lunes, 16 de junio de 2014

La cueva de los angurrientos y sus fieles servidores




Las jornadas Democracia y Desarrollo organizadas por el Grupo Clarín todavía dan para hablar. No por su contenido –que se sobrentiende- sino por sus intenciones. El miércoles se reunieron los más poderosos de la economía criolla y los más serviles exponentes de la oposición. Los primeros para puntualizar sus exigencias de cara al futuro y los segundos para memorizar las órdenes y conquistar simpatías. Lo más doloroso fue la presencia de Daniel Scioli y lo más gracioso –pero no tanto-, el despiste de Binner durante una entrevista radial. Cuando la periodista, después de varias evasivas, le aclaró que el Grupo Clarín es Magneto, el diputado y candidato presidencial exclamó “yo que usted voy a la Justicia y lo denuncio. Sería conveniente” y cortó la comunicación. Difícil analizar esta reacción y evitar a la vez tentadoras descalificaciones. No hay distracción, inocencia ni senilidad, sino mucho cinismo. Y también, cobardía, porque no se atreve a confesar que ha tomado la decisión de avalar los intereses más despiadados.
Antes de continuar con este personaje, resulta imprescindible aclarar que Clarín no es un periódico barrial, Techint no es una herrería de pueblo, los grandes supermercados no son almacenes y la Sociedad Rural no es un grupo de empobrecidos hortelanos. Si estos grupos hablan no es para dialogar, sino para dictar órdenes; no es para proponer, sino para imponer; no es para lograr adhesión sino para exigir obediencia. Que las corporaciones planteen una discusión sobre la relación entre democracia y desarrollo provoca escozor, escalofríos o, al menos, urticarias. Pero más grave aún es que haya candidatos presidenciales que, sin pudor, se pongan al servicio de esos intereses tan destructivos y que pregonen hacerlo por el beneficio de todos. Y, en el caso de Binner, encima afirma que es progresista. Peor, socialista.
Si quieren que sean las corporaciones las que gobiernen sin ser votadas, que lo digan. Pero que no engañen más con las conocidas máscaras, que ya nos han hecho mucho daño. El kirchnerismo tendrá sus errores, será lo que sea, pero se ha sometido y se someterá a elecciones, algo que las corporaciones nunca hacen. Claro, no lo necesitan porque con el poder que ostentan y la obsecuencia que consiguen de políticos, jueces y funcionarios les alcanza y sobra para seguir saqueando al país como lo han hecho en otros tiempos.
Y esto no ocurre sólo en nuestro país. El mundo entero se sacude al ritmo de la avaricia de unos pocos que se quieren quedar con todo. Desocupados, desterrados y desnutridos conviven con palacios de sueño y autos enchapados en oro. Lo primero como principal consecuencia de lo segundo. El lujo vomitivo como causa primera de la desigualdad.
Tanto asco produce esta situación que hasta el Papa asegura que el sistema económico mundial “ya no se aguanta”. No es el primer Pontífice que se refiere a la pobreza, pero los antecesores apelaban a la caridad como solución para atenuarla. Francisco invita a diseñar un sistema distinto. Nada revolucionario, sino un modelo más amigable.
Desde Bolivia, en la Cumbre del G-77 + China, comienzan a escucharse no sólo las advertencias, sino las propuestas. "El capital es hoy excluyente porque dejó, en muchos casos, de explotar –explicó CFK en su exposición- Eso es un logro de la valorización financiera que nuestro país conoció gracias al endeudamiento que comenzó bajo la dictadura militar y siguió luego durante la ficción de que un dólar valía un peso. Así fue como nos endeudamos en un 160 por ciento en relación a nuestro PBI". Mientras la especulación aporte más ganancias que la producción, será difícil equilibrar la balanza. Hoy ya no estamos discutiendo sobre la explotación laboral, sino sobre la economía basada en el traslado virtual de divisas en busca de mayores tasas de ganancia. Divisas sin patria pero con mucha voracidad.
De esto se trató la reunión en el Malba, de la manera de restaurar ese infausto modelo en nuestro país. Seguramente los expositores habrán hablado de la intromisión del Estado en la economía, la reducción del gasto público, de la carga impositiva y de todas las medidas que se han tomado en estos años para frenar tanta depredación. De todo lo que ellos consideran un obstáculo para el desarrollo del país, lo que significa, ni más ni menos que el crecimiento de sus propias fortunas. A eso se suman todos los exponentes de la oposición, con nauseabundo servilismo. Y Scioli, que se adentró en la caverna del dragón con la idea de domesticarlo. O de ponerse a su servicio. Esto sólo él lo sabe.

viernes, 13 de junio de 2014

¿Un caballo de Troya en el Mundo Clarín?


