viernes, 11 de julio de 2014

Una final en todo terreno



El autor de estos apuntes está convencido de que fueron sus cábalas las que resultaron efectivas para el heroico triunfo del miércoles. Hay como 40 millones que afirman algo similar pero, sin dudas, están equivocados. De cualquier modo, el lugar que alcanzó la Selección alimenta ya la pesadilla de los agoreros. Mientras la prensa carroñera pergeña la manera de arrojar estiércol, seguiremos festejando por un tiempo tamaña gloria. Porque ahora sí tiene sentido celebrar una victoria en el Mundial, no como en aquellos tiempos en que el fútbol servía como estrategia de distracción, cuando sólo nos ofrecían el circo pero restringían los panes. Si en estos días todos anduvimos tarareando –hasta en soledad- la famosa canción “Brasil, decime que se siente…” no es sólo por bromear con nuestros vecinos, sino como festejo por los escalones que estamos trepando. Los colores de la camiseta no son los de un club, sino los de un país que se está levantando de sus ruinas.
Ahora habrá que pensar las cábalas para el domingo y de paso, destinar algunas para nuestro partido con los buitres. Porque esos sí que son más peligrosos que la selección alemana y sus goles producen más angustias. Encima, tienen un grupo de tareas –ATFA- para golpear contra nuestro país. Como si fueran marines intelectuales –es un decir- llegaron dos de sus integrantes, publicaron una solicitada mal traducida en diarios afines y se reunieron con periodistas adoradores de los que se oponen al gobierno, aunque sean lobistas extranjeros que quieren succionar la riqueza argentina. Clarín, La Nación y El Cronista fueron los diarios que dieron cabida a la mentirosa solicitada de estos sicarios económicos. Algún inocente pensará que es por el dinero que representa una publicación de esas características. No, lo importante es sumarse a la campaña para presionar al Gobierno Nacional y llevar al fracaso este proyecto de recuperación en curso. Ahora no quedan dudas de que esos medios son enemigos de los intereses de todos.
Robert Shapiro y Nancy Soderberg son los operadores rentados por Paul Singer, uno de los litigantes y llegaron a nuestro país para ordenar a las filas locales. La consultora Gunner & Asociados organizó un almuerzo de prensa en un paquete hotel capitalino y ofreció a los pichones criollos manjares deslumbrantes, como faisán, caviar ruso, guarniciones con nombres ostentosos y champaña Don Perignon, la favorita de James Bond. El objetivo de los manipuladores foráneos fue bajar líneas argumentales para que sean reproducidos por los manipuladores vernáculos. Los periodistas de Clarín, La Nación, El Cronista, Infobae asistieron gustosos al festín y se codearon con los representantes de los que quieren poner de rodillas a nuestro país. Como debe ser, en las puertas del Palacio Duhau Park Hyatt se reunieron militantes de organizaciones sociales y políticas con carteles donde podía leerse “Patria o buitres” y “Fuera buitres de Argentina”. Algo auspicioso: ningún político de la oposición asistió al encuentro –dentro o fuera del hotel- ni presentó proyecto para declarar ilustres a los oscuros visitantes. Algo alarmante: tampoco se pronunciaron ante esta invasión ideológica. En realidad, están preocupados por mordisquear las pantorrillas de Boudou y eso no los deja pensar en otra cosa.
El partido que se viene
El problema no es que vengan, sino lo que quieren. Desde hace un tiempo, están presionando desde medios de comunicación internacionales para que Argentina se someta a la angurria de los especuladores que compraron bonos en 2008, tres años después de que el gobierno de Néstor Kirchner haya llegado a un acuerdo con los tenedores de deuda. Para que quede claro, los fondos buitre no nos prestaron nada sino que adquirieron deuda en default por 48 millones de dólares y ahora reclaman casi 1500. En 2010, cuando CFK y el Congreso reabrieron el canje, se sumaron más bonistas de buena fe, pero ellos no. En ningún momento aceptaron las condiciones de negociación y a pesar de eso cacarean a los cuatro vientos que el gobierno argentino no quiere negociar. Ellos no buscan negociar, sino presionar para que nuestro país se someta a sus pulsiones avarientas.
