Otro 25 de mayo en pandemia nos impide celebrar como corresponde: con una fiesta en la calle, una multitud cantando el Himno y el celeste y blanco inundando cada mirada. Ya llegará el momento de revalidar de esta manera nuestro camino al futuro. Los que se junten hoy no son los que quieren una patria justa y liberada, sino todo lo contrario. La Covid es un enemigo voraz, dañino, implacable y vil. Cualquier semejanza con los PRO, que son bichos de otra naturaleza, no es pura coincidencia, porque se construyen representando los peores sentimientos de una minoría destructiva.
Nadie se puede hacer el
distraído: ya no son una alternativa
política para guiar por buen rumbo el país. Lo han demostrado en el pasado, en el Principado de la CABA, en la
provincia de Buenos Aires y en aquellos distritos que insisten en teñirse de
amarillo a toda costa. Y en el gobierno
nacional, por supuesto, con el Infame Ingeniero disfrazado con la banda
presidencial y jurando con honestidad, sin saber lo que eso significa. Desigualar y endeudar son las claves de su
proyecto y por eso nos dejaron esta pesada herencia en serio. Pero lejos de
ser pasado, son también presente: lo que
esputan hoy en los medios es lo que harían si fueran gobierno. No
aportarían ni un centavo para contener a
los afectados por las restricciones sanitarias, harían de la vacuna una mercancía y propagarían el virus
insistiendo con una presencialidad imposible. Tal como hace Horacio Rodríguez Larreta como Jefe de Gobierno en la
usurpada Capital del país y lo que hará si
su sueño presidencial se convierte en una pesadilla en 2023.
No hay que tener demasiada
imaginación, pues con sólo ver lo que
hacen y declaran quedan pintados por completo. Más que pintados,
embarrados. No ve sus entrañas el que
insiste en cerrar sus ojos. Donde pisan, instalan su ponzoña. La provincia
de Formosa estuvo sin Covid hasta que
llegaron Ellos a clamar por la libertad y el único libre fue el coronavirus.
Y hacen creer a los incautos que están ante un gobierno populista, autoritario
y perverso que los quiere encerrar con
la excusa de una enfermedad que ya está controlada en el resto del mundo.
De más está decir que conquistan voluntades a través de obscenas mentiras que son bendecidas y amplificadas en los medios
cómplices por seudo periodistas y conductores que ya han vendido varias almas al demonio de la oligarquía. Los
ejemplos abundan y exponerlos sería vomitivo.
Impunes, claman que no hay
vacunas, aunque hayan ingresado al país
más de 12 millones de dosis que ya han sido administradas a casi el 20 por
ciento de la población. Descarados, incitan al odio con feroces convocatorias destituyentes y
hasta una conductora televisiva -ya inaceptable en democracia- expresó su deseo de incendiar la Casa
Rosada. Falaces, denuncian delitos inexistentes, como la presidenta de esa
fuerza política, Patricia Bullrich, que acusó de pedido de coimas al
laboratorio Pfizer, hecho desmentido por
los responsables de esa empresa.
Nada de esto sería posible sin el
apoyo incondicional de unos cuantos jueces y fiscales que protegen sus espaldas archivando las causas o los sobreseen a pesar de
las pruebas contundentes que los involucran en los más atroces chanchullos.
Que el nosesabequé Fabián Rodríguez
Simón, cuyo seudónimo “Pepín” queda demasiado
simpático para un personaje tan oscuro, se haya fugado a Uruguay para pedir
asilo político porque una jueza lo convocó a una audiencia indagatoria sugiere abundante suciedad. Y no sólo propia, sino también ajena.
Este personaje es la clave para desentrañar el perverso modelo judicial dispuesto a perseguir en serio a opositores
políticos durante el gobierno de Macri al servicio del Poder Real.
Tan nefastos son los PRO, que hasta el diario británico The Guardian
puso el ojo en la politización de la
pandemia encabezada por estos desaforados. "La coalición opositora de
centroderecha Juntos por el Cambio luchó con uñas y dientes" contra
las medidas de cuidado dispuestas
por el Gobierno nacional para frenar la exponencial suba de
contagios de covid-19, publicó en sus páginas. Ni vergüenza tienen, porque siguen
como si nada mientras sean funcionales a esa minoría a la que representan muy
bien. Si hay un deseo para este 25 de mayo es que los incautos seguidores de estos enemigos disfrazados de partido
político sean cada vez menos.
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