El esfuerzo que hacen los productores de TN, El Trece y todos sus satélites para pintar un panorama catastrófico en cualquier escenario alguna vez merecerá un premio a la inventiva. Mientras la TV Pública transmitía la ceremonia inaugural del Mundial, ellos hacían foco en los disturbios de San Pablo y sólo en eso. Para los descreídos y los amnésicos, hay que recordar que cuando ellos tenían el fútbol en sus manos cada acontecimiento deportivo era una verdadera fiesta, hasta un torneo de bolitas. Ahora, que miran malhumorados desde el rincón, no saben qué hacer para embarrar la cancha. Un par de semanas atrás presentaron un informe de antología: en un sondeo de opinión, justo encontraron por la calle a diez varones que no se interesaban por el fútbol y que manifestaron nulo entusiasmo por el torneo de la FIFA. Después, inventaron el opinódromo, donde los más pálidos transeúntes expresaron sus apocalípticos pronósticos sobre el desempeño de nuestra selección. Como la zorra de la fábula, que después de varios intentos fallidos por alcanzar el racimo de uvas que pendía de una rama, se alejó mascullando su fracaso: “qué importa, si están verdes”. Como el niño caprichoso, que patea el tablero cuando no lo dejan ganar.
Eso están haciendo: como no podrán ganar, se están preparando para patear el tablero. Y esto no sólo con el Mundial, pero podemos arrancar por ahí. Algunos memoriosos recordarán los tiempos en que el fútbol estaba en sus manos. No sólo se apropiaban de los goles sino que invadían la programación con TN deportivo, que se emitía en diferentes momentos del día, con envíos especiales los fines de semana y hasta se daban el lujo de hacer un programa semanal sobre las hinchadas. Hoy, el fútbol no les interesa. Sin ir más lejos, se han convertido en anti-futboleros. Pero, a pesar de los esfuerzos por des-futbolizar a la sociedad, sólo dos de cada diez argentinos afirman no estar interesados por la copa del mundo, de acuerdo a una reciente encuesta realizada por CEOP, bajo la dirección de Roberto Bacman. En esto van perdiendo.
Sin embargo, no hay que confiarse: de cada derrota pueden extraer una lección. Tal vez aprendan que no deben alejarse tanto del pueblo, sino apenas un poquito. Desde que está el kirchnerismo en el gobierno, las viejas tretas ya no dan tan buen resultado. Lo de las tres, cinco o chiquicientas tapas es una pieza de museo, como lo de la realidad que se tapa o se puede hacer tapa y más aún la patraña de la independencia. Ya nada funciona, ni siquiera las demonizaciones con las que antes convocaban a descontrolados caceroleros. ¿Será que el mundo Clarín tiene fecha de vencimiento?
Para que no haya confusiones: nadie quiere que cierren medios, pero sí que dejen de ser lo que son. O, por lo menos, que no lo sean tanto. El mundo Clarín es perjudicial para cualquier mundo porque contiene el estilo que ese multimedios ha expandido como doctrina. No es algo que hayan concebido Ellos, pero han puesto el sello vernáculo que les ha dado enormes ganancias. Si los hechos no son funcionales a sus intereses, los esconden. Y como ahora quedan pocos que les puedan servir, no les queda otra que inventar. Eso es el mundo Clarín: construir un mundo a la medida de sus angurrias.
Aunque cueste creerlo, ahora se interesan por aquellas cosas que hasta hace unos días querían destruir. Con el ampuloso y confuso título Democracia y Desarrollo, el Grupo Clarín organizó unas jornadas para explicar a la sociedad qué es lo que quieren para el futuro. No sólo estuvieron los más ricachones sino también los más obsecuentes, que son, ni más ni menos que los candidatos presidenciales de la oposición. Porque para el mundo Clarín, el futuro se construye sin el kirchnerismo. Por eso llamó la atención –y hasta irritó- la presencia del gobernador bonaerense Daniel Scioli, único exponente de las filas oficiales. Y no asistió para reafirmar el sendero iniciado en 2003, sino para recitar las sandeces del diálogo y el consenso.
Una y otra vez vale reiterar: corporación y democracia son opuestos. Los gobiernos democráticos controlan a los grandes empresarios o serán éstos quienes terminen gobernando. No hay diálogo ni consenso con ellos porque sólo quieren obediencia y sometimiento. Pero Scioli suele hacer esas cosas: desde la dolorosa foto con Cobos en diciembre de 2012 hasta los cordiales saludos con Héctor Magneto, todo condimentado con tibias declaraciones de apoyo a CFK y el concepto policial de la seguridad. Con un candidato así, la continuidad de este proyecto corre un serio riesgo, al menos por ahora. Si el mundo Clarín lo recibe con los brazos abiertos, no debe ser tan K. A no ser que la estrategia de Scioli sea la del caballo de Troya y debajo de su máscara amigable se esconda un gran confrontador. Por las dudas, habrá que pensar en otro.

