En medio de las protestas y el
maquillaje oficial por los tarifazos, el empresidente
Macri aclaró que no es un mago ni un
estafador. Sin embargo, a pesar de sus yerros geográficos y conceptuales y
la torpeza de su lengua, ha logrado que
nadie reclame su título universitario como hicieron, de manera insistente,
con CFK. Además, dice que no es mago pero consiguió mostrarse como honesto con su pesado prontuario a cuestas, aplicar
un plan de desigualdad con la Pobreza
Cero como meta y hasta hacer que los
yaguaretés vuelen de nuestros
bolsillos como alados seres míticos. Para que alguien como él conquiste la
voluntad de las urnas se necesita mucha magia y estafa, de lo contrario, no habría llegado ni a la esquina.
La estafa principal es el
contraste entre sus promesas de campaña
y las medidas que ha tomado desde el funesto día en que –como una burla-
bailó en el balcón de La Rosada. Nada de
lo que decidió tiene como fin cumplir con lo prometido y eso se nota en los
malos resultados que está logrando. O buenos, si se los mira desde el lado oscuro de La Grieta. El crecimiento de
la pobreza, la caída del poder adquisitivo de los salarios y el consecuente declive del consumo, el
cierre de fábricas, Pymes y negocios, el
aumento de los desocupados y la inflación que parece imparable es el
escenario que oscurece el horizonte. Si
no es un estafador, es un incapaz o algo aún peor.
Con escuchar el debate
presidencial previo al balotaje alcanza para demostrar que sus intenciones estaban muy lejos de lo que prometía. “No voy a devaluar”, “no voy a abrir las
importaciones”, “no voy a eliminar el Fútbol Para Todos”, “no voy a incrementar las tarifas” y muchas más que evidencian
su estafa. Hasta prometió que en su gobierno, “ningún trabajador pagará
impuesto a las ganancias”, aunque
la cifra de los afectados ascendió a más
del 78 por ciento. En enero de 2016 había 1230000 trabajadores que
afrontaban esa carga y en diciembre de 2017 superó los 2200000. Y todo esto sin recomposiciones salariales significativas.
Eso sí es magia, pero de la peor.
Como todo mago espectacular,
tiene detrás de su figura un staff de colaboradores para realizar sus actos:
funcionarios bien entrenados para trocar
cinismo con sinceridad, medios de comunicación hegemónicos que pintan un cuadro maravilloso y minimizan
las tropelías y un público alienado dispuesto
a sorprenderse con los peores trucos. Que Javier González Fraga explique,
con soltura, que "la inflación
deriva de que la sociedad cree que tiene
más derechos que recursos" es un ejemplo de lo primero. Que Clarín, La Nación, Ámbito Financiero y El Cronista hayan presentado como
buena noticia el pago de las tarifas en cuotas financiadas por las
provincias es una muestra de lo segundo. Y para demostrar lo tercero, basta
escuchar a algunos transeúntes que aún
justifican el deterioro con el verso de la Pesada Herencia y las calles
que, a pesar de las masivas manifestaciones de protesta, todavía no están desbordadas por el descontento.
Un
error carísimo
Los nefastos trucos que el mago Mauricio despliega ante nuestros
ojos se basan en la naturalización de
conceptos inaceptables. Entre todos, se destaca la ilusión de bienestar del populismo kirchnerista: convencer a la población de que con sus
ingresos vivir bien es una fantasía. O una mentira, como repite con
insistencia la vice Michetti. Que un trabajador acepte este concepto es una renuncia a su dignidad. Un
salario debe alcanzar para satisfacer alimentación, vivienda, salud, educación,
vestimenta y recreación. Cualquiera que piense lo contrario acuerda
con la explotación inhumana del peor capitalismo. Si un gran empresario
tiene esta intención, el Estado debe
desalentarlo. Un gobierno democrático debe ponerse de parte de los más vulnerables, no de los más poderosos. Que el
Gran Equipo gestione para convertir la explotación en ley sugiere una adulteración de las obligaciones de un
representante. Esto ya no sorprende tanto porque se ha naturalizado la idea
de que es un gobierno de ricos para
ricos o que La Rosada está invadida por ceos. Así, no sólo parece lógica
sino necesaria la bestial transferencia
de recursos de los sectores bajos y medios a los que no necesitan nada.
