Cuando las pantallas del televisor mostraron el rostro feliz de Mauricio Macri ante los dichos de Hugo Moyano, el título de este Apunte se escribió solo. El discurso del Secretario General de la CGT resultó útil para fortalecer la desabrida hipótesis del Jefe de Gobierno porteño sobre la necesidad de diálogo y búsqueda de consenso que tanto pregona. Sólo eso bastaba para confirmar el error que está cometiendo el líder sindical al bajarse del colectivo K para sacudir el parche de los tambores de guerra. No significó para él una señal de alarma que Luis Barrionuevo se sienta tan cerca que hasta piense en una CGT unificada. No dudó un instante cuando los diputados de origen sindical se negaron a votar a favor del Estatuto del Peón de Campo, en sintonía con Gerónimo Venegas y las patronales rurales. Tampoco cuando apoyó la rebeldía inconsistente del personal de servicio técnico de Aerolíneas Argentinas. Ahora que Mauricio se pone de su lado, ¿mantendrá su posición belicosa hacia La Presidenta?
El líder del PRO deslizó ante las cámaras una sugestiva comparación de esta posible crisis de la dirigencia sindical con la rebelión de los estancieros de marzo de 2008. El delirio de esta analogía es imposible de sostener. El apoyo que obtuvo CFK en las urnas indica una relación de fuerzas muy diferente a la de aquel entonces. Los medios que entonces fogonearon el conflicto hoy tienen menos incidencia en el público. Y los logros de gestión inclinan la balanza a favor del Gobierno Nacional. Además, la imagen de Moyano nunca resultó atractiva para los medios hegemónicos, sino todo lo contrario. Si en los próximos días los programas periodísticos de TN invitan como figura protagónica al camionero, la movida resultaría tan obvia que ni el más rabioso opositor se la creería. Ya es un espectáculo circense que Barrionuevo, Venegas, Zanola y otros más tengan conceptos floridos hacia el líder de la CGT. Que Nelson Castro, Eduardo Van der Koy y Joaquín Morales Solá hagan lo propio significaría un adelantamiento muy grosero de los festejos de carnaval.
Esta ruptura pública de Moyano con CFK no puede justificarse por las diferencias que han manifestado con respecto a la necesidad de una ley que reglamente el reparto de las ganancias empresariales con los trabajadores, de acuerdo como se establece en la Constitución Nacional. La Presidenta no se opone a ese derecho constitucional, sino que no ve la necesidad de una ley. Ella sostiene que puede resolverse a través de las negociaciones paritarias, algo que dejaría en desventaja a los gremios menos influyentes. Tampoco hay un acuerdo respecto al pago del impuesto a las ganancias por parte de los trabajadores. Y el problema no se reduce sólo a la cifra del mínimo no imponible, sino al concepto de ‘ganancia’ aplicado a un asalariado. Que estas diferencias conduzcan a una ruptura, es por demás de absurdo.
Una de las posibilidades para comprender esta actitud es la necesidad de aliarse con ciertos sectores del peor sindicalismo para renovar mandato al frente de la CGT. En estos meses que faltan para las elecciones en la central sindical, Moyano quiere modificar los estatutos para que sean los trabajadores los que voten al Secretario General, hasta ahora elegido por las cúpulas gremiales. Tanto para renovar mandato como para modificar los estatutos, necesita el apoyo de otros sectores por fuera del moyanismo. Otro elemento a tener en cuenta es la intención de formar un partido político con raíces sindicales, a la manera del PT de Lula, ofendido por el poco protagonismo en las listas de diputados y senadores en las últimas elecciones. Si todo es una puesta en escena para lograr objetivos más personales que colectivos, hay riesgos de que la comedia pueda llegar a convertirse en drama, sobre todo por los siniestros personajes que se están colando en el escenario.
La renuncia al PJ es el símbolo más acabado de su desorientación. No sólo abandonó un cargo, sino que desestimó un contenido. Declarar que el peronismo es hoy una cáscara vacía cuando hace apenas unos meses afirmaba que el kirchnerismo había reformulado las banderas históricas del movimiento iniciado por Perón y Evita, es estar muy a la deriva. Tal vez sea demasiado considerar que el kirchnerismo sea una etapa superadora del peronismo, pero que es un movimiento que lo incluye, eso es seguro. Tampoco es descabellado afirmar que fuera del kirchnerismo está Duhalde, De Narváez, Reutemann, representantes más de una deformación -casi negación- del movimiento iniciado a mediados del siglo pasado. Sería interesante saber cuántos de los que escucharon ayer a Moyano en el estadio de Huracán coincidían plenamente con las palabras del orador; cuántos, a la hora de optar por el líder cegetista, son conscientes de que eso significa alejarse de la mandataria que más ha hecho por los trabajadores y las clases más vulnerables en las últimas décadas. A la hora de elegir, cuántos de esos asistentes al acto de Huracán están dispuestos a desviar el inconfundible rumbo de esta nueva Argentina que estamos construyendo.
que el tipo se tiro a la pileta con todo no quedan dudas, lo que si me parece que se olvido de ver si en la pileta habia agua; la gente no come vidrio y tanto en Agosto como en Octubre quedo demostrado, que el Pueblo vota en defensa propia, y sabe que los beneficios ganados, con cualquier otro candidato y/o partido, podrian llegar a perderse, como ya paso con la Rata de Anillaco, que conto para destruir el aparato productivo del pais con el apoyo de estos impresentables "lideres" de la CGT del color que fueren, que fueron amenazados por el turco con nacionalizar los fondos de las O.S.Sindicales, por lo que lo acompañaron sin chistar, mientras se desguazaba el estado y sus empresas
ResponderBorrarDe cualquier modo, Hugo Moyano fue uno de los pocos que emprendió la resistencia al régimen menemista. Por eso sorprende esta actitud. Las aguas se van a calmar. No creo que provoque demasiada inestabilidad. Es una jugada para conservar poder y demostrarlo.
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