En esta semana, muchos habrán
recordado el fallido de la gobernadora
Vidal cuando festejó su triunfo electoral: “cambiamos futuro por pasado”. Un
pasado que se vuelve presente para arruinar todo futuro. Como si
estuviésemos condenados a una siniestra repetición, parece que Cavallo se
vuelve asesor para dar el golpe de
gracia a La Revolución de la Alegría, para poner el moño a la destrucción que comenzó el 10 de diciembre de 2015.
Cuando uno anticipaba las medidas y sus consecuencias, en pleno proceso
electoral, los apologistas inventaron
eso de la campaña del miedo. Ahora que el miedo es real, los
hechizados comienzan a vislumbrar la
monstruosidad del Cambio. La Argentina de Macri exhibe las peores postales
que creíamos olvidadas, con desocupados,
excluidos y productores desesperados. En un país donde los recursos
alimentarios, energéticos y monetarios sobran, cada vez más viven como mendigos
por la decisión política de profundizar
la desigualdad.
Para aplicar este modelo del
derrame –que sólo fluye en torrente
hacia la punta de la pirámide- alimentaron prejuicios existentes en los
sectores medios y bajos respecto al gobierno anterior, que apenas pudo limar intereses oligárquicos para avanzar hacia una tímida redistribución del ingreso.
La corrupción –que no es un delito sino una síntesis para el consumo masivo-
siempre es la excusa que utilizan las
élites económicas para horadar las bases de los proyectos populares. Para
fomentar el rechazo, debieron explotar todos los medios –tanto comunicacionales
como judiciales- con el fin de convertir
las fábulas más descabelladas en verdades indiscutibles.
A pesar de la amplia cobertura
televisiva, en cadena nacional a toda hora, las causas más relevantes están congeladas porque las pruebas
demuestran su falsedad. ¿Cuánto hace que están dando vueltas con la causa
Hotesur y Los Sauces, en la que Lázaro Báez premiaba a los Kirchner con el pago
de alquileres por ocupar el puesto 34 en
el ranking de contratos con el Estado? Con operaciones bancarias,
locaciones a precio de mercado y obra pública ejecutada a tiempo y sin
sobreprecios, ¿dónde está la ilegalidad?
Si no hay cohecho ni malversación de fondos públicos, ¿por qué gastan tanto dinero en un proceso judicial que terminará con “falta de mérito”? Lázaro Báez está
preso desde hace más de dos años por esta causa y por tener dinero en Suiza, como muchos empresarios que gozan de
libertad y prestigio. Ni siquiera encontraron su nombre en las filtraciones
de guaridas fiscales, en las que sí
están muchos de los funcionarios del gobierno amarillo, el empresidente Macri incluido.
Y éste es uno de los tantos
ejemplos de manipulación mediática que
lograron convencer a los votantes de que la Década Ganada fue lo peor que
nos pasó en la historia. Tan
enloquecedora es esta campaña de demonización, que hicieron de Cristina la asesina de Nisman, y de Aníbal Fernández,
el ideólogo del Triple Crimen de la Efedrina. Tanto incrustaron estas patrañas
que será difícil extirparlas, aunque
todos los juicios en curso sentencien inocencia.
Sobre
versos y verseros
Que el público asimile tanta
infamia es casi comprensible, pero que los
dirigentes la transformen en argumentos para sostener este desastre es una
vergüenza. Las demonizaciones sobre los funcionarios del pasado sirven para ocultar las trapisondas
de los de hoy, tan evidentes que no necesitan una investigación muy sagaz
para demostrarlas. Pero casi todos los dardos que disparan hacia los K parecen girar como un boomerang para hacer
blanco en algún M.
Si a esto sumamos que el plan
aplicado hace aguas y el iceberg está cada vez más cerca, es inexplicable que la caída de la imagen presidencial no sea más
abrupta. Enumerar las medidas que han tomado desde que Macri asumió este inmerecido cargo demostraría no sólo el
engaño sino también las intenciones: si
estamos ante una crisis económica es porque así lo planearon. No olvidemos
que nos gobiernan empresarios que no
necesitan producir ni vender para obtener ganancias; la especulación
financiera y las recurrentes estafas al Estado multiplican sus fortunas sin que nadie ose acusarlos de nada. La
mirada del ciudadano distraído siempre
apunta a los políticos, al punto de proponer una rebaja en las dietas de diputados
y senadores, pero no de los ministros, jueces y fiscales. La sospecha sólo apunta a los funcionarios que elegimos con el voto y
no al resto. Y menos aún a los que deterioran nuestros ingresos a fuerza de
precios exorbitantes, explotación laboral, evasión impositiva y reclamos de
privilegios. Los grandes empresarios,
los más ricos del país, son los beneficiarios de la desigualdad que nunca nos
abandona, pero que ahora es creciente.
Aunque dibujen los números y los
medios cómplices se hagan los distraídos, la
desocupación provocada por el propio gobierno es palpable. El fin de mes
que se adelanta forma parte de lo cotidiano y los 18000 pesos que marcan el
límite de la pobreza son insuficientes
para vivir con dignidad. El incremento de los precios hace inalcanzable la
canasta de alimentos. Nada de lo que
decidieron produjo los efectos que auguraban: inflación, desinversión y
devaluación no auspician un futuro armonioso. El déficit comercial ha crecido
respecto al año pasado porque se importa
más de lo que se exporta. Los recortes en todas las áreas del Estado para
equilibrar las cuentas empeoran la
situación porque deprimen el mercado interno.
