El empresidente Macri no se avergonzó cuando afirmó en Rusia que gobernar es más fácil que jugar al fútbol.
Tampoco se ruborizó con el gesto de Vladimir Putin en la bilateral cuando habló de Antonia y el Mundial ni cuando
reconoció, ante un periodista que, como
es ingeniero, no sabe de Economía. Algunos toman esto como sinceridad, aunque suene a caradurismo. El
marketing le aconseja que para parecer
humano debe incluir en sus balbuceos metáforas
futboleras o anécdotas con Cacho y María. Esto ha dado resultado para
catapultarlo a la presidencia pero en
sus discursos internacionales, abochorna. Tal vez no sea estrategia sino
desnudez: la banalidad que aflora en su
superficie no es más que el fondo que lo constituye. En nuestra historia,
hemos tenido mandatarios abogados, médicos y militares pero ninguno se quejó por las limitaciones de su
formación académica. Con ese criterio, sólo podrían presentarse candidatos poli-rubros o, como sugería
Platón, los más sabios.
Por supuesto, la sabiduría lo
esquiva. Si en ocho años al frente de la CABA y más de dos en La Rosada SA no aprendió nada de Economía, que es el
motor de un país, estamos en problemas. Más aún cuando lo hemos visto opinar, prometer soluciones y hasta tomar decisiones
sobre el tema. Nadie sabe todo y para eso existen asesores y ministros
expertos en las diversas áreas del Estado y de tanto escuchar consejos, algo se aprende. Macri, no y por eso
habla de fútbol. Si no sabe nada de Economía, ¿cómo decidió poner en práctica este plan económico y no otro? Con
su excusa tan poco astuta –apenas es un ingeniero-, ¿con qué criterios toma
decisiones en salud, educación, justicia? ¿O
sólo es un maniquí que firma sin entender los contenidos?
Esto explica sus cuantiosos yerros cercanos a la parodia,
como los puertos en Santiago del Estero que prometió en campaña o “los cosos esos que construyeron los
jesuitas” en un acto en Misiones. Esto
explica, pero no tranquiliza. El inusitado blindaje mediático que narcotizó
a una parte de la población durante todo este tiempo comienza a perder su eficacia. La imagen positiva del empresidente ha bajado muchos puntos en
los últimos meses y sólo una cuarta
parte lo defiende con uñas y dientes. Más de la mitad de los ciudadanos se
considera ahora opositor y los temores por una crisis se acrecientan. No es
para menos: si el Ingeniero que no sabe
nada de Economía ha elegido el peor rumbo para solucionar problemas que no
existían.
Manotazos
que espantan
Los estropicios del Gran Equipo
son tan evidentes que el velo protector
se está rasgando. Tanto que hasta Clarín -el inventor de Macri- esboza algunas críticas para simular compromiso con sus lectores y
el diario La Nación recordó que Juan José Aranguren –ministro de Energía- había
prometido en octubre de 2015 que, si
Cambiemos ganaba el balotaje, la electricidad sería gratuita para los más
pobres. Por supuesto, no fue así. Aunque resulte reiterativo, no sólo esto quedó incumplido, sino casi
todo, por no decir todo. Como la pobreza no tiende al cero, como la
inflación –tan fácil de resolver, según el Ingeniero que no sabe de Economía-
sigue siendo un problema, como las inversiones no llegan, a pesar de las concesiones realizadas a los más ricos, como el desarrollo
ni asoma y el crecimiento decrece, es
natural que reine el desencanto hasta en los que apostaron por el Cambio. Por
si alguien duda, que le pregunte al ex titular de la UIA, Héctor Méndez, cuya
empresa proveedora de Peugeot, ITEC,
quebró a mediados de enero. Cuando se conoció el resultado del balotaje,
Méndez se sintió en la gloria, porque, si su negocio “había sobrevivido al kirchnerismo”, con el Gran Equipo le iría
mejor. Cuánto se equivocó, como muchos.
Ante un consenso que se
desgrana, los Amarillos decidieron a consolidar
su núcleo duro de la manera que mejor saben: la mano dura y la persecución
de clase. Lo primero lo intentaron con la
reivindicación del repudiable homicidio de Pablo Kukoc en manos de un policía
desenfrenado. Macri y sus
espadachines intentaron pintar de heroísmo la
saña punitiva de Luis Chocobar, justo cuando la Justicia decidió procesarlo
por abuso de legítima defensa. Un florido eufemismo para camuflar una
ejecución. Que un delincuente robe y acuchille a un transeúnte está tan mal como que un policía de civil efectúe
nueve disparos a alguien que está huyendo. Pero peor que el presidente legitime una pena de muerte que no existe
en nuestra Constitución y que se comprometa a defenderlo en el juicio.
