El oficialismo recuperó algo pero no lo suficiente. La oposición no logró la extinción del peronismo. Votantes cómplices de la destrucción de sus propias vidas.
Los triunfadores se enojan porque los
perdedores festejan y en eso
demuestran cómo les molesta la felicidad ajena. Los amarillos querían aniquilar
al gobierno; saboreaban la destrucción
del peronismo con anticipación; deseaban cumplir el anhelo de la oligarquía
que lo ha intentado tantas veces con bombardeos,
proscripciones y desapariciones. Con persecución judicial, demonización
mediática y presiones con el blue, apenas
lograron un empate. Los que se quejan de la Grieta lograron pintar de amarillo una franja del país y como en un TEG
gigante las fichas azules resisten en los extremos. En estas condiciones, ¿cómo no ver como victoria una derrota
atenuada?
Lejos
quedó la tensa espera de los resultados del domingo. Los números cantaron pero nadie bailó. Unos esperaban un éxito
arrollador; otros rogaban por un milagro. No
ocurrió lo uno ni lo otro. Unos planeaban recuperar el control del país cuanto antes, copar el Congreso y
hasta desplazar al Ejecutivo. Otros diseñaban formas de aguantar los golpes que ya estaban anunciando. Unos terminaron el
domingo enfurruñados y otros, sonrientes. Pero
las calles estuvieron vacías.
Algunos
gobernadores lograron recuperar los votos que perdieron en las PASO, sobre todo
los que no dudan en identificarse con el
FDT. Los que no son ni chicha ni
limonada, como Perotti, Bordet y Schiaretti, recibieron el vacío. Claro, los anti no quieren fotocopias, sino los
originales. Una lección ineludible de cara al 2023. Y el oficialismo podría
haber logrado un poco más si hubiera puesto en marcha el “Plan Platita” denunciado
por los peleles mediáticos y la oposición malintencionada. Si la crítica
rabiosa ya había instalado la patraña, ¿por
qué no hacerla realidad para aliviar el bolsillo de los que menos tienen?
Ésta es otra lección: actuar sin
amilanarse por la reacción, si ya sabemos que van a cuestionar todo; mientras más se enojen, mejor. Si el
acuerdo con el FMI incluye el listado de
los que fugaron para que paguen la deuda, quedará en evidencia que los
juntistas –antes cambiemitas pero siempre buitres- quieren que la pague el pueblo, que no recibió un centavo de esos 47
mil millones de dólares.
Bueno,
lo de la evidencia es relativo: hay un 40 por ciento del electorado indiferente a las evidencias, inmune a los
argumentos, empecinado en sus prejuicios y cómodo con la colonización. Casi
la mitad que cree que la identificación
con lo que no son ya los convierte en élite. Votantes despolitizados
convencidos de que la bronca es el
camino. Individuos adoctrinados con las bondades de la meritocracia que votan a farsantes sin méritos. Ingenuos
a voluntad que concluyen que los
salvadores son los que siempre nos hundieron y quieren profundizar su tarea.
Mucho
se ha dicho en estas horas sobre el 14/11 y mucho se dirá. Si fue derrota, empate o victoria está en manos del FDT. Lo que
haga el Gobierno desde ahora será determinante para garantizar la continuidad
en 2023. El diálogo que propone no debe
ser para congraciarse con los poderosos, sino para exigirles que devuelvan lo
que nos han esquilmado durante tanto tiempo.
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