Para acomodar mejor las piezas, hay que sacar del tablero el tan amable término ‘negociar’ y sus derivadas. Nuestro país ya negoció en 2005 con los bonistas en default y de allí surgió una ley aprobada por el Congreso. La posición argentina está condicionada al cumplimiento de esa ley y a evitar que la reestructuración de la deuda se desmorone y desmadre la economía local. No existe mucho margen para negociar sin traicionar a los que se sumaron de buena fe al canje. Los buitres tienen como única ley su destructiva avidez y su legitimidad está basada en la prepotencia. Negociar, para ellos, es ordenar lo que debemos hacer, por más que de eso resulte un descalabro financiero. Por eso la palabra ‘negociar’ incomoda el análisis.
Como no tienen derecho ni razón, sus descabelladas demandas no deben tener cabida. Sólo son una minoría que, con sus exigencias angurrientas, afectarán, sin dudas, a la mayoría. Sus gritos desencajados no deberían tener eco y menos en nuestro país. Quienes brinden espacio a sus insostenibles y caprichosos argumentos sin cuestionarlos, deberían ser considerados traidores, porque están amplificando la voz del enemigo.
Por más que sea un juez el que nos quiera condenar a la ruina, tenemos que resistir esta arbitrariedad que pisotea nuestra soberanía. Y si ellos especulan, nosotros tendremos que seguir su ejemplo. Evaluar, por ejemplo, qué sería más perjudicial, si obedecer las órdenes imperiales o ignorarlas en beneficio de nuestra dignidad. Y subsistencia, porque ya sabemos lo que nos pasa cuando caen semejantes garras sobre nuestra vida. Nada puede ser peor que lo que nos ha ocurrido en los tiempos del sometimiento a los carroñeros. Además, esta causa no sólo es nuestra. Muchas naciones soberanas han manifestado su apoyo y considerado un despropósito el fallo de Griesa.
Para reafirmar este camino, debemos patear el tablero porque el juego está amañado. El nuevo siglo nos exige seguir arruinando las vacaciones de este magistrado en retirada para desterrar a estas voraces fieras. En el mundo que se viene las reglas del juego deben surgir del Poder Político y no del Económico, porque son las mayorías las que deben beneficiarse. La desigualdad es el resultado de la avaricia de unos pocos. Entonces, para alcanzar la equidad, de una vez por todas deben empezar a perder. Y éste es el momento.
Si nos ponemos firmes, ganamos por goleada. Ya lo estamos demostrando con la campaña de la Selección en el Mundial. Los muchachos parecen gigantes cuando hay 40 millones detrás, coreando el Himno y agitando las banderas. Si esa demostración de fortaleza traspasa las fronteras de este apasionante deporte, no habrá buitre que se anime a darnos un picotazo ni juez que se atreva a golpear su martillo para dictaminar nuestra extinción.

miércoles, 9 de julio de 2014

El pajarraco que picotea nuestra mente

Nunca van a encontrar sus propios límites. Ya no. Los periodistas del grupo Clarín no tienen escrúpulos a la hora de engañar a su público, de alimentar el odio, de incrementar los prejuicios. Y tampoco les importa triturar el prestigio que han conseguido en esta profesión. Ni pisotear la tan mentada libertad de expresión, la que ellos mancillan con cada una de sus invenciones con formato periodístico. Pero lo más grave del caso no es lo que publican, sino la incidencia que tiene en la agenda informativa. Aunque muchas veces se ha demostrado la falsedad de sus titulares, la ausencia de fuentes, lo errado de sus lucubraciones, todavía quedan periodistas no ligados directamente al Grupo que basan sus opiniones en esas fantasías destituyentes.
¿Cuántos habrán mordido el anzuelo de las investigaciones del Gobierno Nacional a los tuiteros que apoyan a Campagnoli? ¿Qué pensarán hoy esos periodistas del interior que elaboraron ardientes editoriales en defensa de las libertades republicanas? ¿Cómo pueden seguir confiando tan religiosamente en un medio informativo que ha mentido tantas veces? Porque no estamos hablando de la versión de un hecho o el sentido al que apunta una opinión, sino de una obscena farsa. Un cuento que reconstruye el hecho con tanta saña, que lo convierte en un amasijo falsario, como casi siempre. Los tuiteros no manifestaban su apoyo al fiscal Campagnoli, sino que difundieron datos personales y amenazaron de muerte a su reemplazante, Cristina Caamaño y su familia. Hay una diferencia enorme entre una opinión y una amenaza y más aún cuando no proviene de inocentes y manipulados anónimos, sino de colaboradores del sospechado funcionario.
