El bestial sentido común de los
Amarillos se impone con la prepotencia
de los matones. Todas las armas están en sus manos y las utilizan sin
pudor, tanto las de fuego como las
simbólicas, pasando por las económicas y las judiciales.
Cuando el Poder Real gobierna, no hay que sorprenderse de sus atrocidades sino de la aceptación que provoca en muchas de
las víctimas de su accionar: ajustados y despedidos ofrendan, orgullosos,
su dignidad para sacar al país adelante, mientras
los más ricos fugan y acumulan fortunas que cargan a nuestra cuenta. “Lo que hay que hacer” es el mantra que
recitan los miembros del Gran Equipo y se
talla en el cerebro y el corazón de los desprevenidos. Un remedio para una
enfermedad que jamás existió y que, por más que la mezclen con los más dulces
jarabes, siempre sabrá al peor de los
venenos.
Hasta la más edulcorada de sus fieras deja escapar la ponzoña que producen sus entrañas. La gobernadora Vidal, fuera
de los ambientes controlados por sus publicistas, transforma su pose angelical en una despectiva mueca cuando
tropieza con gente de carne y hueso no
guionada. Ante el reclamo de una sindicalista docente por las paritarias
suspendidas por un decreto de Macri, apeló a una frase del catálogo de lugares comunes de contenido incongruente:
“y que los chicos aprendan”, escupió. Un docente tiene la obligación de
enseñar pero no está en sus manos el
aprendizaje de los alumnos. Si los chicos no aprenden, habrá que estudiar
las causas. ¿Cuántos años hace que la vicepresidenta está aprendiendo a costa del Estado y siempre demuestra que no aprende nada? Si ella balbucea absurdos
ante cada pregunta, ¿cómo vamos a enjuiciar a un docente porque los chicos no
sepan recitar la tabla del cuatro? Cuando uno la ve derrapar en los canales amigos, es inevitable recordar el
escándalo que hicieron por el título de Cristina.
El bestiario que sacuden ante
nuestra nariz tiene como objetivos evidentes
la amenaza y la distracción. La insólita defensa oficial de la incontinencia balística del policía Luis
Chocobar es una muestra de eso. Aunque el efectivo de seguridad ostente un
apellido de golosina, el episodio es por
demás amargo. No sólo por el fusilamiento por la espalda de un delincuente
desarmado, sino por el empecinamiento
del Ingeniero y sus cómplices de exhibirlo como ejemplo. Y la ministra de
Seguridad, Patricia Bullrich esgrime una nueva doctrina que no discutió con
nadie, salvo con su emporcada conciencia.
En nuestro país no hay pena de muerte pero si existiera, no sería un policía el encargado de aplicarla. La barbarie PRO nos
lleva a discusiones que jamás habríamos
encarado en tiempos más luminosos. Por eso suena a entretenimiento, provocación o amenaza. Las balas amarillas
tendrán como blanco no sólo a los que roben una cartera en una esquina porteña
sino a cualquiera que se oponga al
saqueo que comenzó hace poco más de dos años.
Detrás
de la cortina
La nueva doctrina defecada por Bullrich coloca a los
uniformados a su cargo como verdugos y
testigos de episodios confusos y su palabra será sagrada. Algo insostenible desde todo punto de vista.
Al castigo fatal en territorio le ponen el pomposo mote de ‘prevención del delito’. Y si algún fiscal o juez pretende
investigar el hecho, será demonizado desde las voces oficiales y hasta podrá ser destituido por un soplido del
funcional Consejo de la Magistratura. Esa es la Justicia independiente tan prometida en campaña, independiente de las leyes, de la coherencia y sobre todo, de cualquier
sentido de Justicia.
Pero esta terrorífica puesta en
escena tiene como objetivo camuflar una
realidad que se vuelve cada vez más oscura. Cuando corre peligro la
eficacia discursiva de los PRO, siempre
asoma su cabezota el asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba, no para aportar
ideas coherentes sino para arrojar
bombas cargadas de absurdos. Calificar a Hitler como un tipo extraordinario
es uno de sus hits más memorables.
Siempre despliega un mamotreto
construido con el sentido común del núcleo duro presentado con un formato
científico desbordante de experticia. Un manipulador que sólo puede convencer a los que ya están convencidos.
Aunque cueste creerlo, ahora
salió a decir que la mayoría de los
argentinos queremos la pena de muerte. Si esto es así, abramos las
tranqueras para que nos planten otra bandera porque no hemos aprendido nada. Si ejecutar por la espalda a un ratero es
la solución a todos nuestros problemas, renunciemos
a construir un país equitativo. Si los que se emocionan hasta las lágrimas
con las fotos de un niño desnutrido aplauden
las balas contra un delincuente menor, si los que ovacionaron la Pobreza
Cero de Macri justifican la reforma
laboral o la renuncia recaudatoria del Estado a los más ricos, si los que
se indignaban con las denuncias domingueras de corrupción ahora se muestran indiferentes a los conflictos de intereses que se ejecutan
todos los días desde La Rosada SA, estamos en problemas porque la coherencia nos ha abandonado.
