En la Argentina
PRO, lo que puede considerarse
casualidad, no lo es. Que el juez Claudio Bonadío cite a Cristina para una
indagatoria justo el viernes en que el
escándalo de Gustavo Arribas se tornó inocultable y que la fecha de ese acting sea el 7 de marzo, el día de la
movilización de la CGT es una prueba
contundente de eso. Bonadío, uno de los tantos jueces más funcionales que
independientes, siempre dispuesto a
generar un titular rimbombante
en los momentos difíciles. En
realidad, con un gobierno como éste todo es difícil. Desde lo institucional a lo simbólico, desde lo elemental a lo
superfluo. Nada ni nadie está a salvo del Gran Equipo: sólo ejecutores,
beneficiados y apologistas gozan de la Revolución
de la Alegría. Los demás, vivimos a
la defensiva. Hasta la jueza federal María Servini de Cubría –la que regaló
doce horas de presidencia a Federico
Pinedo- confesó que jamás había recibido
tantas presiones oficiales como ahora. La Argentina PRO es un caos porque
tanto jueces y fiscales, espías y comisarios, funcionarios y representantes, están al servicio de una agenda
comunicacional que pretende convertir a la República en una mediocracia
que eternice un modelo de saqueo que está muy lejos de cualquier país soñado.
Quien puso su
voto por Macri pensando en la transparencia y el fin de la corrupción, debería sentirse defraudado. Ya en el
momento del balotaje ostentaba el récord de más de 200 causas, muchas de ellas perdonadas a pesar de las
pruebas y otras diluidas en el laberinto de la burocracia. A poco de andar su
gobierno, estalló el informe de los
Panamá Papers, una caja de sorpresas que empapa a muchos M y no salpica ni con media gota a algún K. Hasta
la vicepresidenta Michetti, amparada en la angelical imagen que brinda su silla
de ruedas, está enredada en el misterio
de las joyas que trajo de Chile y las bolsas con dinero no declarado que
sustrajeron de su casa. Si a esto sumamos el abanico de funcionarios más
interesados en beneficiar a las empresas
de donde provienen que en mejorar nuestra vida, los familiares que
desembarcaron en primeras, segundas y terceras filas del gabinete sin saber lo que hacer y los
empresarios amigos que reciben fortunas sin mover un destornillador, no es exagerado afirmar que estamos ante un
gobierno muy lejano a la transparencia.
A pesar
de todo esto, los medios hegemónicos miran para otro lado y se esfuerzan por
lograr que el público cautivo haga lo mismo. Tortícolis crónica van a tener todos por forzar tanto la posición de su
mirada. Estrabismo incurable que nos hace tropezar con la peor de las
piedras: la justificación del latrocinio
como paso necesario para reordenar el país después de doce años de populismo. El nuevo orden requiere
una minoría impune, descontrolada e insaciable y una mayoría expectante a las migajas que dejan caer cada tanto. Y
un coro que clama sí, se puede seguir
estafando a un pueblo anonadado.
El principio del fin
Las tropelías son
tantas que no las pueden ocultar y cuando no funciona la negación, prueban con la justificación. Y si nada
de esto sale bien, confían que el olvido se encargue de tapar el incidente. Macri se juega por sus amigos, aunque uno de ellos lo deje descolocado,
como hizo Gustavo Arribas en el Congreso, al afirmar que en lugar de un
inmueble, el dinero en Suiza fue producto de la venta de muebles. Y los papeles
que presentó –firmados años después de
la operación- son tan poco veraces como su honestidad. Sin pudor, explotan un blindaje mediático que ya está
mostrando cierta fragilidad. No olvidemos que las denuncias que involucran
al Jefe de los Espías provinieron de una
de las plumas del diario La Nación. La inoperancia, la opacidad y la
malsana intencionalidad del Gran Equipo son
tan poco digeribles que no se pueden presentar como un plato gourmet.
El Gerente de La
Rosada no sólo defiende a Gustavo Arribas y a su gran amigo, el usurpador de
lagos Joe Lewis. También trata de convertir
al aumentador serial de tarifas Aranguren
en un sacrificado héroe. Ni piensa en apartar de su puesto en Aduanas al ex
carapintada José Gómez Centurión, a
pesar de sus temibles conceptos sobre la Dictadura y de su nefasto rol en
el incendio de Iron Mountain. Tampoco dará marcha atrás con la designación de
Carlos Horacio de Casas, defensor de
represores, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que es como poner a un chacal al cuidado de una
morgue.
