En
la Argentina de hoy, pocos la están pasando bien. Los que antes estaban mal, hoy están peor. Los que habían mejorado
bastante, ahora perciben decadencia. Quienes habían alcanzado un modesto
bienestar, olfatean amenazas. Cada factura
parece una sentencia; cada compra, una desventura; cada conversación, un tango.
Los bailecitos se han terminado y los globos desinflados parecen condones
abandonados con ostentación al costado del camino. Lo cotidiano se vuelve duro,
como en tiempos que creímos superados. Los
medios hegemónicos tratan de tapar lo que debería ser tapa y emiten en cadena
las telenovelas más absurdas. Las fábulas duran cada vez menos y la
corrupción que tanto denuncian, brota en sus rostros como pústulas infectas. Sólo unos pocos la están pasando bien:
los que desbordaron sus arcas con la brutal transferencia que las medidas del
Gran Equipo produjeron y el público que
vive cautivo en la burbuja del cambio hasta que todo estalle ante sus ojos.
Algunas
pintadas urbanas preservan las advertencias de unos meses atrás: “Macri es ajuste”, “Macri es hambre”, “Macri
es desempleo”. La campaña del miedo, denunciaban
los amarillos. Ahora que el miedo es
real y no estamos en campaña, los funcionarios siguen actuando como en un
spot televisivo. Las bocas expelen mentiras flagrantes y promesas incumplibles,
mientras sus cerebros diseñan nuevas
pesadillas. Con impudicia, niegan la realidad como si habitaran otra
dimensión. Con crueldad, se regocijan del experimento que están desarrollando
sobre nuestras vidas. Con un descaro que desconcierta, se burlan de sus víctimas recitando lemas aprendidos en la salita de cuatro. Cínicos o ingenuos, confían
en una confianza que no despiertan. Como las cuentas no cierran, aprisionan
más nuestro bienestar para volverlo inexistente. Y por si todo esto fuera poco,
expresan un dolor que no sienten por los
padecimientos que produce el ajuste innecesario que han aplicado en nuestra
economía.
Después
de la impactante y masiva concentración de los trabajadores el último viernes
de abril, los integrantes del Gran
Equipo reforzaron el maquillaje. Ajenos a la desigualdad que multiplicaron,
reaccionan como si no tuvieran nada que ver o como si el daño fuera inexistente. Sus argumentos desconciertan por
lo poco elaborados. “No entiendo cuando
algunos dicen que es para beneficiar a un sector. ¿Será ignorancia o es mala
fe?” monologó Macri, como el protagonista de una tragedia. Justo él habla de ignorancia, que demuestra desconocimiento en casi todo
lo que dice; justo él introduce la idea de la mala fe, que omitió mencionar su
participación en empresas off shore y
transfirió acciones a su padre en febrero, antes de anunciar la creación de
un fideicomiso con su fortuna. Tan burlón como su ministro de Energía, Juan
José Aranguren, que después de autorizar
incrementos descomunales en los servicios y el combustible, pontificó que "si el consumidor considera que este
nivel de precios es alto en comparación a otros precios de su economía, deje de consumir lo que considera alto”.
Si seguimos este consejo, deberíamos volver a la Edad de Piedra y subsistir con los bichos que podamos cazar
a nuestro alrededor.
¿Brutos o malvados?
Encima,
no son geniales. Uno no se explica cómo
han llegado a donde están ni a tener lo que tienen. Por los nefastos
resultados que han obtenido hasta ahora, la brillantez no sobra en el equipo
PRO. Más que pesada herencia, todo es mérito
propio. Si la inflación hasta el balotaje tendía a la baja y se ubicaba en
menos de dos puntos, desde la asunción
del empresidente Macri no ha parado
de crecer. Y no es para menos: sus decisiones apuntaron a eso. Ellos
generaron la escalada inflacionaria con la devaluación, la eliminación de cupos
de exportación, la quita de retenciones y los astronómicos tarifazos. ¿Acaso esperaban otro resultado que la
inflación más alta de los últimos 14 años? Con decisiones así, una
inflación menor a 6 por ciento sí sería magia.
Además,
prometieron desarrollar el país, pero la
caída del consumo y la desinversión del Estado nos está conduciendo al camino
de la recesión. Según la consultora internacional Moody’s, el PBI argentino
caerá un 1,5 por ciento en este año, lo que provocará mayor desempleo. Tan brillantes son los expertos amarillos que
de un crecimiento de 2,1 por ciento en
2015 nos conducen a una caída en tan sólo pocos meses. Pero la zanahoria
delante del burro es la lluvia de
inversiones extranjeras que caerá sobre nosotros después de arreglar con
los buitres. Pero muy lejos de eso, la
fuga de divisas del primer trimestre del año fue la más alta después de la
crisis internacional de 2009.
