El túnel en el que nos metió el
Cambio, además de oscuro, es laberíntico.
Un enredo detrás de otro; en cada
recodo, una monstruosidad, un absurdo o una pesadilla. En un pasillo, hay
pérdida de derechos; en otro, cipayismo. En todo el recorrido, amenazas, presiones y deterioro todo
terreno. Tantos zarpazos a nuestra dignidad que no dan tiempo a
esquivarlos. Desde el comienzo de la Revolución de la Alegría, las promesas de campaña se han convertido
en zancadillas para nuestros pasos en una rampa cada vez más descendente.
El empresidente Macri, en lugar de
reconocer el daño que está provocando con sus brutales medidas, se enorgullece de lo realizado y reivindica
el tortuoso camino que nos obliga a transitar.
El espíritu de esta banda gubernamental desborda cinismo,
que es la ostentación de una hipocresía
sistémica. Lo que cada uno de sus integrantes expresa se contradice con las causas y se estrella con sus efectos. Tan
insostenible es el relato oficial que ni los propios lo toman en serio; tan inverosímil que hay que ser muy
voluntario para creerlo; tan desatinado que parece parodia de sí mismo. Los
ejemplos aparecen todos los días y enumerarlos demandaría mucho más que 24
horas. Algunos se destacan por el desparpajo con que se burlan de los destinatarios, esos que aún se aferran a un
optimismo endeble. Otros, por su puerilidad o su obsceno afán manipulador.
Otros por el matiz fanfarrón del embustero de turno. Todos manipulan,
desinforman, tergiversan, mienten: abusan
de un auditorio crédulo. Todos, desde la tribuna perversa situada del peor
lado de la Grieta. Todos desde la
impunidad del Poder.
El Ingeniero decidió comenzar la
semana con un discurso híper ensayado en
una casi cadena nacional. Tanto por su forma como por su contenido merece
formar parte de la galería del ridículo. Con risas de fondo, podría formar
parte de una eficaz comedia. En boca de un presidente, esos minutos de definiciones políticas deberían abochornar a todos.
Por lo que parece, en el incremento descomunal de las tarifas de los servicios
públicos está basado todo el plan de
gobierno, aunque afecte de manera sustancial el bolsillo de la mayoría.
Además de acusar a los usuarios de
derrochones, promocionó el uso de las lámparas led -cuyo principal importador es primo del Jefe de Gabinete, Marcos Peña
Braum- por el ahorro y su durabilidad, sin tener en cuenta que la iluminación apenas representa el 15 por
ciento del consumo de un hogar. Eso fue lo paródico; lo demás es peligroso.
Una
caída necesaria
Después de oficiar como locutor
publicitario y consejero doméstico, Macri
exigió racionalidad a los Senadores en el tratamiento de la ley para
retraer las tarifas. Otra vez apeló a la
oposición responsable y dialoguista para que habilite el saqueo a los usuarios,
con la excusa de las inversiones y el desarrollo. Una vez más mintió, al decir
que los subsidios los pagamos entre
todos: anulan las partidas que benefician a la mayoría para sostener las
millonadas –eliminación impositiva- que sólo
engrosan las arcas de una minoría. En una pose que traspasa el caradurismo,
Mauricio explicó que “cada parte tiene que ceder un poco para que gane el conjunto”, frase que no utilizó para calmar a los agrogarcas que alzaron su
voz cuando corrió el rumor del retorno a las retenciones. Bastante han
cedido los sectores medios y bajos para que los más ricos acumulen y fuguen sin derramar más que miseria. Macri
podría utilizar la misma frase para solicitar a los formadores de precios que
renuncien a un mínimo porcentaje de sus ganancias. Pero no: en el modelo
neoliberal, las mayorías sacrifican lo
indispensable para que las minorías sigan gozando de lo superfluo.
En su afán de encantar al
electorado que le regaló el inmerecido
cargo que ocupa, el Gerente de La Rosada SA recurrió al cuco, al viejo de la bolsa, al pombero y
a cualquiera de los mitos que le fueron
tan funcionales para su triunfo electoral: no con la Pesada Herencia ni el “se robaron todo”, sino con las locuras de Cristina. Una etiqueta sólo para odiadores, de
esos que creen que el mal está en la ex presidenta y no en la pandilla que está aniquilando el futuro. Michel Foucault
explica que la locura es uno de los
mecanismos de exclusión discursiva que utiliza el Poder para desterrar
cualquier idea distorsiva. No censura al loco, sino que lo convierte
en inescuchable; más que un insulto es un consejo para la sociedad.