Si las cosas
marcharan bien, este apretado listado
sería un mal adorno. La caída de las ventas en todas las áreas de la
economía no auspicia ningún buen semestre y hace peligrar puestos de trabajo, en una vertiginosa espiral descendente.
De acuerdo al informe estadístico laboral de Tendencias Económicas, en enero se
produjeron más de nueve mil despidos y
casi seis mil suspensiones. Esto desmiente el entusiasmo del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que aseguró
que “la economía, en los últimos meses, está mostrando resultados positivos. Se
está creciendo, los salarios mejorando, la inflación está bajando y se están
creando 20.000 puestos de trabajo formales por mes”. No hay Diario de Irigoyen que
pueda sostener semejantes falacias.
Pero, en lugar de
reconocer que son sus medidas las que están provocando este descomunal desastre,
cada uno de los miembros del Gran Equipo
sigue como si nada. El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, confesó que “se ha perdido la confianza con algunos
sectores empresarios que tienen que dar respuesta porque había un acuerdo político
de cuidar el nivel de empleo”, como
si ignorara la calaña de los amigotes del empresidente. Y después de haber incrementado la
tarifa de los servicios públicos con porcentajes
de pesadilla, tratan de evitar que los salarios superen una suba del 18 por
ciento para recuperar lo perdido y por perder. Calificar como maniobra política la medida de fuerza de
la CGT es el lloriqueo de siempre porque no
quieren admitir que el deterioro de nuestras vidas es un producto clasista de
este mandatario inhumano.
Todos escuchamos que,
durante la campaña, Macri prometió alcanzar la Pobreza Cero en su mandato. Quien
creyó la sinceridad de semejante triquiñuela es merecedor del premio Ingenuo de Oro, de próxima creación. Si bien las promesas no pueden analizarse
desde el parámetro de verdad-mentira, es difícil creer que alguien como él se
preocupe por esas cosas: nadie que haya
incrementado su patrimonio en complicidad con la dictadura puede tener
sentimientos nobles hacia los más necesitados. Aunque desde su asunción se
ha acrecentado la desigualdad, ni una
decisión ha tomado para revertir la situación. Por el contrario, insiste
con el modelo del derrame, que siempre
ha sido una sangría para los pueblos.
Unos meses atrás,
tanto Macri como su escudero Marcos
Peña intentaron bajar la vara de la Pobreza Cero y dijeron una gran tontería:
que era más un camino que una meta. Si fuera un camino, las primeras medidas hubieran apuntado a disminuirla y no potenciarla
con la crisis artificial que crearon y la transferencia de recursos a los más
ricos. Como no pueden contener su cinismo, ahora
se quieren eternizar en el poder. Ahora dice que “el país necesita 20 años de
crecimiento continuo para sacar a todos los argentinos de la pobreza". Mentira: las riquezas de nuestro país permitirían
eliminar la pobreza de un día para el otro, ahora y antes. Si no se puede
es por la avaricia de los que se creen dueños del país que siempre
obstaculizan cualquier plan para modificar el reparto de la torta. Hasta
Joaquín Morales Solá, desde La Nación, suplica por un golpe de timón, aunque
sea un simulacro de redistribución. No tienen un plan, sólo angurria y no
saben qué desastre nuevo desencadenar para que los echemos. Ya no encuentran
mentira que inventar ni treta por probar para continuar con el engaño.
Esta gente que gobierna dice Pobreza cero, cuando en realidad tienen que apuntar a MISERIA CERO, ya que lo que vemos es miseria ,algo distinto a la pobreza. Ellos , ceos con una pobreza mental que ya no asombra a nadie.
ResponderBorrarAlejandra,ee expresa tan mal Macri q nadie comprendió bien sus palabras.Cuando dijo "pobreza cero" se refería a sus parientes,socios y amigos...x eso está concurriendo al foniátra...
BorrarHace unos meses publiqué algunos comentarios disidentes sobre tus textos.Me parecía exagerado que a pocos meses de comenzar el gobierno, ya publicaras críticas descarnadas. Ahora entiendo tus advertencias. Esto es un desastre y no va a mejorar. Abrazo. Esteban T.
ResponderBorrarQuienes peinamos algunas canas jamás haríamos comentarios en contra d Gustavo xq pasamos vs veces x lo mismo.Fue tan acertado en sus predicciones q pensé q era "brujo o hechicero"...pero no,"solo peina canas". Saludos. Jose
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