Entre todo lo confuso y
tortuoso del gobierno de los globitos, hay algo bueno: la independencia se celebrará el 9 de julio y no el 4, como muchos
temían. Que venga el viejo rey Juan Carlos para participar de los festejos
no significa que Prat Gay pida disculpas
por la ruptura con el yugo colonial. Aunque ésta sea una buena señal, en
cuanto la rodilla recién operada del empresidente
se encuentre en óptimas condiciones, renovarán
los votos por un colonialismo siglo XXI con la Alianza del Pacífico. Lo demás sigue su curso como hasta
ahora: la actividad económica cae, el dólar da nuevas señales de vida, el
descontento crece, la lluvia de
inversiones se posterga para un semestre impredecible y Margarita Stolbizer
se molesta con una foto y no con la película. La prensa hegemónica, ahora
oficialista, trata de proteger al Gran
Equipo con nuevos escándalos de cabaret y ficciones judiciales muy bien
producidas. En el medio, un pueblo se debate entre la añoranza de tiempos mejores devaluados por la infamia de algunos
dirigentes y la creencia en inasibles metáforas
esperanzadoras que empiezan a mostrar sus engañosas intenciones. Así son
los vertiginosos tiempos que el cambio amarillo está dejando por nuestras
tierras.
“Al
final, son todos iguales”, dice un paisano con disfraz de taxista.
Algunos tiran dólares por los muros de un convento y otros los derivan con más elegancia a paraísos fiscales, le faltó
agregar. En un ping pong de impresentables y corruptos, casi que quedamos
empatados. Más ahora que pueden
amplificar sus dicterios sin que exista posibilidad de réplica. Las
trituradoras mediáticas convierten a un preso en un informador de prestigio y sus fantasiosas acusaciones, en palabra santa. No importa si ante un
juez no pueda sostener una coma,
como ocurrió con Martín Lanatta el año pasado, cuando señaló a Aníbal Fernández
como el ideólogo del Triple Crimen de la Efedrina. Lo importante es que, por
obra y gracia de la insistencia, la
imposibilidad se transforme en certeza para un público cautivo y prejuicioso.
Gotas constantes que horadan la piedra y modifican la voluntad electoral.
Cuando la mentira se desmonte, inocularán distracción. La realidad se puede tapar y la irrealidad se puede hacer tapa.
Antes del Lanatta que ahora sabe todos los chanchullos de Aníbal y Cristina,
Héctor Méndez, ex presidente de la UIA, denunció que “los empresarios sabían que la obra pública es como el Movicom, que va
con un 15 adelante”. En el contexto de Lodelópez,
hablar de coimas resulta oportuno
para recuperar protagonismo. Cuando el fiscal Federico Delgado le solicitó
alguna prueba, reconoció no saber “nada
específico, me hice eco de un
conocimiento extendido en la población”. Con la diferencia de que un
ciudadano que vocifera en una esquina “son
todos coimeros” no tiene la misma responsabilidad
que un dirigente industrial. Los medios confunden todo y construyen el universo de lo simbólico con
piezas de dudosa procedencia. Un cambalache muy perjudicial para la vida
democrática que produce interferencias
en las decisiones del ciudadano.
De
la ciencia a los consejos
Miles de estudios y teorías no pueden
desterrar la ingenuidad con que muchos se someten a los mensajes
mediáticos. Desde la Aguja Hipodérmica hasta
las nuevas formulaciones sobre la
nocividad de las corporaciones comunicativas, tratan de distinguir un
lector atento de uno vulnerable. Nadie está obligado a consultar todo lo que se
ha escrito sobre el tema, pero al menos, confiar
en los que sí lo han hecho. Entre
los estudiosos del periodismo contemporáneo está el español Pascual Serrano,
cuyo libro Desinformación sorprendería
a los que aún se zambullen en los medios
prestigiosos para enterarse de lo que pasa. Pero no es el único.
No sólo se pueden encontrar libros que desmontan las grandes mentiras de la
historia, sino también sobre las tretas
que utilizan para condicionar el pensamiento del espectador.
Así es: aunque muchos
consideren autónoma la actividad de su sesera, no hay que olvidar con qué se alimenta cotidianamente. Los datos
nos permiten construir argumentos y arribar a conclusiones pero, si son erróneos o falaces, el resto también
lo será. Lo falso que se destaca, lo veraz que se oculta, los prejuicios
validados como norma, la interpretación
de un sector presentado como mirada única. Todo servido en una tentadora
bandeja para que el espectador sacie su conexión con el mundo. En lugar de honrar esa responsabilidad, los
medios hegemónicos la malversan a diario.
Algunos pueden objetar la idea
de la manipulación sin embargo, muchos objetores
han actuado en otras ocasiones como manipulados. ¿O acaso no han salido a
las calles para cacerolear en contra de Cristina ante cualquier
insignificancia? Lo han hecho en demanda de seguridad y hoy, que se producen
tantos delitos como el año pasado, el
problema ha pasado a un tercer lugar en las preocupaciones del ciudadano.
¿Por qué? Porque aquellos canales que machacaban todo el día con el tema hoy apenas si mencionan algunos hechos.
La sensación de inseguridad –idea tan
denostada en su momento- ya no es
funcional a los intereses del establishment. Si a Cristina le hubieran
descubierto cuentas en paraísos fiscales habrían
promovido una rebelión ciudadana para exigir su renuncia. Hoy, que tanto
Macri como muchos de sus funcionarios están incluidos en los Panamá Papers, evitan en lo posible hablar del asunto o lo
toman con naturalidad.
Y los políticos se nutren
también de estos libelos, por
coincidencia ideológica o conveniencia electoral. Entonces, se suman a la
ola manipuladora y se han convertido en caceroleros
con cargo. Para ser invitados permanentes en los programas, tienen que generar la mayor cantidad posible de
titulares, siempre orientados a demonizar al anterior gobierno. Los
personajes son muchos, pero la intención es la misma. Héctor Méndez ha inmolado su figura con la metáfora
de los desaparecidos y Margarita Stolbizer liquida
su poco prestigio minimizando el incidente del fiscal Marijuán. Todo vale
con tal de no perder pantalla. Así, se
vuelven actores de las comedias que pergeñan las usinas de estiércol para
apuntalar los intereses del establishment.
Los ejemplos sobran. Clarín y
sus medios electrónicos, junto a todos los que bailan a su ritmo han sido destituyentes desde la asunción de
Cristina y hoy son oficialistas. Y esto con el disfraz de independientes y
objetivos, agravado con la
tergiversación y las falacias con que abonan sus contenidos. Como no hay
ley que los detenga, sólo el público debe activar los filtros o al menos, empezar a desconfiar. Y, por las dudas,
no repetir los prejuicios transformados en lemas que a diario intentan
sintetizar la vida sin analizarlos un poquito. Más que nada para no quedar como marionetas accionadas a fuerza de
titulares.
Marisa Lovell.
ResponderBorrarVa a llevar mucho tiempo que algunos conciudadanos reconozcan que han sido engañados. Tal vez celebren esta furia que se desata sobre los K. Aunque abundan las pruebas sobre la corrupción Pro, sólo se enojan con los casos que leen en Clarín. Mucha ceguera, tosudez y prejuicio.
En el ping pong de impresentables, además de Macri esta la valija con joyas de Michetti, las empresas truchas de Niembro, las off shore de Grindeti, el plan de celulares con la empresa Macri cabrera, Prat Gay ayudando a fugar a Amalita y sigue la lista del silencio.
ResponderBorrarRober Fidel