miércoles, 11 de junio de 2014

Los esbirros de Clarín: mucho más que un casting




Esta semana comenzó con la indagatoria de Boudou y las pintorescas interpretaciones de las plumas que insisten con la novelesca trama de la causa Ciccone. Mientras erigen como ciudadano ilustre al fiscal José Campagnoli y evitan mencionar a Macri para no llamar la atención sobre su inoperancia, ya no saben qué hacer para que su cautivo público desempolve sus cacerolas para pedir la renuncia del vicepresidente. Campagnoli es un héroe y Boudou, el peor de los villanos. Y como Macri estará de campaña en las tribunas brasileras, mejor ignorarlo, porque ni con magia pueden enaltecer su figura. ¿Qué dirán esos ilustres republicanos si el controvertido fiscal sale mal parado del jury de enjuiciamiento por mal desempeño? ¿Lo convertirán en mártir o guardarán un avergonzado silencio? ¿Sabrán algo de la causa o sólo se dejan llevar por los libelos carroñeros? Estructurar un texto en base a preguntas puede resultar tedioso para el lector pero se desliza una última: ¿por qué muchos exponentes de la oposición aún siguen confiando en las oscuras fantasías que día a día se publican en los medios dominantes?
Este apunte no busca responder estos interrogantes, pero sí fundamentarlos. O, por lo menos, dejarlos planteados. Porque una cosa es el accionar de los medios dominantes y otra, la actuación de los exponentes de la oposición, muchos de los cuales han obtenido un mandato de representación en las últimas elecciones. Como han demostrado en los últimos años, no responden al interés de los votantes sino a las angurrias de las corporaciones. Como comprometidos republicanos legitiman el asedio de los que se quieren llevar puesta a la República, sin pensar que en el futuro, también serán sus víctimas.
Apelar a la distinta vara sería utilizar la estrategia del adversario. Tanto el vicepresidente como el famoso fiscal son inocentes hasta que haya una sentencia judicial. Ambos son ciudadanos sospechados, ni más ni menos. Entonces, resulta desproporcionado que dispongan un patíbulo para Boudou y un monumento para Campagnoli. Pero lo que despierta indignación es que legisladores de la oposición se prendan a cualquier estrategia mediática para obtener unos segundos de pantalla y brinden exabruptos con formato de opinión sin haber consultado siquiera media línea de los expedientes. Como viven en los estudios televisivos no tienen tiempo para informarse en serio. Total, con recitar los titulares alcanza para despertar el agradecimiento del amo. Y, de paso, intentan horadar un poquito la paciencia del Gobierno Nacional y de todos los que simpatizamos con esta construcción. Y esto es una irresponsabilidad enorme si de fortalecer el funcionamiento institucional se trata.
Porque a pocos días de que la Legislatura porteña homenajeara al fiscal, la Cámara en lo Contencioso Administrativo confirmó su suspensión hasta la decisión definitiva del Tribunal de Enjuiciamiento. No es difícil imaginar el escándalo que armarían si alguien decide otorgar un premio a Amado Boudou en medio del proceso judicial en que lo han enredado, aunque provenga de la sociedad de fomento del pueblo más pequeño del país. Lo que han hecho estos legisladores es presionar a la Justicia, enviar un confuso mensaje a la sociedad y, lo más grave, ignorar las denuncias de vecinos del Barrio Mitre y empleados de la fiscalía de Saavedra, víctimas del abuso de poder del ciudadano ilustre, José María Campagnoli. Entre la Justicia y Clarín, eligieron al más fuerte, no al más justo.
Algunos dirán que Boudou ha recibido el apoyo de funcionarios y militantes, pero eso no es lo mismo que premiarlo, como han hecho con Campagnoli. En este caso, los que claman por la independencia de los poderes son los mismos que la pisotean; los que hablan de respeto y consenso han vomitado insultos salvajes hacia el vicepresidente. Estas líneas no tienen como objetivo ponderar a uno y denostar al otro, sino buscar un equilibrio o, al menos, un poco de prudencia. Que no pase como con Aníbal Ibarra, que lo destituyeron como Alcalde y al poco tiempo la Justicia lo declaró inocente. “Zapatero, a tus zapatos”, decían los abuelos. Y los políticos, a hacer política, y dejarse de jugar a los jueces o hacer de monigotes en los medios. No los hemos puesto donde están para eso –para estar en permanente campaña- sino para contribuir a la construcción del país con el que todos soñamos, aunque sean de la oposición.

