A
pocos meses de haber ganado las elecciones, el empresidente Macri celebra
el 25 de mayo lejos de los actos públicos. Claro, la alegría amarilla no incluye
ninguna patria y, en verdad, es para unos pocos. Si algunos conciudadanos
guardan alguna esperanza es por sobredosis
de mensajes mediáticos que difunden un optimismo infundado. Hasta los más
consustanciados saben que vamos a una
crisis fabricada por las medidas del Gran Equipo. Mientras la agencia
oficial Telam se explaya sobre la utilidad de las cuentas off shore, la estrellas que militaron por el cambio apenas
esbozan algunas críticas ineludibles. El descomunal incremento de las
tarifas y la amenaza de la desocupación se ubican entre las principales
preocupaciones en este nuevo aniversario de la Revolución de Mayo como hacía mucho tiempo que no veíamos.
Pero no hay medidas sueltas: quienes piensen que se podrían haber evitado los
pasos más antipáticos no alcanzan a
comprender que estamos presenciando la implementación de un modelo en donde
cada pieza es esencial para lograr el objetivo de enriquecer a los que más
tienen. La profundización de la
desigualdad no es una consecuencia, sino el camino obligatorio.
Los
que pontifican desde siempre sobre el verso de la pluralidad de voces convierten en apologistas a los periodistas
que pagamos entre todos. Los que prometían no hacer propaganda oficialista
en los medios del Estado transforman a
sus trabajadores en pregones del ideario PRO. Además de soslayar las
flagrantes mentiras de Macri y sus secuaces en torno a los Panamá Papers, los escribas de la agencia oficial de noticias
Telam ponderan las bondades de tener cuentas en paraísos fiscales. Además
de más fácil, resulta más económico
inaugurar un negocio evasor. “En
cambio, en la Argentina, registrar
una sociedad puede demandar mucho tiempo y mayores costos, que quizá no haga redituable el negocio”, explica
el texto del martes 24. Y, para
hacer más obvia la instauración del discurso único, destaca que el nuestro “es un país considerado ‘poco amistoso’ en relación al pago de impuestos para individuos y
para armar negocios”.
El
final de la nota titulada “Costos de
empresas y de sucesiones, argumentos para abrir una offshore” no podía evitar la mirada del imperio.
En el índice Doing Business del Banco
Mundial, Argentina se encuentra entre
los últimos lugares de los países amigables, de acuerdo al peso de las
cargas fiscales. Y eso lo presentan como una debilidad y no como una fortaleza. Desde las
propaladoras del establishment han
convertido la cotidianeidad tributaria en un suplicio infernal y la avaricia de
unos pocos en la causa de muchos. Con miles de argucias con formato
periodístico, equiparan la fuga de
millones a paraísos fiscales con las molestias de pagar impuestos en la
ventanilla de un banco un par de décadas atrás. Los impuestos que pagamos todos no incluyen a los especuladores que
nos están enredando una vez más en las cadenas
de la deuda externa.
Y
el discurso oficial justifica estas tramoyas porque los miembros del Gobierno forman parte de ese selecto grupo.
Cuando gobierna una minoría que se pretende patricia, la Patria corre peligro. Más aún cuando quienes no gozan
pertenencia explican sus cimbronazos con los argumentos de los patrones: a más sufrimientos en el presente, mayores
compensaciones en algún momento del futuro. Ajustarse el cinturón, pasar el invierno, el sacrificio patriótico fueron las frases que adornaron los
brutales ajustes de nuestra historia. Hoy se han transformado en el sinceramiento o la pesada herencia, pero conservan el mismo trasfondo burlón.
El paraíso del segundo semestre se fuga
hacia horizontes caribeños,
mientras el Observatorio de la Deuda Social de la UCA advierte que “poner demasiadas expectativas en el efecto
derrame como estrategia de reducción de la pobreza es riesgoso”. Una manera elegante de decir que avanzamos
hacia una catástrofe de desigualdad. Ya lo hemos comprobado muchas veces: el modelo del derrame no sólo es riesgoso
sino contraproducente. De una vez por todas debemos comprender que en este
planeta todo crece de abajo hacia arriba y no a la inversa. Llenar las grandes copas
que se ubican en la punta de la pirámide social no produce un derrame hacia los vasitos que están en la base.
Mientras el Estado destina más recursos para satisfacer las demandas de esas
pocas bocas angurrientas, más crecen los contenedores y cuando nos descuidamos no estamos más ante copas, sino ante
toneles inmensos con un fondo inalcanzable.
El capital no es generoso y siempre exige
tener rienda suelta para desplegar su impúdico
egoísmo que disfrazan como Libertad. Mientras más libres son los poderosos, más
oprimidos vivirán los pueblos. ¿Será por eso que este año tendremos un 25
de mayo casi privatizado?
Gran claridad. Un place leerte.
ResponderBorrarLas vallas en la plaza de mayo son la metáfora perfecta de este 25 de Mayo.
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