Una máxima perdida en el tiempo dice que “una esterilla no puede sobrevivir a diez días de playa”. En la memoria de algún bañista quedarán los esfuerzos de este ignoto profesor de provincias para extender sobre el suelo lo que antes era una esterilla y ahora, sólo un absurdo hatajo de pajitas flameantes, mientras el viento intenta –con mucho éxito- introducir medio kilo de arena detrás de las lentes de contacto. Después de unos violentos parpadeos, la sensación rasposa sobre la córnea permite acceder a distorsiones surrealistas de las vistas del mar y de la playa. Una experiencia que sólo los miopes pueden tener. Quien tiene una distorsión de la realidad y no como producto de la arena en sus ojos es el líder de la CGT, Hugo Moyano, que está decidido a arrojar dardos envenenados a cuanto “chirolita” se cruza en su camino. Y no es el único. Los opositores encontraron por fin un tema al que oponerse, después del aplastante resultado de las elecciones de octubre. Basta que alguien diga “re-re…” y ya salen velozmente de su letargo para comenzar a decir sandeces. Y hablando de sandeces, el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, pretende batir su propio récord vetando a diestra y siniestra, sobre todo aquellas leyes que signifiquen inclusión, memoria y cultura. Parece que el viento hace llegar muy lejos los granitos de arena que levanta de la playa para distorsionar la visión de los desorientados que no comprenden.
De manera sospechosa, la relación entre Pablo Moyano, el líder del gremio de los camioneros, y el Ministerio de Trabajo no transita por el más dulce de los senderos. La conciliación obligatoria dictada para resolver el conflicto entre la empresa Correos del Sur y los trabajadores parece que desembocará en una medida de fuerza. Pero no estará destinada a la empresa que aumentó desmedidamente sus servicios para el reparto de facturas de Camuzzi Gas del Sur -que optó por Correo Argentino- sino contra el Gobierno Nacional. Y precisamente es Carlos Tomada –que ha intervenido exitosamente en innumerables controversias laborales- el destinatario de los principales improperios. Los camioneros pisaron a fondo y no hay quien los haga frenar.
Hugo Moyano es el que ha abandonado la ruta de manera permanente. Aunque el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, intentó hacerlo recapacitar, parece que el quiebre es definitivo, por ahora. El ex motonauta ya está nuevamente en carrera y por eso, está empeñado en conciliar a mansalva. “Desde mi óptica, no cae bien ni mal –explica el vicepresidente Amado Boudou- Son posiciones que van tomando los dirigentes y que en definitiva el que las va evaluando es el conjunto de la sociedad”. Claro, la ruta de la conciliación indiscriminada es un camino seguro hacia el revoltijo; hace que se pierda la esencia del proyecto. A partir de ahora, tratar de construir licuados para obtener mayorías circunstanciales significa no entender cuál es el camino hacia el país deseado. Que se vayan sumando voluntades es positivo; que se meta a cualquiera, todo lo contrario, como podrá suponerse.
“No se vienen momentos simples –pronosticó el camionero durante un acto en Puerto General San Martín, casi en Rosario- No son tan buenos como los que hemos vivido”. Si es por la amenaza de algún maleficio, puede ser, pero muchos analistas económicos afirman que las medidas que está tomando el Gobierno Nacional son las apropiadas para enfrentar las posibles sacudidas de las crisis internacional. Pero, como un aprendiz de Lilita, Moyano sentencia: “se vienen momentos en que los trabajadores vamos a tener que ponernos firmes para defender nuestros derechos”. El panorama que pinta el líder de la CGT no se condice con ninguna realidad posible. Nada hace sugerir que los próximos pasos del Gobierno Nacional se dirijan a eliminar derechos. Hay mucha ingratitud en los dichos de Moyano. ¿Qué habrán pensado los trabajadores cristinistas que lo estaban escuchando? Cuando pide que “las organizaciones gremiales, junto con sus trabajadores, tengan la firmeza suficiente para evitar que nos rebajen los salarios o que nos impongan porcentajes absurdos”, ¿en qué universo paralelo está pensando? Porque de rebajar salarios nadie está hablando, salvo que se refiera a la reasignación de recursos salariales en los empleados judiciales. Desde que se reinstauraron las paritarias, nadie impone porcentajes absurdos, sino que se discuten entre partes.
Pero lo que demuestra la ausencia absoluta de argumentos es la apelación a la imagen de chirolita. Muy dolorosa resulta la evocación de las caricaturas de Néstor Kirchner sentando en las rodillas de Duhalde en los primeros meses de su gestión. Para los olvidadizos, Kirchner tuvo autonomía desde el primer momento. Unas coincidencias iniciales no significan una simbiosis perpetua. Además, se está refiriendo a funcionarios nacionales, que dependen de la Presidencia de la Nación y por tanto, deben realizar lo que La Presidenta decida y ordene. Eso no significa que sean títeres o peleles. Pareciera que para muchos el gobierno ideal es aquél en el que los integrantes hacen lo que se les da la gana o peor, obedecen a poderes fácticos y permanentes.