lunes, 9 de junio de 2014

Los extraviados del periodismo



   A esta altura de la vida, el Día del Periodista debe servir más para reflexionar que para festejar. Algunos, de vergonzante accionar en los medios dominantes, deberían esconderse para que nadie los salude. Y devolver los regalos, también. No porque piensen distinto, como canturrean tontamente ante cámaras, micrófonos y teclados sino porque buscan engañar a un público cautivo, a fuerza de lecturas prejuiciosas de los hechos. Muchas veces, también a partir de hechos inexistentes. Eso ya no es manipular, sino mentir, sin dudas. Que el título principal de la tapa de un diario esté basado en un textual de La Presidenta pronunciado en una reunión que nunca se realizó, está más cercano a la parodia que al trabajo periodístico serio y responsable. Y volviendo a la idea del pensar, con la designación de Forster como funcionario también desataron las más absurdas conclusiones y se enredaron en ellas, mostrando, una vez más, sus maliciosas intenciones: la destrucción del kirchnerismo como sea.
   Pero lo único que van a lograr es perder un poco más del poco prestigio que les queda. Mientras más se empecinan en emponzoñar el ambiente, menos adhesión consiguen. Como niños encaprichados, niegan trascendencia a las medidas que toma el Gobierno Nacional para mejorar la vida de los que menos tienen. Esa tapa con el trascendido de la frase presidencial –“avance contra el juez”, dicen que dijo CFK a Boudou- intentó tapar los anuncios de las nuevas vacunas y la moratoria previsional. En ambos tópicos, Argentina aparece liderando la cobertura de la región. Como si fueran más importantes las fabulaciones de un escriba con aspiraciones a ascender que las medidas inclusivas que toma La Presidenta.
   Cuando asumió Néstor Kirchner, el calendario incluía nueve vacunas obligatorias. Con los anuncios de la semana pasada, asciende a 19. Obligatorias y gratuitas, para que todos tengan acceso. Respecto a las jubilaciones, cuando Kirchner decidió la primera moratoria en 2005, había algo más que tres millones de jubilados (66 por ciento) y hoy esa cifra se duplica, alcanzando el 93 por ciento de personas en edad de hacerlo. Los nuevos anuncios tienden a incorporar a cerca de 470 mil ciudadanos que están fuera del sistema para llegar al 99 por ciento de cobertura. ¿No es demasiada vileza inventar textuales para silenciar medidas tan importantes? ¿O la preocupación de los medios opositores respecto de los jubilados es sólo una simulación?
    ¿Qué papel juega el periodista en esos medios que ya son la cara visible -la oficina de prensa- de grandes intereses políticos y, esencialmente, económicos? Porque mentir, estimados lectores, no tiene relación con la ideología, sino con la ética. Con un poco de honestidad, pueden cuestionar todas las acciones del Gobierno que quieran, sin apelar a los novelescos hechos que surgen de esas mentes deliradas. Pero para eso, deben revelar el país que quieren, el modelo neoliberal que tanto extrañan. Entonces, esconden sus anhelos sanguinarios con denuncias puristas, como si una parte pudiera afectar al todo, como si un hecho de corrupción pudiera opacar las mejoras en la distribución del ingreso. Si fueran honestos en sus críticas, apuntarían a una profundización de esa tendencia y no a su abandono.
   Sobre sapos, princesas y monstruos
   Al plantear estas cuestiones, uno se expone a recibir una enérgica réplica: “no estamos en el país de las maravillas”. Nadie afirma tal tontería, ni siquiera La Presidenta. Por el contrario, desde el oficialismo siempre se ha dicho que falta mucho todavía, pero que éste es el camino. En donde seguramente no estamos es en el país de las pesadillas que padecimos apenas trece años atrás. Y menos aún, en el oscuro pantano que nos pintan desde las usinas opositoras. Claro que hay cosas que se podrían hacer mejor o con mayor celeridad, que ha habido y habrá errores en algunas de las decisiones, que muchos funcionarios no funcionan, pero no hay dudas de que estos diez años han sido los mejores de los últimos 50. Al menos para la mayoría de los argentinos. Y el resto se queja mucho, aunque también esté mucho mejor que diez años atrás. En realidad, no les molesta lo que se ha hecho, sino lo que se viene. Por eso quieren aniquilar al kirchnerismo cuanto antes.