Por eso sorprende que Cristina
haya desviado la atención hacia la
actitud machista y no hacia lo autoritario de ese recurso. El argumento del
loco no debe ser tenido en cuenta
porque todo lo que dice proviene de su locura. Una locura que conquistó más derechos, bienestar y crecimiento que la
cordura que guía los pasos del Gran Equipo. La cordura de Macri infló la deuda
en más de 150 mil millones de dólares, incrementó
el desempleo, provocó el cierre de fábricas y negocios, derramó pobreza, depreció el poder
adquisitivo, multiplicó la inflación y sembró
de desesperanza las décadas venideras. La racionalidad del Ingeniero nos arrodilló ante el Imperio y nos
convirtió en los mejores alumnos en la escuela de la desigualdad.
La
cordura de Macri sólo apunta a satisfacer las angurrias del establishment al
que representa, aunque declare que “no vine a hacer lo que me conviene a mí”. Hay un listado de
medidas que desmienten esa afirmación,
como la deuda del Correo, la
modificación por decreto de la Ley de Blanqueo, el incremento de los
peajes, los cambios introducidos en la
ley de tierras, la destitución de jueces y fiscales desobedientes y muchas más que lo tienen como uno de los
beneficiarios, junto a sus familiares y amigos. La racionalidad que orienta
sus pasos contiene la lógica del
egoísmo, promueve el individualismo y demuestra la ausencia de empatía con los sacrificados. Macri vino a revertir
la distribución del ingreso que comenzó en 2003 en beneficio de los más para producir una brutal transferencia hacia una
minoría avarienta.
Los resultados están a la vista:
en un país que produce alimentos para 400 millones de personas, hay muchos que no pueden nutrir su mesa, si
es que la tienen; después de duplicar la capacidad industrial y
manufacturera en doce años, ahora se
importa hasta lo más sencillo para que no nos tilden de proteccionistas;
lejos de promover las economías regionales, se las aniquila con productos primarios que cruzan la aduana
sin pagar aranceles. “Nuestros
queridos abuelos” ya ni pueden subsistir porque a la compra
cotidiana de alimentos y el pago de impuestos y servicios, se suma que gran parte de los medicamentos han dejado
de ser gratuitos.
Si la locura nos conducía a un
país más justo y equitativo, ahora estamos
gobernados por una enloquecedora racionalidad que cada vez nos deja con menos.
Como la obediente reflexión de la
gobernadora Vidal sobre el acceso de los más pobres a las universidades públicas,
no para aceitar el ascenso social, sino
para cercenarlo. Para la cordura amarilla, mejorar la vida de los excluidos es un delirio. La racionalidad oficial
sólo permite la contención y la limosna, pero cuando esto no alcanza, apela a
la represión. La horrorosa lógica del
Gran Equipo está a la vista y es inaceptable para la democracia. Por eso, no hay que esperar a las próximas
elecciones para retornar al sendero de la locura. La gobernabilidad la vulneran los ceos
que han invadido el país para concentrar
las riquezas de todos en la menor cantidad de manos posible.
Está exagerando, Gustavo, el virrey empeorador "machirulo the first" no está loco, está un poquitín entusiasmado en aplicar su capacidad y voluntad de daño sobre la gilada, sí, claro, nosotros.
ResponderBorrarLo apreciable ahora es ese proceso lento, cansador y a veces desesperante de la gilada avivándose, es problemático porque da la casualidad que es inexorable pero lleva su tiempo y ahora que está aconteciendo nos preocupa e impacienta más... es que sabíamos desde siempre, la magnitud de la porquería e intuímos los costos que aún falta pagar para salir de ella.
Pero de todo ésto, es notable que el verso de la pesada herencia ya no corre más y entre la pesada angurria y la pesadísima ineptitud están arruinando el hasta hace poquito seguro reich de mil años de reelección indefinida y el globito de la derecha democrática y moderna se desinfla, a propósito, ¿se sabe algo de san josé natanson, el descubridor de esta maravilla?.
En fin, dicen que tras el veto, ya se viene el cacerolazo del amarillaje desencantado... lástima que para estar optimista haga falta estar peor, no?.
compartido! gracias Gustavo-abarzos
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