Tan poco anónimos son los usuarios de esa red social, que su abogada, Daniela Portino González, es la esposa de Ignacio Irigaray, ex colaborador y actual defensor de Campagnoli. Hay una trama tan siniestra en este caso, una relación tan enredada en los personajes, que hasta sugiere tintes mafiosos. Tanta trascendencia parece tener Campagnoli para los opositores, que nos olvidamos que apenas es un fiscal distrital y no un funcionario de incidencia nacional. “Todos somos Campagnoli”, rezaba el lema que exhibían algunos individuos que manifestaban a su favor. Y en la cola de un súper de Rosario puede verse a algún comprador indignado por la injusta persecución que Cristina y sus secuaces están emprendiendo contra él.
Una aclaración que parece necesaria: este Apunte no tiene como objetivo hacer una apología de Lázaro Báez. Más aún: ningún kirchnerista lamentará si este empresario debe dar con sus huesos en la cárcel. Tampoco Elaskar o Fariña son sustanciales para la reconstrucción de nuestro país. La mayoría de los ciudadanos está empeñada en defender este proyecto para hacer realidad el Sueño Histórico de un País, esa patria en la que todos sus habitantes gocen de derechos, dignidad, bienestar, una nación con equidad y justicia. Una república sin privilegiados, explotados ni excluidos. Un territorio en el que no tengan espacio los entregadores de la soberanía ni los que se enriquecen a costa de nuestro esfuerzo, sean representantes, funcionarios o empresarios. Y los que conspiran, confabulan, sabotean deben ser apartados de este camino sin miramientos, porque son obstáculos en nuestra marcha.
Un final con intenciones emotivas
En el Día de la Independencia, siempre hay lugar para nuevas reflexiones. La primera, la más obvia: la independencia no se reduce a una exaltada declamación, sino que es una construcción permanente. Cada uno de nuestros actos cotidianos, pensamientos, opiniones, elecciones debe apuntar a eso. De lo contrario, nos quedaremos a mitad de camino. Esto no significa que todos debamos pensar lo mismo, pero cuando el objetivo es tan elevado, las diferencias son mínimas.
Este ejercicio nos permitirá distinguir a los personajes que operan para vulnerar la voluntad popular y retornar a aquellos tiempos en que padecíamos en serio una realidad insoportable. Quien tenga más de 30 años comprenderá de lo que estamos hablando. Y los que tengan menos, se empaparán de esa Conciencia Colectiva. Porque lo que estamos viviendo no es la pesadilla que muchos intentan mostrar por todos sus medios. Nada supera el horror de la dictadura, ni el acoso financiero de los primeros años de la democracia, ni la vergonzosa entrega del neoliberalismo noventoso, ni el calamitoso fracaso de la Alianza. Sin dudas, éstos han sido los mejores diez años de nuestra historia reciente. Y si no estamos mejor, es responsabilidad absoluta de los angurrientos que impiden una mayor distribución del ingreso y sus aliados mediáticos y políticos, que, por torpeza, cobardía o connivencia avalan ese retrógrado accionar.
Por si alguno aún no se ha enterado, los exponentes del establishment no están preocupados por nuestro bienestar. Les interesa medio pepino lo que nos pase, mientras ellos puedan llenar sus arcas con pala mecánica. Y, a pesar de que en todo este tiempo se han enriquecido como nunca, intentan destronar al kirchnerismo por mera pulsión destructiva. Porque, como buenos patricios, creen ser dueños del país y, por pertenencia de clase, sus auténticos gobernantes.
Los medios hegemónicos son los voceros indiscutibles de ese sector que tanto daño nos ha hecho, aunque se disfracen de objetivos e independientes. Si mienten, no es porque se equivocan, sino porque tienen la malsana intención de hacerlo, porque saben que con cada mentira pueden horadar un poco más la legitimidad del Gobierno Nacional. ¿O acaso no les llama la atención que los únicos que hacen mal las cosas son los funcionarios elegidos por Cristina? ¿O no les resulta sorprendente que la culpa de todo lo que ocurre sea del kirchnerismo? ¿O no advierten que el desastroso escenario que pintan desde sus páginas no se condice con lo que nos rodea?