Claro, como es ingeniero, puede
ofrecer todo su apoyo y “decirle que lo
acompañamos y que confiamos en que la
Justicia en otra instancia lo liberará de todo cargo, reconociendo su valentía”.
Y la ministra Patricia Bullrich, en
una muestra más de su bestialidad, resaltó que “nuestra
filosofía es que los policías estén en la calle, que persigan a los delincuentes en el marco de las leyes y nosotros no
los vamos a dejar solos frente a interpretaciones judiciales que lo que hacen
es condenarlos por trabajar”. Esto
no es más que apología de delito y sólo
pueden aplaudirlo los odiadores que se amontonan en el peor lado de la
Grieta.
La otra treta para consolidar
su núcleo duro es la persecución política: desde los titulares que estigmatizan la Década Ganada hasta la
prisión preventiva por denuncias
infundadas; desde la represión a los que se resisten al desamparo PRO hasta el apriete a los que intentan esbozar el
rechazo a este modelo destructivo; desde la construcción del enemigo
interno hasta el acoso a los sindicalistas. En medio de este berenjenal, los
Moyano están en la mira. Desde que Hugo rompió con Cristina en 2011, no hubo denuncias en su contra. Hasta
apareció junto a Macri como un
matrimonio feliz. Ahora que convocó a la marcha del 22 de febrero y que su
hijo Pablo interpretó como un error
romper con el kirchnerismo, un torrente denuncista ahoga a la opinión
pública.
El Ingeniero que no sabe de
Economía, Justicia, Política Internacional, Salud y menos aún convertir en
realidad la Revolución de la Alegría, sabe
cómo interpretar el papel de víctima. Si las cosas no marchan bien es
porque hay sectores violentos que ponen
palos en la rueda, según su
recurrente salmodia. Si el país no arranca es porque no todos están poniendo el hombro, según su sesgada interpretación
de la realidad. Los palos en la rueda
los ponen sus aliados que, en lugar de invertir la multimillonaria transferencia de los que menos tienen, especulan y
fugan como nunca. Poner el hombro, en la jerga PRO, significa que la mayoría acepte con mansedumbre renunciar
a la dignidad para potenciar los privilegios de unos pocos que no ponen ni
una uña. Macri no sabe de Economía pero es
un experto en conseguir que las víctimas avalen a sus victimarios.
gracias Gustavo! compartido-abrazos
ResponderBorrarExcelente. Me gustaría saber quien lo escribió
ResponderBorrarGusatavo Rosa, al costado tenes todos sus datos
ResponderBorrarEl autor
Gustavo Rosa. Periodista, Licenciado en Letras y casi filósofo. Nació en la ciudad de Rosario medio siglo atrás y sigue habitando en ella. Ejerció la profesión de manera esporádica con colaboraciones en medios gráficos y algunos fracasos radiales. Su ausencia en el estrellato mediático no es producto de su calidad profesional, sino todo lo contrario o algo parecido. Ejerce el periodismo desde la función académica en la enseñanza media y en la carrera de periodismo del ISET N° 18. En abril de 2011 encontró un nuevo lugar en el mundo en su cuarto intento de inaugurar un blog, Apuntes discontinuos, al que dedica varias horas al día, no porque quite tiempo a su trabajo rentado, sino porque las ideas que se vierten en él siempre están presentes en su cabeza. Y bueno, estos tiempos son así.
Bueno, pensando que los cosos estos del virreinato "todavía están aprendiendo", no hacemos más que confirmar que aprender, no aprendieron nada bueno (o mejor, que ni les interesa aprender) en dos años y la yapa.... sí, como mínimo, unos burros o, usted lector, decidirá cómo llamarlos...
ResponderBorrarAhora lo ue está en discusión o en aprendizaje, es esa "doctrina chocobar" como la solución final al problema del delito..... y tenemos que admitir que es un éxito, con apenas 9 tiros, nuestro héroe liquidó a peligrosísimo chorro desarmado compensando un pésimo estado físico (un rambo con autoestima tiene músculos, no panza cervecera, no?) y peor puntería..... es decir, un cana justo a la medida del estado policial de lady malbec.
Y ayer se vió que bien aprenden la lección, básicamente aprenden los chorros, en el medio de los tiros, líos y cosha golda, un montón de policías, 70 tiros y apenitas uno acertaron, siendo buenos contemos a esos otros dos delincuentes mafiosos (¿son de la justicia laboral, no?) que también fueron abatidos, párrafo aparte, el profesionalismo evidenciado, habiendo gente civil hasta para hacer dulce, no le dieron a nadie más,.... claro, yo no soy religioso pero en una de ésas, los milagros existen, no?.
No se preocupe, Gustavo, aprenden.... sí, con gran voluntad y espíritu de superación, a firmar pagarés y armar películas de super acción, con delfín, mojarrita y demases super héroes. Seamos positivos.