En
el extraño lenguaje PRO, todo significa
lo contrario de lo que declaman: para bajar la inflación, aumentan todo;
para construir, destruyen; para curar, enferman; para la pluralidad, censuran; para desarrollar, desinvierten; para sincerar, mienten; para unirnos,
estigmatizan. En medio de la discusión por la llamada ley anti-despidos y después de la
nada feliz ironía de la Ley de la
Felicidad, Macri presionó públicamente al conductor del Frente Renovador,
Sergio Massa. Además de negar la ola de despidos e insistir que no es
buena para los argentinos, rogó a Massa “que
no acompañe al kirchnerismo en esta propuesta”. Y el aludido aconsejó que
el PRO deje de “hacer kirchnerismo para
chetos”. Por lo que parece, los
nuevos diccionarios deberán incorporar ese vocablo como una nueva palabrota.
A pesar del famoso fin de ciclo, la
derrota en el balotaje y las intenciones de reparar la grieta, el kirchnerismo sigue siendo el eje de la
política argentina. Aquella angelical declaración de campaña de “no perseguir al que piensa distinto” es
otra muestra de la hipocresía amarilla.
Sin
dudas, no la estamos pasando bien y nada
sugiere que estemos mejor, salvo en el imaginario de los integrantes del
Gran Equipo. Por brutos o malvados,
empeoraron nuestro entorno con recetas que ya habían fracasado en décadas
anteriores. Quizá no tenían pensado ganar las elecciones o no estaban
preparados para gobernar, pero desde que
asumieron hacen lo necesario para desalentar toda adhesión. Como si ya se
hubiesen aburrido de un rol inmerecido. Mientras tanto, todos deberemos padecer las consecuencias del triunfo caprichoso que
medio país les regaló. En tan sólo cinco meses han producido un daño que
nos llevará varios años reparar. Si lo hicieron por brutos, deberíamos
conducirlos por un camino mejor. En cambio, si lo hicieron de puro malvados deberemos deshacernos de ellos para continuar
con nuestro sueño de un país para todos.
"deberemos deshacernos de ellos para continuar con nuestro sueño de un país para todos"
ResponderBorrarJAAAAAAAAAAAAAAA!!!!! me hiciste reir! viva la democracia!, no? jajaja ni vos te la crees, no me jodas. País para todos! Así les fue en las elecciones! si no ponían a Scioli, a quién reputearon, no llegaban al 25%. No le mientas más a la gente, Gustavo! Está mal!
Me complace hacerte reir. Yo no miento. Los datos que vierto en el texto son reales, si no te enterás es porque vivís envuelto en las mentiras hegemónicas. Espero que en breve no te toque llorar. Besotes
Borrar¿Democracia, Fran? Se ve que no sabés leer. El tipo engañó a sus votantes y dijo en campaña que no iba a hacer nada de lo que hizo. Eso es fraude. Mariano Llanos
BorrarDeberemos deshacernos de vos tambien.
BorrarCreiamos que se podia hacer por las buenas. Debera ser por las malas
Hermoso, lo tuyo.
BorrarEvidentemente, Aldo no sabe leer. "Deshacernos" no significa desaparecer, sino corregir o echar a un gobierno que actúa con torpeza o malicia. Lo tuyo es una amenaza mafiosa, la propuesta del autor es una salida institucional cuando un gobierno no cumple con sus fines, que es proteger a los representados. Elida Barbieri
BorrarExcelente.Como siempre.
ResponderBorrarA ver si asi publicas mi comentario: excelente mirada de la realidad. La palabra justa, la mirada neutral, el positivismo que el pais necesita, todo en un solo articulo.
ResponderBorrarEsos si te gusta publicarlos. Sos el abc del Kirchnerismo.
Ves que lo publiqué. Pero estas equivocado. Mi palabra no es justa ni neutral. Sólo escribo mi mirada sobre lo que observo. No hablo desde la verdad ni la objetividad.
BorrarClaro, pero no publicás el que tiene el contenido. Bravo.
BorrarEstá bueno que aclares que no hablás desde la verdad, ni la objetividad.
Que no hable desde la Verdad no quiere decir que mienta. Eso significa que vierto mi opinión a partir de hechos verificables.
BorrarEl resultado es ver cómo un número de compatriotas no han entendido NADA que dentro de la democracia, existe la libertad de expresión
ResponderBorrarGustavo Rosa ,no es un gobierno suicida,porque suicidas se acabarían ellos solitos...son un gobierno ASESINO-DEPREDADOR-CANIBAL-VAMPIRO que vive de la carne y la sangre del Pueblo . Tu artículo,tu análisis,como siempre...¡directo y en detalle! Un abrazo....Tere Marin
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