Desde hace un tiempo han encontrado dos temas con los que golpear: el jury a Campagnoli y la no-causa de Boudou. Los atropellos republicanos y un supuesto caso de corrupción han desplazado a la inflación y la inseguridad de los temas principales. Corrupción que sólo se queda en patéticas e insostenibles denuncias dominicales que alimentan la agenda de la semana. Atropellos republicanos que nada más existen en las mentes paranoides que accionan los teclados. Ya no quedan dudas de que no quieren construir un país mejor, sino apropiarse de él. Para conquistar la plena independencia sólo nos falta librar nuestras conciencias de esas usinas de estiércol y de los que se escudan detrás de ellas.
Por eso, no hay que dejarse engañar. El país está en construcción y de la mejor manera. Nunca más debemos permitir el retorno de los destructores. Y para insuflarnos un poco más de ánimo, los muchachos de la Selección vencieron a Holanda, no para salir campeones del mundo, sino para vengar la humillación sufrida por nuestros hermanos brasileros. También para expresar el orgullo que sentimos por estar recuperando el país. Y si nos llevamos la Copa, la misión estará completa y si no, ha sido muy bueno el intento. En lo que no debemos flaquear es en la defensa de los intereses de todos, de la soberanía, de la independencia que, día a día, estamos conquistando.

lunes, 7 de julio de 2014

De sueños y pesadillas



Sin dudas, en el mes del mundial, el fútbol atraviesa nuestras vidas más que nunca y la Selección Nacional ha convertido un sueño en realidad. Más allá de lo que pase en la semana que comienza, nuestro equipo está entre los cuatro mejores del mundo y eso ya es muchísimo. Desde 1990 que no llegábamos tan lejos y eso indica que también en esto nos estamos recuperando. Si en Sudáfrica quedamos en quinto lugar, ahora tenemos el cuarto puesto asegurado. Pero este espacio no se dedica a hablar de fútbol porque su autor es un neófito y tampoco desea aprovechar el clima futbolero para conseguir más lectores. Sin embargo, los muchachos de la albiceleste parecen responder al desafío de alimentar nuestra autoestima en estos días en que los buitres amenazan el futuro. Tanta alegría convierte el solemne inicio del Himno en un canto de guerra coreado por millones, tanto en las tribunas como en las calles, bares y el living de casa. Un himno que parece no tener letra para los observadores externos. Pero, en este caso, no la necesita: esas gargantas parecen gritar una advertencia a los que quieren volver a saquearnos. Contra lo que muchos decían, el mundial no es una cortina de humo sino un cóctel con las mejores vitaminas para seguir construyendo el país. Ese sueño también lo estamos convirtiendo en realidad.
Pero dejemos de lado el fútbol, aunque no tanto. La prensa agorera estuvo atenta en estos días a cualquier fracaso del equipo dirigido por el demonizado Sabella. No se dio: perdieron la oportunidad de titular “la derrota de la Selección complica más a Boudou”. Por ahora, nada puede salvar al Vice de la condena mediática y el tríptico lapidario orquestado por los periodistas carroñeros, políticos opositores y el juez Lijo parece difícil de contrarrestar. Más aún cuando la embajada norteamericana les da cobijo. Si esto no convence a quienes dudan de una confabulación destituyente, estamos más que fritos.
En lo cotidiano, podemos encontrar voces destempladas que destilan pestes contra Boudou, pero cuando uno indaga sobre los puntos centrales de la no-causa, la ignorancia reina. O cuanto mucho, un indignado silencio. Aunque no sepan de qué se trata, Amado merece el destierro en algún peñasco perdido del Atlántico Sur. Sin embargo, las acusaciones son contradictorias. En principio, parece que Boudou recibió una coima para salvar a Ciccone Calcográfica de la quiebra. Un cohecho que consistía en el 70 por ciento de la empresa. Pero el salvataje no se concretó por los oficios del entonces ministro de Economía, sino por la aparición de una empresa creada de apuro en Uruguay. Y afirman que fue Boudou quien puso la plata, a través de un amigo de la infancia a quien no conoce, Alejandro Vanderbroele. Aunque el banquero Raúl Moneta afirma que aportó el monto para salvar la empresa, el juez Lijo no tuvo en cuenta este pequeño detalle porque no servía para alimentar titulares. Y más aún: fue el propio Moneta quien reclamó la indemnización por la expropiación de la firma. Esto es lo que la Cámara Federal considera la ruta del dinero, algo que el “héroe de la oposición” no tuvo en cuenta. Esto convierte en improbable la continuidad de este proceso judicial.
