Todo
pasa sin que nada pase. La gobernadora Vidal admite que mintieron al mundo para conseguir
inversiones, aunque los datos de la Pesada
Herencia no sólo eran veraces, sino
también tentadores. Hasta el INDEC de Todesca asegura que la Argentina K era mejor que la M, que
había menos desigualdad, más crecimiento y un
mercado interno pujante, que la inflación era menor y el salario alcanzaba para mucho más que ahora. El Cambio instauró
todo lo contrario, para deleite de mil
familias que multiplican sus fortunas más con la especulación que con la
producción, esa élite que considera que los derechos de la mayoría son caprichos demagógicos del tan odiado populismo para desmontar sus
anquilosados privilegios. Esta ecuación tan evidente está mimetizada con
los mitos que construyeron los voceros mediáticos. Tanta difusión de pamplinas hizo de los ciudadanos un manojo de
individuos tan desorientados que ya no se preocupan por sostenerse en el
escalón al que han llegado, sino que babean
de admiración al ver cómo los que están mucho más arriba los patean sin piedad
para que caigan lo más abajo posible.
Tan despistados que creen en el
modelo del derrame y que los injustos
sacrificios de hoy sientan las bases del paraíso del futuro. Tan confundidos
que asienten cuando los funcionarios tildan
de violentos a los que se movilizan para recuperar derechos y aplauden la
represión desaforada de las fuerzas de seguridad. Tan embrollados que ven como golpistas a los que se resisten y no a los que evaden y especulan. Tan enmarañados que piensan que
las mafias están en cualquier lado menos
en el accionar de los poderosos. Tan extraviados que acusan de corruptos a
los anteriores funcionarios pero justifican
o consienten las trapisondas obscenas de los actuales. Tan perdidos que
aceptan el deterioro de estos días como una
expiación por la holgura del pasado y hasta se sienten merecedores de un castigo por “haber
estado demasiado bien”.
Por eso despotrican contra todos los que protestan: justo
ellos, que hicieron sonar sus cacerolas
por nimiedades para seguir el ritmo
del establishment desestabilizador, que fueron más quejosos que críticos,
que apoyaron al Campo que hoy les da la
espalda, que clamaron por la libertad para comprar dólares y se sumaron a
la cruzada de Clarín para obstaculizar la
ley que garantizaba la democratización de la palabra. Esos que hoy
consideran que los cuestionadores de la gestión de Macri y su pandilla no se suman al diálogo y ponen palos en la rueda. Esos que denostaban los subsidios y
hoy ven cómo las tarifas de los
servicios absorben gran parte de sus ingresos. Esos que boicotearon su
futuro con un voto cargado de
manipulación y odio y hoy siguen empecinados en defender este declive hacia un abismo del que
nos costará mucho salir. Esos son los que todavía no reconocen el error de haber elegido a los verdugos
y siguen alimentando sus prejuicios
con las diatribas del pasado. Esos que nunca reaccionan a tiempo y después
exigen el auxilio de los que han sido
blanco de sus más envenenados agravios.
Ya
no hay luz en La Rosada
Tan simple es comprender lo que
pasa y sin embargo la reacción no resulta
proporcional a los estragos que el Gran Equipo está provocando. Si bien la
Segunda Marcha Federal Educativa del año fue contundente, las excusas oficiales
todavía siguen teniendo algún efecto en
los que no se beneficiarán jamás con esta transferencia de recursos disfrazada
de ajuste. Como si esos que asimilan la demonización a los maestros creyeran que la educación se construye sólo
con frases bonitas. Como si no entendieran que el Gobierno incumple la ley
al no convocar a paritarias nacionales. Como
si no importaran las condiciones laborales de los encargados de educar a sus
hijos. Como si no olfatearan que el deterioro económico del otro produce un contagio que socava el bienestar de casi
todos. Como si aún no hubieran descubierto que enriquecer a los más
ricos sólo provoca el empobrecimiento
del resto de la sociedad.
Quizá tuerzan el rostro al
escuchar que la titular de Ctera, Sonia Alesso, plantea que “la discusión no es sólo por el modelo
educativo, sino también por el modelo de
patria”. En realidad, el modelo
de Macri no tiene como objetivo ninguna
patria, si no, no hubiera siquiera considerado convertirse en presidente. Su patria no es el otro ni tiene más
bandera que la de remate. Su horizonte es la felicitación del Imperio, las
palmadas en la espalda de los especuladores internacionales y las sonrisas cómplices de los líderes de la
desigualdad global. Su modelo es integrar a Argentina como una gigantesca y dócil teta
colonial para atenuar la crisis del
Primer Mundo.