Y más aún cuando la mayoría de
los ciudadanos tiene que destinar gran
parte de sus ingresos al pago de tarifas de servicios públicos por la
eliminación de los subsidios a los usuarios y la multiplicación del costo, que convierte las facturas en la confesión de
una estafa. Claro, lograron que los usuarios se quejen por pagar poco pero
hasta diciembre de 2015, Argentina
estaba entre los países que menos dinero destinaba para aligerar el costo de la
energía. A pesar de que EEUU aporta más de 2000 dólares anuales, China 1600
o Australia 1200, el establishment protestaba porque los gobiernos kirchneristas contribuyeron con algo más de 400 dólares
anuales per cápita. Y encima siguen cacareando que “en ningún país del mundo se hace eso”.
Esta semana en que el dólar trepó
como nunca, el Banco Central desembolsó más de 4000 millones para subsidiar la ganancia de los especuladores
de la timba financiera y ningún titular protestó por eso. Hasta ofrece
tasas de interés que superan el 30 por ciento. Estas cifras que van a parar a
manos de unos pocos son pagadas entre
todos en forma de deuda externa. Y esto no sólo daña nuestro futuro; también
significa una contradicción respecto a la
mirada ortodoxa sobre el rol del Estado: los clamores ensordecen cuando
interviene para facilitar la vida de la mayoría, pero el silencio aturde cuando lo hacen para enriquecer al cinco por ciento
de la población. Total, para disfrazar estos dislates siempre hay jueces
que reparten prisiones para que el
público cautivo no olvide que estamos pagando la fiesta del pasado, la ilusión
de bienestar que produjo el kirchnerismo.
Ese incendio que mencionó el diputado Mario Negri en la sesión de esta
semana para rechazar las iniciativas de rebajar las tarifas. Justo él habla de
incendio, el que formó parte de la
Alianza que hizo estallar el país a principios de siglo. Un país
desendeudado, que redujo la pobreza a la mitad, que provocó un crecimiento
industrial del 100 por ciento, que construyó
más de 1500 escuelas, hospitales, rutas, autopistas entre muchas otras
cosas no está incendiado en ningún lugar
del planeta. Justo él apela a la Pesada
Herencia en versión pirómana, que ahora integra una alianza que nos está conduciendo a una hoguera de la
que sólo unos pocos saldrán ilesos.
Puede que me equivoque pero creo que la movida, el mostrarlo a cavallo, para la craneoteca amarilla puede ser lo más parecido a una jugada "estratégica" para abrirle paso a un reemplazo de chocoarroz dujovne que, siendo la misma porquería, sea más pasable y menos piantavotos que el mingo, un melconian quizás. Cambiar algo para terminar en el mismo, inevitable fracaso (el costo, será nuestro, claro).
ResponderBorrarDe nuevo insistiré en algo que me preocupa.... creo que hay que ir dejando atrás el hablar de los desastres cotidianos, las frases, los "conceptos" y los personajes de estos felices días del virreinato.... todos ellos desvergonzados portadores de un desprecio y odio hacia lo popular, lo nacional, que hay que ser de amianto para no percibir.
Creo que hay que empezar a devolvérsela en sus términos, porque no son merecedores de otra cosa que no sea el desprecio, no exento de asco, por sus claras virtudes, la angurria avara, la falta de escrúpulos, la mezquindad, la pavorosa indiferencia al (mal) destino que para tantos es consecuencia directa de sus fechorías, son una porquería incluso indecorosa, ¿por qué hay que pasteurizar el lenguaje?, en serio, la necesaria autoestima por tener ideas mejores, no hace más necesaria aún la claridad, la justeza en definir lo que son estos cosos?
gracias Gustavo! comparto-abrazos
ResponderBorrarHola!ayer encontrÉ este artÍculo en infobae..que demuestra cómo trabajaron sobre la idea de la gente respecto a Cristina a fin de que le tomaran un brutal y desmesurado odio...en su libro "Los secretos de la Casa Rosada", la periodista Liliana Franco entre otras anécdotas de lo fulminante y desagradable del carácter de Cristina,que abrazas mamás y niños y los besa,pero que en la intimidad despreciaba y maltrataba a sus empleados...
ResponderBorrar—Chica, ¿ya pusiste los frascos de alcohol en gel? —pregunta la presidente Fernández de Kirchner mirándose en un espejo.
—Sí, señora presidente, ya se los entregué al encargado.
—¿El agua baja en sodio?
—Sí, señora presidente.
—Ok. Andate, Chica
Creo que es un relato totalmente ideado y de una escritora de cuarta.Muy pobre.eso de chica...y ok,andate chica...quien habla asi?lo redundante del ""chica" no pega,cae mal,al lector desprevenido claro está y al de atenta mirada por razones contrarias.Uno diria "ok.andate nomás",o "pòdés irte",o simplemente "ok."...pero repetir el chica...es muy teatrero...ademas,yo no creo que pusieran al servicio de la presidente una "chica" cualquiera,que no gozara de la confianza de Cristina o al menos de quienes deben protegerla..pareciera una producción de Durán Barba...sé que el carácter de Cristina es fuerte y puede apabullar...pero ese "chica" repetido al principio y al final no es para nada creíble.Pero claramente cosas como estas llevaron a cortos de lógica a odiar al "populismo".https://www.infobae.com/politica/2017/12/02/como-era-trabajar-para-cristina-kirchner-en-la-casa-rosada/