   En otros tiempos, el Poder Concentrado apeló a las Fuerzas Armadas cada vez que los gobiernos democráticos intentaron contener un poco su avidez en beneficio de la mayoría. Ahora que no hay posibilidades de un golpe militar y las movidas económicas no logran doblegar al Gobierno, arremeten con un ejército de periodistas dispuestos a decir cualquier barbaridad con tal de recibir la cálida sonrisa de los amos. Y uno dice periodistas para no entrar en ásperas polémicas. Si bien la idea de la objetividad del suceso está demasiado cuestionada para alzarla como bandera, nadie duda lo que es una mentira: afirmar lo contrario de lo que uno sabe que pasó. No es un error, sino una voluntad; nadie miente sin querer, sino porque le conviene o porque obedece una orden. Peor aún cuando alguien opina a partir de ella, porque está condenado a llegar a conclusiones erróneas. Y no por fallas en el procedimiento, sino en el punto de partida. Si uno toma una mentira para elaborar un editorial se está equivocando o busca confundir al público. En ambos casos, ostenta muy pocas cualidades como profesional.
   Un caso puede esclarecer esta circunstancia: la famosa carta del Papa, primero desmentida, después confirmada por el mismo que la desmintió y finalmente, por el propio Francisco. Este insignificante episodio sirvió para elaborar las diatribas más absurdas respecto de la nula credibilidad del Gobierno. No hay que olvidar la tapa de los principales diarios del 23 de mayo, regodeándose con el incidente mientras ya se sabía la veracidad de la misiva. Al día siguiente, no reconocieron haber exagerado en sus críticas, sino que persistieron en ellas. Como, de acuerdo al escenario que pintan, Cristina y su equipo hace todo mal y miente siempre, tienen el chip criticón incrustado y sólo surgen acalorados dicterios de sus oscurecidas mentes. No importa lo que pase, siempre la culpa la tienen los K. No importa la medida que se tome, siempre estará mal y tendrá los peores resultados.
   Algunas profesiones son más fáciles de definir y, como consecuencia, de especificar cuáles son las inconductas de quienes las practican. Con los periodistas no ocurre eso: si los primeros medios aparecieron para narrar hechos lejanos de la vida cotidiana y después se consolidaron como herramientas para proteger a los ciudadanos de los abusos del poder, hoy, en muchos casos, parecen más un ariete de esos poderes para abusar de los ciudadanos. Los grandes medios han dejado de ser emprendimientos heroicos o negocios exitosos para convertirse en armamento pesado para condicionar a la democracia. Porque detrás de estos medios que construyen nuestros ánimos arremeten los más monstruosos exponentes del Poder Económico, los más grandotes, los más avarientos, los más ávidos. Ellos son los que abusan y el resto, somos los abusados y en la más absurda paradoja se victimizan a través de sus medios para impedir que los damnificados limen un poco sus inmensas fortunas.
   Y algunos individuos se sumergen en este barro, ofrecen sus servicios al más poderoso, horrendos sapos se transforman en esbeltos príncipes, se erigen como valerosos caballeros, hieren con sus espadas a los indefensos ciudadanos. Ellos dicen que son periodistas, pero son esbirros despiadados que han renunciado a cualquier dignidad. Un poco de optimismo para el final: no todos son así. Cada vez son más los comprometidos con la construcción honrada de la realidad y su interpretación sincera. Y más también los que comprenden que las miradas subjetivas sobre las cosas –la posición ideológica- no implican el abandono de todo principio, sino todo lo contrario.

