domingo, 26 de diciembre de 2021

Los rebuznos del orejudo

 

Al autor de estos apuntes le queda energía para un nuevo texto. La carta de Macri lo inspira. Pero el problema no es el ex mandatario y su impudicia, sino los que con sus votos brindan la continuidad de un licuado antipolítico que sólo puede provocar indigestión al futuro del país.

 

Quizá éste sea el último apunte del año, aunque no podría asegurar nada porque, como los lectores ya saben, la discontinuidad es la constante. Por ese motivo, no es el propósito hacer un balance para evaluar si la copa está medio llena o medio vacía. Demasiadas copas pasaron en estos días para usar el disfraz de equilibrado. De cualquier modo, siempre es oportuno compartir algunas ideas, aunque no sean las más originales. El punto de partida será la carta que el Infame Ingeniero publicó esta semana para posicionarse de cara al 2023. Hay que tener cara para algo así. Caradura, por supuesto. En esta epístola no sólo se muestra a sí mismo –cínico, mentiroso, manipulador- sino también exhibe sin pudor cómo son sus seguidores.

Envalentonado por el inmerecido triunfo del amasijo político que lidera en las elecciones de medio término, tiene el tupé de criticar al actual gobierno, que no es perfecto pero tampoco tan desastroso. En pos del diálogo y el consenso, el ex empresidente arranca su misiva con "termina un año que en realidad son casi dos, porque se unen de manera inseparable las mentiras y las innumerables decisiones equivocadas tomadas por el Gobierno en 2020 y 2021”. Por supuesto, no se refiere a la marcha atrás con la expropiación de Vicentín ni a la exigua ayuda económica brindada a los más vulnerados. Sin siquiera ojear un diario, este embustero incluye en el Debe “el manejo insensato de la pandemia”, a pesar de que la OMS –que sabe mucho más que él- ha ubicado a Argentina entre los países que mejor han sobrellevado la emergencia. Si hubo más de 110 mil muertes fue en gran medida por la feroz campaña anticuarentena, antibarbijos, antivacuna encarada por Macri y sus secuaces políticos y mediáticos. De algo se tienen que hacer cargo de una buena vez. Pero, si hay distraídos que aún los toman en serio, poco y nada puede hacerse.

Otro insensato punto de su panfleto posee un tono poético que induce a pensar que no fue escrito por él, un ingeniero que prometió puertos en Santiago del Estero. “El falso heroísmo de la vacuna rusa, traída entre lágrimas por Aerolíneas Argentinas”, refunfuña desde un rincón. Si él hubiera protagonizado un hecho así –el primer cargamento de vacunas para enfrentar al Covid- habría organizado un Lollapalooza en el aeropuerto. No conmoverse en ese momento es síntoma de granito en el pecho. Pero qué se puede esperar de un Gran Equipo que redujo el presupuesto en salud, convirtió el ministerio en secretaría y hasta dejó vencer vacunas que no habían sido distribuidas. Millones, no cien. Y después habla del Vacunatorio Vip, una torpeza que la Justicia ni tomó en cuenta.

Inconsistente como todos los juntistas, el Buen Mauricio acusa al Gobierno Nacional de haber destruido la Economía, sin pispiar los números que afirman lo contrario. Además, como dirían todos los abuelos del mundo, “el muerto se asusta del degollado”, porque él y su pandilla de filibusteros redujeron el 50 por ciento del ingreso de los trabajadores, un 20 el de los jubilados, duplicaron la inflación, auspiciaron la especulación financiera y la fuga de divisas y redujeron a recuerdo miles y miles de Pymes. Eso es destruir la economía.

A pesar de eso, el impune Macri afirma que “termina uno de los períodos más tristes de la historia argentina”, sin tener en cuenta que la pandemia afecta a todo el mundo y que hubo momentos más tristes en nuestra historia. Hay que ser un odiador serial para escribir algo así. Y también para adherir a esta idea. La deuda que este tipo tomó para nada es la más abultada de la historia, no sólo de nuestro país sino de todo el planeta. Este destructor nos endeudó con privados y el FMI por 100 mil millones de dólares para engrosar las arcas de un puñado de amigotes y tiene la osadía de hablar de la destrucción de la economía. Tan protegido está –por los medios y por algunos jueces- que pretende dar cátedra y presentarse como la salvación que no fue. Anomalías de un país que no termina de nacer: el burro habla de orejas y las focas aplauden.

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