Algunos dicen que las comparaciones son odiosas. Eso depende de los objetos a comparar y las intenciones del comparador. Las comparaciones son odiosas cuando el comparador tiene intenciones odiosas. Comparar al periodista Orlando Barone con José Gómez Fuentes esconde un odio incontenible. Como hacer lo propio entre la actitud diplomática del Gobierno Nacional ante la escalada de agresiones por parte del Reino Unido y los delirios belicosos y etílicos del dictador Galtieri. La analogía –la comparación- es una estrategia argumentativa que persigue una intención para persuadir al lector. Algunas comparaciones ilustran al auditorio y otras hacen perder lustre al orador. Otras son tan torpes que resultan absurdas y hasta se convierten en una provocación. Si de provocaciones estamos hablando, esta semana estuvo plagada de ellas. Hugo Moyano –el líder de la CGT- es un experto incomprensible para provocar sin sentido. En cambio, una provocación bien direccionada es el arribo del príncipe Williams a Las Malvinas para perfeccionar su instrucción en helicópteros de rescate y de paso en estrategias de provocación. Otro que provoca mucho –y con una variada gama de reacciones- es el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, que, en su carrera por la presidencia, toma las medidas más antipáticas escudado por el silencio de los medios cómplices de su afán demoledor. Comparaciones y provocaciones recorren esta semana informativa. Pero también hubo respuestas elevadas que descolocan frases y acciones berretas que se derrumban apenas pronunciadas.
En sesenta días se cumplirán treinta años del inicio de la Guerra de Malvinas, esa extraña y destructiva bravuconada patriotera que intentó la dictadura para postergar la extremaunción. No fue fácil tomar posición respecto al tema después del retorno a la democracia. Parecía que pensar en la soberanía sobre las islas era reivindicar la guerra. Confusión que llevó a posponer el tema durante mucho tiempo y retomar la vía diplomática con cierta timidez en los últimos años del siglo pasado. Recién ahora, el Estado Argentino se despega de la desventura bélica de 1982 apelando a la ilegitimidad de las acciones del gobierno usurpador y profundiza la condena al colonialismo británico. El reclamo argentino pasa por la exigencia del diálogo. Si la Corona no quiere hablar de soberanía es porque sabe que en ese terreno pierde. Por eso apela a la estrategia de la autodeterminación de los kelpers –que son ciudadanos británicos- y hace ondear la bandera de la ovejita. Y también sabe que en una mesa de negociación, con las leyes internacionales sobre la mesa, el fin del conflicto es, inevitablemente, la devolución de las islas invadidas, colonizadas y saqueadas desde 1833.
Cuando no hay argumentos, la provocación –casi gruñido- es lo único a lo que pueden apelar. La extracción de los recursos naturales, el refuerzo de la presencia militar y el viaje de egresados del heredero de la Corona no son más que fintas en espera de una reacción. La intención pacifista de nuestro país no debe tomarse como una debilidad, sino como una fortaleza basada en la razón. Ante los desesperados desplantes de la no-diplomacia real, ante los desaforados y absurdos conceptos vertidos desde los diferentes estamentos políticos de Inglaterra, la enérgica respuesta del Gobierno Nacional desde las vías diplomáticas está dando buenos resultados porque suma comprometidas muestras de apoyo en el plano internacional. Y no sólo en los países de América Latina, sino en Estados Unidos y hasta en el gigante asiático.
En el terreno local, algunos lenguaraces profesionales de decreciente influencia en la opinión pública también provocan. Pero son tan obvios y chiquitos sus argumentos que no alcanzan a provocar lástima, siquiera. Escuchar a Joaquín Morales Solá igualando la actitud de Galtieri con la de La Presidenta despierta la risa hasta en un nene de cinco años. En cambio, duele que Jorge Lanata –por un espacio en el 13- ya haya regalado definitivamente las islas. Y apena que se ensucie a Orlando Barone con una vil comparación con el vocero dictatorial, José Gómez Fuentes. Como si un pseudo-periodista que amplifica los argumentos autoritarios de una dictadura por ATC fuese lo mismo que uno que trabaja en la TV Pública democrática y que defiende las acciones de un gobierno indiscutiblemente popular y legítimo. Pero, en menor medida, también son provocaciones de aquellos que ya no saben de qué manera boicotear el país que colectivamente estamos construyendo.
