es necesario reforzar el camino para desterrarlas. De eso han dado cuenta muchos apuntes desde el
nacimiento de este espacio en abril de 2011. La injusticia que será el eje de
éste es la electoral. Que sea la
no-propuesta de los desigualadores la que ponga en jaque este camino que está
comenzando provoca desazón. Y también desánimo, impotencia, incomprensión y
mucho miedo porque si los juntistas
logran repetir o mejorar el resultado de las PASO tendrán el poder para entorpecer todo lo bueno que proponga el
Gobierno Nacional. Y eso, sin dudas, aumentará
las injusticias.
Esto no es un vaticinio ni un
pronóstico infundado: es una evidencia.
No hace mucho estuvieron al frente del país y el resultado fue desastroso, no
por herencia o errores, sino por
voluntaria malicia de producir daño. Una caída del poder adquisitivo del 20 por ciento en gran parte de la población,
crecimiento del desempleo, aumento de la
pobreza, inflación potenciada, fuga de capitales y el consecuente endeudamiento
externo histórico. Y lejos de arrepentirse o de elaborar tenues
autocríticas, reivindican La Revolución
de la Alegría como si fueran los mejores años de nuestra historia. Encima,
hablan de la República como si Ellos no
la hubieran atropellado desde el principio; denuncian inexistentes ataques
a la libertad de expresión cuando en aquellos años despidieron periodistas de los medios públicos y presionaron hasta la
extinción a los medios privados que osaban esbozar una crítica; declaman
que no hay inversiones cuando lo único
que fomentaron fue la especulación. Y por si esto fuera poco, lo que
recitan los candidatos en los spots de campaña y en las amables entrevistas son
generalidades, promesas que no están en
su ADN y falacias hartamente desmentidas. El coro mediático y los cómplices
judiciales decoran el engendro para que
resulte apetecible para los desprevenidos.
Mientras tanto, el oficialismo susurra con timidez los logros
alcanzados en estos meses de pandemia. La OMS considera que Argentina está
entre los países que mejor enfrentó la
crisis mundial del coronavirus y que más población ha vacunado. Sin
embargo, los amarillos culpan al Gobierno por las más de 100 mil muertes como si no hubieran orquestado marchas anti
restricciones, anti barbijos, anti vacunas. Todavía recitan la pavada de “la cuarentena más larga del mundo” para
que los pavos los voten. Y
profundizan la estupidez con consignas a
favor de la libertad que jamás fue vulnerada.
En temas económicos, también
tienen que mentir para llamar la
atención de los desatentos. Sin pudor, denuncian que estamos peor que
nunca, que nadie confía en los gobiernos populistas, que estamos aislados del
mundo. Lejos de eso, los números
muestran otra realidad. Mientras países como Francia, España, Italia,
Inglaterra recuperan este año la mitad del
crecimiento que perdieron en 2020, nuestro país recuperará casi todo el PBI perdido a fines de este año. La
inversión de este año subió un 20 por
ciento respecto al año pasado, un 16,3 sobre 2019 y un 8,4 por encima de la de
2018. En síntesis, hay más inversión que en los años anteriores pero la sensación que construye la parafernalia
mediática señala todo lo contrario.
Con las exportaciones ocurre algo
similar. A esta altura del año superan
los números de 2013 y el saldo comercial acumula más de 12 mil millones de
dólares, algo muy lejano al aislamiento del mundo que tanto cacarean los impresentables opositores. También la actividad
industrial está un 11 por ciento sobre
la del 2020, más del 10 encima de la de 2019 y supera en un 8,8 por ciento la
de 2018. Claro que estos números tardan en mejorar nuestra vida, pero no serán los juntistas los que acelerarán
la redistribución.
La gran injusticia es que los
cambiemitas estén en condiciones de
triunfar en esta contienda después de demostrar que son los peores. Según
el Banco Mundial, durante la gerencia de Macri el PBI per cápita cayó un 11 por ciento, la deuda pública
trepó al 92 por ciento, la inflación
se duplicó hasta el 52 por ciento,
el desempleo escaló del 6,5 al 10,5 por
ciento y el salario en dólares pasó
de 580 a 275. A pesar de que nos hicieron
pelota, siguen en carrera y
conquistan adeptos con patrañas, denuncias infundadas y expresiones de odio.
Y en el tema que más apasiona a los
despolitizados –la tan mencionada corrupción- también se llevan los laureles.
El próximo domingo se puede
concretar la paradoja de que ganen los
peores. Si esto ocurre, las posibilidades de mejorar nuestra vida, domesticar a los poderosos, adecentar la
comunicación pública, corregir el desordenado Poder Judicial estarán más lejos.
La corrección política aconseja no cuestionar la decisión de los ciudadanos
pero, en un caso como éste, no cabe la
elegancia. Cuando el verdugo es
votado por sus víctimas, la corrección política va camino al retrete. Si
los resultados se repiten no será la derrota de una opción política sino la confirmación de que no hemos
aprendido nada.
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