Tanto es así que los Amarillos
han logrado que el desmantelamiento del Estado sea la mejor garantía de futuro.
La parodia de la empleada pública se
convirtió en un estigma para todos los trabajadores del Estado y en un
argumento para los miles de despidos que
se están produciendo. El objetivo es allanar el camino de los privados para
hacer de nuestro país un negocio
exclusivo. Y el perjuicio es evidente: cuando un hospital, una escuela o un
servicio no tiene personal suficiente, es
lógico que funcione mal. Ellos dicen que en manos de privados todo
funcionaría mejor, pero Débora Pérez Volpin falleció por mala praxis en un sanatorio y Fly Bondi –la línea
aérea de bajo costo ligada a un funcionario- ha demostrado que ni sabe volar.
Y este atroz y ya experimentado
achicamiento del Estado involucra la
producción, como Fanazul, la
investigación, como el Conicet y el INTA y los controles, como el INTI y el SENASA. En los noventa, se
probaron estas drásticas y destructivas medidas que sólo ocasionaron decrecimiento del desarrollo, fuga de
científicos, importados con contenidos
tóxicos y un brote de fiebre aftosa,
entre muchas consecuencias nefastas. Eso sí: hubo un sorprendente crecimiento
de la economía que no benefició al
conjunto sino a un puñado de especuladores. En el ADN PRO circula el
refutado concepto de la dictadura achicar
el Estado es agrandar la Nación. Cuando el Estado se retira en beneficio de
los privados, sólo se agranda un puñado
de avarientos.
Por todo esto es auspicioso que
la oposición manifieste las intenciones
de rechazar de plano el mega decreto de Macri, no sólo por su contenido,
sino también por apelar al DNU sin
necesidad ni urgencia. Y nada de aceptar un maquillaje parlamentario que después se diluye cuando se ejecuta.
Con recordar la maniobra realizada por el Ejecutivo con la Ley de Blanqueo de
Capitales basta para no caer otra vez en
la trampa: en su versión legislativa, excluía a familiares de funcionarios
pero la reglamentación firmada por el empresidente
permitió que hasta su hermano pudiera
limpiar su fortuna espuria.
Aunque muchos consideren que
esta advertencia es exagerada, estamos
al borde de una tiranía a la que hay que frenar cuanto antes. El Poder
Económico gobierna tras la figura de Macri y sus secuaces, no sólo para succionar nuestros recursos sino también para colonizar
nuestro espíritu.
Si fuera del norte, Gustavo, chocobar no le sonaría tanto a golosina, sino a coya, a esos argentinos amarronados que incomodan tanto a los "europeos" de diseño virreinal pero claro, son útiles, tan útiles como aquellos indios renegados que eran guías de las tropas de Custer (¿se acuerda de aquellas películas, Little Big Horn, la soldadesca azul y virtuosa), ah, niñez perdida, no? - Y ahí estaban los guías, más gorditos que el resto, mechudos pero más "civilizados" (usaban un saco mugroso) y los otros, los "malos", casualmente los boleteaban primero..... para no aburrirlo con cuentos de crío, comparemos con modelitos actuales... coya mala, malísima, la Milagro, flaca, retobona, siempre levantando a la indiada.... un horror, nada que ver con el "scout" (me había olvidado la palabreja) chocobar, indio desteñido, facha semiproducida que deschava más y destca esa calidad de asesino por la espalda con rango de héroe... una lástima que no pueda tratarse con lavandina y lo aclaren un poquito, digo, para que no desentone entre tanto "europeo" del norte, no, suecos no, de Tilcara nomás, ahicito....
ResponderBorrarEs obvio, creo, que pensamos parecido en muchas cosas, quizás la diferencia ande en algunos tonos, algunas miradas... a mí, por ejemplo, ya me cansó un poco el cuidado del lenguaje, el enumerar motivos para despreciar a estos tipos, si no hace falta, son despreciables de la A a la Z, 24/7 y 365/365 y a estas alturas, el que justifique ésto, es demasiado idiota y no por éso menos despreciable... sí, hoy me desperté medio drástico. Disculpe.
gracias estimado Gustavo-compartido-abrazos
ResponderBorrarMás que una advertencia exagerada, suena a una advertencia ridícula, Gustavo. Solo puede tomar en serio un adoctrinado de la secta Kirchnerista. Gustavo, hacía tiempo que no entraba al blog. Veo que seguís escribiendo las mismas boludeces que escribías años atrás. Por si te perdiste las noticias, 3 elecciones seguidas ya ganó Macri.
ResponderBorrarNo te parece que estás avanzado de edad como para hablar de tiranía? Se puede ser TAN pelotudo?
Saludos
Ernesto.
Estimado Ernesto: No voy a apelar a insultos porque califican más al que los dice que al que los recibe. Una tiranía se puede instituir después de una elección democrática. Te confundis con dictadura que prescinde de los votos. Abrazo
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