viernes, 6 de junio de 2014

En busca del pensar perdido

   El cargo que ocupará el filósofo Ricardo Forster, dentro de la órbita del flamante Ministerio de Cultura se convirtió en un anzuelo muy tentador para los bagres que tanto abundan. Claro, el título Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional” puede desatar las más desopilantes fantasías. Desde libros de textos para infantes con endulzadas fotos de Cristina hasta una campaña de afiches con las frases más destacadas del ideario K, fáciles de memorizar. O también, que el miembro de Carta Abierta golpee la puerta del baño de un desprevenido ciudadano para indagar sobre los intríngulis de sus divagaciones. O que esto sea el inicio de la conformación de una policía del pensamiento que castigue a los que no comulgan con el kirchnerismo. Y, por supuesto, las fabulaciones sobre los honorarios que recibirá por su tarea, como si fuera la única persona del mundo que cobrará como funcionario del Estado, como si todos los que formulan sus destempladas críticas lo hicieran por unas monedas.
   Ya nos encontraremos, por supuesto, con algunos transeúntes que clamarán, preocupados, que el Gobierno quiere que todos pensemos lo mismo, sin tener en cuenta que, al repetir los temores mediáticos, padecen la penetración del discurso dominante, ése que tiende a sembrar la desconfianza hacia todo lo que decide Cristina y su pandilla. Desde esas usinas que se amplifican hasta límites enloquecedores, presentan como escandaloso que se nombre en una nueva función a quien ha manifestado muchas veces su coincidencia con los lineamientos principales del pensamiento K. ¿Acaso hay algún mandatario que elija como funcionario a un extrapartidario o, en casos extremos, a miembros de la oposición? ¿O es la primera vez que se crea una nueva dependencia en alguno de los niveles del Estado?
   Esto, por supuesto, no significa aplaudir de pie este organismo que recién se estrena ni la capacidad del filósofo para cumplir con sus objetivos. No siempre un gran intelectual se transforma con éxito en un eficiente funcionario. Menos aún cuando no se sabe cómo se articulará el debate federal que propone ese "espacio abierto para discutir todo lo que es imprescindible en la Argentina de hoy", de acuerdo a lo prometido por Forster.
   Lo que puede confundir a los ciudadanos de a pie es el término pensamiento, que, en la vida cotidiana tiene un sentido diferente al académico. Lo primero es la actividad intra-comunicacional relacionada con los conflictos con que nos enfrentamos en el día a día: cómo nos vamos a vestir, el saldo de nuestra tarjeta, pequeños planes para el fin de semana, qué comemos esta noche. Gran parte de lo que llamamos ‘pensamientos’ son conversaciones con nosotros mismos que no tienen trascendencia para nuestros conciudadanos.
   En cambio, en los planes de estudio de algunas carreras universitarias aparecen asignaturas encabezadas por ‘Pensamiento’ para dar cuenta de la construcción intelectual de muchísimos personajes notables a lo largo de la historia. Nuestro pensar cotidiano no se verá afectado por este nuevo espacio que tiene como objetivo actualizar las cuestiones cruciales que se han planteado desde siempre. “Vamos a intentar armar una secretaría que sea capaz de articular la complejidad de la historia intelectual argentina, la historia política e ideológica, y que sea capaz de discutir los temas del presente y del futuro, ése es el objetivo”, explicó Forster.
   Todo sirve para esclarecer las ideas, todo aporta para la construcción del país. Menos, por supuesto, los cacareos permanentes de los siervos del establishment que defienden con uñas y dientes la rapiña neoliberal. Perdón, no llegan tan lejos. Por ahora, quieren sacarse de encima todo lo que destile un aroma K. Después, seguirán despotricando contra el que venga cuando las medidas no satisfagan las angurrias de sus amos. Mientras tanto, algunos conciudadanos enfurruñados transitan por la vida convencidos de portar un pensamiento crítico cuando, en realidad, sólo repiten preceptos criticones sin comprenderlos demasiado. Y creen ser libres, aunque están encadenados a un ideario nocivo que sólo los considera carne de cañón.