Guardianes en la niebla
Como el establishment no se conforma con un solo héroe, el casting tiene muchos postulantes, que, prestos, elaboraron apresurados proyectos de juicio político. Proyectos que rebotaron en la comisión respectiva y ya no pueden discutirse en la Cámara de Diputados. Y eso, para el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich significa el buen funcionamiento del sistema republicano de gobierno. Claro, para los opositores, la República funciona cuando se hace lo que ellos quieren, aunque sean minoría. O mejor, la República marchará mejor cuando el kirchnerismo no exista, porque es su peor pesadilla.
Sin dudas, los K han puesto todo patas arriba, a tal punto que provocaron una rebelión mundial contra el Imperio. De esto, ya no quedan dudas. Si la Corte Suprema de Justicia yanqui no tomó el caso argentino, fue porque la administración Obama miró para otro lado. Así funcionan las democracias en serio, aunque un juez patricio interprete las leyes a su antojo y se exceda en sus atribuciones; aunque un grupo de matones platudos se quieran llevar puesto un país. Las democracias en serio funcionan cuando gobiernan las minorías en detrimento de la mayoría. Entonces, en lugar de agachar la cabeza y entregar nuestras riquezas, CFK y su equipo se dispusieron a defender la soberanía y la dignidad nacional. Y vamos a salir triunfantes de este trance, no sólo porque somos mayoría sino porque tenemos la razón. Esto también forma parte de la pesadilla kirchnerista, que siempre se salen con la suya. Y lo peor de todo es que, a la larga o la corta, el relato K se aparta menos de la verdad que la fantasiosa patraña que sostienen los demás.
Después de años de anunciar el fin de ciclo comenzaron en 2004 con esa cantinela- ya no están tan seguros de que alguno de los suyos conquiste la presidencia el próximo año. Aunque Scioli se esfuerce en perfeccionar su tibieza, siempre se ha manifestado consustanciado con el proyecto en curso. A su manera, es kirchnerista o por lo menos, afirma serlo. Lo que molesta de su discurso es la permanente arenga a favor del diálogo, el consenso, el abandono del conflicto. Ya se ha dicho muchas veces, pero vale la pena reiterarlo: el diálogo y el consenso se dan entre iguales y el conflicto es ineludible para modificar el escenario. Con los poderosos, el diálogo es la prepotencia de la orden, el consenso es la obediencia y cuando no hay conflicto, el sometimiento será la constante.
Porque, entre muchas cosas, hemos comprendido algo muy importante: la construcción de un país inclusivo y pujante depende de la contención del Estado a la angurria del establishment. Por lo tanto, los candidatos pueden catalogarse de acuerdo a su relación con las corporaciones. Macri forma parte del Círculo Rojo y actuará en su beneficio. Massa es un mayordomo del Poder Económico y se esforzará en servir el festín. Scioli no se atreve a enfrentarse, pero mira con recelo. Binner y Cobos prometen ser los felpudos del Poder Fáctico y someterán al país con sus complacientes y republicanos buenos modales. Estas serán las cosas que deberemos tener en cuenta para elegir al próximo presidente.
Pero no nos apresuremos, todavía está Cristina y falta más de un año para el cambio de mandatario. Mucho tiempo para vaticinios. Poco tiempo para cambios sustanciales que convenzan a los vacilantes. Tiempo suficiente para hacer un inventario y plantear nuevos desafíos. Y muy generoso para cerrar capítulos. Si el programa Precios Cuidados logra frenar la inflación y alejar la pesadilla de las góndolas, será una victoria sobre la especulación de muchos empresarios. Si la pelea con los buitres llega a buen puerto –que acepten el canje, como la mayoría- será un triunfo enorme de la política sobre la despiadada timba financiera. Si los programas inclusivos avanzan para desterrar la desigualdad, la conciencia colectiva se alimentará de solidaridad. Si la no-causa Boudou se ahoga en su inconsistencia, los carroñeros mediáticos y políticos se quedarán sin sus quejosas campañas.
Finalmente, si todo sigue como hasta ahora, superando los obstáculos que los conspiradores colocan en el camino, nuestro querido país tiene un futuro de grandeza, como merecemos. Y si la Selección conquista la Copa, no garantizará la continuidad del kirchnerismo, pero nos brindará una alegría monumental por unos días. Y si no, también, porque lo importante no es ser los mejores, sino seguir en carrera.

