Una recorrida por
las ideas que circulan en estos días puede llegar a estremecer. Desde la
negación del genocidio hasta la justificación de aumentos tarifarios, todo lo que dicen los ceócratas, aliados y
apologistas indica que estamos en serios problemas. La promesa de Macri de
que en su gobierno íbamos a estar “cada
día mejor” -con un enérgico sacudón de su puño derecho- se deshace con cada medida que toman sus
funcionarios. Mientras endeuda el país como nunca antes, planea rifar las empresas que tanto nos
costó recuperar. Como si en lugar de un gobierno votado para lograr el
bienestar de la mayoría estuviéramos ante una
tropa de asalto resuelta a saquear lo más posible en beneficio de una minoría.
Lo más preocupante no son las patrañas que recitan como excusas para el
destructivo plan, sino que algunos ciudadanos sigan creyendo en ellas. Y peor
aún, que los descreídos no atinen a
reaccionar para frenar los estropicios.
Una frase del
diputado Carlos Heller puede reordenar las ideas: “el límite de los ajustes deben
ponerlo los ajustados”. Y son
muchos los que en estos últimos tiempos han comenzado a recurrir al ingenio
para atenuar el impacto de los golpes al
bolsillo que cada día se producen. Si no es restringir los placeres es
apelar a segundas marcas en las compras o caminar más para no gastar en
colectivo o usar una revista vieja para
abanicarse en lugar de encender el aire acondicionado. Y la lista es
extensa porque desde la asunción del empresidente
pocas medidas se han tomado para beneficiar a los que menos tienen y esas pocas se diluyen ante las infinitas
tomadas para colmar las arcas de los que tienen de sobra.
Mientras los
titulares nos dicen que los problemas del país pasan por la Pesada Herencia, los inmigrantes indeseables o unas tetas en la playa, en un país muy solvente, la mayoría debe vivir como mendicante. A
pesar de esto, los editorialistas han
olvidado la palabra ‘crispación’, que tanto utilizaron para calificar al
gobierno de Cristina o la confrontación que ponía los pelos de
punta a los representantes del establishment. Claro, como antes había
ciertos frenos al saqueo empresarial –o al menos, reprimendas oficiales- la libertad que se vive ahora no da para
ciertos calificativos. Un ricachón contenido crispa más que una
población hambreada. Ahora que están desenfrenados se nota más el daño que
producen.
Hoy que el
capitalismo más vil ha invadido La Rosada, sólo
unos pocos están a salvo de la guadaña. Y las explicaciones que recibimos
del Gran Equipo, más que alentar la adhesión a un proyecto, nos invitan al
rechazo. Porque el país que piensan
Macri y sus secuaces no está al alcance de los 40 millones y cuando el
paraíso neoliberal esté cerca lamentaremos cuántos han quedado en el camino.
El peor de los túneles
Las malas
intenciones son más que evidentes: para la oligarquía que nos gobierna, la movilidad social debe ser descendente;
una vez que se apodere de todos los recursos podrá derramar sus dádivas. Esa es
la normalidad tan deseada, que el Estado esté al servicio de la
inequidad. El más notable ejemplo es el anuncio de los nuevos incrementos
de tarifas. Escuchar que un ministro de Energía incompatible por su identificación con la actividad privada nos
diga cuántas horas al día debemos utilizar nuestros aparatos debería indignar a una comunidad consciente
de sus derechos. Porque no estamos en medio de una crisis energética como
nos quieren hacer creer. Si hay una crisis, es ética. Los amarillos
nos roban nuestros recursos, nos mienten en la cara y encima nos exigen que seamos agradecidos.
El ceo de Shell
que simula ser ministro, anunció aumentos de entre 60 y 148 por ciento con el pétreo
rostro del cinismo: “estamos celebrando poder recomponer una
realidad que no tendríamos que haber perdido”. Los
que celebran, en realidad, son los amigotes de Macri –Caputo y
Lewis, entre otros- que ganarán fortunas
sin invertir medio centavo. El mayor cínico de todos es, como siempre, el que lidera la banda: el gerente
disfrazado de mandatario explicó que “Aranguren
tuvo que volver a anunciar algo que no
es simpático”. El problema no pasa por la simpatía, sino por el desparpajo con que desnudan la angurria
de los verdaderos representados por esta ceocracia. Y agregó: “a nadie le gusta tener que decir que hay
que aumentar las tarifas”. Mentira:
les encanta; no pueden disimular la
felicidad que les causa castigar al pueblo con sus decisiones. Si pensaran
en nosotros, no habrían tomado ni una de
las medidas que han tomado desde el 10 de diciembre.
Mucho se habla en estos días de la post
verdad, un término nuevo para un
concepto vetusto del que se habla desde que Orson Welles presentó la novela
“La guerra de los mundos” con formato
de noticiero. La advertencia de que eso era una ficción se producía cada diez
minutos; si algunos escuchas entraron en
pánico no es responsabilidad del
que se convirtió en uno de los mejores directores de cine. La post verdad es la ficción que se toma como verdadera, como el
personaje de Leslie Caron en la película “Lili”,
que cree que los títeres con los que interactúa son personas chiquitas. La post verdad necesita de la credulidad
del destinatario, pero está lejos del engaño. Un engaño es la omisión de la
advertencia y eso es otra cosa. Cuando Macri afirma que el país que dejó
Cristina estaba al borde del colapso no
está explotando estos sutiles conceptos comunicacionales: está mintiendo.
