Difícil relacionar la Constitución Nacional con la yerba
pero, como se ha demostrado en más de un año de Apuntes Discontinuos, todo es
posible. La Constitución no es sólo el esqueleto de un país, sino también su motor. Pero además, debe
ser la carta de navegación, la brújula que señala el rumbo. Después de las
elecciones de octubre y el indiscutible apoyo recibido por CFK algo se ha
debatido sobre la cuestión. Ya en su discurso de asunción, La Presidenta
mencionó la necesidad de institucionalizar las transformaciones que se han
producido en nuestro país desde 2003. Y, más que a través de las leyes, lo mejor es consolidarlas en la propia
Carta Magna para que no estén a merced de los caprichos y sometimientos del
gobernante de turno. Porque lo que estamos protagonizando en estos tiempos
es el fin del yugo corporativo, que se produce porque hay un Gobierno Nacional
comprometido con la equidad. Aunque no se puede decir que la voluntad política
ha domesticado completamente a los poderes económicos, queda en evidencia su avariciosa y destructiva conducta. El precio
abusivo de la yerba es, entre muchos, un claro ejemplo. Y más allá de las
discusiones sobre si el sistema parlamentarista es mejor que el
presidencialista, la constitución debe
ser una herramienta para garantizar un país inclusivo a través del trabajo y la
redistribución con un entramado indisoluble de derechos y obligaciones para
todos los ciudadanos de este suelo. Pero para todos en serio.
Siempre que se habla de una posible reforma de la
constitución aparece el fantasma re-electoralista y el peligro de que un
mandatario se aferre al sillón presidencial para toda la eternidad. De afirmar este ignoto profesor de
provincias que está de acuerdo con la re-elección indefinida, la expresión en las
caras de sus oyentes sería muy difícil de describir. La idea de que una
persona pueda presentarse varias veces consecutivas como candidato a presidente
parece ser opuesta a toda forma de vida democrática, vaya a saber uno por qué. Mientras el acto electoral se produzca de
acuerdo a las normas de la democracia, no hay dificultad ni peligro a la vista.
El peligro lo ven los futuros derrotados. Los seguros victoriosos, no. De
comenzar a discutirse una reforma de la constitución, seguramente se intentará pactar
entre los actores políticos la no inclusión del tema de la re-elección
indefinida, para aceitar el tratamiento de manera debida. Unos, por falsa modestia y otros para garantizar un futuro de banda en
pecho.
Pero más allá de la re-re,
una reforma puede significar un progreso institucional y garantizar mucho
futuro. Una nueva constitución del siglo
XXI, que rompa los lazos con la oligarquía y su neoliberalismo, que incluya
nuevos derechos sociales, económicos, federales y de integración regional; que
no sea sólo un acto declamatorio, como la reforma del ’94, sino que sea un mandato, una obligación ineludible; y que establezca además que los derechos
pueden mejorarse y ampliarse pero nunca ser reducidos o eliminados.
Eugenio Zaffaroni, juez de la Corte Suprema, desde hace mucho
tiempo impulsa la posibilidad de implementar un sistema parlamentarista, como
el que existe en muchos países europeos. Tal
vez no sea el momento adecuado para tomar como ejemplo la organización política
de aquellas tierras. Nuestro sistema de gobierno está bien para nuestra
idiosincrasia. Quizá habría que fortalecer un poco más la figura del
vicepresidente, aunque con la experiencia de Cobos, mejor evitar el tema. Más
allá de modificar las estructuras gubernamentales, lo más importante es definir su relación con los representados. Con
todos los representados, hasta los exponentes
de los poderes fácticos, en este caso, más como obediencia. Para ello debe
establecerse nuestra vida social como un intercambio permanente y solidario de
servicios. Todo debe estar al servicio
de todos, de manera tal de desterrar actitudes individualistas y angurrientas.
En estos tiempos en que, como pocas veces, se ha instalado la
cuestión de la equidad en la cultura política argentina y toda medida apunta a
eso, es inevitable hablar de una construcción institucional de esa tendencia. Si un sistema organizativo permite la
desigualdad, los privilegios y el abuso de los poderosos deja de ser
democrático. Por eso es imprescindible la discusión sobre una reforma que
consolide la democracia como un clima de convivencia y no como una mera
formalidad. Por eso el kirchnerismo aparece siempre enfrentado a los poderosos
que se niegan a convivir democráticamente, que quieren imponer un modelo de
exclusión y de saqueo, que ya padecimos hasta el extremo de la casi aniquilación.