viernes, 4 de julio de 2014

Un mundial contra el Imperio

       El ataque de los buitres provoca una sensación extraña en nuestros espíritus. Por un lado, el sabor de una injusticia que nos amenaza con volver a un pasado humillante. Por el otro, el entusiasmo de responder con heroísmo a tamaño desafío. Mucho enojo, mucha emoción y mucho arrebato. A todo esto se agrega la certeza de que tenemos la razón porque nos acompañan los pueblos por medio de sus representantes. Esta batalla tiene como contendientes a unos tipos infames con los intereses más destructivos del capitalismo, por un lado y del otro, el resto del mundo, los que queremos vivir con una modesta dignidad. Prepotencia vs Democracia. En el medio, además de los dos Estados americanos que se lavan las manos en las aguas de un descolorido republicanismo, están los siervos que no tienen más guía que la ambición y más patria que el dinero.
Angustia. Dolor. Enojo. Impotencia. Todo esto provoca el embate de los buitres. Pero además, invita al coraje porque, de esta contienda salimos marchando con la frente bien alta o terminamos hundidos en el barro infecto que ya hemos conocido tantas veces. En medio de tantos sentimientos encontrados, la memoria nos brinda unos versos de Amparo Ochoa, “La maldición de Malinche”. Una canción llena de arrepentimientos y a la vez de promesas. Después de recibir a los conquistadores como dioses, “…se nos quedó el maleficio / de brindar al extranjero / nuestra fe, nuestra cultura / nuestro pan, nuestro dinero…”.  El Autor de estos Apuntes invita a los lectores a escuchar esta canción muy apropiada para estos tiempos de vuelos carroñeros. Tal vez puedan identificar a ciertos personajes que operan para favorecer a los enemigos de toda dignidad: “hipócrita que te muestras / humilde ante el extranjero / pero te vuelves soberbio / con tus hermanos del pueblo”. Sin dudas, debería convertirse en el himno de los pueblos que se quieren liberar del saqueo para siempre.
Esta batalla es tan crucial que promete ser histórica. Por eso hay que seguirla hasta el final. El mundo no será el mismo después de este capítulo. Y será luminoso si lo escribimos entre todos. Si lo escriben ellos, ya sabemos lo tenebroso que será. Mucha oscuridad han vertido en estas tierras, mucha sangre nos han succionado, mucho dolor han provocado. Pero a sus lúgubres intentonas respondemos con valor, guiados por la esperanza de una vida mejor. De las sombras que ellos difunden, nosotros esgrimimos luz. Ahora tenemos un nuevo símbolo que puede servir como ejemplo: tiene media sanción en Diputados el proyecto para declarar como Emblema Nacional el pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo. Mientras ellos emplean picos afilados y garras despiadadas, nosotros blandimos un indiscutible signo de paz que proviene del peor horror que pueda imaginarse.
Un ataque en estéreo
Mientras esquivamos las embestidas de los plumíferos, las huestes locales mordisquean los tobillos. Una vergüenza: cuando nuestro país está atravesando un serio conflicto internacional, el juez Lijo sigue alimentando a la oposición mediática y política con el procesamiento a Boudou, decidido a las once de la noche de un viernes de asueto administrativo. Si esto no es un intento de debilitar al Gobierno Nacional, hemos cambiado de dimensión y nadie se ha enterado. Envalentonados por el martillo independiente de toda noción de justicia, los representantes de la contra arremetieron con el juicio político al Vicepresidente. Y, como debía ser, fracasaron. Si ya está procesado, que los diputados se dediquen a eso sería redundante. Pero igual mostraron los dientes –hasta los postizos- para exhibirse ante el establishment como postulantes confiables.
Y a esto se le suman los mensajes difusos que han pronunciado sobre el conflicto provocado por los buitres, que ellos, por mero servilismo y para no despertar el Enojo Imperial, les llaman holdouts. Sin pudor, hablan de pagar, negociar, obedecer, sin pensar en las consecuencias que eso tendría para nuestro futuro. El canciller Héctor Timerman, por el contrario, ofreció otra posibilidad: “si hoy en día quieren entrar al canje pueden hacerlo. Está abierto, pero los fondos buitre no quieren lo que tienen los demás, quieren más”. Y para que no queden dudas, aclaró, ante los demás embajadores de la OEA: “nosotros no vamos a aceptar una extorsión, no vamos a aceptar medidas contra el pueblo argentino. Vamos a negociar y no nos vamos a suicidar”.
