Después de penosos derroteros, la
oposición por fin pudo poblar la calle. Luego de sembrar confusión informativa, los medios de comunicación voceros
del establishment lograron cosechar lo de siempre: un licuado indigesto de consignas infundadas que encauza el rechazo
visceral de una parte importante del electorado, no sólo el porteño sino de
otros puntos del país. En esa bulla enardecida se mezclaron reclamos válidos con insostenibles excusas,
como nos tienen acostumbrados estas expresiones caceroleras que atraviesan casi
todas las clases sociales. Lo inquietante es que el éxito bullanguero se obtiene con la adhesión y defensa de intereses que están muy lejos de muchos de sus
participantes. Como sintetizó la impresentable ex ministra de Seguridad,
Patricia Bullrich: “ésta es la 126”.
“A
confesión de parte, relevo de pruebas”. Aunque los amarillos no se
muestran muy lúcidos para comprender la Historia, son muy hábiles a la hora de construir historietas. Para
confirmar esto, sólo basta recordar cuando el Infame Ingeniero consideró que “los héroes estaban angustiados” cuando rompieron las cadenas con España
–querido Rey- o calificó como emprendedor a
Manuel Belgrano. Pero lo que mejor pinta a los PRO es la preferencia del ex
secretario de Cultura, Pablo Avelluto por el golpe del ’55. De entrada, que un funcionario en democracia pondere
cualquier golpe de Estado ya es demasiado contradictorio. Esto sumado a la
evocación de Bullrich sobre la Rebelión
de los Estancieros de 2008, evidencia que tienen las intenciones de montar sobre la expropiación de Vicentín un
nuevo show destituyente.
Así, con información a medias y
consignas amañadas, lograron convocar al Banderazo del sábado pasado, en
coincidencia con el día de la Bandera. La
atrocidad de disfrazar de gesta patriótica los intereses egoístas de unos
estafadores. Otra vez la imagen del CAMPO
como emblema de argentinidad que no
incluye a los que trabajan la tierra con sus manos, sino a los especuladores
seriales que hacen que los precios de los alimentos estén por las nubes, a tono con el dólar que ellos hacen cotizar.
Una vez más la defensa de la propiedad privada de empresarios que no escatiman esfuerzos para vaciar sus
propias empresas. ¿Acaso sabrán los que agitaron las banderas que Vicentín
pasó del puesto 19 al 6 en sólo cuatro años y que en 2019 facturó más de 120 mil millones? ¿No les hace ruido que, a pesar de esto se presentó a concurso de
acreedores, por deudas de casi 100 mil millones? ¿Por qué les preocupa más
la propiedad privada del deudor y no la
de los que aún no cobraron? ¿O será que sólo buscan excusas para estar en
contra porque es la única manera en que
conciben la oposición?
Encima, el juez Civil y Comercial
Fabián Lorenzini echa más barro al
asunto. Este magistrado de Reconquista al frente del concurso de acreedores
de Vicentín se declaró incompetente para
sentenciar como inconstitucional la intervención de la empresa pero, así y
todo, dictaminó desatender el decreto
presidencial. Una bestialidad legal que sólo pasa cuando los intereses del Poder Real están en juego.
Y por si esto fuera poco restituye al mando de Vicentín a los que fugaron y evadieron. ¿Conocerán los protagonistas del
Banderazo las maniobras de triangulación,
que consisten en exportar desde Paraguay y Uruguay lo producido en Argentina sólo para pagar menos impuestos? Gente
estúpida que se deja llevar de la nariz
como si fueran ganado al matadero. Hipócritas de doble moral que denuncian corrupción a los cuatro vientos y
ponen el cuerpo para defender a corruptos e inmorales. Y agitan la bandera
nacional al ritmo que marcan los cipayos
desde los medios de comunicación dominantes.
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