Al autor de estos apuntes le queda energía para un nuevo texto. La carta de Macri lo inspira. Pero el problema no es el ex mandatario y su impudicia, sino los que con sus votos brindan la continuidad de un licuado antipolítico que sólo puede provocar indigestión al futuro del país.
Quizá éste sea el último apunte
del año, aunque no podría asegurar nada porque, como los lectores ya saben, la discontinuidad es la constante. Por
ese motivo, no es el propósito hacer un balance para evaluar si la copa está
medio llena o medio vacía. Demasiadas
copas pasaron en estos días para usar el disfraz de equilibrado. De
cualquier modo, siempre es oportuno compartir algunas ideas, aunque no sean las
más originales. El punto de partida será la carta que el Infame Ingeniero
publicó esta semana para posicionarse de cara al 2023. Hay que tener cara para algo así. Caradura, por supuesto. En esta
epístola no sólo se muestra a sí mismo –cínico, mentiroso, manipulador- sino
también exhibe sin pudor cómo son sus
seguidores.
Envalentonado por el inmerecido triunfo del amasijo político
que lidera en las elecciones de medio término, tiene el tupé de criticar al actual gobierno, que no es perfecto
pero tampoco tan desastroso. En pos del diálogo y el consenso, el ex
empresidente arranca su misiva con "termina
un año que en realidad son casi dos, porque se unen de manera inseparable las mentiras y las innumerables decisiones
equivocadas tomadas por el Gobierno en 2020 y 2021”. Por supuesto, no
se refiere a la marcha atrás con la
expropiación de Vicentín ni a la exigua ayuda económica brindada a los más
vulnerados. Sin siquiera ojear un diario, este embustero incluye en el Debe
“el manejo insensato de la pandemia”, a
pesar de que la OMS –que sabe mucho más que él- ha ubicado a Argentina entre los países que mejor han sobrellevado la
emergencia. Si hubo más de 110 mil muertes fue en gran medida por la feroz campaña anticuarentena,
antibarbijos, antivacuna encarada por Macri y sus secuaces políticos y
mediáticos. De algo se tienen que hacer cargo de una buena vez. Pero, si
hay distraídos que aún los toman en serio, poco y nada puede hacerse.
Otro insensato punto de su
panfleto posee un tono poético que induce a pensar que no fue escrito por él, un ingeniero que prometió puertos en
Santiago del Estero. “El falso
heroísmo de la vacuna rusa, traída entre lágrimas por Aerolíneas Argentinas”, refunfuña
desde un rincón. Si él hubiera
protagonizado un hecho así –el primer
cargamento de vacunas para enfrentar al Covid- habría organizado un Lollapalooza en el aeropuerto. No
conmoverse en ese momento es síntoma de
granito en el pecho. Pero qué se puede esperar de un Gran Equipo que redujo el presupuesto en salud, convirtió
el ministerio en secretaría y hasta dejó vencer vacunas que no habían sido
distribuidas. Millones, no cien. Y después habla del Vacunatorio Vip, una torpeza que la Justicia ni tomó en
cuenta.
Inconsistente como todos los
juntistas, el Buen Mauricio acusa al
Gobierno Nacional de haber destruido la Economía, sin pispiar los números que afirman lo contrario. Además, como
dirían todos los abuelos del mundo, “el
muerto se asusta del degollado”, porque él y su pandilla de filibusteros redujeron el 50 por ciento del
ingreso de los trabajadores, un 20 el de los jubilados, duplicaron la
inflación, auspiciaron la especulación financiera y la fuga de divisas y
redujeron a recuerdo miles y miles de Pymes. Eso es destruir la economía.
A pesar de eso, el impune Macri
afirma que “termina uno de los períodos
más tristes de la historia argentina”, sin tener en cuenta que la pandemia afecta a todo el mundo y que
hubo momentos más tristes en nuestra historia. Hay que ser un odiador
serial para escribir algo así. Y también para adherir a esta idea. La deuda que este tipo tomó para nada es la
más abultada de la historia, no sólo de nuestro país sino de todo el planeta.
Este destructor nos endeudó con privados y el FMI por 100 mil millones de
dólares para engrosar las arcas de un
puñado de amigotes y tiene la osadía de hablar de la destrucción de la economía.
Tan protegido está –por los medios y por algunos jueces- que pretende dar
cátedra y presentarse como la salvación
que no fue. Anomalías de un país que no termina de nacer: el burro habla de orejas y las focas
aplauden.
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