miércoles, 4 de junio de 2014

De coronas y corbatas: decadencia de lo sagrado




En estos días, muchos destinaron espacio a analizar la abdicación del rey de España y las muchedumbres callejeras que buscan sacudirse a la monarquía. Un poco de sorpresa causa esa situación en un ciudadano de estas latitudes, pues las prerrogativas de sangre han quedado en el olvido hace más de doscientos años. Puede ser que algunos crean que tener rey, reina, príncipes, duques, condes hace la vida más exquisita, pero la realidad de algunos países europeos está muy lejos de parecerse a un cuento de hadas. Y no es porque la pompa de la nobleza provoque la miseria de los pueblos, pero contribuye bastante. Al menos, aporta un contraste que indigna. Y esto no quiere decir que en los países sin monarcas reine la Igualdad, pero parece que la ostentación de un noble molesta más que la de un multimillonario. ¿Qué diferencias hay entre heredar un título o una fortuna? El sucesor al trono tendrá una vida tan regalada como la del futuro ocupante del sillón de una multinacional, más allá de que deba prepararse para ese momento. Tan mortales como cualquiera, viven tocados por la varita de una divinidad, a tal punto que se piensan seres divinos, hasta intocables.
Pero, tarde o temprano lo terrenal los alcanza y hasta deja algunas manchitas de barro. Un mal día para cazar o unos euros desviados pueden convertir el palacio en un conventillo y la corona, en un objeto de museo. Esto, en el caso de la monarquía española porque los otros, los que construyeron un imperio sin tener sangre azul parecen no caer nunca. Al contrario, acrecientan sus fortunas a costa de sembrar miseria, explotación y corrupción. Y bueno, si en Europa comienzan a destronar reyes, nosotros tendremos que hacer lo propio con los empresarios angurrientos y especuladores. Y no sólo con ellos: algunos jueces también merecen descender de los estrados. Además de los que viven consustanciados con los intereses de una minoría, algo similar debe ocurrir con los que creen pertenecer a una élite.
A partir de ahora, dejaremos de hablar de reyes y empresarios para brindar espacio a los jueces y las corbatas. Y un poco se inmiscuye Axel Kicillof que, con su estilo informal, desespera a los exponentes del Poder Fáctico. Un ministro sin corbata, dijo una vez la cronista de una cadena internacional de noticias. No importa el cúmulo de conocimientos, la capacidad negociadora ni su didáctica oralidad: alguien así no puede lograr un acuerdo como el del Club de Paris sin bajarse los pantalones, como recitaron muchos odiadores desde los micrófonos dominantes. Y todo porque no usa corbata.
Menos mal que para subsanar estas anomalías, los miembros de la Corte Suprema de Justicia de Chubut acordaron que los abogados no pueden asistir a las audiencias judiciales sin corbata. Más de dos horas de discusión para sentenciar que el uso de corbata, moño, corbatín o pañuelo “es un signo de respeto” hacia los jueces, porque “no le hace mal a nadie” y representa a los judiciales “como grupo social”. No importa una mala sentencia, mientras sea con corbata. Una muestra de estatus o un disfraz de seriedad. Ese accesorio puede disimular cualquier tropelía. Con ese adorno al cuello se pueden pergeñar las peores injusticias. Hasta se puede tener trabajadores como esclavos o aumentar el precio de los productos de la canasta familiar de manera escandalosa. Una corbata puede convertir una mentira recitada ante la cámara de un noticiero en una verdad indiscutible. Y muchos transeúntes se sienten embelesados con esos falaces símbolos de prestigio -que más parecen horcas- y repiten las gansadas como si fueran máximas sagradas.
No todo pasa por las corbatas ni por las coronas sino por el halo sacrosanto que pretenden significar. Esos son objetos cargados de un simbolismo que debemos destronar, porque detrás de ellos se escuda una minoría destructiva que mucho daño ha hecho a la mayoría de los mortales, los que no usamos corbata y sólo tenemos coronas en algunas muelas.

