Cada día, los funcionarios
amarillos y sus aliados esputan dicterios contra el populismo y definen como demagógico cualquier intento
de mejorar la vida de la mayoría. La célebre frase “les hicieron creer que…” encabeza las justificaciones de las
medidas del presente. El “sí, se puede” ha
quedado muy atrás para dar paso a un
rosario de imposibilidades que cada vez aprieta más la dignidad. Las
fanfarrias con que Macri presentó al Mejor
Equipo de los Últimos 50 Años han
dejado un eco que suena a burla. A pesar de que nada evidencia ningún logro
–salvo la cotización en alza de las
empresas de Los Amigos- los usurpadores
de La Rosada SA se enorgullecen del Cambio y, como verdaderos demagogos, aseguran que éste es el único camino
para alcanzar un país desarrollado, con trabajo
de calidad y miles de pamplinas más.
Esto
es hacer creer: que el modelo del derrame se puede
hacer realidad, que el sacrificio de hoy
se convertirá en las mieles del mañana, que la luz al final del túnel no es
una hoguera sino el sol del paraíso. Mientras tanto, habrá que conformarse con tabletas de arroz con sabor a asado
para los que no pueden acceder a un asado de verdad. Eso es populismo: la zanahoria como promesa y distracción de
los estragos que el neoliberalismo deja a su paso. Eso es demagogia: apelar a los sentimientos individualistas
para socavar la conciencia del colectivo. La ficción comenzó cuando el empresidente se calzó la banda y bailó
en el balcón: el bullanguero festejo de
una minoría que logró conquistar la voluntad de la mayoría a fuerza de
embaucar, embrutecer y simular preocupación por los más vulnerables. Un gobierno populista es el engaño
permanente para esquilmar derechos. En cambio, un gobierno popular, los hace realidad.
Y eso es lo que molesta a las
clases dominantes: que se distribuya con
equidad lo que consideran propio. Lo increíble es que muchos despistados de
los sectores medios y bajos acepten semejante muestra de egoísmo y adhieran al desprecio de clase que los
tiene como destinatarios; son esos que se
identifican más con los succionadores que con los succionados; son esos que
desprecian a sus iguales para despertar
la simpatía de los opresores; son los que fueron el Campo para sentir que su vino en cajita tiene el sabor del mejor champagne. Esos que
tildaban de soberbia a Cristina y ahora callan
con resignación ante el cinismo de los brutos que están saqueando el país.
Esos que acusaban a los kirchneristas de prepotentes y antidemocráticos y ahora
miran en silencio los aprietes, amenazas
y bravuconadas que a diario despliegan los PRO para llevar adelante este
plan de despojo.
Helicópteros
en el hangar
Aunque la imagen positiva de
Macri y su Gran Equipo está en picada, los
Amarillos siguen como si nada. Un poco preocupados por las fisuras internas
y los chanchullos que se filtran del
blindaje mediático, pero no más que eso. Algo decepcionados porque las
recetas incrustadas no dan los resultados esperados, porque la libertad de mercado deviene en libertinaje, porque la
lluvia de inversiones es pura especulación, porque los brotes se han marchitado antes de tender al verde, pero
decididos a no retroceder un centímetro. Que el Jefe de Gabinete, Marcos Peña
señale que ya está preparado el veto
presidencial para cualquier iniciativa parlamentaria de atenuar el robo de
las tarifas, es muestra de todo esto. En esta postal está exhibida la soberbia, la prepotencia y la tozudez de los
destructores, además de angurria incontenible y autoritarismo pornográfico.
Después de sentenciar que el precio de los servicios “no es un tema parlamentario”, confesó que no quieren “que haya un espacio para la demagogia que ponga en peligro el desarrollo que
necesitan los argentinos”. ¿Desde cuándo la fuga de divisas hacia guaridas
fiscales contribuye a otro desarrollo más que de las fortunas de especuladores, lavadores y evasores?
¿Quién es Marcos Peña –a quien
nadie votó- para decidir cuáles temas
son parlamentarios y cuáles no? ¿Qué más que la soberbia lo lleva a
defender con tan malos y
anticonstitucionales argumentos una medida que daña el bienestar y la
producción? El funcionario dice que una contención de las tarifas pondría en
peligro el desarrollo, aunque las
importaciones sin aranceles están demoliendo la industria local. Él habla
de demagogia aunque este modelo garantice
ganancias extraordinarias a los que no necesitan nada a costa de precarizar
al resto. Por eso los integrantes del Círculo Rojo emitieron un documento para
avalar este derrame invertido que seca cada vez más nuestra vida.
