El mar siempre inspira ideas marinas. Inmensidad, la primera. El constante rugido, la segunda. O en otro orden, no importa. Pero lo de la fuerza es un clásico. ¿De dónde sale tanta energía? ¿Y para qué? La misma que este ignoto profesor de provincias pone para adquirir un discreto tono té con leche en su piel. “El blanquito se está asando vuelta y vuelta”, dirá un bronceado. De cualquier modo, estas ideas nunca deberían formar parte de un apunte. ¿Qué necesidad de convertir algo privado en cosa pública? Lo que nunca debió transformarse en algo tan público es lo de la chica de General Campos. Si el Código Penal lo dice claramente. Pero para algunos, el dogma es más importante que todo lo demás. Hasta más importante que el propio cargo. Por eso el Ministro de Salud de Entre Ríos, Hugo Cettour, deberá buscar la salida de emergencia. Por lo que dijo, por lo que dejó hacer y tal vez por lo que hizo. El que parece no preocuparse por lo que dice es el gobernador bonaerense Daniel Scioli quien, no conforme con haber compartido un picadito con Macri, ahora parece que trata de convencer a Moyano para que vuelva al hogar K. En la difícil relación entre el gobierno y la CGT, cualquier chispita se convierte en incendio. Pero CFK, nuevamente en funciones después de veinte días de licencia médica, habrá meditado largamente sobre la manera de afrontar estas cuestiones.
Ya son muchos los que piden la renuncia del Ministro de Salud entrerriano. Dicho con mucha suavidad, actuó como un desalmado. Hablar del embarazo de una nena de once años como si se tratase de una máquina para fabricar bebés es una atrocidad. No hace falta estudiar medicina para saber que una chica no está preparada para ser madre, aunque haya tenido su primera menstruación. No hace falta haber estudiado derecho para entender que un caso así se considera aborto no punible porque el embarazo es producto de un abuso sexual y porque corre riesgo la vida de la niña. No hace falta aprender psicología para comprender cómo le puede afectar un embarazo a una nena que sólo quiere “volver a ser como antes”. No es preciso ser brujo para saber que la madre de la chica recibió presiones para retirar el pedido de interrupción del embarazo. No es necesario ser un sabio para comprender que todo el caso está atravesado por la necedad. Por estos temas también pasa la inclusión, aunque los dogmas se crucen en el camino. Por aquí también pasa la salud pública, la justicia y la conciencia de los médicos. Y también el miedo. Y el corazón. Porque cuando Cettour naturalizó la situación como si se tratase de una epidemia, cuando habló de la preparación para el embarazo como si hablase de un aparato y no de una nena de once años, cuando no intervino para concretar los deseos de la madre, estaba dejando de lado todo tipo de comprensión humana del conflicto. Menos problemático es convertir a otra nena en madre que desafiar los decires puritanos de los hipócritas. No hace falta una ley para resolver estos problemas. Sino corazón, comprensión, buen sentido y no sentido común. Sólo eso.
Quien parece haber sido abandonado por todos los sentidos es el titular de UATRE, Gerónimo Venegas, cuando dice ser un “perseguido político” del Gobierno Nacional. No es para menos. El Nuevo Estatuto del Peón Rural lo deja sin una de sus principales fuentes de poder y dinero. La transformación del RENATRE en el RENATEA es mucho más que un cambio de nombres. Ahora será el Ministerio de Trabajo el encargado de controlar las condiciones de los peones en los emprendimientos rurales bajo el régimen establecido por la nueva normativa y no la entidad sindical en connivencia con las patronales del campo. Como fuente económica, el año pasado Venegas obtuvo una retribución cercana a los 440 mil pesos en concepto de sueldo, viáticos y aguinaldo. Esto sumado a lo que percibe como representante sindical y algo más de las obras sociales. Más que perseguido, debería sentirse empobrecido, porque el aspecto político de su nueva situación debe interesarle mucho menos que lo económico. Generalmente, cuando estos personajes denuncian que son perseguidos políticos, por lo que menos se los persigue es por su actuación política. Pero siguen usando eso como argumento porque, en algunos sectores –pequeñísimos- aún funciona.
Lo que no funcionó es el intento del gobernador Daniel Scioli de acercarse a Hugo Moyano. Lo hizo a través de su Jefe de Gabinete, Alberto Pérez, quien considera que “el compañero Hugo Moyano debe rever su posición. Deben primar los criterios de unidad”. Para el funcionario, el líder de la CGT es “esencial” en la estructura del Justicialismo porque “el movimiento obrero organizado es la columna vertebral del movimiento justicialista”. El 15 de diciembre, el camionero anunció que renunciaría a sus cargos en el partido nacional y provincial, cosa que todavía no hizo efectiva. Mientras Pérez tironea hacia un lado en representación de Scioli, Pablo Micheli, de la CTA anti kirchnerista, tironea para el otro. Micheli quiere que Moyano rompa con el Gobierno Nacional porque “la única soga que le pueden tirar” desde la Casa Rosada es “una soga al cuello”. Hermosa metáfora producto, tal vez, de un golpe de tejo en la cabeza y perdón por el uso de la retórica playera.