Aunque aburra, debemos prestar atención a algunos de los que pretenden ocupar la presidencia a partir del próximo año. Uno de ellos es el mejor y el peor al mismo tiempo. Mauricio Macri es promisorio para la minoría patricia, pero nefasto para el resto. Después de decir que es más grave “quedarse con la máquina que fabrica billetes” que “hacer una red de escuchas”, renunció a cualquier principio soberano. Nadie duda del sentido de su célebre frase: “yo hubiera resuelto el tema”. Total, después podrá deslindarse de toda responsabilidad echando culpas a diestra y siniestra. “Hay que negociar y cerrar el tema porque si no caemos en default, que es lo peor que nos puede pasar”, dijo un exponente de las tantas familias que se han enriquecido a costa de nuestro endeudamiento. Y no hay dudas de cómo negociaría y cerraría el tema. Para terminar con tanta zoncera, reprochó al kirchnerismo “llevar las cosas siempre al borde del abismo”.
Este es el caso más extremo de entreguismo sin disimulo, pero están los más peligrosos, los que se escudan en generalidades para evitar una posición más clara. En esta contienda, como se ha dicho en muchas oportunidades, no hay lugar para medias tintas. Ellos –los buitres y sus aliados- o nosotros. Y cualquiera que dude provocará una fisura que, en breve, nos hará quebrar para siempre. Cuando los enemigos externos nos acosan, las minúsculas rencillas internas deberían guardarse en el congelador. Pero no, los mezquinos exponentes de la oposición están tan ansiosos por ocupar el sillón presidencial que dan golpes a ciegas para destronar el kirchnerismo. Tan enceguecidos, que no advierten que, si perdemos esta batalla, ya no tendremos país para gobernar.

miércoles, 2 de julio de 2014

Con los buitres, la negociación es un suicidio



En estos días, además de los buitres, sobrevuela una palabra que porta un halo de magia extrema: negociar. El juez Thomas Griesa, Paul Singer, exponentes de la oposición, adversarios, partidarios y aliados… Todos la pronuncian con tal liviandad que parece la solución de todos nuestros problemas. O al menos, el que nos ocasionan quienes no adhirieron al canje y especulan con sacar una tajada mayor de nuestra riqueza. Como todo vocablo, ‘negociar’ tiene distintas acepciones y, de acuerdo al que la pronuncie, un sentido diferente. En este caso, además, posee un condimento crucial, que puede convertir el asunto en uno de los mejores manjares o en el peor de los venenos.
Para algunos –ya sabemos quiénes- negociar es acatar, obedecer y hasta recitar loas con genuflexión incluida. Estos son los que sostienen la idea de que el juez Griesa tiene razón y hay que abonar todo lo que los holdouts exigen, sin atender tonterías relacionadas con soberanía, futuro, justicia. Y, más grave aún, sin pensar en consecuencias. Ya se ha dicho: un centavo de más que le demos a los buitres y nuestra controlada –aunque no diminuta- deuda se convertiría en una carga que nos hundiría por mucho tiempo, sino para siempre. Porque el que reclama constituye apenas un 1,6 por ciento de las acreencias y hay un 6 por ciento que está afilando los picos, a la espera de la resolución de este trámite. Además, se debe agregar al 92,4 por ciento de los bonistas que, de buena fe, aceptaron el canje 2005-2010 y que, ante la perspectiva de embolsar algo más, podría sumarse a los litigantes, con justo derecho.
Para otros, hay que aguantar hasta diciembre, cuando se vence la ya famosa cláusula Rufo, que establece que cualquier mejora voluntaria sobre ofertas futuras debe aplicarse a todos los bonistas. Entonces, a más tardar el 2 de enero podríamos sentarnos con los especuladores para ofrecer ganancias más ventajosas, mientras los que nos apoyaron en los momentos difíciles con quitas y plazos mirarán esta victoria carroñera por TV. Esto también sería traicionar a la mayoría que aceptó el canje propuesto por Néstor Kirchner. Si traición parece fuerte, podemos usar ingratitud. No, si queremos salir indemnes de este laberinto ninguna de las precedentes deben ser nuestras opciones.
El golazo que significó depositar los fondos destinados a los bonistas el jueves pasado es un indicio del camino que debemos seguir: desconcertarlos. Porque así quedaron, tan desorientados ante esta gambeta que no saben para dónde correr. Encima, los bonistas europeos están a la espera de la liberación de los fondos, retenidos por el Bank of New York Mellon, aunque la sugerencia de Griesa de no pagar resulta incumplible. Griesa se excedió en su jurisdicción y el BANY, la entidad pagadora, corre el riesgo de sumergirse en un conflicto mucho mayor por obedecer ese exceso.