Una nueva constitución debe consignar
una economía al servicio de todos los ciudadanos y no de unos pocos; debe
contribuir a la construcción de una sociedad en la que todos accedan a los
bienes necesarios para desarrollar una vida integral y plena; y condenar las acciones predatorias de los
que se creen dueños del país.
Lo más notorio en estos días ha sido la noticia del incremento
de un 120 por ciento del precio de la yerba. Que un producto totalmente nacional
tenga en góndola el precio que tiene significa un enorme abuso. Y como nunca
antes, se denuncia en dónde está el origen de tal acción saqueadora. No son los productores si no los últimos
eslabones de la cadena los responsables de tal espíritu predatorio. La
decisión tomada con YPF aparece como una reparación histórica, pero también como
advertencia para todos los que no han entendido que desde hace un tiempo hay Un Gobierno que gobierna y no que es
gobernado. Si hablamos de una
reforma constitucional, en ella deben incluirse aquellos mecanismos que
permitan la sanción de los abusos de posiciones dominantes.
Pero además de la voluntad política del equipo gobernante,
también hay un contundente apoyo de gran parte de los gobernados. En estos
momentos, la imagen positiva de la presidenta supera los 60 puntos y la
aceptación de la gestión alcanza los 59. Es mucho y la movilización en Vélez, con
una concurrencia masiva, agrega un condimento especial. Pocos políticos tienen
tal poder de convocatoria. Mientras en
la CABA, docentes, alumnos y padres se movilizan para protestar por el cierre
de cursos, La Presidenta encabezará un acto que tendrá como objetivo
principal celebrar el inicio de un ciclo nueve años atrás. Quienes concurran lo
harán para conmemorar, festejar y respaldar.
Estos tiempos son insólitos, con discusiones profundas,
fuertemente ideológicas y transformadoras. Tiempos
potentes que no debemos dejar pasar. Y también, tiempos de alegría y de
consolidación de un proyecto. Tiempos con mucho futuro. Un futuro que nos exige
compromiso. Y en el país con el que soñamos
no podemos destinar nuestro tiempo sólo a recuperar derechos y recursos. De
ahora en más, debemos esforzarnos en no perder nada, sino todo lo contrario para
construir este país del presente con intenciones de futuro.
Creo que ya hay que comenzar a militar en contra de un sistema parlamentario. Un sistema parlamentario es para países en los que gobiernan las grandes corporaciones: desde Escandinavia hasta Italia, donde ahora gobierna el FMI. Si hubieramos tenido ese sistema, en 2009 Cristina hubiera tenido que renunciar y en su lugar habría estado De Narvaez. Eso es un sistema parlamentario. No va con nuestra idiosincracia
ResponderBorrarEstoy de acuerdo con Cecilia. Ahora pregunto: ¿Es antidemocrático votar indefinidamente a una persona?. ¿Por qué no se puede?. TODO LO QUE EL PUEBLO APOYA MASIVAMENTE ES VÁLIDO Y PUNTO.
ResponderBorrarMuy buena nota.
No es antidemocrático Ernesto. Lo que pasa, simplemente, es que esos mismos que levantan voces estentoreas contra esa posibilidad, son los mismos que necesitan tener de su lado la corporación mediática para hacer oir su voz, cómplices de ellas, obviamente porque saben que, de haber reelección indefinida nunca pero nunca jamás podrán siquiera ilusionarse con volver al gobierno. Ellos aducirán que es porque se aceitan los aparatos, porque se perfecciona el clientelismo u otras excusas para justificar que un pueblo bruto (como ellos lo identifican) elija equivocadamente. Todas patrañas. Mirá lo que pasa en Venezuela. Diez años que Chavez se ha presentado en más de quince elecciones y les sigue ganando por más del 60%. Hagamos votos para que se mejore. Sería catastrófico para Latinoamerica
ResponderBorrarOjo, Cecilia, todo lo que el pueblo apoya masivamente es válido pero no siempre potable. Sino mirá lo que pasó aquí en santa Fe con Del Sel y lo que pasa en la CABA con Macri. A veces parece que somos autodestructivos. Mi visión es que tres años no van a ser suficientes para convertirnos en un país inclusivo, inteligente y reflexivo. Y me da mucho miedo el 2015.
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