Aunque la imagen positiva del
gobierno está en caída libre, los
amarillos actúan como si tuvieran todo el apoyo. De manera incomprensible, consiguieron
el aval en dos oportunidades
electorales, a pesar de que las garras
estaban a la vista y jamás disimularon sus colmillos. Mientras la
proximidad del pantano destila sus pestilencias, los PRO aseguran que “éste es el
camino correcto”; que la apertura indiscriminada de importaciones
traerá trabajo y desarrollo; que la
especulación financiera es la inversión que necesitamos; y que, como dijo
el Jefe de Gabinete, Marcos Peña Braum, “el
préstamo con el Fondo no va a reducir nuestra soberanía sino nuestra volatilidad”. Por si no se entendió, con la soberbia de clase que los caracteriza,
apuestan el país en un juego del que, sin dudas, saldremos perdiendo. Y la quiebra la pagaremos entre todos los que ni nos arrimamos a este infernal casino.
Las señales son tan evidentes que
cuesta creer que todavía exista ese engendro
de oposición dialoguista y responsable. No hay diálogo posible con un
gobierno que está destruyendo todo
futuro. ¿Para qué garantizar la gobernabilidad de un modelo de despojo tan mal disimulado que hasta el cardenal Mario
Poli utilizó el episodio de Zaqueo para
ilustrar la actualidad? ¿O a nadie le llama la atención que Macri y su
elenco conmemoren el 25 de mayo enclaustrados en Olivos? ¿A nadie le resulta sospechoso que sus festejos sean en soledad, sin público ni querido Rey?
Esto es así porque no hay nada
para festejar desde el 10 de diciembre de 2015. La Revolución de la Alegría sólo es la festichola de unos pocos.
Por eso las banderas del 25 flamearon en manos del pueblo, de los que se
movilizaron al Obelisco y a muchas plazas del país para entonar el Himno y advertir que “la
Patria está en peligro”. Lo
está desde el momento en que el Ingeniero ganó el balotaje gracias a sus
infames promesas de campaña, desde que
bailó en el balcón para expresar el triunfo del peor lado de la Grieta,
desde que conformó su gabinete con los
más serviles gerentes de las corporaciones, desde que arremetió con la institucionalidad a fuerza de decretos validados
por timoratos representantes legislativos.
Mientras muchos padecen la
crueldad del Cambio, los saqueadores
aseguran que “lo peor ya pasó” y que “no hay plan B”. Los que jamás han experimentado una necesidad explotan la paciencia de los que casi no
pueden comer. Los que no saben lo que es una carencia serruchan hasta lo más básico de los que ya no pueden renunciar a nada.
Y dicen que éste es el único camino. Ya
sabemos que no es el único ni el mejor. Para la construcción de un país no
debe haber planes, sino proyecto,
compromiso, solidaridad y convicciones. Sin eso, no hay más que una colonia que renuncia a convertirse en
Patria.
Es bueno, de vez en cuando, tomarse vacaciones, el problema es que así corremos el riesgo de perdernos ver lo que realmente pasa y me temo que éso precisamente le pasó a usted, Gustavo.
ResponderBorrarSí, se perdió el gran espectáculo dado por nuestro amado virrey en aquel tedeum K y bergogliano del pasado 25; mire, fue maravilloso, tanto esperar la lluvia -- o la garúa - de inversiones, que no atinamos a descubrir los grandes logros virreinales, al fin dieron sus frutos las clases de actuación, la directora teatral y los libretistas (de la sabia mudez, claro), impecable en el rol de estatua (maniquí, diríamos algunos en tono de maldad, por cierto), seria, concentrada (en la próxima tropelía, obvio), un clásico, como la irreverencia hacia esa religión que simula profesar.... tengo que confesarle que me conmovió esa imagen tierna de los tortolitos adolescentes tomados de la manito con el florero que suele acompañarlo, mi tía la sensible se debatía entre la lágrima o la carcajada, viera usté! - En fin, se perdió enterarse que el virrey será una porquería desgobernante pero, como actor está pa'l oscar... o Cannes, un perro, bah!.
Por lo demás, bueno su post, aunque le falte un poquito de comprensión hacia el votante de ésto, pobres, seguro que no es fácil admitir que los tomaron de estúpidos (la palabra es otra, pero seamos educados y de buenos modales) y, menos, que cada día y con cada medida se lo refriegan en la cara (y en los bolsillos, ya que están)... un estómago envidiable el de esos compatriotas; pero bueno, capaz que este 25, ese amuchamiento obelisquero esté demostrando que se van curando... casi hasta hacer que podamos ensayar una mirada optimista, podría ser, no?.
gracias Gustavo! comparto y que bueno volver a leerte-abrazos
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