El camino alternativo
Los apoyos recibidos a la posición argentina no dejan dudas de dónde está la razón. Los buitres –holdouts, en su versión científica- están cada vez más solos y repudiados y quienes los apoyan deben recibir un trato similar. Quienes aconsejan la negociación no saben lo que están proponiendo, o tal vez sí: un nuevo abismo no sólo para nuestro país sino para todos los que necesiten solucionar sus deudas. Entonces, ¿cuál es la salida? ¿Obedecer la orden del juez Griesa, por más que esté guiado por un capricho irracional y destructivo? ¿Conformar a los buitres, por más que eso signifique nuestra ruina? ¿Qué es más importante, responder, temerosos, a los despiadados graznidos o respetar nuestras leyes y consolidar nuestra soberanía?
Argentina ya gestionó una exitosa negociación en 2005 y, junto con la apertura de 2010, consiguió la adhesión de más del 90 por ciento de los acreedores. Si eso no es voluntad negociadora, habría que pensar en otras palabras. Los que hoy claman por la negociación, están sugiriendo que renunciemos a ser un país para volver a ser colonia. Lo único que debemos ofrecerles a estos buitres es lo mismo que hemos ofrecido a los demás y lo que establecen nuestras leyes: el canje. Y en esto no debe haber fisuras. O cobran de esa manera o que renuncien para siempre a esas ilegítimas acreencias.
Sin embargo, hay algunos timoratos que balbucean sus temores ante la desobediencia al fallo de los Jueces Imperiales. Tanto Griesa como Paul Singer son personas, no dioses ni ángeles celestiales, tan mortales, tan consustanciados con su visión ideológica, tan expuestos a errores y pasiones como cualquier ciudadano. ¿Qué más nos pueden hacer además que amenazarnos con embargos, declaraciones destempladas o subestimaciones humillantes? ¿Nos van a mandar marines o una flota de extraterrestres entrenados en el área 51?
Para salir de este embrollo hay que ponerse firme. A ellos no les debemos nada. Al contrario, ellos nos deben mucho más. Además de los dolores de cabeza que pueden ocasionarnos sus estrategias malsanas, en la cuenta deberíamos agregar lo que gastamos en viajes, papeleos y representación legal. Ellos también gastan mucho para llevar adelante su pulsión angurrienta, pero siguen empecinados en pisotear cualquier dignidad con tal de salir triunfantes. Porque no es cuestión de plata para los tipos como ellos sino la satisfacción de tener al mundo bajo sus inmundas garras. Para nosotros, en cambio, sí porque una derrota en esta puja seguramente multiplicará nuestras obligaciones y nos encadenará para siempre al dominio de estas bestias.
Bestias que tienen como aliados locales a operadores financieros, periodistas, políticos y jueces que, desde sus diferentes espacios, tratan de horadar la legitimidad del Gobierno Nacional. En el último episodio, el juez Lijo consideró oportuno procesar a Amado Boudou, entre muchos otros, por la causa Ciccone. Una manera poco sutil de debilitar a CFK y su equipo en este difícil trance internacional. Y los voceros mediáticos vociferando que todo se hizo mal, que hay que arrodillarse y obedecer. O, en su difuso vocabulario, negociar. Y los políticos de la oposición exigen renuncias, licencias, pasos al costado y esgrimen el juicio político desde una posición de purismo republicano, sin sospechar siquiera que la causa es más mediática que real. Algunos a conciencia y otros por mero contagio, pero todos mordisquean para tumbar de una vez al kirchnerismo, porque no encuentran otra manera para erradicarlo.
Negociar, dialogar, consensuar sólo se da entre iguales. Cuando hay desequilibrio es otra cosa. Los buitres tienen el poder pero nosotros portamos la luz de la razón. No hay acuerdo posible: sólo la victoria de una de las partes. Y esta vez, nos corresponde a nosotros, porque ya perdimos bastante. Y que se enojen, que pataleen, que amenacen. Como diría Maradona, que la sigan picoteando. Si compraron los bonos a 48 millones para exigirnos 1500, no debemos avalar este latrocinio porque, además de víctimas, nos convertiremos en cómplices de nuestra propia aniquilación.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...