jueves, 3 de agosto de 2017

Ecocardiograma del ridículo



Macri cuenta que, mientras descarga su vejiga en medio de la noche, advierte la responsabilidad de ser presidente y no lo puede creer. El público aplaude a rabiar. El ex ministro de Educación y candidato a senador Esteban Bullrich, en una arenga a los voluntarios, afirma que los corazones PRO, en lugar de latir, susurran “sí, se puede” y todos aplauden, conmovidos. El referente oficialista Alejandro Fargosi informa saber, “de varias fuentes directas” que “muchos de los sin-techo de Recoleta-Barrio Norte están pagados por punteros”. Nadie lo aplaude, pero el absurdo se incorpora como excusa. Un diputado PRO de Neuquén, Leandro López, aseguró que gracias a los avances en nanotecnología y genética los chicos de hoy podrán vivir hasta los 200 años. No recibe aplausos pero tampoco repulsas por el absurdo que sólo busca justificar un incremento de la edad jubilatoria. Y éstos son sólo fragmentos de las idioteces que, a diario, destilan las bocas de los que tienen la responsabilidad de conducir el país. Pero existe un número importante de conciudadanos que, lejos de sentir vergüenza por escuchar semejantes yerros discursivos, simpatiza con ellos y los adopta como dogma.
Y peor aún, que votarán por los que los pronuncian. Los mismos que antes salían a cacerolear por cualquier pavada vociferada por los medios hegemónicos, hoy son capaces de creer que los bienes del empresidente Macri han decrecido en un 25 por ciento. Ni siquiera se les cruza por la cabeza sospechar la exclusión de los bienes que colocó el año pasado en un fideicomiso ciego ni en la precipitada donación de una propiedad de más de dos millones de pesos a la Infanta Antonia, de tan sólo seis años. Quizá sus corazones susurren “sí, se puede” esperar eternamente por los brotes verdes y confiar que por este tortuoso camino llegaremos a un futuro próspero. Esos corazones que susurran “sí, se puede” deben inocular alucinógenos en la sangre para que interpreten como un invento de C5N la pobreza creciente y la destrucción sistemática del país; para que crean necesario un mayor ajuste que afectará a casi todos, ellos incluidos; para que no se asusten por una flexibilización laboral que va a devaluar el trabajo de millones. Esos corazones susurran “sí, se puede” estar inmune al sufrimiento de los que están a pocos metros y hacer creer a cada uno de sus dueños que está protegido de todos los males del Cambio. Y si algo salpica o amenaza la armonía amarilla, un poco de “sí, se puede” atenuará el malestar hasta el final del túnel.
Casi fanáticos
Los susurros de los corazones PRO convierten las patrañas en conmovedores mantras de póster. Aunque muchos sientan que los ingresos ya no alcanzan para llegar a fin de mes, las palabras del ministro de Hacienda que tiene gran parte de su fortuna en el exterior, Nicolás Dujovne deben aliviar la angustia: “el salario real le va a ganar por goleada a la inflación”. El asesor ecuatoriano, además de Economía, debería aconsejar que tampoco hablen de fútbol porque, en breve, no será para todos. Si el Banco Central intenta contener la inflación con la destructiva bomba de las Lebacs, las demás dependencias de este des-gobierno se encargan de autorizar incrementos que están por encima de la meta numérica que se impusieron.
La medicina prepaga, los medicamentos y la tarifa de los servicios públicos multiplican los porcentuales y danzan como pesadillas en el presupuesto de los usuarios. Los negocios oficiales sí que ganan por goleada y los perdedores somos casi todos, hasta los que sienten sus corazones susurrar “sí, se puede”. Tan seductores son esos susurros que convencen sobre la necesidad de padecer incrementos descomunales que enriquecen mucho más a los que son inmensamente ricos. Si el ministro de Energía, Juan José Aranguren nos cobra tres veces más de lo que corresponde por el gas, la electricidad y los combustibles debemos celebrar alborozados: para disfrutar de la Revolución de la Alegría hace falta interpretar las estafas como normalidad.
Estafas de todo tipo, tanto económicas como discursivas. Entre las muchas promesas incumplidas del Ingeniero, está la de favorecer a las economías regionales. Pero, como ha demostrado que en geografía no es muy ducho con eso de los puertos en Santiago del Estero y las “cosas ésas construidas por los jesuitas”, es lógico que las esté dejando en ruinas. Frutazos y verdurazos se suceden en la capital del país para que esos corazones dejen de susurrar tonterías y empiecen a latir por una indignación más fundada que la que hacía vibrar los cacharros a la hora de los informativos.
Latidos que pongan un freno a las excusas pueriles con que intentan legalizar la explotación más obscena. Ahora Macri impulsa una reforma laboral porque “no podemos quedarnos con leyes de los ‘60”. Claro, con el verso de que estamos en el siglo XXI y que se viene la robótica, quieren construir un país a la medida de los estancieros del XIX. Tanto prometer futuro y nos está llevando al Centenario, donde sólo un puñado de oligarcas ostentaba pujanza mientras el resto se tenía que conformar con migajas enmohecidas. Y encima nos dice que estamos votando mucho y eso no le permite desplegar sus tropelías con tranquilidad. Quizá quiera reinstaurar un virreinato a las órdenes de algún querido rey, sin patriotas angustiados ni discusiones que agrieten nuestra convivencia.       
Esos susurros hacen creer a los dueños de esos corazones que los miembros del Gran Equipo son honestos, aunque estén diseñando un Estado que abandona a sus ciudadanos para optimizar sus negocios, aunque tengan fortunas de miedo en paraísos fiscales, aunque dibujen números y fantaseen pronósticos que ni ellos creen. Si el patrimonio de Gabriela Michetti creció más de 1200 por ciento será porque recibe el subsidio por discapacidad más alto de Argentina: el sueldo de vicepresidenta. Si los números de las encuestas no cierran, habrá que votar con ese corazón que, en lugar de latir, susurra “sí, se puede” seguir confiando en esta banda de embusteros. Aunque todos saben que los desastres son del presente, ese corazón susurra que provienen del pasado. Sólo un fanático abandona su razón y deposita su voluntad ciudadana en un músculo capaz de musitar tantas incongruencias.

3 comentarios:

  1. que se podrá me pregunto, digo por lo que estos muertos vivientes repiten como idiotas...me producen nauseas, mil gracias Gustavo por tu apunte, buenisimo como siempre, lo comparto-abrazos

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  2. A estas alturas de la revolución de la porquería y siendo tan variada y amplia la cosecha de idioteces, burradas y sinsentidos excretados por sus mentirosas bocas, ya resulta sospechaso que sean "espontáneas", sería tranquilizador si fuueran símbolo de idiotez pero, como los cosos ya nos demostraron su "eficiencia" en menesteres que le joden mal la vida a millones y millones de compatriotas, tiendo a pensar que hasta para esas idioteces hay un guión, un libreto muy estructurado para que se los subestime mientras, en la medida que nos distraemos con los 20 humanos vesus el T-Rex o en el tarado de los 200 años, se cuelan los pagarés por los miles de millones de dólares y sus respectivas comisiones y quizás, se arme el fraude para las elecciones...

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  3. Es increíble lo que está haciendo Macri con el país mientra el pueblo observa alelado tanta destrucción. Las calles deberían estar pobladas de ciudadanos dispuestos a frenar tantos atropellos. Me duele tanta mansedumbra ante semejantes desmanes. Gracias, Gustavo, por tus apuntes. Marcela Heredia

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