Lo permanente es la insustancialidad de las fuerzas opositoras. Ante las declaraciones de David Cameron, todos salieron a negar la calidad ‘colonialista’ del Estado argentino, lo cual es oportuno porque demuestra solidez a la hora de defender los intereses nacionales, que están por encima de los partidarios, más aún cuando no hay elecciones a la vista. Pero no pierden oportunidad de desplegar sus dotes histriónicas cuando sospechan que el actual gobierno “avasalla las instituciones”. Una conversación informal en un encuentro en Mar del Plata significa una amenaza para el purismo republicano de ciertos exponentes. “Fue una reunión interna –explicó Amado Boudou- en la que se debatieron temas del tiempo político, como se hace en todos los espacios, buscando cuáles son los caminos, hacia dónde hay que ir”. Aunque la diputada Diana Conti haya manifestado el verano pasado que deseaba una “Cristina eterna”, la posibilidad de reformar la constitución para permitir un nuevo gobierno de CFK es más una advertencia hacia adentro del kirchnerismo que para afuera.
Sin embargo, algunos de los empecinados opositores ya salieron a mostrar los caninos. El ex gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, con la lucidez y precisión que lo caracteriza, sostuvo que “no es éticamente saludable” una reforma en función de “su beneficio personal”. Quien no mezquinó esfuerzos intelectuales fue el diputado radical Ricardo Alfonsín, que afirmó que “la sociedad no ve con buenos ojos las pretensiones de perpetuidad en mayor cantidad de tiempo, tratando de cambiar la ley”. A la luz de los resultados electorales, Alfonsín sí que sabe realizar una sagaz lectura de lo que piensa la sociedad. De más está decir que ya ni representa al sector de la sociedad al que cree representar. En un tono más severo, Margarita Stolbizer, señaló que “no hay Cristina eterna, ni monarquía Kristinista (sic) Las argentinas y los argentinos tenemos demasiados problemas sin respuestas como para tolerar una aventura reformista con la sola idea de la perpetuidad”. Además de la ridiculez de pretender apropiarse de los problemas de todos –como si se los imaginara, siquiera-, manifiesta el profundo temor a que la realidad le indique todo lo contrario. Los resultados de las últimas encuestas de opinión dan una imagen positiva creciente de La Presidenta. Y no se trata sólo de las consultoras afines. La consultora Poliarquías –la favorita de La Nación- midió el 67 por ciento de Índice de Confianza en el Gobierno. Aunque falten cuatro años, advierten que ganarle a Cristina es más difícil que intentar ganar sin Cristina, aún en un hipotético tercer mandato. Ellos no quieren enfrentarse otra vez a ella porque saben que vuelven a perder.
Pero el plato fuerte lo sirvió Federico Pinedo, diputado por el PRO, quien sostuvo que el Frente Para la Victoria “tiene una tendencia permanente a no respetar la constitución”. Esa afirmación es una absoluta mentira, porque durante estos ocho años se ha respetado como nunca la letra de la constitución. No respetar la constitución sería presentarse a un tercer mandato sin reformarla. Pero la reforma de la Constitución es constitucional. Sin embargo, como decía mi abuela, el muerto se asusta del degollado. Si los 102 vetos que lleva acumulados Mauricio Macri son una forma de respetar la constitución, entonces entendimos todo mal. Tan constitucional es la actitud del Jefe de Gobierno porteño que todos sus vetos van en el mismo sentido: excluir, postergar y segregar. Algunos dicen que Macri acostumbra patear aquello que no entiende; sin embargo, parece entender muy bien dónde patea. Arena en los ojos y las arenas del tiempo. Interesantes metáforas con un mismo material.
¡Que miedo!.¡Que pavor le tienen a Cristina!. Tanto que sin reforma, que debería aprobar el parlamento, ya salen despavoridos a rechazarla. Yo me pregunto: ¿De que tamaño descomunal serán los intereses que se estàn afectando?.
ResponderBorrarMagnífico análisis GLOBAL de la situación política actual. Pero por sobre todas las cosas, una VALIENTE y ACERTADÍSIMA denuncia sobre la ACTITUD "panquequeril" de Moyano, la cual tomo como una personal reivindicación de lo que hasta ahora creía era solo mi voz en el desierto, denunciando yo lo mismo desde mi perfil en Facebook y en otros grupos y páginas de la misma red social. Un saludo afectuoso para estos "Apuntes discontinuos".
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