Un
video circuló por la web y sus interpretaciones permitieron saborear una vez
más la creatividad de los usuarios
de redes. En la ciudad formoseña de Clorinda, justo cuando los miembros del
oficialismo se mostraban exultantes por
el pago a los buitres, una bandera con mástil portátil cayó sobre la
espalda del empresidente Macri. Un
incidente insignificante, risueño, fortuito. Aunque su trayectoria podría haber
sido otra, finalmente fue ésa. Una muy
oportuna travesura del viento. Como una metáfora diseñada por la casualidad,
la bandera lo castiga por entregar tan dócil
nuestro patrimonio. Una pavada o una señal para el único mandatario que asumió sin jurar con patriotismo. Un
hecho despreciable o una venganza del
símbolo. Un blooper entre tantos o un
ejemplo a seguir por otras banderas que se crucen en su camino. O tal vez
puede ser una advertencia sobre lo que será el futuro del país si el Gran Equipo continúa con sus planes
de despojarnos de todo para beneficiar a unos pocos.
El
día de su asunción, Macri decidió jurar con una honestidad en la que nadie cree, en lugar de hacerlo por un
patriotismo que no siente. Estas dos palabras no le cuadran. En realidad,
ninguna le sienta bien. Los vocablos se
enredan en su boca, se atropellan, se amontonan, se confunden. Tanto él
como la vicepresidenta no se caracterizan por la elocuencia, sobre todo cuando tienen que defender lo
indefendible. Los intentos de Gabriela Michetti por atenuar el affaire de
Costa Salguero no quedarán en la historia como las mejores muestras de sabiduría dirigencial. Después de su hit –ahora negado- “la droga mata tanto a los pobres como a la gente normal”, probó poner como excusa el tamaño de las
pastillas. Por lo que parece, la pesada
herencia no incluye una lupa para
detectar el narcotráfico en sus propias filas.
Pero
volvamos a la bandera y su gesto enmendador.
En ese momento, el presidente Off Shore estaba
protagonizando uno de sus innumerables
furcios. A punto de decir ‘trabajadores
de calidad’, corrigió y terminó prometiendo ‘trabajo de calidad’. Y
entonces, actuó la bandera para llamar
la atención sobre ese lugar tan común. En boca de un dirigente gremial, es
obvio que la calidad es en beneficio del trabajador. Pero cuando un empresario
jugando a presidente la utiliza, la cosa es distinta. Entonces, la calidad se refiere a las ganancias que
genera para el empleador. La bandera nos advierte que el trabajo de calidad
que Macri promete es el que permita
sacar la mayor cantidad de jugo posible de un trabajador. Eficiente,
laborioso, sumiso y sobre todo muy barato será el ‘trabajador de calidad’ que
se escabulló de su balbuceante aparato fonador. La bandera nos avisa que se vienen tiempos de explotación y no hay que
desdeñar su mensaje.
El amarillo vs la Celeste y Blanca
No
sólo la bandera nos alerta sobre esto: el
pasado nos muestra las heridas de un país al servicio de una minoría.
Cuando el establishment gobierna, nos convertimos en piezas de un juego siniestro, en variable de sus ganancias y en
obstáculos para su avaricia. Todo junto o secuenciado. Ahora, el Poder
Económico administra el país a través de sus ceos que nos ajustan, nos sinceran, nos ‘modernizan’. Muñecos insensibles y
desangelados nos prometen un paraíso a largo plazo mientras nos hacen andar por un inexplicable sendero repleto de escenas
tortuosas, perversas, inhumanas. Las excusas abundan y son contradictorias,
desde la pesada herencia hasta el
bienestar inmerecido, desde un sacrificio imprescindible hasta un castigo
ejemplar. A veces, hasta llegan a negar
las consecuencias de sus decisiones y burlarse de nosotros como Prat Gay
con la ‘sensación térmica’ en el tema
de los despidos.
Después
de haber abonado a los buitres todo lo
que requerían y algo más, Macri y su Gran Equipo están clamando por
inversiones para generar empleos de calidad que, como ya vimos, no es
lo que parece significar. Lejos de redundar en desarrollo, esos capitales que caerán sobre nuestras
tierras sólo provocarán más desolación porque serán especulativos. Como en
décadas pasadas, succionarán mucho más de lo invertido y nos dejarán en la
ruina. Si desde que asumió Macri, la
fuga de divisas fue de casi mil millones de dólares por mes, ahora que no
tendremos restricciones externas, el
torrente fugador será imparable.
Para que caiga esa lluvia ácida, hay que garantizar una
rentabilidad tentadora y el salario
forma parte de esa tentación. Cuanto mayor desempleo haya, más bajos podrán ser los sueldos.
Mientras más fácil sea el despido, más
condicionado estará el trabajador. Extorsionado,
además.
Por
eso Macri y su Gran Equipo están contra el proyecto de emergencia laboral, que por
fin unifica a gran parte del arco opositor. Con el veto presidencial ya
preparado, el Ocupante Temporal de La Rosada consideró que la iniciativa
opositora “va a favor de la arbitrariedad y aleja las inversiones”. Más arbitrariedad con la que el Estado
Amarillo expulsó a sus empleados no
vamos a encontrar en nuestra historia reciente. El trabajo es un derecho y
es en esas condiciones en que deben
darse las inversiones. Pero para Macri y su pandilla, el trabajo es “una bendición” y los inversores serán los enviados
divinos que la distribuyan.
Y
después, el empresidente –en un abuso de la desmemoria de sus
seguidores- consideró que “no podemos
repetir errores con fórmulas que ya probamos en el pasado”. Justamente él
dice eso, cuyas recetas gubernamentales
hieden a naftalina y nos han
conducido a la peor crisis de nuestra historia. Insistente en sus
inconsistencias, aconsejó no hacer “cosas
que no sirven”, aunque en realidad esa
ley que se aplicó desde 2002 permitió una notoria disminución del desempleo.
Y en su mayor expresión de cinismo, propuso trabajar juntos “en lo que suma”, que debe ser la ausencia de controles a los más
grandotes para que sigan fugando a cuentas off shore. Eso, para él, es sumar.
Entonces,
apareció la bandera, con los colores que le imprimió Belgrano, con la valentía
que le insufló San Martín y con la Independencia
que deberemos refrendar dentro de un par de meses. El símbolo que nunca
vota, el viernes dio su veredicto.
Si hoy estamos en dificultades es por decisión del Gran Equipo. Y no vamos bien, al menos para la mayoría.
Tampoco nos espera ningún paraíso al final de este camino. El modelo cruel que
están restaurando no está pensado para 40 millones. No habrá desarrollo ni pobreza
cero en los planes de esta ceocracia. Las cuentas off shore están
dispuestas para resguardar el botín y
Ellos están en todo. Si la bandera hablara, nos diría todo esto, pero en su
mudez celeste y blanca, sólo pudo dar una
oportuna advertencia con forma de travesura.
Y con este video que hacemos? https://plus.google.com/111854402114892583622
ResponderBorrarSeguro escribirías: Si la bandera hablara, diría que hubiera querido acariciar la nuca de CFK. ¿No? No podés ser más berreta.
El enlace que pusiste no funciona. El que dejo abajo, sí. La situación es diferente porque es alguien el que la tira. En fin, si de berretadas hablamos...
Borrarhttps://www.youtube.com/watch?v=O10U2j2eQ2g
Al principio aclaro las opciones interpretativas. Es el contexto lo que resignifica el incidente.
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