Además de hacernos creer que éste es el
sendero a Macrilandia, nos dicen que sólo los demás son corruptos y
mafiosos. En su última visita al Congreso, Marcos Peña pontificó sobre la honestidad, al escupir la falacia de que “las
cuentas off shore son como cajas de seguridad” y que “corrupción son los
Bolsos de López”. ¿Qué dirá ahora que se sabe que un tercio de esos
billetes provenía de un banco cuyo dueño
fue tesorero de Boca Jrs cuando el Ingeniero lo presidía?
Pero este grotesco personaje no es el único mascarón del funesto Cambio.
Todos los PRO salen en coro a recitar sandeces para promocionar como fantásticas las horrendas transformaciones que
están defecando sobre el país. Mientras los radicales se debaten entre
continuar con el triste papel de
sirvientas humilladas del desalmado patrón o ser víctimas del bullying de los estercoleros mediáticos, Cavallo
asoma su hocico para dar cátedra sobre cómo destruir el país.
Igual que en los ochenta, noventa y a principios de siglo, es Clarín quien decide, a través de su podredumbre comunicacional, el rumbo que más conviene a sus intereses.
Como ha hecho siempre: disponer el escenario de una crisis para obtener dividendos cuantiosos mientras todos los demás chapoteamos
en el fango.
Aunque muchos presenten
objeciones, también nos hacen creer que estamos en democracia, que nuestro voto
decide, que el candidato que gana gobierna, que las medidas que siempre destruyeron ahora pueden servir para construir,
que un rostro angelical puede ser la salvación. Nos hacen creer que decidimos
cuando, en verdad, todo está decidido de
antemano. Hasta tienen decidido que nosotros
paguemos la deuda que tomó una minoría para multiplicar su patrimonio. Ya
se vio en la dictadura y después de 2001: algún monigote con banda decide estatizar pasivos privados que
no han generado desarrollo ni empleo, sino
que han derramado hacia paraísos
intocables.
Ayer fue Videla o Duhalde y
mañana será Macri, Vidal, Massa o Urtubey. No
importan los nombres, sino el recorrido; no importan las excusas, sino las
intenciones; no importa el decorado,
sino el modelo. Ya estamos grandes para dejarnos tentar con las amargas golosinas
de siempre: que el tarifazo garantiza un
mejor servicio o que la flexibilización laboral va a generar empleo de calidad. Si queda algún distraído que todavía cree que éste es el gobierno del diálogo y el consenso, allá él.
Mientras tanto, los demás deberíamos empezar a organizarnos para torcer este camino y desalojar a estos
sátrapas antes de darnos de frente con la crisis que los amarillos han construido.
gracias Gustavo! compartido-abrazos
ResponderBorrarBueno, yo no diría que los sectores medios que votaron esta porquería son "despistados" o "engañados", no, salvo algún marciano recién bajado del plato volador, SABÍAN qué votaban y de sus malas razones para hacerlo, porque votaban CONTRA aquello que les molestaba (y que los medios "generosamente" estimulaban) y que es, sintéticamente, que la negrada prospere, tenga derechos y, horror de horrores, los iguale.
ResponderBorrarClaro, como los prejuicios nunca se llevan bien con los números es que se perdieron el detalle de sacar cuentas y ahora, vía tarifazos y demases logros amarillos, empiezan a darse cuenta que el objetivo son sus ingresos, sus bolsillos - no los de los "planeros" (al fin y al cabo, una insignificancia descartable en todo el paquete).
Ahora, quizás, el mingo sea un ayudamemoria para la nostalgia de días tan felices como ésos, ¿qué falta para completar el cuadrito de recuerdos?, el corralito?, es cuestión de tiempo nomás... el camino del dólar a valores extravagantes ya está marchando, la inflación galopa sin pausa y con prisa, los sueldos planchados, ¿qué puede salir mal si todo va perfecto? - Lo lograron, al fin "están en el mundo", claro, no son negros (aunque tampoco tan "europeos") y sus "méritos" (O las ínfulas de darlos por sentados) ya no son tan valiosos como antes... tenías un boliche, un buen empleo, ¿no te alcanza para pagar la luz? que no se diga, che...
La verdad, al virreinato, esos sectores medios se lo tienen merecido, incluso lo peor por venir... el problema son, somos, los obligados al garrón, los que NO nos merecemos esta porquería que jamás votamos ni votaríamos (sí, somos unos populistas incorregibles).
Pero bueno, hay que seguir con el show de siempre, los meritorios de clase media sin saber qué hacer si caen en la malaria, la negrada juntando cartones, o chorro o puta que hay que sobrevivir, y los jubilados, muriéndose, claro (o me van a decir que el FMI nunca acierta los pronósticos?).
Desde el principio, hablamos del naufragio del Titanic.... estamos en él, simplemente nos relajamos y disfrutamos?