No se está equivocando, sino diciendo lo que sabe que no es cierto. Eso es la
mentira: decir lo contrario de lo que
uno sabe que es verdad. El relato de los amarillos no puede analizarse en
términos de post verdad, sino en los de
la PRO mentira.
Los cortes de luz que padecen muchos ciudadanos no se producen por
problemas en la generación de energía –que está a cargo de una empresa, por
ahora, estatal- sino en la distribución
en manos de privados. Y si las tarifas aumentan no es para invertir en la
mejora del servicio, sino para fugar y
engrosar sus paradisíacas cuentas.
Tampoco hay razonabilidad en la medida, sino estafa: nos cobran el
megawatt/hora a 40 dólares, un 20 por
ciento más de lo que se cobró el año pasado en EEUU. Ni siquiera con los
precios internacionales se llevan bien.
En tiempos de Cristina, por mucho menos que esto los televidentes
indignados salían a las calles con sus cacharros para clamar por excusas cacareadas en las tapas de los diarios hegemónicos.
No olvidemos el cacerolazo que de manera
espontánea explotó por el Discurso
del Miedo, en septiembre de 2012, cuando
se manipuló un fragmento de los dichos de Cristina para despertar a una población falsamente sometida. No olvidemos que el macrismo conquistó
las urnas en base a dos acusaciones
falaces de homicidio, en los que involucraron a La Presidenta y a Aníbal
Fernández. Como el estado de ánimo de la
población es estimulado, en parte, por los medios dominantes, el deterioro
del poder adquisitivo, la pérdida de fuentes de trabajo, la inalcanzable
canasta familiar y el bienestar que se diluye son menos importantes que la apología del mercantilismo que están
imponiendo. Para Ellos, es necesario atravesar este túnel para alcanzar la
bonanza. Sin embargo, el camino hacia
eso lo abandonamos hace más de un año. Parece que necesitábamos padecer un infierno para valorar
aquello que, por capricho o confusión, estamos perdiendo a zarpazos despiadados.
El tiempo que dure esta pesadilla está
en nuestras manos.
La post verdad es la ficción que se toma como verdadera, como el personaje de Leslie Caron en la película “Lili”, que cree que los títeres con los que interactúa son personas chiquitas. Lo mejor del articulo!
ResponderBorrarY claro. Es la idea central. El núcleo de la credulidad. Asi como Lili ve personitas en los títeres, muchos ven a Macri como representante de intereses mayoritarios
BorrarMe parece que Gustavo fue muy generoso con su respuesta. Destacas de un artículo riquísimo la frase más lavada. Se nota que tu compromiso político es inexistente. Mirta Soria
BorrarEstimada Mirta, tengo muchas coincidencias con aquellas personas que militan "la causa" Kirchnerista, no así con los enceguecidos y fanáticos. Seguramente yo debo de ser un tibio de esos que vomita Dios! En otro orden de cosas, figurese que el titulo del articulo menciona la post verdad y recién en el 7mo párrafo hiperlinkea con otra idea (Lili/Welles)que no sea afirmar que Macri es peor o igual que Ali Baba (cosa que esta a las claras) pero eso no le incumbe a usted, sino al redactor del articulo.
BorrarPD: En algo coincidimos querida Mirta; Gustavo es un ser generoso! :>
Si recién en el séptimo párrafo hablo de la post verdad -no hiper linkeado sino con aportes propios- es para diferenciar. Muchos confunden la post verdad con las mentiras de este gobierno. Y aclarar conceptos es lo que me interesa.
BorrarDemasiada sutileza para hablar de un gobierno que nos está llevando a la destrucción. Ladrones, corruptos y despiadados. Hay que sacarlos cuanto antes. Cristian B
ResponderBorrarLlamar "pos verdad" a la pura y simple mentira es llevar la poesía a niveles insospechados (y absolutamente prescindibles, de paso). Mentira es mentira y aunque para mentiroso haya sinónimos hasta para hacer dulce, también sería bueno no dar muchas vueltas, la Argentina es desgobernada y descalabrada a partir de mentiras, embustes, falsedades y tergiversaciones (el susodicho dulce), todo sucediendo hoy, aquí y ahora, no en el limbo ni en la imaginación...
ResponderBorrarNo creo que pueda definirse a alguien (sea kirchnerista o cualquier otra cosa) como "tibio"... ¿qué?, las variantes serían "los frescos", los hervidos, los cubitos? - No, se es o no se es, las "anchas avenidas del medio" son farsa, excusa, disfraz. Ya lo decía el Hamlet.... to be or not to be (y hace un montón de siglos).
Se puede ser crítico (debiera ser obligatorio), se puede discutir, pero vamos, ¿vamos a boludear con "pos verdades" cuando dejan sin remedios a enfermos de SIDA?, la gente se muere - y es verdad que el kirchnerismo, precisamente, laburaba para que no ocurriera, entonces llamemos las cosas por su nombre, el kirchnerismo es opinable mientras la mentira pro es fatal (y no hay revolución del eufemismo que los salve).
Soy hincha de gustavo y lo de ram es ejemplar, adhiero.
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