Pero la situación con los sectores sindicales está picante. El intento de acercamiento del Gobernador de Buenos Aires no cayó muy bien en el oficialismo. Tal vez por eso el Ministro del Interior, Florencio Randazzo, explicó que “el que renuncia a un lugar es para irse y no para quedarse”. Más aún si el renunciante abandona el PJ porque se ha “convertido en una cáscara vacía”, como expresó en el acto de Huracán. Y, según parece, las aguas no van a estar calmas en la relación entre oficialismo y sindicalismo. Suena la alarma de una tolerancia cero por parte de los representantes de los trabajadores. Con respecto a esto, el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto aseguró que el proyecto kirchnerista “debe vencer a un enemigo clave que tiene que es el ego de cada dirigente”. La explosión parece a la vuelta de la esquina y el suspenso se agiganta.
El cambio de concesión de un servicio en una ciudad del interior se transforma en un despido encubierto de alcance nacional. Camuzzi Gas del Sur SA decidió finalizar el vínculo que guardaba con Correo Sur SRL para el reparto domiciliario de las facturas. La empresa transportista pedía un aumento del 140 por ciento en la renovación del contrato que vence a fin de mes. Camuzzi optó –como era de esperarse- por la empresa que le ofrecía un mejor precio, en este caso, Correo Argentino. Todo esto ocurre en la ciudad de Trelew por el reparto de las facturas de gas y si hay un culpable, es el gerente de la empresa de transportes que pidió semejante incremento. El punto es que 170 personas se quedarán sin trabajo y eso provocó violentas protestas por parte de los camioneros de Pablo Moyano, el nene de papá, en la CABA. El Ministro de Trabajo, Carlos Tomada, consideró que “trasladar el conflicto a la ciudad de Buenos Aires es un apriete” y más aún en medio de una conciliación obligatoria. “Pablo Moyano sabe de la reunión del viernes hace tres días –explicó Tomada- la marcha no tuvo otro objeto más que movilizar para perturbar y marcar la cancha”.
Pero ya volvemos a tener presidenta y será ella la encargada de marcar la agenda política. Cristina exhibió en su reaparición las dos últimas cicatrices que ha incorporado en poco más de un año: la del luto y la del cuello. “Si me pongo un pañuelo –señaló La Presidenta al respecto- mañana Clarín dice ‘esta no se operó’, y si bien la estética me puede, la política está antes que la estética”. Pero sugirió mucho más en el discurso del reencuentro, después de la operación de tiroides. Luego de agradecer por las muestras de apoyo a “todos los que se alegraron, que se ve que son más”, habló sobre “el batifondo que se armó” con las versiones periodísticas, aunque logró que “quedaran algunos muy desnudados”. Pero también hizo referencia a la sintonía fina, a la que “algunos quieren identificar con ajuste”. Por el contrario, lo que significa la expresión es que “se acabó la avivada, lo que es diferente”. Y puso como ejemplo a las distribuidoras de combustible que “vendían a granel o mayorista –el gasoil- a un precio mayor” que el de surtidor “para beneficiarse con el subsidio estatal”. Y como una forma de reforzar la idea de soberanía, destacó que “los propietarios de los yacimientos son las provincias, esto es bueno que lo tengan claro”. CFK recordó que “el subsuelo es de los argentinos y está concesionado, no podemos volver a las épocas del virreinato; que se notifiquen que han pasado esas épocas y es necesario reinvertir en el país”.
En los más de cuarenta minutos que duró su exposición, destacó que la desocupación para el último cuatrimestre del año pasado fue del 6,7 por ciento y aunque “queda mal decir que rompimos el siete” es la primera vez que se supera esa barrera de manera decreciente. En el pasaje más poderoso de su discurso, CFK reservó una frase casi para un afiche: “pienso usar todos los instrumentos que las leyes y la Constitución permiten y obligan a los gobernantes a usar para defender los intereses de los 40 millones de argentinos”.
El discurso no deja de ser una muestra de lo que será su agenda, más inclusión, como un horizonte irrenunciable. Tal vez descoloque a todos y sea ella la que tienda la mano hacia estos sectores díscolos del sindicalismo. O tal vez no. Quizá haga valer el principio de la duda e instale la idea de que gran parte de los trabajadores votaron en octubre por la fórmula oficialista y que es la cúpula corporativa la que está tratando de instalar una ruptura. El Gobierno Nacional se ha mostrado como un verdadero equipo en ausencia de CFK. El “guarda con lo que hacés… es bromita pero va en serio” que le dirigió al vicepresidente Amado Boudou significa más una afirmación de fortaleza que un temor a las debilidades. En estos días de licencia por enfermedad, La Presidenta siguió gobernando a través del vicepresidente y eso da la idea de solidez y continuidad. Pero todavía, no de prescindencia. Y eso es preocupante, aunque no por ahora.
En la medida que se profundice el modelo los enemigos seguiran emergiendo y quedarán flotando como zoretes que son. Moyano es un hijo de puta que ve sus intereses tocados por el proceso de equidad implantado por CFK.Me guataría saber que harán los trabajadores que votaron a Cristina ante una convocatoria de paro general. Es hora de grandes gestos y de separarse del corporativismo sindical. Excelente publicación, muy completa.
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