En el capítulo de las tarifas hay una síntesis de todo esto. Unos
años atrás, los medios oficialistas comenzaron a instalar la idea de que los usuarios pagaban muy poco por los
servicios, por eso eran deficitarios y se prestaban mal. Y eso que los
denostados subsidios aliviaban la economía doméstica e iban a parar a los bolsillos de los empresarios. Un leve corte de
luz merecía las tapas y la cobertura excesiva en los canales de noticias. Tanto
machacaron que convencieron a la
población de que pagar poco estaba mal. Ahora, cuando llegan esas facturas
con cifras abusivas, la justificación apela a la Pesada Herencia: ahora pagamos de más porque antes pagábamos
de menos. Antes de que comience esta pesadilla, la incidencia del gas
natural y la electricidad sobre el salario alcanzaba
un 2,7 por ciento y ahora, gracias a la magia
amarilla, entre un 14 y un 17 por
ciento. En la mente del colonizado, la culpa es de los que garantizaban una
baja incidencia y no de los que la multiplicaron. Que los saqueados se abracen a los argumentos de los saqueadores es un
insulto a la lógica.
Estos
sí vienen por todo, porque la transferencia regresiva de recursos no
ha terminado. El aumento en el precio de los servicios seguirá un par de años
más porque se les antoja seguir
engrosando las arcas de los amigotes, que fugan y especulan pero no invierten
una moneda. Y a la par, seguirán aplastando los salarios para que dejen de ser los más altos de la
región, algo que molesta a los angurrientos. Aunque esto dé asco, resulta
razonable en la lógica succionadora, pero incongruente
en el pensar de un trabajador. Y sin embargo, eso también era una queja.
Cuando el pobre aplaude al
empobrecedor, estamos ante una atrocidad
social. Si lo vota, estamos en problemas. Y si la mafia mágica del
oficialismo digita a una parte importante de la oposición, la democracia es sólo un sello de
goma. La estatua del Alfonsín
derrotado en La Plata es una advertencia
con forma de homenaje para los aliados radicales: el que pretenda alzar la
cabeza, quedará tan sumiso como esa
escultura a fuerza de titulares y denuncias; el que intente recordar las banderas del centenario partido quedará
relegado del plantel.
No conforme con esto, el Cambio
también avanzó sobre el PJ, depositando momias anti kirchneristas para descafeinar al movimiento y boicotear
cualquier posibilidad electoral. Para lograr todo esto hay que ser un mago
poderoso y siniestro. Un estafador de los mejores y tan peligroso que, por unos limones, es capaz de entregar la Patria a
los planes del Imperio.
la Argentina esta enferma estimado Gustavo, muy enferma para haber puesto a este psicópata en el poder-comparto y gracias mil-besos
ResponderBorrarExcelente...Lo comparto...Gracias
ResponderBorrarBueno, la sola idea de pensar al virrey como "mago" ya es un tanto exótica.... un mago comunacho nomás es mínimamente hábil con las manos y el coso éste juega con la hijita y se lesiona ... la verdad, muy mago no parece.
ResponderBorrarCapaz que sus habilidades de ilusionista no sean tantas como la doscapacidades de los ilusos que se tragaron las fábulas, jugarretas y amagues... obvio, algunos ilusos y otros no tan ilusos pero sí odiadores dedicados (ésos, los peorcitos, claro).
No me queda claro, Gustavo, éso de la duda de si el coso es incapaz o estafador.... usted sabe, soy un mal pensado y para mí como estafador es muy capaz, fíjese nomás la cantidad y montos de lo estafado..... da miedito, no?, uno ni siquiera en la peor borrachera se imagina tanta guita junta.
Seguro que usted lo consideraa incapaz para cosas aburridas como educación, construcción de un país vivible, trabajo y economía inclusivas, etc.; admirable su intención pero, ¿no leyó la letra chiquita del contrato con el coso?, hasta el loro de mi tía sabía que nada de éso tenía garantía, parafraseando a cierta señora, "el incapaz es el otro". Y ahí volvemos al iluso, bueno, dejémoslo rápido, pobre tipo, ojalá alguna vez resuciten sus neuronas.... pensemos en el no tan iluso, el odiador, el que cree que haciendo moco todo él va a ganar algo, que es un elegido, la florcita en el estiércol... con bichos así, cualquier inútil es mago.
Cansa un poco, bastante, la sola enumeración de la porquería cotidiana que debe vivir tanto argentino, ayer, hoy, mañana, gracias a la redituable "incapacidad" de estos malandras... no sé, debiéramos encontrar la forma de expresar que somos mejores que éstos, que nuestras ideas valen más y que no somos ni magos ni estafadores, aún en los errores... sí, enorme la capacidad de estos cosos para generar cansancio.
¡¡La "pesada herencia", es la que padecemos los argentinos y culpa de ello la tiene el mafioso mayor, Franco, por no tener sexo protegido/seguro, nos heredò la peor de las pestes!!
ResponderBorrar¡¡Solo gente muy ignorante o muy llena de odio puede seguir acompañando a estos saqueadores!!
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