lunes, 2 de junio de 2014

Con las peores intenciones




A pesar de que las cosas están funcionando más o menos bien –o no tan mal como nos quieren hacer creer- las voces opositoras no cesan de oscurecer el ambiente. Tanta es la insistencia agorera, que algunos transeúntes deambulan por las calles como si estuvieran atentos a un bombardeo repentino o, al menos, una balacera al estilo del lejano oeste. No debe sorprender esta apresurada conclusión, si los medios hegemónicos ya no saben qué hacer para recrudecer con su cruzada destituyente, ya no encuentran un título capaz de despertar al cacerolero dormido para que pueble las calles con consignas antidemocráticas.
Y si de malas lenguas se trata, algunos involucionan cada vez que abren la boca. Y, a diferencia de los buenos vinos, con el paso del tiempo esas lenguas se vuelven agrias y venenosas. La puesta en escena verbal con forma de exabrupto del ex periodista y actual fabulador del establishment, Jorge Lanata, quedará para la historia. Hay de todo en esos minutos, desde salvajes insultos hacia unos jueces que no habían hecho nada de lo que él decía que habían hecho hasta aprietes cuasi mafiosos, pasando por una inadmisible incitación a la violencia, con menores incluidos. Sin dejar de lado los calificativos vertidos hacia nuestro país, ofensivos por donde se los mire, todo lo que vomita sobre el micrófono sólo puede conducir a una rebelión generalizada o al suicidio colectivo. Un medio de comunicación no es el lugar adecuado para una catarsis psicótica –como él mismo confesó- que podría solucionarse con unas temporadas de terapia.
Porque lo evidente es la catarata de improperios y palabrotas, que escandalizan por su contundencia, su abundancia y su falta de variantes; lo visible es la desconfianza hacia todo y el derrotismo demoledor; lo agresivo es la violencia desencajada de esa explosión sobreactuada; lo grave es el desasosiego y la impotencia que generan. Pero lo más peligroso es el vacío que propone como horizonte. Uno puede pensar que se erige como un reservorio moral, como el único capaz de descubrir la inmundicia que nos rodea. Y si no la encuentra, deberá inventarla, como un dios todopoderoso que crea un mundo desde la nada. Un mundo virtual de miseria y destrucción que sólo contribuye a consolidar su Ego. Y, de paso, a alimentar los prejuicios arraigados en los individuales espíritus que conforman su público.
Un público descreído, harto, belicoso, con las cacerolas dispuestas a presentar batalla contra todo y a favor de nada. Un manojo de sujetos atados a las pesadillas que consumen desde sus pantallas, conformes con padecerlas desde sus cómodos sillones, porque han abandonado todos sus sueños. Nada los podrá sacar de la idea de país que se construye desde los medios que malogran su día. Como conclusión inevitable –y hasta obvia- desde las usinas de estiércol sólo se presenta “un país de mierda”, ése que inspira los dicterios de Lanata.
La pata boba del operativo
Como decían los abuelos, la violencia engendra la violencia. Entonces, ¿qué genera la estupidez? Quizá el actor Alfredo Casero sea el resultado. O, al menos, uno de tantos. Entusiasmado con los conceptos vertidos por Adrián Suar y nutrido con el ideario de Lanata, el creador de Chachachá diseñó un nuevo certamen para premiar a sus colegas: el “Premio Hocico Marrón para los chupaculos del gobierno”. Elevada y conmovedora contribución al futuro de nuestros niños, salida de lo más profundo de sus vísceras desbordadas de bilis. Ajeno a toda comprensión histórica, el desenfrenado bufón propone armar una lista negra con el nombre de las personas que “cobran dinero del gobierno y le chupan y chuparon el orrtoooo”. Quienes piensan de esta manera tal vez estén habituados a hacer lo que denuncian. Por plata baila el mono, dice otro dicho muy conocido. Y el mono piensa que los demás monos sólo bailarán con el mismo incentivo. No entra en su imaginario la existencia de monos que bailen sólo porque son felices.
Y menos aún en el desastroso país que pintan día tras día. Porque ése es el punto de partida de cualquier análisis: la construcción mediática de la realidad instalada por los medios opositores no coincide con la realidad experimentada por los ciudadanos. No estamos en el país de las maravillas pero tampoco en el de las pesadillas. En todo caso, estamos en un país que apenas once años atrás se encontraba en ruinas, al borde de la disolución, en medio de la crisis más profunda de la historia. A pesar del poco tiempo transcurrido, estamos a una distancia enorme de diciembre de 2001. Cualquier lectura honesta de los hechos no puede evadir esa evidencia. Sin embargo, los oscuros intereses de los que acechan en las sombras destruyen cualquier intento de honestidad por parte de sus siervos.
Ahora se mostrarán cebados con la no-causa Boudou y la posibilidad de derrumbar al gobierno de CFK con una telenovela tan enredada que ni ellos la entienden. No importa, total la van inventando sobre la marcha, en el día a día, de acuerdo a los humores de la población y la proximidad de buenas noticias. Y hay jueces que siguen el guión hasta en sus más borroneadas comas. Como Ariel Lijo, que decidió convocar a Boudou a una indagatoria justo el día en que se conoció el histórico acuerdo con el Club de París. Y aunque tenía muchas fechas para elegir, le pareció adecuado que el ex ministro comparezca en el tribunal justo el 15 de julio, día en que deberá oficiar como presidente porque Cristina está convocada a participar de la Cumbre de BRICS en Brasil. ¿O será que no quiere perderse ningún partido del Mundial y se reserva unos días para festejar en caso de que la selección argentina conquiste el título?
Pase lo que pase en los tribunales, la sentencia mediática ya está dictada. Boudou será culpable durante mucho tiempo, al menos hasta las elecciones presidenciales del año que viene. Y si llega a ser sobreseído por falta de mérito, para los carroñeros será mucho mejor: nada más adecuado que un corrupto impune para construir la ilusión de un país desastroso. Todo lo que pase respecto al vice-Presidente les vendrá como anillo al dedo –tanto su culpabilidad como su inocencia- porque así lo han construido a lo largo de estos años. Una pandilla mediática dispuesta a decir cualquier cosa, un manojo de televidentes que memorizan los más absurdos lemas y una minoría avarienta que no ve la hora de recuperar el timón del país. El cóctel ideal para retroceder muchos casilleros en el país que todavía no terminamos de construir.

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...