Los Moyano también provocan, pero están cada vez más solos en el cruce de vereda que están transitando. Las fotos de Facundo en Cancún se asemejan más a ostentaciones noventosas que a vacaciones de un representante gremial. Las vociferaciones de Hugo desconciertan hasta a sus propios representados por los ataques inconsistentes hacia el Gobierno Nacional. Y Pablo, montado en un conflicto con una empresa de correos en Chubut, pretende tomar la Casa Rosada con camiones embanderados. Ahí también falta la razón y por eso gritan. Gritan tanto que están provocando fisuras hasta en los propios allegados al moyanismo. El taxista Omar Viviani, de la mesa chica del titular de la CGT, sostuvo que “hay algunas cuestiones en las que tiene potestad el secretario general y a lo mejor no representa al conjunto de la CGT; en este caso hay alguna división, porque algunos compañeros no están de acuerdo con enfrentar al Gobierno”. No deben ser algunos, sino muchos trabajadores los que se resisten a enfrentar al Gobierno Nacional y es por eso que Moyano evita dirigir sus palabras de ataque a CFK. Sin embargo, llegan hasta ella. Si no, ¿a quién responden los “chirolitas”? “El modelo se profundiza con debate, aunque algunos crean que no es así”, apuntó el canillita y diputado Omar Plaini, que reconoció que “hay tensiones” con la Rosada. “Se equivocan los que creen que le discute poder a Cristina –explicó- nosotros no estamos haciendo un planteo político”, aunque las últimas intervenciones de los Moyano indiquen todo lo contrario.
Y si de soledad se trata, nadie tan desesperado como Oscar Aguad, diputado por la UCR que, no conforme con la derrota electoral de octubre, producida en parte por la alianza con Francisco de Narváez, además de la poca solidez –para ser compasivos- del candidato presidencial, invita a todos a una cruzada multipartidaria como alternativa a futuro. “Si Macri piensa como yo, bienvenido sea” expresó, suplicante, el diputado. Aunque parezca mentira, Aguad quiere construir una “Gran Alianza Nacional” –una especie de licuado híbrido- para enfrentar al kirchnerismo. Lo que no advierte es que enfrentando al kirchnerismo también enfrenta a gran parte de una sociedad que está acompañando –con convicción, compromiso y alegría- el proyecto de país en curso. Y más aún si convoca a un personaje tan destructivo como Macri. Hace unos días la UCR participó de la Internacional Socialista en Costa Rica, algo incomprensible de acuerdo a los vaivenes ideológicos que ha tenido el partido centenario en los últimos años. Si el diputado tiene coincidencias con el líder del PRO y a la vez, el radicalismo participa en la Internacional Socialista, hay algo que hace ruido. Un ruido atronador como sus palabras desideologizadas.
“Yo exhorto a los dirigentes a que desandemos las diferencias partidarias, hay que construir una gran alianza nacional para sacar al país del subdesarrollo”, expresó, entre el cinismo y la mediocridad. Un subdesarrollo con un crecimiento sostenido durante ocho años, disminución de la pobreza y del desempleo, industrialización, infraestructura. Además de incoherente y mentiroso, desmemoriado. La crisis más profunda y dramática que vivió nuestro país fue provocada por dirigentes de ese mismo partido, que no dudaron en continuar el sendero de entrega y corrupción comenzado en los noventa. Y Mauricio Macri representa esa gestión desideologizada e híbrida que esconde una profundización de la exclusión con mucho énfasis, con una avidez indisimulada por segregar a los más vulnerables. Muy difícil imaginar a Mauricio participando de las discusiones en los foros de la Internacional Socialista, aunque se hayan suavizado las posiciones transformadoras. Ojo, tampoco cuadran mucho Aguad o el propio Alfonsín. Ese tipo de construcciones electorales con negación absoluta de la realidad y la ideología, pero a la vez como afirmación de privilegios minoritarios, no provoca más que espanto. Y un poquito de asco también.
El camino de la entrega no comienza en los 90, sino en los ochenta con Alfonsín. Y como muestra basta un botón, no olvidar el canal de Beagle.
ResponderBorrarMuy buena la publicación.
la internacionala socialista, no lo es tal es social-democrata, y la UCR participa de ella desde la epoca de Alfonsin(padre)
ResponderBorrarExcelente nota Gustavo muy buena te felicito todo lo que decis esta más claro que el agua..Hago una pregunta: PORQUE NO DEJAN VIVIR EN "PAZ" A TODOS LOS ARGENTINOS"..
ResponderBorrarBuena pregunta. Lo que pasa que vivir en paz es tan subjetivo. Para algunos es vivir en mansiones de una manzana con mayordomo, mucama cocinera, jardinero, vacaciones seis o siete veces al año en lugares exóticos, tener un auto para cada hora del día, etc etc. Y para otros es tener una casita, vivir con lo indispensable, comprar ropa nueva pero barata, vacacionar en Santa Teresita una vez al año. Y eso es a nivel local como internacional.La paz es producto de la racionalidad y del sentimiento
ResponderBorrarLa paz es un bien por el cual se lucha en cualquier estamento de la sociedad y en cualquier sociedad. Los pueblos que renuncian a la lucha pierden no solo la paz sino también la libertad.
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