martes, 25 de agosto de 2020

La cancha embarrada

     

Siempre son bienvenidas las decisiones que restituyen o garantizan derechos, por más tardías que sean. Aunque se hayan tomado para contrarrestar el impulso de Rodríguez Larreta de obligar a seis mil estudiantes porteños a asistir a clases presenciales por problemas de conectividad. Esto también debería modificar la decisión de muchas provincias, como Santa Fe, en donde se plantea la presencialidad en aquellas localidades donde la virtualidad se dificulta. Un problema que desde abril se había detectado y recién ahora aparece la solución

De cualquier modo, la medida sorprendió, sobre todo a los empresarios que no resignan un centavo de sus ganancias. Al contrario, siempre quieren más, sino de los usuarios, que sea del Estado. Por eso, los que especulan con todo están muy alterados. Por eso Clarín –que tiene intereses en casi todas las áreas de la economía- tergiversa los hechos desde sus titulares y programejos radiales y televisivos, en un intento de conquistar adeptos para la alteración democrática. Aunque en los cuatro años de la Revolución de la Alegría, las empresas de comunicaciones han aumentado un diez por ciento más que la inflación -40 en total-, no están dispuestos a permitir que el gobierno nacional impida el saqueo al que están acostumbrados. Ya en los ochenta, el dirigente radical César Jaroslavsky denunciaba que Clarín “ataca como partido político y se defiende con la libertad de expresión”. Siempre el mismo verso. Y eso que en aquellos tiempos la empresa liderada por Héctor Magneto no era lo que es hoy: un monopolio todo terreno con intenciones de crecer mucho más.

A esta altura ya se sabe: el decreto presidencial viene a corregir la modificación inconstitucional de dos leyes realizadas por el Infame Ingeniero apenas asumió, como agradecimiento al periodismo de guerra de los medios hegemónicos para garantizar el acceso al inmerecido cargo de presidente. Clarín y toda su cloaca comunicacional inventaba hechos, algunos jueces y fiscales de Comodoro Py otorgaban verosimilitud a las ficciones, gastando fortunas en procedimientos lejanos a la búsqueda de la verdad y los PRO y sus aliados convertían las fábulas en propuestas seudo políticas. El resultado de este engendro es una alteración del pensar común que pone en peligro la vida institucional del país. Cuando el Poder Económico pretende gobernar desde las sombras, no hay democracia posible. Cuando el periodismo se erige como primer poder a fuerza de falacias para defender intereses opuestos a los de casi todos, la vida constitucional se malogra. Cuando el prejuicio se propaga hasta convertirse en norma y la manipulación conquista rating es muy difícil garantizar el futuro.

Como el Grupo Clarín está en todo, cualquier modificación del statu quo le afecta, no sólo desde lo económico sino desde su gobernabilidad de facto. Si la reforma judicial puede limar su incidencia malsana, el decreto del viernes pasado condiciona sus intenciones de incrementar ganancias a costa del bolsillo de todos. Y no olvidemos que tienen bonos de deuda, con lo que pueden boicotear cualquier intento de soberanía económica. Aunque desde sus medios siga insistiendo con el cuco de Valenzuela, en ningún país del mundo existe un conglomerado empresarial tan gigantesco y nocivo.

A pesar de que sus pretensiones sean indefendibles, tanto es su poder que sus espadachines no temen al ridículo a la hora de dar el presente desde la primera fila. Federico Pinedo denunciando la estatización de los medios, Patricia Bullrich con la censura, Ernesto Sanz con la caída del gobierno y Eduardo Duhalde advirtiendo que el año que viene no habrá elecciones. Hasta anticipan que caerán las inversiones, aunque el semestre pasado, las empresas del sector han destinado apenas un 30 por ciento a mejorar la calidad de los servicios. Marionetas que bailan al ritmo de Magneto para no perder pantalla porque saben que sin eso, no serían nada. Si no fuera por los incautos que se niegan a reconocer cuán engañados están, Clarín tampoco sería nada.

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